MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 107  AGOSTO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Concertación:
camino ideal a la recertificación

Juan Carlos Arboleda Z. - elpulso@elhospital.org.co
Ahora que la Ley de Talento Humano en Salud sólo está pendiente de sanción presidencial, todo indica que profesionales y trabajadores de la salud deberán someterse a la recertificación, que si bien busca aumentar la calidad en la prestación del servicio, las discusiones evidencian potenciales peligros que debilitarían más una situación laboral ya golpeada por una marcada deslaboralización.
Para contrarrestar esos peligros, se espera que su reglamentación tenga un equilibrio que permita alcanzar la meta de mejorar la calidad sin lesionar a los trabajadores: en esta dirección, la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas trabajó durante 9 meses un borrador que presentará al Ministerio de la Protección Social, y confía en que el gobierno lo evalué y adopte como base de la recertificación en salud en Colombia.
Ejercicio laboral e instrucción
La Asociación parte de considerar que el ejercicio profesional es la característica que garantiza el mantenimiento de las habilidades necesarias para ejercer; propone que los colegios profesionales de cada disciplina -a través de unos Consejos de acreditación y recertificación que tendrían un papel similar a los Board norteamericanos- realicen el proceso, dejando a los colegios como notarios de la recertificación.

Al proceso se someterían los profesionales con 5 años de haber salido de su especialidad, excepto las personas mayores de 65 años; también se recertificarían quienes hayan sido suspendidos del ejercicio por tribunales de ética médica o procesos civiles para retomar su estatus: esta posibilidad implica que los Consejos de recertificación verificarían en los tribunales la existencia o no de problemas médico-legales.
La propuesta asigna 70 unidades hora para lograr la recertificación: con un piso de 96 horas al mes o medio tiempo, 35 horas corresponden al ejercicio profesional y son equivalentes a 35 horas de recertificación, mientras el tiempo completo asignaría 50 horas. El tiempo laborado sería certificado por la entidad vinculante o los documentos de soporte respectivos, y en el ejercicio particular los RIPS (Registros Individuales de Prestación de Servicios) cumplirán esa función. La propuesta considera que alguien que trabaje menos de medio tiempo, no tiene la idoneidad que garantice la calidad necesaria en la prestación de servicios de salud, y en esos casos el profesional deberá demostrar ante el Consejo de su especialidad que está capacitado para ejercer la profesión.
Las 35 unidades restantes se lograrían por instrucción, entendida como toda actividad científica de actualización realizada por el profesional que esté evaluada por el Comité académico de cada asociación. En ese orden de ideas, no tendría el mismo valor un evento organizado por un laboratorio para lanzar un producto que un evento académico como un congreso; del mismo modo, la intensidad horaria recibiría un valor de ponderación dependiendo del tipo de evento y la calidad científica del mismo.
Las publicaciones aportarán un puntaje que dependerá de si el medio es indexado, de la categoría de la publicación según clasificación de Colciencias, de la originalidad del artículo o de si es revisión de un libro. También se considera la presentación de trabajos en congresos, aunque nadie obtendría la totalidad del puntaje basado en actividades como dictar conferencias. Una consideración importante que atiende la realidad del país, es otorgar a los profesionales que viven en lugares apartados medio punto más o 1,5 como calificación por cada unidad.
Para el doctor Ignacio Ucrós, presidente de la Asociación de Sociedades Científicas, lo importante ahora es lograr presentar una propuesta conjunta con las universidades: “No podemos permitir que el Estado nos maneje el concepto de profesionalismo; tenemos que ser lo suficientemente responsables con nosotros y con la sociedad para hacer procesos adecuados, y nos toca sentarnos con las universidades y sacar una propuesta conjunta”.
Recertificación netamente académica
Desde que inició la discusión en torno de la recertificación, las facultades de medicina manifestaron que son ellas las entidades idóneas para realizarla. Si bien el punto continúa sobre la mesa, la doctora Juliana Vallejo, jefe de la División de Salud y Protección Social de Ascofame, no descarta la posibilidad de llegar ante el Ministerio con una propuesta de reglamentación concertada, sin que ello implique la desaparición de temores frente al tema: “La recertificación es un proceso deseado en el sentido que busca la calidad del ejercicio, pero hay que alejarlo de intereses que no sean académicos y científicos; estamos muy preocupados por que haya intereses políticos, económicos e incluso gremiales, alrededor de la recertificación”.
La doctora Vallejo reitera la inquietud de las facultades frente a la idoneidad del ente evaluador: “Pensar que la academia es el evaluador natural parte del alcance dado al término recertificación: si es todo el proceso, incluyendo la evaluación del quehacer médico, tiene que estar allí la academia; puede ser como pares dentro de las sociedades científicas, pero no se puede dejar un proceso tan importante en términos de calidad en manos de entes que no tengan ningún tipo de compromiso académico”. Las posiciones podrían acercarse en las próximas semanas: “Es muy importante llegar a una sola propuesta para entregar al gobierno nacional; es el momento de unificarnos, no de buscar divergencias sino la unión, para que los médicos y la sociedad se vean beneficiados”, dijo.
Garantías para la recertificación
Algo que aún no es claro, es el papel de los trabajadores no médicos del sector. Aída Navas, presidenta de la Confederación de Profesionales de la Salud que agrupa a trabajadores de bacteriología, fisioterapia, fonoaudiología, nutrición y dietética, optometría, odontología, química farmacéutica y terapia ocupacional, señala que el modelo de recertificación debería adecuarse a las condiciones laborales y sociales de los profesionales de la salud, y consultar las formas del ejercicio de la profesión en aspectos como remuneración, estabilidad laboral, y accesibilidad a la educación continuada: ”Las actuales condiciones son difíciles incluso para los médicos, y para las otras profesiones es más evidente, con el agravante de encontrarnos diluidos dentro de las normas; nuestras profesiones tienen que ser tenidas en cuenta”.
La señora Navas expresó su preocupación por la falta de garantías para que el trabajador se recertifique: ”En el proyecto de ley no quedó una garantía para que los profesionales puedan recertificarse, como que los empleadores ofrezcan tiempo y recursos económicos para acceder a la educación continuada; la reglamentación debe tocar este tema esencial. Está bien la exigencia en torno de la calidad de la prestación del servicio, pero tiene que haber garantías para que sea viable para los profesionales”.
Proceso en manos privadas
En Estados Unidos, la recertificación está a cargo de entidades privadas encargadas por las universidades desde hace años, indica el doctor Marco Danon Montalvo del Miami Children Hospital, para quien la recertificación creó allí un profesional preocupado por estar al día y seguir adquiriendo conocimientos. El doctor Danon considera que en Colombia deben ser las organizaciones de profesionales las encargadas de realizar el proceso de recertificación, partiendo de grupos de valoración conformados por profesionales idóneos, idealmente con vínculos con las universidades y que funcionen como subcomités de las asociaciones de cada especialidad. Pero a su vez, es claro en la necesidad de evitar que la recertificación derive hacia un negocio: “Se puede crear un conflicto financiero; por ello las sociedades científicas deben mirar muy bien y evaluar las conferencias, talleres y demás actividades de educación continuada que puedan dar créditos educativos, para garantizar su nivel académico”.
Persisten los temores
La recertificación debe ser un proceso de motivación en pro de la calidad y no punitivo; sin embargo, existe la posibilidad de que se convierta en talanquera en la contratación, como señala el doctor Osmar Pérez, coordinador del Postgrado de Pediatría en la Universidad Metropolitana de Barranquilla, para quien el proceso genera una situación de tipo económico y político que puede ser aprovechada por los empleadores en contra del profesional, en vez de propender un proceso que estimule a EPS, IPS y profesionales. Agrega: “¿Cuál es la propuesta de mejoramiento del profesional que no es recertificado? No se le puede dejar en el aire. Hasta ahora el punto crítico es la evaluación, pero si bien todos debemos tener un mínimo de conocimientos, de saber, del ser y del hacer, no se le puede pedir a un profesional que trabaja en un área rural el mismo quehacer de otro que labora en un hospital de tercer nivel: frente a eso no se ha planteado nada.”
Y el doctor Edgar Parra Chacón, coordinador académico general de la Universidad de Cartagena, considera pertinente para los profesionales residentes en la provincia, establecer alternativas de educación en ambientes virtuales, pero partiendo del compromiso del empleador: ”La empresa en donde laboran, debe proporcionar los medios, tiempos y recursos de educación continua”.
Sigue abierto entonces el debate frente a la recertificación, en cuya implementación deberían atenderse las inquietudes de quienes serán los directamente involucrados.

 
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