MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 122  NOVIEMBRE DEL AÑO 2008    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Medicamentos genéricos:
la verdad de la verdad
Jaime Hoyos, MD - elpulso@elhospital.org.co

Hay que terminar con esa creencia infundada de que los medicamentos que dan las EPS son malos (especialmente porque son genéricos) o que generan riesgos, previa toma de conciencia de ciertos aspectos. Desde que aumentó la cobertura de servicios de salud y por ende el acceso a consulta médica gratuita y más o menos oportuna, muchos aprendieron a despreciar este invaluable logro y ahora se dan el lujo abusivo de renegar porque les formulan acetaminofén, ibuprofeno o loratadina, desconociendo que son buenos medicamentos cuya única desgracia es ser baratos y estar al alcance de todos.
El listado del Plan Obligatorio de Salud -POS- (Acuerdo 228) incluye los medicamentos necesarios para tratar efectivamente la gran mayoría de dolencias de la vida diaria; hay enfermedades que requieren medicamentos no contemplados allí, pero el médico puede justificar adecuadamente en la historia clínica la necesidad de que el paciente reciba el medicamento que está fuera del listado. Una vez el médico hace ese trabajo, el paciente puede acudir a su EPS y solicitar autorización para que se lo suministren sin costo alguno, o sea gratis. Así que hay que ayudar a acabar con la práctica de algunos médicos que le dicen al paciente que mejor compren el medicamento de su bolsillo (y ojalá de marca determinada), “porque si no, corren riesgo de seguir enfermos o empeorar”…
Para ayudar a combatir esa desinformación que abunda sobre medicamentos, y especialmente sobre genéricos, organicé el congreso “Medicamentos genéricos: la verdad de la verdad” el pasado 20 de septiembre en Armenia, Quindío, con destacados conferencistas y masiva asistencia. Presento a continuación algunos aspectos abordados.
Respecto de ciertos medicamentos genéricos, escribía Joseph Stiglitz (Nobel Economía): “Las drogas genéricas para la primera línea de defensa contra el sida redujeron el costo del tratamiento en casi 99% -de 10.000 a 130 dólares- (...) Los laboratorios gastan mucho más en publicidad y marketing que en investigación (...) Los pobres no pueden pagar las drogas, de modo que la investigación sobre sus enfermedades es escasa”.
De otra parte: “Medicamentos esenciales son aquellos que se consideran de máxima importancia y, por tanto, indispensables para las necesidades sanitarias de la población. Más del 90% de los medicamentos de la mayoría de listas nacionales de medicamentos esenciales están disponibles por nombre genérico. En muchos países, la mayoría de las patentes sobre los medicamentos con nombre de marca vendidos en el sector privado ha expirado y por lo tanto los medicamentos se pueden vender por su nombre genérico.
En los años 70's nuevos fabricantes empezaron a elaborar versiones genéricas de medicamentos, a precios mucho menores y de excelente calidad, disipando temores de que estos productos fueran sólo imitaciones de baja calidad de las sustancias originales. Un número cuantioso de productos primordiales (como antibióticos), empezaban a integrarse al mercado de genéricos, ya que sus patentes expiraron y los países se dieron cuenta que podían obtener precios mucho más favorables desarrollando la competencia entre fabricantes. Desde por lo menos principios de los 70's, diversos países han iniciado esfuerzos por promover el uso de medicamentos genéricos en el sector privado” (*).
Según el profesor de la Universidad Nacional, Enrique Ardila, “siempre ha existido cierto aire de desconfianza de algunos médicos para formular genéricos y de los pacientes para consumirlos (...) El Invima es muy estricto en el control de medicamentos que se venden en el país. Entonces creámosle a esta entidad y a la industria nacional, y formulemos medicamentos genéricos disponibles que cumplan todos los requisitos. Así ayudaremos a nuestros pacientes a mejorar la adherencia a los tratamientos en razón de sus bajos costos y a mejorar la economía del hogar de los colombianos”.
Y recordemos a Stiglitz: “Los medicamentos genéricos deben estar sujetos a los mismos patrones de calidad que se aplican a los medicamentos vendidos por nombre de marca. La garantía de calidad debe existir no solamente de hecho, sino también en la percepción de los profesionales sanitarios y del público” (*). Al respecto afirmaba Julio César Aldana, ex director del Invima: “A todas las plantas y productos, independientemente de su procedencia y por igual, se los examina y evalúa con el mismo criterio, a la luz de normas vigentes. El incumplimiento genera las consabidas sanciones y medidas sanitarias... Los médicos debemos tener un criterio muy claro respecto de la calidad de medicamentos. Afirmar que todos los genéricos, para demostrar su calidad, deben aportar pruebas de bioequivalencia es una inexactitud técnica y clara deficiencia académica. La comunidad científica del país debe aportar al tema de calidad del medicamento con estudios serios y confiables, no con comentarios aislados y coyunturales, vulnerables al sesgo”.
En revelador libro, Marcia Angell (editora The New England Journal of Medicine), afirma que los medicamentos “yo también” (que representan 77% de medicamentos aprobados en Estados Unidos), no son más que los ya existentes con algunas modificaciones: “Medicinas no mejores que las que ya estaban en el mercado para tratamiento de ciertas enfermedades (...) ninguna pudo ser considerada mejor que la anterior”, en referencia a medicamentos de marca que son solo una variedad también costosa (pero no más efectiva), del medicamento original. La doctora Angell recomienda preguntarle al médico: “¿Hay algún genérico o equivalente más barato?”, y “asegurarse de que las decisiones de su médico se basan en lo que más le beneficia a usted”. Según la experta, “los médicos tienen que renunciar a la costumbre de depender de la generosidad de las farmacéuticas”.
Y dice Stiglitz: “El empleo de medicamentos de marca, más costosos, aunque existan sustitutos genéricos, es también por lo común ineficiente, ya que se podría haber conseguido el mismo resultado para la salud a un costo más reducido” (*).
En el país se libra una batalla por poner en justo equilibrio el derecho de los poderosos laboratorios farmacéuticos multinacionales a cobrar por la propiedad intelectual de sus productos, y por otro lado el justo derecho de los pacientes a acceder a medicamentos esenciales de bajo costo y éticos, esto es, verdaderamente efectivos.
Si más del 90% de medicamentos esenciales están disponibles en genéricos y si los genéricos éticos pueden representar ahorros hasta del 99% en costos de tratamientos, ¿qué esperamos para empezar a modificar patrones de prescripción de medicamentos? Reitera Stiglitz: “Si no se informa adecuadamente a los prescriptores sobre las ventajas de los genéricos, es posible que no respeten las instrucciones de prescribirlos y que además contagien a sus pacientes sus percepciones negativas sobre estos productos” (*).
El primer paso en este largo camino está en manos de los médicos, especialmente de los que enseñan a los estudiantes de medicina. Es hora de que dejen de lado sus reservas y se olviden de la infame creencia de que los genéricos son aguadepanelas marca gato. Si son genéricos éticos, formularlos es un deber ético. No hay disculpas que valgan.
(*) La gestión del suministro de medicamentos, Management Sciences for Health, en colaboración con OMS y OPS.

 
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