Cierre de las clínicas de Esimed, síntoma de un deterioro generalizado
Las deficiencias en personal e infraestructura llevaron a la clausura de dos establecimientos. Aunque Medimás se comprometió a poner en orden las fallas, expertos ven urgente inyección de recursos.
Redacción EL PULSO - elpulso@sanvicentefundacion.com
La falta de insumos, de mantenimiento en la infraestructura y la insuficiencia en el talento humano fueron las principales causas por las que la Secretaría de Salud de Antioquia decidió a comienzos de octubre cerrar los servicios de urgencias, quimioterapia, cuidados intensivos y algunas camas de hospitalización en las clínicas Esimed de la 80 y Juan Luis Londoño de la Cuesta (antigua Saludcoop en Villanueva).
Según comunicó la Secretaría, la imposición de medidas sanitarias responde a los “altos riesgos” que corren los pacientes. Por ejemplo, la presencia de contaminación bacteriana, sobre todo en áreas de urgencia y cocina, podría perjudicar a los usuarios que son intervenidos quirúrgicamente. Si bien la Seccional de Salud dejó claro que los servicios reabrirían únicamente cuando las clínicas notifiquen que hicieron los correctivos y que cumplen con los parámetros de habilitación, la sede de la 80 continuó en funcionamiento, por lo que las autoridades decidieron iniciar un proceso sancionatorio.
De acuerdo con Luis Alberto Martínez, director de la Asociación de Hospitales de ERmpresas Sociales del Estado de Antioquia (Aesa), el cierre de dichas clínicas se dio dentro del proceso de verificación de la red que hace la Secretaría Departamental de Salud en estándares de habilitación, y tiene que ver con si una empresa de salud cumple en cuanto a infraestructura física, instalaciones, recurso humano, procesos y procedimientos, dotación de equipos, estado del inmobiliario y de las camillas e idoneidad y suficiencia del talento humano.
“Ya las clínicas venían con deterioro desde el 2016, se les había dado tiempo para que mejoraran y no lo hicieron. En la visita de la Secretaría de septiembre pasado se evidenciaron muchas fallas”, detalla Martínez, y agrega que Medimás (la EPS que tiene a Esimed) se encuentra en un momento crítico de baja credibilidad, desconfianza del sector salud además de las sombras en su proceso de adjudicación y arranque.
La consecuencia directa de eso es que muchos hospitales y clínicas no le quieren vender servicios, lo que agrava aún más la incertidumbre de los pacientes luego del cierre de las clínicas, aunque Medimás trazó un plan de contingencia con una red de servicios en la ciudad, que incluye laboratorios y hospitales de primer, segundo y tercer nivel.
Pacientes, los dolientes
Según explicó a medios Juan Carlos Aguirre, director médico de la clínica Soma y miembro de la alianza de hospitales Somos 14+1, en las dos clínicas cerradas se atendían 700 urgencias diarias, por lo que crece el temor de que los pacientes rebusquen servicios en toda la red y la saturen aún más. Para el caso de la Soma, Aguirre expone que los niveles de saturación alcanzan el 200 y 220 %, lo que significa entre cuatro y seis horas de espera para los pacientes. Lo anterior, con el agravante de que su clínica no tiene contrato con Esimed, por lo que los pacientes terminarán pagando las consecuencias.
Eso lo corrobora Luis Fernando Gallo, trasplantado renal y director ejecutivo de la Corporación Manares (que ayuda a pacientes como él). Según expresa, está preocupado porque desde el inicio de funciones de Medimás en Medellín, la entrega de medicamentos, los exámenes diagnósticos y las citas con especialistas están frenados para personas en proceso de trasplante o trasplantados que pertenecen a esa EPS. El hecho de que esa entidad haya llegado a Antioquia sin una red prestadora sólida ha hecho que los pacientes queden “abandonados”, dice, y añade que al hecho de que ninguna IPS quiera contratar con ellos por el nivel de la deuda que quedó con Cafesalud se suma el reciente cierre de las clínicas de Esimed.
Lo anterior, dice, complica la situación de los pacientes a quienes él ayuda. Primero, porque el ingreso a una lista de espera para trasplante, ya de por sí lenta, está bloqueada para quienes están en Medimás por cuenta de los retrasos en las órdenes de exámenes necesarios para que los médicos decidan en qué momento y a quiénes intervenir.
Aquellos que ya están trasplantados necesitan inmunosupresores, un tratamiento que ayuda a bajar las defensas para que el cuerpo asimile la llegada de un nuevo órgano y que escasean para los afiliados a Medimás. Si el paciente no los recibe de forma constante y rigurosa, corre el riesgo de perder el órgano que recibió.
Las citas con los especialistas también están en vilo. “Sobre todo los recién trasplantados necesitan visitas regulares al especialista, sobre todo cardiólogos o nefrólogos, y sin ese control, entonces no saben cómo va funcionando la intervención”, alega Gallo, describiendo uno de los impactos del cierre de las Esimed.
El compás necesario
Luis Guillermo Vélez, quien fungió como presidente de la extinta Cafesalud, llama la atención sobre el hecho de que fue un error creer que a primera hora de aquel primero de agosto, cuando esta EPS se convirtió en Medimás, todos los problemas iban a quedar resueltos. De hecho, habla con preocupación de que las presiones por el deficiente funcionamiento de Medimás en sus primeros meses conduzcan a la liquidación prematura de la EPS, con lo que no habría cómo pagar la deuda que quedó de Cafesalud y la de Medimás, que ya va por el billón de pesos.
En esa medida, el cierre de las dos clínicas de Esimed en Antioquia, también argumentando fallas en los servicios esenciales, puede tener un alto impacto. “El departamento no tiene cómo suplir las 500 camas que esas dos clínicas aportan. Las cerraron, con razón o sin razón, pero hay 150 ambulancias rodando con pacientes por todas partes. Al tema hay que darle un compás, pero un compás distinto”, reflexiona Vélez.
Para Martínez, el nuevo compás tiene que ver con recursos. Según dice el director de Aesa, lo que tiene que pasar es que los dueños de las clínicas de Esimed hagan una inversión importante, recuperen las instalaciones, contraten el recurso humano adecuado y paguen las deudas. “Cumplir con los requisitos de la habilitación significa disponer de recursos nuevos para atender a los pacientes. De lo contrario, no veo solución”, sostiene.
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