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A pesar de los grandes desarrollos
científicos de los últimos años, aún
no se logra disponer de un sustituto de la sangre, lo cual implica
que la única fuente de la misma es la donación,
que no está exenta de riesgos; no sólo por los
factores propios de la persona de donde proviene, que pueden
ser reconocidos como extraños por quien la recibe, sino
muy especialmente por los agentes infecciosos que puede llegar
a transmitir.
Acerca de la seguridad de la sangre, la Organización
Mundial de la Salud plantea: Todos deberán tener
acceso a sangre y productos sanguíneos lo más
seguros posible, a un costo razonable y en cantidades suficientes
para satisfacer sus necesidades, y que las transfusiones se
practiquen exclusivamente cuando sea necesario y como parte
de un programa hematológico sostenible en el marco del
sistema de atención sanitaria.
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Las transfusiones
de sangre salvan vidas y mejoran la salud, pero hay millones
de pacientes que no tienen acceso a sangre segura cuando la
necesitan. A pesar de los progresos de las ciencias médicas,
pasarán muchos años antes de que los sucedáneos
artificiales de la sangre puedan remplazar sistemáticamente
la necesidad de donaciones de sangre humana. Los países
necesitan evitar la escasez de sangre y garantizar que la sangre
suministrada no contiene VIH, virus de la hepatitis ni otros
patógenos potencialmente mortales que puedan transmitirse
a través de las transfusiones.
Cada año mueren durante el embarazo, el parto o el puerperio,
más de medio millón de mujeres, el 99% de ellas
en el mundo en desarrollo. Se calcula que el 25% de esas muertes
se deben a hemorragias graves.
De los 148 países que proporcionaron datos sobre detección
de infecciones transmisibles por la transfusión, en particular
la infección por VIH, las hepatitis B y C, y la sífilis,
41 (28%) no pudieron realizar pruebas de detección de
una o más de estas infecciones en toda la sangre donada;
en África, el 5% de los casos de infección por
el Virus de la Inmunodeficiencia Humana, son de origen transfusional.
Lo anterior llevó a la necesidad de promover el uso de
sangre segura con diferentes estrategias, como: aumentar el
conocimiento de las personas acerca del tema; fomentar la donación
voluntaria, altruista y repetitiva; desestimar donaciones de
reposición, paga o por incentivos; realizar tamizaje
universal con pruebas para detección de enfermedades
infecciosas a todas las unidades donadas; y hacer uso racional
de la sangre.
Respecto del conocimiento que las personas tienen de la donación
de sangre, aún hay mucho por trabajar, pues persisten
muchos mitos sobre la misma, desde la percepción de que
se está perdiendo algo de sí, hasta el concepto
de que es nocivo para la salud. Ahora, mirado desde la seguridad,
no hay la suficiente conciencia en las personas de los riesgos
que puede tener la donación, y en algunos casos ésta
se hace para saber si se tiene alguna enfermedad infecciosa. |
Debido a que no hay una clara
conciencia de la importancia de la donación, hay alta
proporción de donantes por reposición, quienes
usualmente terminan siendo presionados por las circunstancias
del momento, frente a la necesidad de sangre para un familiar
o un amigo. Se debe trabajar intensamente en el fomento de la
donación voluntaria e ir invirtiendo la relación,
como se viene logrando en algunos bancos de sangre del país.
Según el Instituto Nacional de Salud, en 2006 en Colombia,
del total de bancos de sangre, 46 (45%) realizan las 5 pruebas
obligatorias de tamizaje y 55 (55%) realizan 6 o más
pruebas, dentro de las que se incluyen prueba de anticuerpo
contra el antígeno central de hepatitis B (anti core)
y prueba de anticuerpos contra virus linfotrópicos HTLV
I-II. La prevalencia total de los marcadores infecciosos osciló
entre 0,35% y 1,50% para sífilis.
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El tamizaje universal
a la sangre donada es tal vez la estrategia actual más
eficiente para tratar de garantizar una sangre segura; sin embargo,
en primer lugar, las pruebas no son perfectas, y en segundo
lugar, para todos los casos existe el denominado período
de ventana inmunológica, durante el cual las pruebas
disponibles no están en capacidad de detectar la infección.
El uso racional es otro elemento fundamental dentro de un programa
de sangre segura, ya que a mayor intensidad de uso, aumentan
los riesgos. En muchos casos, frente a la incertidumbre de usar
o no usar sangre, tal vez la mejor decisión sea no usarla.
La estrategia más importante para garantizar una sangre
segura es la selección del donante. Se debe garantizar
una adecuada y completa información inicial que le facilite
su autoexclusión, asegurar que la encuesta sea diligenciada
de manera individual y en un ambiente que le genere confianza
respecto de la confidencialidad de la información, un
análisis detallado de los datos positivos consignados,
y si a la persona que tiene la responsabilidad de aceptar el
donante le queda la duda, profundizar más en la entrevista.
En junio de 2007, el Ministerio de la Protección Social
expidió la Política Nacional de Sangre, formulada
para responder a los problemas del país en materia de
sangre y componentes sanguíneos para los próximos
5 años, y así permitir la articulación
de los distintos actores involucrados con el tema de donación
voluntaria y altruista de sangre, y la transfusión de
componentes sanguíneos en beneficio de la comunidad.
Los principios que orienta la política son el acceso
y equidad, solidaridad y seguridad.
Todos tenemos derecho a una sangre segura, pero todos tenemos
el deber de donar sangre segura.
soox@elhospital.org.co
cavr@elhospital.org.co |
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