MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 9    No. 106  JULIO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

El libro “Cuentas de salud de Colombia 1993-2003. El gasto nacional en salud y su financiamiento” de Gilberto Barón, presentado el pasado 26 de marzo, tiene haciendo cuentas desde entonces a destacados analistas y estudiosos del sector salud. Sin duda la investigación, resultado del trabajo interdisciplinario y el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Planeación Nacional y el Ministerio de la Protección Social a través del Programa de Apoyo a la Reforma (PARS), mediante la presentación retrospectiva de los recursos utilizados para la salud desde sus diversas fuentes y gastos, se constituye en línea de base para estudios prospectivos y el análisis económico y financiero sistemático que contribuirá a mejorar la distribución de los recursos del sector salud.
La premisa del estudio puede ser simple y a la vez contundente: lo que no se mide, difícilmente puede mejorarse, y es allí donde radica la importancia del mismo, ya que a través de la descripción del funcionamiento financiero del sistema, determinando cuánto representa el gasto total en salud respecto del Producto Interno Bruto (PIB), la identificación de las principales fuentes de financiación, intermediarios y proveedores, el desglose del gasto en sus diferentes componentes determinando de dónde provienen, cómo transitan y a dónde van, proveen información esencial para la formulación de políticas públicas en salud, con parámetros de comparación internacional.
En el reconocimiento de lo anterior no parece haber mayores divergencias; no obstante, cuando los analistas profundizan en el estudio, los contrastes saltan a la vista.
Preguntas en el ambiente
Para el doctor Herman Redondo, vicepresidente de la junta directiva nacional de la Asociación Médica Colombiana, “el estudio de Barón muestra que en promedio general solo el 66.2% se invierte en atención en salud, pues el resto se gasta en administración, inversión y otros usos, que en conjunto llamamos 'costo de intermediación'. Únicamente el rubro de administración pasó del 6.3% en 1993 al 17% en 2003 y el rubro 'otros gastos diferentes a salud' ¡aumentó un 72%! Lo anterior ratifica el concepto de muchos que el modelo de aseguramiento es muy costoso y que el modelo de oferta tenía ineficiencias pero en definitiva dirigía la mayor parte de los recursos a prestación de servicios de salud. De alguna manera podríamos decir que lo que anteriormente se invertía en pago a los trabajadores de la salud y costo de sus convenciones colectivas, hoy se lo llevan con creces los aseguradores en costos de intermediación. ¿Cuál de los dos modelos es más democrático y más equitativo? Se gasta en atención ambulatoria el 60%, un 30.6% en atención hospitalaria, 7.4% en promoción y prevención, y un 2.1% en salud pública y Plan de Atención Básica -PAB- que sigue siendo la 'Cenicienta' (cuando hoy hablamos de la importancia de la Atención Primaria en Salud -APS-, deberíamos destinar mayor esfuerzo a este propósito). El gasto en promoción y prevención tendió a sostener su participación relativa anual, mientras que el gasto en salud pública y PAB señala una tendencia a reducir su participación relativa anual, con un crecimiento real negativo de -5.9%, como promedio anual del período. Ante tales cifras, las preguntas que quedan en el ambiente son: ¿Para los colombianos, los recursos que antes administraban ellos directamente como gasto de bolsillo, están hoy mejor administrados en el modelo de aseguramiento? ¿Cuánto cuesta el modelo de aseguramiento por costos de intermediación y de administración? ¿Cuánto ha impactado en los indicadores el modelo de aseguramiento? Y finalmente, ¿cuál será el nivel óptimo del costo administrativo?”.
Cuentas para ordenar la casa: FMC
El presidente de la Federación Médica Colombiana, doctor Sergio Isaza, llama la atención sobre el sesgo que puede tener el estudio al no incluir al ISS como referencia en las estimaciones de gasto público en salud y en cambio si contar con las cajas de previsión y demás integrantes de la red pública de salud, al tiempo que señala que no obstante, el mayor aporte de la investigación será su contribución a “poner la casa en orden”.
“Ojalá el FMI, el BID y la OMS-OPS fueran tan diligentes en ese mismo sentido y tuviéramos en unos años un mapa epidemiológico nacional comparado contra gasto en salud y costos reales de la carga de enfermedad”.
Al respecto manifestó: “Al revisar la evolución en el tiempo, llama la atención que en la prestación de servicios hay incremento de lo privado con decremento de lo público, mientras que en la financiación del sistema el aporte privado sigue siendo del 30%, lo cual significa un doble aporte puesto que los ciudadanos aportan impositivamente al sistema, impuestos que hacen parte del erario público que asigna los dineros al Presupuesto General de la Nación. Además, la intermediación cuesta al sistema cerca del 16%, encontrando que los costos de funcionamiento privado son mucho más elevados que los públicos, mientras que la cobertura relativa es mayor en este sector. Los rubros de gastos del sector privado en 'inversión' y 'otros' son algo más del 0,5% ($883.837 millones); si de acuerdo con la Ley 1122 de 2007 la integración vertical puede llegar hasta 30%, podemos decir que los colombianos estamos subsidiando para tal efecto a las aseguradoras con algo más de $265.000 millones. En el análisis general del flujo de recursos no se tiene en cuenta el problema de corrupción y desviación de fondos por coacción armada, sobre todo en lo pertinente al régimen subsidiado. En cuanto a Promoción y Prevención no simplemente se anota la norma que establece un porcentaje de recursos para tal efecto, pero no se investigó ni se cuantificó su ejecución, la cual fue cuando menos dudosa en los primeros 10 años, pues muchas entidades intermediadoras privadas, tanto del régimen contributivo como del subsidiado, desviaron dichos recursos para aumentar sus fondos propios. Para terminar, los rubros correspondientes a investigación y capacitación están a cargo de lo público en su totalidad: Ni un centavo proviene de lo privado. Y eso que estamos hablando de cifras que llegan sólo hasta 2003. Debemos esperar que las Cuentas de Salud, constituidas como instrumento de seguimiento y control financiero del gasto público y privado, sirvan para poner orden en casa. Sólo falta voluntad política para que se investigue si tan ingentes recursos redundan en el mejoramiento real de indicadores de salud de la población. Ojalá el FMI, el BID y la OMS-OPS fueran tan diligentes en ese mismo sentido y tuviéramos en unos años un mapa epidemiológico nacional comparado contra gasto en salud y costos reales de la carga de enfermedad”.
Metodología y financiamiento
El doctor Fernando Ruiz, director del Cendex de la Universidad Javeriana, señaló: “La utilidad de este tipo de ejercicios es brindar información para la toma de decisiones a futuro, en un sector donde la información siempre ha sido una de las mayores limitantes para su seguimiento”.
Entre los hallazgos más destacados de la investigación resalta: “La diferencia entre la proporción de gasto que la sociedad hace en el régimen contributivo con cerca de $6 billones anuales durante los últimos 8 años, mientras que en el régimen subsidiado el nivel de gasto es de $1.6 billones al año, ilustra y refuerza los hallazgos que se han hecho recientemente en estudios de cohorte según los cuales existe una diferencial muy grande entre el gasto en los dos regímenes con diferencias relativamente pequeñas en el acceso, que no parecieran justificarse en la diferencia en gasto entre régimen subsidiado y contributivo. Pareciera que el régimen subsidiado es un régimen económicamente más ajustado y en el cual se da un mejor balance y equilibrio financiero-servicios. Es notorio el bajo nivel de inversión en el sector, por debajo del 10% en el mejor de los casos, y el muy alto componente en el gasto de atención ambulatoria, cerca del 60%, frente a un bajo gasto de salud pública. Esto nos debe llamar la atención sobre las prioridades y el enfoque produccionista en servicios de salud que impulsó la reforma de salud”.
Y tras señalar limitaciones metodológicas como la imposibilidad de establecer comparaciones del sector salud con otros sectores de la economía y con el desarrollo de sistemas de seguridad social de otros países, el doctor Ruiz concluyó: “Estimo que uno de los aspectos más importantes para el futuro en el desarrollo de las Cuentas Nacionales en Salud, lo constituye la armonización de los diferentes sistemas de Cuentas Nacionales y el que Colombia consolide un sistema único, en el que la inversión necesaria sea lo más costo-efectiva posible. Debe hacerse un esfuerzo para armonizar las metodologías que desarrollan el Ministerio de la Protección Social y el Departamento Nacional de Planeación. Colombia debe destinar un recurso económico suficiente para mantener información confiable en salud y financiamiento, ya que es un tema fundamental para el desarrollo futuro del sistema. Básicamente son dos temas: armonización de metodologías y adecuado financiamiento” .
 
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