El Valle es un departamento
constantemente afectado por la alta actividad sísmica
y volcánica que caracteriza a la región, así
como por las lluvias, vientos y cambios de temperatura comunes
a todo el territorio colombiano, propenso también a deslizamientos,
avalanchas, desbordamientos e inundaciones. Pero además,
la acción del hombre es otro agente causante cada vez
de más desastres, como es el caso de enfrentamientos
guerrilleros y atentados que han aumentado en Cali y Buenaventura
entre 2006 y 2007.
Como una estrategia para responder en terreno a las emergencias
y desastres causados por múltiples agentes naturales
y antrópicos, existe el Equipo de Medicina Táctica,
anexo al Hospital Universitario Evaristo García, que
trabaja desde hace 10 años en el Valle.
Son 20 médicos y 15 paramédicos que se unieron
para brindar atención en trauma y reanimación
cardiopulmonar en casos de explosiones, hipotermia y lesiones
múltiples, cuando se presentan sucesos de gran magnitud.
Su labor incluye realizar procedimientos quirúrgicos
menores y el control de hemorragias complejas antes de llegar
al hospital.
Apoyo en los rescates
Los integrantes están entrenados por instituciones
médicas reconocidas, como la Fundación Salamandra
y la Universidad del Valle, con apoyo del Colegio Mayor de Georgia,
Estados Unidos. Dentro de su entrenamiento está el rescate
con cuerdas, que realizan con ayuda de helicópteros de
la Fuerza Aérea, cuando ésta institución
autoriza la presencia de personal adicional para viajar en eventos
catastróficos.
Según su director, doctor Laureano Quintero, es un equipo
adicional, médicamente capacitado y entrenado, que vio
la necesidad de presencia médica en los eventos a los
que antes acudían sólo paramédicos. No
obstante, en sus salidas siempre se acogen a las normas de los
grupos de socorro y del Comité Local de Emergencia, integrándose
al equipo que dirige las operaciones de rescate.
Medicina táctica ad honorem
Este grupo se destaca porque todos sus miembros son
voluntarios y reparten su tiempo entre las actividades de rescate
y su trabajo como empleados del Hospital Universitario Evaristo
Correa y las Clínicas Valle de Lili, Imbanaco, Tequendama
y Remedios.
Además trabajan de forma autofinanciada, con recursos
que ellos mismos aportan y sin percibir sueldo por su trabajo.
De hecho, cada uno compra su propio uniforme, que consiste en
un overol con componente reflectivo, impermeable y antideslizante,
y un casco que resiste altas presiones, impactos a alta velocidad
y golpes de objetos cortantes.
Cada salida puede costar, dependiendo del sitio donde ocurrió
el hecho y su magnitud, entre $15 y $20 millones; sin embargo,
según Quintero, piensan seguir trabajando mientras haya
ganas, y por supuesto, emergencias. |