MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 222  MARZO DEL AÑO 2017    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Medicina y Espiritualidad
¿Cuándo fue la última vez que estuvimos solos? - que no es lo mismo que sentirse solo - ¿Recuerda la última vez que conversó con usted mismo? No sobre las cosas que tenía que hacer, ni las horas de trabajo de su jornada que le faltaban por terminar o de aquellas cosas rutinarias en las que los seres humanos solemos pensar, sino, aquella ocasión en que se felicitó por lo que hizo bien - porque sólo vivimos reprochándonos lo que hemos hecho mal o pensando en el pasado o en los errores cometidos en el último desencuentro que tuvimos con aquel paciente complicado.
¿Cuándo fue la última vez que nos abrazamos? ¿Cuándo, aquella ocasión en que nos hablamos con gentileza y nos miramos nosotros mismos al espejo sin sentir vergüenza y desasosiego?

¿Qué es lo que nos hace sentir tan incómodos con nosotros mismos, tan frágiles, tan llenos de miedo, tan llenos de incertidumbre?
¡Qué tan necesario es en el día a día, pasar un tiempo a solas, reconociendo nuestros logros y motivándonos a continuar! ¡Qué momentos inolvidables se viven cuando levantamos la cabeza del teléfono móvil y observamos auténticos milagros - aquella "Belleza Colateral", como lo diría aquella buena película -. Estamos rodeados de bellas estampas, de lindas fotografías que solamente pueden ser grabadas en la retina del que mira en un único momento, en un instante inolvidable que quizás nunca jamás se repita.
Conectarse con la interioridad, con lo más profundo, con lo más sublime, con lo más excelso para reencontrarnos es reconocer el camino que recorremos, quizá para saber cuánto hemos caminado o cuál camino hemos tomado, porque al fin y al cabo, hemos avanzado a la velocidad de nuestras posibilidades, nuestras vicisitudes y muy a pesar de nuestras heridas.
Tengamos más en cuenta nuestra propia opinión, escuchemos lo que nuestro cuerpo tiene que decirnos, lo que el brillo de los ojos trata de ayudarnos a entender para no tener que escuchar el grito de alarma que generan las dolencias y las enfermedades, que al sentirse ignoradas, aprenden a gritar cada vez más fuerte hasta incapacitarnos, así sea temporalmente.
Escúchate, quizá tengas algo que decirte.

 
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