Vanidad, egoísmo,
egocentrismo y muchas otras expresiones de nuestra especie desencadenan
que tengamos hoy mundos completamente divididos, países
geográficamente unidos pero interiormente desmembrados
y poblaciones completamente aisladas de una irrealidad moderna,
la globalización. Ésta última trae como
beneficio un aleteo económico, que si no es bien canalizado
prohíbe a otros cruzar fronteras no solo geográficas
sino también sociales.
Solo basta dar un vistazo a nuestro continente para corroborar
lo sucedido. Entre norte y sur las diferencias son inmensas,
pero en ocasiones la necesidad de parecerse al otro nos identifica
con la supuesta perfe cción. Por eso una y otra vez debemos
estar muy atentos a lo que se nos sugiere y a lo que se nos
exige, pues no siempre lo que brilla es oro. El criterio de
decisión de nuestros líderes debe ir íntimamente
ligado a lo que esto significa para los demás y no al
éxito personal. Los mesías, los caciques, los
patriarcas, deben acceder a compartir su criterio con muchos
otros más, antes de embarcarse en aventuras que pueden
ir en detrimento de nuestra sociedad.
Qué fácil es protegerse de un entorno en crisis
cuando se tiene acceso a comodidades materiales, pero qué
difícil es vencer las equivocaciones cuando éstas
han sido premeditadas para aniquilar a uno, a cientos o miles.
La mentira como mecanismo de defensa podrá tener un color
externo que oscurezca la verdad de lo acontecido, pero al final
del túnel, el color es diáfano, claro e irrefutable.
Puede tomar años y generaciones descubrir la mentira
y el engaño, pero en un abrir y cerrar de ojos se respira
la verdad, con dos caras, con o sin sed de venganza, y es la
segunda la que da opción de reconstruir un nuevo círculo
de convivencia.
Por siglos hemos fantaseado con el patrón de crear héroes,
sabiendo que ellos no son más que seres humanos, donde
más que otra medalla, necesitan confirmar que su esfuerzo
no fue en vano y que su entorno al regresar ha sido esperado.
El olvido es lo que más afecta a aquella persona que
saboreó la gloria, independientemente de cual ésta
haya sido. Por ello en un mundo que se acerque a lo real, no
puede existir el olvido pero si el perdón para aquellos
que quisieron ser jueces de un territorio con un dios pero sin
ley. Para aquellos que sacrificaron su vida o sobrevivieron
a la adversidad, el olvido no existe, pues gracias a ellos podremos
tener la esperanza de lo que se vislumbra como un imposible
sea posible.
Salud: ¿negocio o derecho?
Mas que nunca el personal de salud debe equilibrar la
balanza de lo industrial y lo global, de la modernización
y su tecnología galopante, al no dejarse llevar a un
oscuro lugar en donde los aconteceres y sufrimientos cotidianos
de millones de personas sean de poco interés. Las metas
económicas son necesarias para subsistir en cualquier
ámbito, pero estas mismas no deben privarnos de establecer
con claridad hacia donde dirigir un plan coherente de salud
y justicia para todos. El creer de muchas entidades en salud
que sólo se enfocan en producir más ingreso, puede
ser el peor enemigo de nuestra profesión y sociedad.
Por un lado se suprime la atención a zonas aisladas y
por el otro se crean rutas de ingreso muchas veces injustificables,
sabiendo que la comunidad necesita de otro tipo de intervención.
El compromiso de participar no se debe limitar a hacer tratos
con compañías, empresas u hospitales para subsistir,
debe ir mucho más allá, debe llevar al profesional
de la salud a creer no solo en sus capacidades individuales,
sino también a entender la necesidad de debatir en grupo
la importancia de su profesión dentro de la sociedad.
Cuando el individuo tiene un respaldo a nivel organizativo y
grupal, es atrevido para tener la confianza de decir si o no
a las múltiples incoherencias dentro de un sistema que
él mismo representa. Hoy más que nunca debemos
prevenir que el personal de salud y en especial los médicos
nos convirtamos en marionetas de intereses que van en contra
de nuestros principios.
El compromiso es con nuestra sociedad, y en cualquiera que estemos,
siempre debemos buscar el cuestionamiento de ese entorno: no
olvidemos que todavía tenemos un significado y una labor
a cumplir. Tengamos presente que en este conflicto hay muchas
prioridades que requieren una atención inmediata para
promover la paz y prevenir el conflicto. Si la historia se repite,
es tan sólo porque no quisimos escuchar que el temor
no significa parálisis y que el estar en desacuerdo no
es traicionar. |