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Por este hospital sin puertas y
también sin ambages, han llegado miles de hombres y
mujeres entristecidos y miles de niños con sus madres
angustiadas, todos haciendo el esguince a lo que les es contrario
a sus esperanzas. Y sobre ellos, Dios ha tendido generosamente
su mano, la misma mano que tocó el corazón de
los que con agrado abrieron su pecho aquel día 16 de
mayo de hace cien años, para consentir en albergar
allí, en las mismísimas entretelas de sus almas,
la bondad y la compasión, y para sentir fácilmente
el suficiente aliento para poner lo suyo para que un siglo
después, ellos fueran un paradigma emocionante y cautivador
y miren... gracias a ellos, estamos aquí complacidos
y orgullosos.
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| Dr. Julio Ernesto
Toro Restrepo |
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| Las puertas de
esta casa, del Hospital Universitario de San Vicente Fundación,
nunca estarán cerradas. Bueno, en realidad, las puertas
aquí no existen. Hace cien años se fundó
un hospital sin puertas. Así lo quisieron don Alejandro
Echavarría y sus compañeros de propósito.
La promesa era clara: nunca se cerrarán las puertas de
esta casa a ningún hijo de estas tierras, y nunca se
cerrará tampoco a ningún niño, ni a ninguna
madre, ni a ningún hombre que estén solos y sientan
miedo ante su posible destino, o que sientan desamparo, o que
sientan tristeza o dolor; a ninguno se le cerrarán las
puertas, nunca, a ninguno. Todos, absolutamente todos los que
vengan a aquí, a esta casa del Gran Sanador, deben encontrar
en sus salas y pabellones, en sus recintos y lugares, la mano
bondadosa acompañada de la palabra amable y del consuelo
ansiado. |
El hospital va de la mano de Dios,
como debe ser, sencillamente como debe ser, porque ésta
es su obra. Él aquí ha puesto sus ojos y aquí
ha prodigado su amor. Y todos los que en Dios creemos, hemos
sido sus manos y sus medios para que la soledad no mate, para
que el interés material no aísle y para que
la rudeza no lastime más al afligido ya.
Dr. Julio Ernesto Toro - Foto: Rodrigo Peláez
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Con estas palabras del doctor
Julio Ernesto Toro Restrepo, su director, se dio inicio al Día
Clásico del Centenario del Hospital Universitario de
San Vicente Fundación, el pasado 16 de mayo en la zona
central del Hospital. Y así continuó su mensaje
de conmemoración:
La bondad no tiene sitio exclusivo para ser bondad, ni
la ternura exige sitio para ser ternura. Porque en realidad
para eso es un hospital: para la bondad y la ternura; como también
lo es para recibir consuelo, para sentir compañía,
para recibir afecto, como se recibe un bálsamo refrescante,
maravilloso y sanador.
Y un hospital también es para espantar soledades de las
que aterran, y para llenar silencios y vacíos que pueda
padecer el alma y que se sienten con espanto, y llegan hasta
allá, profundamente, casi hasta la nada.
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Para ser bienvenido
no se precisan áreas ni espacio; ni salas ni recintos;
ni permisos ni afiliaciones, porque en realidad toda afiliación
es excluyente y toda exclusión es el estigma de un poder.
Se requiere, sí, de quien espera, un corazón bondadoso,
un corazón anhelante de amar !Y ya! Derivado del amor,
todo se da. Por eso se ha dicho: ama y haz lo que quieras. Porque
en el contexto del amor, todo es bien, allí, en ese mundo
maravilloso, todo es bien y virtud.
Y también se ha dicho, con razón, que el amor
compromete amablemente y por entero la libertad, porque hasta
allá llega el amor, hasta comprometer la libertad, claro
si uno lo permite, y la compromete sin causar dolor ni fatiga;
sin agobio ni lamento alguno. |
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Literalmente
miles de personas han
apoyado esta tarea del Hospital de San Vicente de Paúl.
Y miles y miles han creído en ella. Médicos,
enfermeras,
administradores y todos, todos los demás profesionales
y colaboradores han puesto su entusiasmo, y con su
esfuerzo y persistencia, la han hecho posible.
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| Dr. Julio Ernesto
Toro Restrepo |
| Bueno, y por acá,
por este hospital sin puertas y también sin ambages,
han llegado miles de hombres y mujeres entristecidos y miles
de niños con sus madres angustiadas, todos haciendo el
esguince a lo que les es contrario a sus esperanzas. Y sobre
ellos, Dios ha tendido generosamente su mano, la misma mano
que tocó el corazón de los que con agrado abrieron
su pecho aquel día 16 de mayo de hace cien años,
para consentir en albergar allí, en las mismísimas
entretelas de sus almas, la bondad y la compasión, y
para sentir fácilmente el suficiente aliento para poner
lo suyo para que un siglo después, ellos fueran un paradigma
emocionante y cautivador y miren... gracias a ellos, estamos
aquí complacidos y orgullosos. |
Y en esa maravillosa
labor que transcurre en cien años desde lo creado, muchos
han estado aquí con singular entrega y luego muchos otros
llegarán con abundante gozo a continuar una tarea que
está mandado, debe ser perpetua.
El Hospital va de la mano de Dios, como debe ser, sencillamente
como debe ser, porque ésta es su obra. Él aquí
ha puesto sus ojos y aquí ha prodigado su amor. Y todos
los que en Dios creemos, hemos sido sus manos y sus medios para
que la soledad no mate, para que el interés material
no aísle y para que la rudeza no lastime más al
afligido ya.
Literalmente miles de personas han apoyado esta tarea del Hospital
de San Vicente de Paúl. Y miles y miles han creído
en ella. Médicos, enfermeras, administradores y todos,
todos los demás profesionales y colaboradores han puesto
su entusiasmo, y con su esfuerzo y persistencia, la han hecho
posible.
Por su parte los pacientes nunca han dudado y para ellos es
y será esta casa a diario bendecida por Dios, como su
oportunidad ansiada; y como ya lo sabemos, la presencia de los
enfermos aquí no es para nosotros ninguna carga ni ningún
agobio, es, para todos nosotros una expresión de la bondad
de Dios, a la vez que entendemos el trabajo diario como una
propuesta de amor. |
Que aquí se continúe
congregando con afecto y simpatía, a los que con entrega
y convicción en estos cien años, hemos creído
que el amor es la mejor medicina, que la dulzura es el mejor
bálsamo y que la palabra, es el más completo
lenitivo.
Dr. Julio Ernesto Toro
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Esta obra maravillosa
llamada Hospital Universitario de San Vicente Fundación,
es el resultado del amor. El amor es la generosidad, es la solidaridad,
es el compromiso, es la honestidad y es el respeto.
Señor Dios todo poderoso y eterno: Tu, como Gran Sanador,
permite que esta casa magnífica que tu has creado para
hacer el bien y repartir amor, siga siendo eternamente conducida
por tu mano bondadosa, para bien de todos los que buscan consuelo,
serenidad y compañía hasta la llegada de lo inapelable;
y que aquí se continúe congregando con afecto
y simpatía, a los que con entrega y convicción
en estos cien años, hemos creído que el amor es
la mejor medicina, que la dulzura es el mejor bálsamo
y que la palabra, es el más completo lenitivo.
Y que sea así eternamente. |
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