MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 15    No. 177  JUNIO DEL AÑO 2013    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

“Hace 100 años se fundó un hospital sin puertas”
Olga Lucia Muñoz López - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
“Por este hospital sin puertas y también sin ambages, han llegado miles de hombres y mujeres entristecidos y miles de niños con sus madres angustiadas, todos haciendo el esguince a lo que les es contrario a sus esperanzas. Y sobre ellos, Dios ha tendido generosamente su mano, la misma mano que tocó el corazón de los que con agrado abrieron su pecho aquel día 16 de mayo de hace cien años, para consentir en albergar allí, en las mismísimas entretelas de sus almas, la bondad y la compasión, y para sentir fácilmente el suficiente aliento para poner lo suyo para que un siglo después, ellos fueran un paradigma emocionante y cautivador y miren... gracias a ellos, estamos aquí complacidos y orgullosos”.
Dr. Julio Ernesto Toro Restrepo
“Las puertas de esta casa, del Hospital Universitario de San Vicente Fundación, nunca estarán cerradas. Bueno, en realidad, las puertas aquí no existen. Hace cien años se fundó un hospital sin puertas. Así lo quisieron don Alejandro Echavarría y sus compañeros de propósito. La promesa era clara: nunca se cerrarán las puertas de esta casa a ningún hijo de estas tierras, y nunca se cerrará tampoco a ningún niño, ni a ninguna madre, ni a ningún hombre que estén solos y sientan miedo ante su posible destino, o que sientan desamparo, o que sientan tristeza o dolor; a ninguno se le cerrarán las puertas, nunca, a ninguno. Todos, absolutamente todos los que vengan a aquí, a esta casa del Gran Sanador, deben encontrar en sus salas y pabellones, en sus recintos y lugares, la mano bondadosa acompañada de la palabra amable y del consuelo ansiado”.
“El hospital va de la mano de Dios, como debe ser, sencillamente como debe ser, porque ésta es su obra. Él aquí ha puesto sus ojos y aquí ha prodigado su amor. Y todos los que en Dios creemos, hemos sido sus manos y sus medios para que la soledad no mate, para que el interés material no aísle y para que la rudeza no lastime más al afligido ya”.
Dr. Julio Ernesto Toro - Foto: Rodrigo Peláez
Con estas palabras del doctor Julio Ernesto Toro Restrepo, su director, se dio inicio al Día Clásico del Centenario del Hospital Universitario de San Vicente Fundación, el pasado 16 de mayo en la zona central del Hospital. Y así continuó su mensaje de conmemoración:
“La bondad no tiene sitio exclusivo para ser bondad, ni la ternura exige sitio para ser ternura. Porque en realidad para eso es un hospital: para la bondad y la ternura; como también lo es para recibir consuelo, para sentir compañía, para recibir afecto, como se recibe un bálsamo refrescante, maravilloso y sanador.
Y un hospital también es para espantar soledades de las que aterran, y para llenar silencios y vacíos que pueda padecer el alma y que se sienten con espanto, y llegan hasta allá, profundamente, casi hasta la nada.
Para ser bienvenido no se precisan áreas ni espacio; ni salas ni recintos; ni permisos ni afiliaciones, porque en realidad toda afiliación es excluyente y toda exclusión es el estigma de un poder. Se requiere, sí, de quien espera, un corazón bondadoso, un corazón anhelante de amar !Y ya! Derivado del amor, todo se da. Por eso se ha dicho: ama y haz lo que quieras. Porque en el contexto del amor, todo es bien, allí, en ese mundo maravilloso, todo es bien y virtud.
Y también se ha dicho, con razón, que el amor compromete amablemente y por entero la libertad, porque hasta allá llega el amor, hasta comprometer la libertad, claro si uno lo permite, y la compromete sin causar dolor ni fatiga; sin agobio ni lamento alguno.
“Literalmente miles de personas han
apoyado esta tarea del Hospital de San Vicente de Paúl.
Y miles y miles han creído en ella. Médicos, enfermeras,
administradores y todos, todos los demás profesionales
y colaboradores han puesto su entusiasmo, y con su
esfuerzo y persistencia, la han hecho posible”.
Dr. Julio Ernesto Toro Restrepo
Bueno, y por acá, por este hospital sin puertas y también sin ambages, han llegado miles de hombres y mujeres entristecidos y miles de niños con sus madres angustiadas, todos haciendo el esguince a lo que les es contrario a sus esperanzas. Y sobre ellos, Dios ha tendido generosamente su mano, la misma mano que tocó el corazón de los que con agrado abrieron su pecho aquel día 16 de mayo de hace cien años, para consentir en albergar allí, en las mismísimas entretelas de sus almas, la bondad y la compasión, y para sentir fácilmente el suficiente aliento para poner lo suyo para que un siglo después, ellos fueran un paradigma emocionante y cautivador y miren... gracias a ellos, estamos aquí complacidos y orgullosos.
Y en esa maravillosa labor que transcurre en cien años desde lo creado, muchos han estado aquí con singular entrega y luego muchos otros llegarán con abundante gozo a continuar una tarea que está mandado, debe ser perpetua.
El Hospital va de la mano de Dios, como debe ser, sencillamente como debe ser, porque ésta es su obra. Él aquí ha puesto sus ojos y aquí ha prodigado su amor. Y todos los que en Dios creemos, hemos sido sus manos y sus medios para que la soledad no mate, para que el interés material no aísle y para que la rudeza no lastime más al afligido ya.
Literalmente miles de personas han apoyado esta tarea del Hospital de San Vicente de Paúl. Y miles y miles han creído en ella. Médicos, enfermeras, administradores y todos, todos los demás profesionales y colaboradores han puesto su entusiasmo, y con su esfuerzo y persistencia, la han hecho posible.
Por su parte los pacientes nunca han dudado y para ellos es y será esta casa a diario bendecida por Dios, como su oportunidad ansiada; y como ya lo sabemos, la presencia de los enfermos aquí no es para nosotros ninguna carga ni ningún agobio, es, para todos nosotros una expresión de la bondad de Dios, a la vez que entendemos el trabajo diario como una propuesta de amor.
“Que aquí se continúe congregando con afecto y simpatía, a los que con entrega y convicción en estos cien años, hemos creído que el amor es la mejor medicina, que la dulzura es el mejor bálsamo y que la palabra, es el más completo lenitivo”.
Dr. Julio Ernesto Toro
Esta obra maravillosa llamada Hospital Universitario de San Vicente Fundación, es el resultado del amor. El amor es la generosidad, es la solidaridad, es el compromiso, es la honestidad y es el respeto.
Señor Dios todo poderoso y eterno: Tu, como Gran Sanador, permite que esta casa magnífica que tu has creado para hacer el bien y repartir amor, siga siendo eternamente conducida por tu mano bondadosa, para bien de todos los que buscan consuelo, serenidad y compañía hasta la llegada de lo inapelable; y que aquí se continúe congregando con afecto y simpatía, a los que con entrega y convicción en estos cien años, hemos creído que el amor es la mejor medicina, que la dulzura es el mejor bálsamo y que la palabra, es el más completo lenitivo.
Y que sea así eternamente”.
   
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