MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 107  AGOSTO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Prolongada espera de
una Política de Salud Mental

Juan Carlos Arboleda Z. - elpulso@elhospital.org.co

“Si la salud es la cenicienta de todos los procesos sociales en Colombia pese a contar con suficientes recursos, la salud mental es la cenicienta de la cenicienta; necesitamos compromisos desde la inclusión de proyectos de ley, hasta una posición clara del Ministerio para volver operativa la política de salud mental”
Doctor Rodrigo Córdoba
Durante el Consejo Sectorial de Salud cumplido en Bogotá en octubre de 2006, la actual viceministra de salud, Blanca Elvira Cajigas, anunció que el Ministerio de la Protección Social tendría dentro de sus prioridades del cuatrienio 2006-2010 la expedición de una Política Nacional de Salud Mental, que saldría a más tardar en marzo de 2007.

Los ajustes y el análisis de los aportes entregados por los actores involucrados, retrasaron su expedición; fuentes del Ministerio confirmaron que los borradores están listos, en proceso de revisión y recibiendo los últimos retoques, para lograr que la política sea la respuesta adecuada a un problema que para muchos pasa de soslayo en el panorama de la salud de los colombianos, pero que es de grandes dimensiones como lo evidenció la Encuesta Nacional de Salud Mental publicada en 2003.
La situación de la salud mental en el país no es la mejor: La Encuesta Nacional mostró que un 41% de los colombianos en algún momento de su vida sufrieron algún trastorno o alteración mental. A esto se suma que la salud mental quedó en la Ley 100/93 como otra cenicienta de la salud, según los especialistas en el área; esto se evidencia en hechos como que en el Plan Obligatorio de Salud (POS) del régimen contributivo no están contempladas acciones rutinarias en el ejercicio de la profesión como la psicoterapia individual, psicoanálisis o curas del sueño, y en el subsidiado están excluidas todas las actividades a excepción de las urgencias y con períodos máximos de 30 días de hospitalización. A esto habría que añadir que los medicamentos autorizados en los listados del POS son obsoletos en su mayoría y que la situación de los hospitales psiquiátricos es muy complicada financieramente.
Necesidad inaplazable
La necesidad de una Política Nacional de Salud Mental es una prioridad para el Ministerio, pero su expedición se convirtió en una espera angustiante para los especialistas, a la expectativa de herramientas sólidas para enfrentar el tema de manera coordinada.
La Asociación Colombiana de Psiquiatría presentó al Ministerio una serie de propuestas fruto de un trabajo interno. El doctor Cástulo Cisneros Rivera, presidente de la Asociación, considera que la política debe partir de un principio básico: la salud mental no es una responsabilidad única del sector salud, y por tanto debe ser intra y suprasectorial, involucrando áreas como educación, recreación, cultura, manejo de espacios públicos, Bienestar Familiar, entre otros; además, recalca la importancia que tendría su expedición dentro de un Documento Conpes para garantizar los recursos económicos que permitan llevarla a cabo, y la creación de una Comisión Nacional que incluya a todos los sectores para liderar un proceso que permita ejecutarla en contextos y escenarios específicos. ”Es en la cotidianidad, en el deseo, en el imaginario y lo cultural de cada ser humano, en donde se debe actuar, porque la salud mental es un estado de bienestar, de sentirse bien con uno mismo, de poderse relacionar con los demás y tener una vida propositiva que logre bienestar individual y colectivo. Es ahí donde está la salud mental”, explicó.
Es evidente que la política de salud mental no se puede separar del contexto de la política de salud general del país, pero está en mora de reconocerse que se trata de una prioridad de salud pública que debe asumirse como tal. El doctor Miguel Uribe Restrepo, director científico de la Clínica La Inmaculada de Bogotá, señaló que es necesario dejar claramente establecida esa prioridad en términos de carga de la enfermedad y en los impactos personales y sociales que trae la enfermedad mental; por tanto recomendó que la nueva política debe ser muy clara en cuanto a su cobertura para garantizar el acceso a los servicios de salud y tratamientos adecuados.

“La política de salud mental debe partir de un principio básico:
la salud mental no es una responsabilidad única del sector salud,
y por tanto debe ser intra y suprasectorial, involucrando
áreas como educación, recreación, cultura, manejo de
espacios públicos, Bienestar Familiar, entre otros”
Doctor Cástulo Cisneros
En”La cobertura del POS es insuficiente, la nueva política debe incluir el concepto de paridad, es decir que las enfermedades mentales se traten igual que las físicas en cuanto a los beneficios y a lo que se cubre”, aclaró el doctor Uribe. Y agregó que una situación preocupante frente al tratamiento dado a los problemas mentales, es la estigmatización general frente al tema, y que si bien es posible que una política de salud mental por sí sola no reduzca el estigma, lo que sí es seguro es que su ausencia es parte del estigma.
Historia que se repite
En la expectativa por la próxima política, ronda una duda basada en que en realidad en Colombia ya existe una política de salud mental expedida en 1998, convertida en “absoluta letra muerta y sin ningún proceso ejecutivo”, según el doctor Rodrigo Córdoba, ex presidente de la Asociación de Psiquiatría y profesor de la Universidad del Rosario. ”Esa política no tuvo ningún desarrollo, porque definitivamente debe haber compromiso de todos los actores del sistema; infortunadamente, la salud mental siempre ha sido vista como la cenicienta, y si la salud es la cenicienta de todos los procesos sociales en Colombia a pesar de contar con suficientes recursos, la salud mental es la cenicienta de la cenicienta; necesitamos compromisos desde la inclusión de los proyectos de ley, hasta una posición claramente definida desde el Ministerio para volver operativa la política”.
Cuando en 1998 se expidió la Política Nacional de Salud Mental vigente, el gran inconveniente fue no contar con recursos, debido, según el doctor Uriel Escobar secretario de Salud de Risaralda, a que salió vía resolución y por tanto sin fuerza de ley, sin que hasta ahora se le hayan asignado recursos para implementarla: “Una de las falencias que criticamos es la falta de recursos para establecer los niveles de atención primaria en salud mental; en este momento en ningún departamento del país se estableció ni siquiera el 20% de lo que proyectaba esa política. Por eso planteamos desde la Asociación Colombiana de Psiquiatría y desde Ascomen que exista una ley, pero que incluya los recursos para implementar cambios”.
Los esfuerzos por implementar la política han sido prolongados; desde el año 2000, la Asociación Colombiana de Psiquiatría dictaminó que existía un sobre-diagnostico del tema, y que el paso siguiente era tomar medidas de carácter urgente, más al considerar los tres millones de desplazados en el país. La urgencia estaba soportada, para el doctor Pedro Gómez, ex presidente de la Asociación, en la cantidad de situaciones traumáticas que vive la sociedad colombiana y que muestran un panorama difícil. ”La política de salud mental debe asumir no sólo las enfermedades, sino problemas mentales y sociales como embarazo en adolescentes, farmacodependencia, deserción escolar, pandillas, y muchos temas que requieren manejo y para los cuales no se cuenta con una red ni con una integración de voluntades ni de personas que los estén trabajando seriamente”, explicó.
Determinar los elementos que no le pueden faltar a la política es difícil, pero algunos fundamentales para el doctor Carlos Alberto Miranda, subdirector científico del Hospital Psiquiátrico del Valle, son lograr una observación cierta de la realidad del país en términos epidemiológicos, punto que si bien se intentó cubrir en la Encuesta de Salud Mental, sus resultados se limitaron a aspectos generales o patologías de intervención directa en centros hospitalarios, sin que hubiese una medida del resto de los elementos básicos para el conocimiento real de la situación. Lo otro es garantizar la financiación, ya que “es imposible pensar en una política que planteará los lineamientos de intervención sin que exista como financiarlos; además, esa financiación tiene que exceder las formas que actualmente se dan dentro del sistema de salud”. Finalmente, el doctor Miranda llamó la atención sobre la importancia de incluir mecanismos de medición que muestren avances para verificar el cumplimiento los objetivos, establecer evaluaciones y determinar intervenciones que permitan “enderezar el camino cuando sea necesario”.
Resta entonces esperar algunas semanas para que el país conozca las pautas que desde el gobierno nacional se dictarán a favor de la salud mental de los colombianos, situación que para la mayoría de expertos y considerando las agudas crisis sociales por las que atraviesa el país, tienen carácter de urgentes. Por ahora el camino está pavimentado de buenos deseos: ojalá lleguen los buenos vientos y la buena mar .
 
 
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