El Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar -ICBF- reveló recientemente la
primera Encuesta Nacional de Situación Nutricional
llevada a cabo desde hace dos años, aplicada a personas
entre los cero y los 64 años de edad, estudio sin precedentes
en el país y que remedia la carencia de información
en el tema. El costo total de inversión en diseño,
realización y aplicación de la encuesta alcanzó
los $8.700 millones.
Los resultados de la encuesta son sobrecogedores. El 12% de
los niños colombianos menores de 5 años, el 12.6%
entre 5 y 9 años y el 16% de aquellos que tienen entre
10 y 17 años de edad, sufren problemas de desnutrición.
En gran parte esto se debe a que los bajos ingresos de las familias
más pobres, no les permiten cubrir las necesidades nutricionales
de los menores de edad. La cantidad de menores de 18 años
que vivía en 2003 en la pobreza subió de 12.1
millones a 12.9 millones, elevándose la tasa de pobreza
para este grupo de edad de 16.7% a 17.6%. Se estima que este
incremento en la pobreza infantil esté relacionado con
el incremento de la pobreza en familias uniparentales.
El 13.5% de los niños en Colombia presentan retraso en
su crecimiento, tienen estatura por debajo de la norma, lo cual
indica malnutrición crónica por un período
mayor de seis meses. La talla de 6.4 millones de infantes menores
de 17 años, es ostensiblemente baja para su edad; el
grupo más grande con esta anomalía es el de 10
a 17 años, con 16.2%, sin oportunidad ya de recuperar
la talla. Este fenómeno prevalece en departamentos como
Guajira, Boyacá, Nariño, Magdalena y Vaupés.
Además del retraso en el crecimiento, en estos niños,
todo su cuerpo ha crecido por debajo de su potencial, incluido
el cerebro, poniendo al menor en desventaja frente a otros niños
de su país y de otros países.
El porcentaje de niños con peso inferior a la norma es
de 6.4%, siendo mayor el problema entre la población
más pobre, principalmente en las zonas rurales, donde
uno de cada cinco niños sufre de retardo de crecimiento.
El período crítico durante el cual se puede actuar
para evitar daños irreparables es el de la gestación
y los primeros dos años de vida, especialmente durante
el período de la lactancia. Pero el problema comienza
desde el embarazo ya que el 19% de las gestantes tienen bajo
peso durante el mismo, la inmensa mayoría de ellas presentan
deficiencia de hierro, contribuyendo todo esto al retardo en
el crecimiento del feto y al bajo peso al nacer.
El 33% de los niños entre 1 y 4 años de edad sufren
de anemia y en edades entre 5 y 12 años llega a niveles
tan alarmantes como el 37%. Más de la mitad de los menores
de 18 años son anémicos. En esta edad están
en pleno proceso de aprendizaje y dichas deficiencias afectan
de manera importante su atención, concentración
y asimilación de los conocimientos.
Ya la Organización de las Naciones Unidas había
reportado que en Colombia diez millones de personas tienen alguna
carencia nutricional y seis millones de ellas sufren de desnutrición
severa y que en Antioquia muere de hambre una persona cada dos
días.
Lo anterior confirma que la situación de la infancia
en Colombia en el tema de nutrición es dramática,
y ante este panorama resulta inexplicable que los recursos que
debieran invertirse en atenuar esta problemática sean
usados por el gobierno para financiar su déficit ($680.000
millones del presupuesto del ICBF invertidos en TES), como lo
denunció recientemente el Contralor General de la República,
Antonio Hernández. Preocupa además la enorme cartera
morosa que tienen los patrones con el ICBF, por concepto de
aportes parafiscales, según lo denunció recientemente
la directora del Instituto, Beatriz Londoño.
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