MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 222  MARZO DEL AÑO 2017    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Según el consolidado de los resultados económicos y financieros de las 47 aseguradoras en salud que reportaron información a la Superintendencia Nacional de Salud con corte a septiembre 30 de 2016, se evidencia lo que ya es una constante del sector salud: la afectación de los signos vitales de la salud financiera del aseguramiento, caracterizado por la pérdida de rentabilidad, alta iliquidez y endeudamiento insostenible para cualquier organización.
Con un excedente bruto de $309.015 millones, merced de unos ingresos operacionales de $29.8 billones y un costo médico de $29.5 billones (obsérvese una siniestralidad, servucción o costo técnico del 99%), para un margen bruto de 1.0%, valor que no alcanzó a cubrir el gasto operacional de $1.8 billones (6.2% del ingreso, por debajo de lo permitido del 8% en subsidiado y 10% en contributivo, artículo 23 de Ley 1438 de 2011), arrojó en consecuencia una pérdida operacional de $1.5 billones, lo que equivale a un 5.2%. Es es decir, por cada $100 de ingresos operacionales, las organizaciones del aseguramiento en salud en el agregado perdieron $5.20, y quedaron sin margen para cubrir otros gastos no operacionales, gastos financieros y realizar futuros procesos expansivos.
Del diferencial neto entre otros ingresos y gastos no operacionales en el consolidado se arrojó un valor positivo que contribuyó a disminuir la pérdida operacional hasta ubicarse en un desempeño negativo de $1.3 billones, para un margen neto de 4.5%. La interpretación de esto es que el agregado general de las aseguradoras en salud no genera los recursos para distribuir excedentes económicos, financiar nuevos proyectos de fortalecimiento y renovación tecnológica y asumir nuevos endeudamientos.
El resultado negativo de la actividad económica del aseguramiento en salud a septiembre de 2016, conllevó un deterioro de los principales indicadores de rentabilidad como el ROA (utilidad neta/activo total %), el ROE (utilidad neta/patrimonio %), y el REI o de utilidad neta (utilidad neta/ingresos operacionales %), por cuanto la rentabilidad del activo o tasa ganada por la empresa fue de -13.5%, que obviamente no cubre los efectos directos de la exposición a la inflación y, menos aún, de la tasa esperada por los inversionistas o del rendimiento del patrimonio que se ubicó en 31.6% (resultado de dividir dos números negativos, dado el patrimonio negativo).
En el consolidado de estas organizaciones se observa un alto e insostenible endeudamiento que desequilibró las finanzas institucionales, al tiempo que denota una pérdida de gobernabilidad y autonomía empresarial, pues son precisamente los terceros quienes virtualmente poseen el control de las decisiones y la correa de distribución del negocio, toda vez que los pasivos superaron el 43% de los activos disponible de operación.
Los costos promedio de ambos regímenes por usuario se situaron en $664.000 a septiembre 30 de 2016, resultado de dividir el costo de ventas y operación por los 44.453.178 de afiliados, valor promedio que es más alto que la misma UPC General para el régimen contributivo que se estableció en $608.508, siendo mucho más bajo en el régimen subsidiado de $544.000, mientras que en el contributivo fue de $779.000.
El total de las 32 aseguradoras del régimen subsidiado presentó un costo medio de $528.000, que resultó en todo caso, más bajo que las 10 EPS privadas que fue de $602.000; muy por el contrario, excluyendo de las 15 EPS del régimen contributivo a las dos aseguradoras públicas (Ferrocarriles Nacionales y EPM), el costo medio fue de $3.036, siendo por su parte las 13 privadas las de menor costo medio de $776.000.
No obstante de ingresos operacionales billonarios, los costos de producción de servicios de salud fueron levemente menores, pero no alcanzan a cubrir los gastos operacionales, lo que deriva en ejercicios contables con saldos negativos que afectan la rentabilidad del negocio del aseguramiento y ello limita cualquier desarrollo posible, al tiempo que presiona fuertemente la viabilidad, supervivencia y valor empresarial, dado que la utilidad neta es uno de los principales inductores de creación de valor.
Costo medio en aseguramiento por régimen (Costo de Ventas y Operación/Afiliados)
Descontado el costo medio de EPM ($2.589.000) y de Ferrocarriles Nacionales ($2.549.000), el valor más alto de costo medio lo presentó La Nueva EPS con $970.000, seguida de COOMEVA EPS con $871.000, mientras que el costo medio más bajo lo registró Salud Total EPS con $578.000 y Salud Vida EPS con $594.000, el 40% de las aseguradoras en salud del régimen contributivo osciló entre $700.000 y $800.000.
El costo medio del régimen subsidiado fue de $548.000 para las 32 aseguradoras en salud, donde el 65.63% de ellas fluctúo entre un costo medio de $442.000 como límite inferior y $545.000 de rango superior, 14 aseguradoras que equivalen al 43.75% registraron un costo medio en salud o técnico entre $501.000 y $577.000, la aseguradora con mayor costo medio a fecha del corte fue Comfacor con $713.000 y Anas Wayuu EPSI la de menor costo con $442.000.
En este mismo sentido, seis aseguradoras en salud continuaron como las de mayor costo medio entre $686.000 y $622.000, siendo las tres primeras: Comfacundi ($686.000), Capital Salud ($685.000), Capresoca EPS ($635.000).
Aquí es muy importante hacer claridad que es diferente el comportamiento, carga de enfermedad, perfil epidemiológico, caracterización de la población, frecuencia de usos y demás aspectos socioeconómicos y demográficos de la población afiliada a una aseguradora pública o a una privada, así opera en ciudades capitales, regiones, si tiene su propia red de prestadores, a la proximidad y facilidades de acceso y oportunidad en la atención o a la determinación de criterios culturales, por lo que cada análisis ofrece variopintos resultados y por tanto lecturas diversas, no siendo un comportamiento lineal y absoluto y por tanto la calificación o evaluación de cada EPS es particular.
Algunas consideraciones y aproximaciones de este análisis enseñan algunas cuestiones que son necesarias evidenciar. Tradicionalmente se tiene la creencia que es más costosa la salud en el régimen subsidiado que en el contributivo lo que, y de acuerdo con los cálculos realizados, es diferente, pues el costo medio en el régimen subsidiado fue de $548.000 y el mayor costo medio se ubicó en $773.000, resultado contrario a lo arrojado en el régimen contributivo que presentó un límite superior de $970.000 (sin contar los casos extremos de las aseguradoras públicas de EPM y Ferrocarriles Nacionales que tienen características empresariales diferentes en su génesis y desarrollo), y donde el costo medio fue $775.755, no obstante que los resultados financieros acumulados son más negativos en el subsidiado, toda vez que las pérdidas acumuladas a septiembre están en $3 billones, siendo por su parte las del contributivo de $1.2 billones.
Finalmente a estos resultados negativos en el aseguramiento que son constantes crecientes y expansivos, habría que considerar además, los efectos paralelos que puedan tenerse con la aplicación de la Ley Estatutaria en Salud-LES-que redefine los contenidos POS, lo que aumentará la presión fiscal y financiera de las aseguradoras, sobre la base de que al momento no se conoce de nuevas fuentes reales de financiamiento y que algunos departamentos presentan afujías de cofinanciación por disminución de recursos del Sistema General de Participaciones en Salud.
A esto se agrega la espera de las definiciones en materia del nuevo esquema de cálculo y distribución de recursos de la ley de transferencias ante el cambio de vigencia, por lo que es muy probable un incremento directo del costo medio del aseguramiento en salud, que beneficiaría indudablemente al paciente, en el entendido además de la progresividad de los recursos del aseguramiento; razón de ser de cualquier sistema de salud, pero que en función de la racionalidad económica, en el marco fiscal de mediano plazo, al déficit fiscal y el criterio de la regla fiscal, deberá consultarse las fuentes de financiamiento fiscales y parafiscales que respondan a estos nuevos desarrollos en la seguridad social en salud y con ello garantizar los aplicación de los principios rectores.
 
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