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El gasto en salud
tiende a crecer a un ritmo superior al que se registra en otros
sectores. Esto se debe a factores atribuidos a la demanda, como
el envejecimiento, la evolución de enfermedades y las
expectativas de la población, y también a factores
de oferta, en particular el desarrollo de nuevas tecnologías
y de los mercados de salud. |
Es así como
a lo largo del tiempo los países destinan a la salud
una mayor proporción de sus recursos, como se muestra
en dos trabajos publicados recientemente en The Lancet, en los
cuales se analizan datos mundiales para 1995-2014 y se estima
que el gasto en salud en los países de ingresos medio-altos,
en cuyo rango se encuentra Colombia, pasaría de un promedio
de 5,9% del producto interno bruto (PIB) en 2014 al 6,4 en 2030,
y al 6,9% en 2040. En el caso de América Latina y el
Caribe, el gasto pasaría del 7,3% del PIB en 2014 al
8,2% en 2030 y al 8,9% en 2040. |
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En el caso colombiano, el gasto
en salud ha pasado de 5,9% del PIB en 2000 al 7,2% en 2014.
Es importante tener en cuenta que este aumento se ha dado a
la par con un incremento importante del PIB, lo cual significa
que el gasto percápita ha crecido por encima de lo que
ha sucedido en muchos países. Ahora bien, en las estimaciones
realizadas en uno de los artículos de The Lancet, el
gasto podría pasar al 7,8% en 2030 y al 8,5% en 2040.
Sin duda, el gasto colombiano continuará creciendo para
atender las necesidades en salud, responder a la presión
por adoptar nuevas tecnologías y garantizar el goce efectivo
del derecho a la salud conforme a la Ley Estatutaria. Sin embargo,
resulta difícil responder cuánto debería
aumentar este gasto, y en qué momento o por cuánto
tiempo. |
Así que, si bien para los asistentes al Foro de la
Salud realizado por la Asociación Nacional de Empresarios
(ANDI) en Cartagena entre el 14 y el 16 de junio pasados,
quedó la idea de que Colombia debe gastar mucho más
en salud, lo cierto es que el mensaje no goza de buen sustento
en cuanto a las proporciones que se plantean y acaso pueden
obedecer al interés por generar recursos para garantizar
condiciones de negocio y expandir la oferta en el sector.
En una de las presentaciones en el foro, basada en un estudio
de la Universidad de los Andes para la Asociación de
Laboratorios Farmacéuticos de Investigación
y Desarrollo (AFIDRO), se sugiere que Colombia gasta tres
puntos menos del PIB según las predicciones del modelo
econométrico estimado para los países de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE), a la cual Colombia aspira pertenecer.
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Sin duda, el gasto colombiano
continuará
creciendo para atender las necesidades en salud,
responder a la presión por adoptar nuevas tecnologías
y garantizar el goce efectivo del derecho a la salud
conforme a la Ley Estatutaria. Sin embargo, resulta
difícil responder cuánto debería aumentar
este gasto,
y en qué momento o por cuánto tiempo.
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Se puede concluir así
que el país debería gastar no 7,2% del PIB sino
tal vez el 10%. Sin embargo, en el propio estudio se hacen proyecciones
del gasto para 2020 y al parecer no habría grandes cambios
en cuanto a la proporción del gasto, más aún,
se llega a sugerir que el cambio del POS según la Ley
Estatutaria pudiera dar lugar a bajar gastos. De modo que a
pesar de sugerir que el gasto debería aumentar, no se
precisa en qué pudiera gastarse más o por qué.
En otra presentación, basada en el estudio realizado
por la firma E-Concept para la ANDI, se insiste en que el gasto
colombiano es bajo, y entre los argumentos consideran el gasto
público como porcentaje del PIB en comparación
con cuatro países de ingreso alto: Dinamarca, Inglaterra,
Canadá y Australia. Además, aunque se reconoce
que la salud es el segundo rubro más importante en el
presupuesto nacional, se lamenta que se encuentre entre los
que menos crece y se aboga por gastar en adelante menos educación
y más en salud. En este caso, se estima que el gasto
público en salud pudiera pasar del 5,3% del PIB en 2017
al 6,5% en 2037 en un escenario optimista, al 7,1% en un escenario
intermedio y al 9,8% en un escenario pesimista. En este caso,
tal parece que el esfuerzo debe recaer completamente sobre el
presupuesto público, y las proyecciones pueden estar
sobreestimando el efecto de la demanda en la medida en que se
basa en la consulta de los registros individuales de prestación
de servicios (RIPS).
Estos estudios reflejan la necesidad de adelantar una discusión
amplia, centrada en el interés nacional y buscando la
generación de conocimiento como bien público.
Se requiere, además, como parte de la transparencia que
tanto se reclama para el sector, poner de presente y validar
ciertos enfoques, comparaciones o metodologías para que
los estudios ofrezcan propuestas aplicables al contexto colombiano.
Por ejemplo, es importante precisar que la OCDE es un club de
buenas prácticas que, si bien está liderado por
países de ingresos altos y muy desarrollados, es un grupo
pequeño y en su interior no hay homogeneidad socioeconómica
y de sus sistemas de salud. Así que podemos aspirar a
las buenas prácticas en temas como la regulación,
el acceso o la calidad, pero no tiene mucho sentido pensar que
de ingresar a esa organización sea necesario aumentar
el gasto en salud. |
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