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Si la salud
es la cenicienta de todos los procesos sociales en Colombia
pese a contar con suficientes recursos, la salud mental es
la cenicienta de la cenicienta; necesitamos compromisos desde
la inclusión de proyectos de ley, hasta una posición
clara del Ministerio para volver operativa la política
de salud mental
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Doctor Rodrigo Córdoba
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Durante
el Consejo Sectorial de Salud cumplido en Bogotá en octubre
de 2006, la actual viceministra de salud, Blanca Elvira Cajigas,
anunció que el Ministerio de la Protección Social
tendría dentro de sus prioridades del cuatrienio 2006-2010
la expedición de una Política Nacional de Salud
Mental, que saldría a más tardar en marzo de 2007.
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Los ajustes y el análisis de los aportes entregados
por los actores involucrados, retrasaron su expedición;
fuentes del Ministerio confirmaron que los borradores están
listos, en proceso de revisión y recibiendo los últimos
retoques, para lograr que la política sea la respuesta
adecuada a un problema que para muchos pasa de soslayo en
el panorama de la salud de los colombianos, pero que es de
grandes dimensiones como lo evidenció la Encuesta Nacional
de Salud Mental publicada en 2003.
La situación de la salud mental en el país no
es la mejor: La Encuesta Nacional mostró que un 41%
de los colombianos en algún momento de su vida sufrieron
algún trastorno o alteración mental. A esto
se suma que la salud mental quedó en la Ley 100/93
como otra cenicienta de la salud, según los especialistas
en el área; esto se evidencia en hechos como que en
el Plan Obligatorio de Salud (POS) del régimen contributivo
no están contempladas acciones rutinarias en el ejercicio
de la profesión como la psicoterapia individual, psicoanálisis
o curas del sueño, y en el subsidiado están
excluidas todas las actividades a excepción de las
urgencias y con períodos máximos de 30 días
de hospitalización. A esto habría que añadir
que los medicamentos autorizados en los listados del POS son
obsoletos en su mayoría y que la situación de
los hospitales psiquiátricos es muy complicada financieramente.
Necesidad inaplazable
La necesidad de una Política Nacional de Salud
Mental es una prioridad para el Ministerio, pero su expedición
se convirtió en una espera angustiante para los especialistas,
a la expectativa de herramientas sólidas para enfrentar
el tema de manera coordinada.
La Asociación Colombiana de Psiquiatría presentó
al Ministerio una serie de propuestas fruto de un trabajo
interno. El doctor Cástulo Cisneros Rivera, presidente
de la Asociación, considera que la política
debe partir de un principio básico: la salud mental
no es una responsabilidad única del sector salud, y
por tanto debe ser intra y suprasectorial, involucrando áreas
como educación, recreación, cultura, manejo
de espacios públicos, Bienestar Familiar, entre otros;
además, recalca la importancia que tendría su
expedición dentro de un Documento Conpes para garantizar
los recursos económicos que permitan llevarla a cabo,
y la creación de una Comisión Nacional que incluya
a todos los sectores para liderar un proceso que permita ejecutarla
en contextos y escenarios específicos. Es en
la cotidianidad, en el deseo, en el imaginario y lo cultural
de cada ser humano, en donde se debe actuar, porque la salud
mental es un estado de bienestar, de sentirse bien con uno
mismo, de poderse relacionar con los demás y tener
una vida propositiva que logre bienestar individual y colectivo.
Es ahí donde está la salud mental, explicó.
Es evidente que la política de salud mental no se puede
separar del contexto de la política de salud general
del país, pero está en mora de reconocerse que
se trata de una prioridad de salud pública que debe
asumirse como tal. El doctor Miguel Uribe Restrepo, director
científico de la Clínica La Inmaculada de Bogotá,
señaló que es necesario dejar claramente establecida
esa prioridad en términos de carga de la enfermedad
y en los impactos personales y sociales que trae la enfermedad
mental; por tanto recomendó que la nueva política
debe ser muy clara en cuanto a su cobertura para garantizar
el acceso a los servicios de salud y tratamientos adecuados.
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La política
de salud mental debe partir de un principio básico:
la salud mental no es una responsabilidad única del
sector salud,
y por tanto debe ser intra y suprasectorial, involucrando
áreas como educación, recreación, cultura,
manejo de
espacios públicos, Bienestar Familiar, entre otros
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Doctor Cástulo
Cisneros
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EnLa cobertura
del POS es insuficiente, la nueva política debe incluir
el concepto de paridad, es decir que las enfermedades mentales
se traten igual que las físicas en cuanto a los beneficios
y a lo que se cubre, aclaró el doctor Uribe. Y
agregó que una situación preocupante frente al
tratamiento dado a los problemas mentales, es la estigmatización
general frente al tema, y que si bien es posible que una política
de salud mental por sí sola no reduzca el estigma, lo
que sí es seguro es que su ausencia es parte del estigma.
Historia que se repite
En la expectativa por la próxima política,
ronda una duda basada en que en realidad en Colombia ya existe
una política de salud mental expedida en 1998, convertida
en absoluta letra muerta y sin ningún proceso ejecutivo,
según el doctor Rodrigo Córdoba, ex presidente
de la Asociación de Psiquiatría y profesor de
la Universidad del Rosario. Esa política no tuvo
ningún desarrollo, porque definitivamente debe haber
compromiso de todos los actores del sistema; infortunadamente,
la salud mental siempre ha sido vista como la cenicienta, y
si la salud es la cenicienta de todos los procesos sociales
en Colombia a pesar de contar con suficientes recursos, la salud
mental es la cenicienta de la cenicienta; necesitamos compromisos
desde la inclusión de los proyectos de ley, hasta una
posición claramente definida desde el Ministerio para
volver operativa la política.
Cuando en 1998 se expidió la Política Nacional
de Salud Mental vigente, el gran inconveniente fue no contar
con recursos, debido, según el doctor Uriel Escobar secretario
de Salud de Risaralda, a que salió vía resolución
y por tanto sin fuerza de ley, sin que hasta ahora se le hayan
asignado recursos para implementarla: Una de las falencias
que criticamos es la falta de recursos para establecer los niveles
de atención primaria en salud mental; en este momento
en ningún departamento del país se estableció
ni siquiera el 20% de lo que proyectaba esa política.
Por eso planteamos desde la Asociación Colombiana de
Psiquiatría y desde Ascomen que exista una ley, pero
que incluya los recursos para implementar cambios.
Los esfuerzos por implementar la política han sido prolongados;
desde el año 2000, la Asociación Colombiana de
Psiquiatría dictaminó que existía un sobre-diagnostico
del tema, y que el paso siguiente era tomar medidas de carácter
urgente, más al considerar los tres millones de desplazados
en el país. La urgencia estaba soportada, para el doctor
Pedro Gómez, ex presidente de la Asociación, en
la cantidad de situaciones traumáticas que vive la sociedad
colombiana y que muestran un panorama difícil. La
política de salud mental debe asumir no sólo las
enfermedades, sino problemas mentales y sociales como embarazo
en adolescentes, farmacodependencia, deserción escolar,
pandillas, y muchos temas que requieren manejo y para los cuales
no se cuenta con una red ni con una integración de voluntades
ni de personas que los estén trabajando seriamente,
explicó.
Determinar los elementos que no le pueden faltar a la política
es difícil, pero algunos fundamentales para el doctor
Carlos Alberto Miranda, subdirector científico del Hospital
Psiquiátrico del Valle, son lograr una observación
cierta de la realidad del país en términos epidemiológicos,
punto que si bien se intentó cubrir en la Encuesta de
Salud Mental, sus resultados se limitaron a aspectos generales
o patologías de intervención directa en centros
hospitalarios, sin que hubiese una medida del resto de los elementos
básicos para el conocimiento real de la situación.
Lo otro es garantizar la financiación, ya que es
imposible pensar en una política que planteará
los lineamientos de intervención sin que exista como
financiarlos; además, esa financiación tiene que
exceder las formas que actualmente se dan dentro del sistema
de salud. Finalmente, el doctor Miranda llamó la
atención sobre la importancia de incluir mecanismos de
medición que muestren avances para verificar el cumplimiento
los objetivos, establecer evaluaciones y determinar intervenciones
que permitan enderezar el camino cuando sea necesario.
Resta entonces esperar algunas semanas para que el país
conozca las pautas que desde el gobierno nacional se dictarán
a favor de la salud mental de los colombianos, situación
que para la mayoría de expertos y considerando las agudas
crisis sociales por las que atraviesa el país, tienen
carácter de urgentes. Por ahora el camino está
pavimentado de buenos deseos: ojalá lleguen los buenos
vientos y la buena mar . |
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