MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 226  JULIO DEL AÑO 2017    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 
 
El gasto en salud tiende a crecer a un ritmo superior al que se registra en otros sectores. Esto se debe a factores atribuidos a la demanda, como el envejecimiento, la evolución de enfermedades y las expectativas de la población, y también a factores de oferta, en particular el desarrollo de nuevas tecnologías y de los mercados de salud.
Es así como a lo largo del tiempo los países destinan a la salud una mayor proporción de sus recursos, como se muestra en dos trabajos publicados recientemente en The Lancet, en los cuales se analizan datos mundiales para 1995-2014 y se estima que el gasto en salud en los países de ingresos medio-altos, en cuyo rango se encuentra Colombia, pasaría de un promedio de 5,9% del producto interno bruto (PIB) en 2014 al 6,4 en 2030, y al 6,9% en 2040. En el caso de América Latina y el Caribe, el gasto pasaría del 7,3% del PIB en 2014 al 8,2% en 2030 y al 8,9% en 2040.
En el caso colombiano, el gasto en salud ha pasado de 5,9% del PIB en 2000 al 7,2% en 2014. Es importante tener en cuenta que este aumento se ha dado a la par con un incremento importante del PIB, lo cual significa que el gasto percápita ha crecido por encima de lo que ha sucedido en muchos países. Ahora bien, en las estimaciones realizadas en uno de los artículos de The Lancet, el gasto podría pasar al 7,8% en 2030 y al 8,5% en 2040.
Sin duda, el gasto colombiano continuará creciendo para atender las necesidades en salud, responder a la presión por adoptar nuevas tecnologías y garantizar el goce efectivo del derecho a la salud conforme a la Ley Estatutaria. Sin embargo, resulta difícil responder cuánto debería aumentar este gasto, y en qué momento o por cuánto tiempo.

Así que, si bien para los asistentes al Foro de la Salud realizado por la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) en Cartagena entre el 14 y el 16 de junio pasados, quedó la idea de que Colombia debe gastar mucho más en salud, lo cierto es que el mensaje no goza de buen sustento en cuanto a las proporciones que se plantean y acaso pueden obedecer al interés por generar recursos para garantizar condiciones de negocio y expandir la oferta en el sector.
En una de las presentaciones en el foro, basada en un estudio de la Universidad de los Andes para la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Investigación y Desarrollo (AFIDRO), se sugiere que Colombia gasta tres puntos menos del PIB según las predicciones del modelo econométrico estimado para los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la cual Colombia aspira pertenecer.

Sin duda, el gasto colombiano continuará
creciendo para atender las necesidades en salud,
responder a la presión por adoptar nuevas tecnologías
y garantizar el goce efectivo del derecho a la salud
conforme a la Ley Estatutaria. Sin embargo, resulta
difícil responder cuánto debería aumentar este gasto,
y en qué momento o por cuánto tiempo.
Se puede concluir así que el país debería gastar no 7,2% del PIB sino tal vez el 10%. Sin embargo, en el propio estudio se hacen proyecciones del gasto para 2020 y al parecer no habría grandes cambios en cuanto a la proporción del gasto, más aún, se llega a sugerir que el cambio del POS según la Ley Estatutaria pudiera dar lugar a bajar gastos. De modo que a pesar de sugerir que el gasto debería aumentar, no se precisa en qué pudiera gastarse más o por qué.
En otra presentación, basada en el estudio realizado por la firma E-Concept para la ANDI, se insiste en que el gasto colombiano es bajo, y entre los argumentos consideran el gasto público como porcentaje del PIB en comparación con cuatro países de ingreso alto: Dinamarca, Inglaterra, Canadá y Australia. Además, aunque se reconoce que la salud es el segundo rubro más importante en el presupuesto nacional, se lamenta que se encuentre entre los que menos crece y se aboga por gastar en adelante menos educación y más en salud. En este caso, se estima que el gasto público en salud pudiera pasar del 5,3% del PIB en 2017 al 6,5% en 2037 en un escenario optimista, al 7,1% en un escenario intermedio y al 9,8% en un escenario pesimista. En este caso, tal parece que el esfuerzo debe recaer completamente sobre el presupuesto público, y las proyecciones pueden estar sobreestimando el efecto de la demanda en la medida en que se basa en la consulta de los registros individuales de prestación de servicios (RIPS).
Estos estudios reflejan la necesidad de adelantar una discusión amplia, centrada en el interés nacional y buscando la generación de conocimiento como bien público. Se requiere, además, como parte de la transparencia que tanto se reclama para el sector, poner de presente y validar ciertos enfoques, comparaciones o metodologías para que los estudios ofrezcan propuestas aplicables al contexto colombiano. Por ejemplo, es importante precisar que la OCDE es un club de buenas prácticas que, si bien está liderado por países de ingresos altos y muy desarrollados, es un grupo pequeño y en su interior no hay homogeneidad socioeconómica y de sus sistemas de salud. Así que podemos aspirar a las buenas prácticas en temas como la regulación, el acceso o la calidad, pero no tiene mucho sentido pensar que de ingresar a esa organización sea necesario aumentar el gasto en salud.
 
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