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Reflexión del mes
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La calidad
nunca es un accidente; siempre es el resultado de un
esfuerzo de la inteligencia
Cada vez
que las facultades humanas alcanzan su plenitud, necesariamente
se expresan mediante el arte.
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John
Ruskin (1819-1900). Crítico de arte, sociólogo
y escritor británico, es uno de los teóricos
del arte más originales del siglo XIX inglés.
Se le considera uno de los padres del medievalismo del
XIX, y soporte teórico de los hombres del movimiento
Arts and Crafts y de los Prerrafaelistas. Entre sus
obras están: Las siete lámparas de la
arquitectura, Sésamo y lirios, La Biblia de Amiens
y su biografia inacabada, Praeterita. Marcel Proust
mantuvo una profunda idolatría con la obra del
esteta y crítico social inglés John Ruskin.
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Todos hemos conocido
los reiterados lamentos del gremio de las EPS, que repite sin
sonrojo que su platica no alcanza para tanta gente, que el POS
se les quedó chiquito, que el Fosyga ya casi las va a
quebrar, que las tutelas ya las tienen al borde del abismo,
y muchas quejas más del mismo estilo, que retumban en
una letanía que podría estremecer y solidarizar
al más desprevenido
pero no al soldado avisado.
Según el ranking de las empresas de Colombia (revista
Semana No. 1304, de abril 30 a mayo 7), hay 4 EPS entre las
primeras 100 empresas más grandes del país: Saludcoop
(puesto 18), Coomeva (33), Salud Total (79) y Susalud (93),
sin contar con que entre esas mismas 100 empresas hay también
3 cajas de compensación: Cafam (36), Colsubsidio (37)
y Compensar (63), que tienen a su vez divisiones de salud correspondientes
(que funcionan como EPS).
Una de estas EPS ocupó el puesto 25 entre las que más
ascendieron en la lista, y junto con otras dos quedaron entre
las 15 empresas que más se endeudaron para incrementar
proporcionalmente sus activos (utilizando la plata para poder
crecer más, y no para gastos improductivos). Además,
se endeudaron sin acudir preferencialmente al sector financiero
(lo cual aligera el costo del dinero).
Saludcoop EPS, con casi 25.000 empleados, es el mayor empleador
del país; aunque las EPS, al igual que las demás
empresas grandes, hacen cada vez más plata con menos
gente. Saludcoop junto con Coomeva EPS estuvieron entre las
20 empresas con mayor crecimiento de utilidades en el año
anterior (sus utilidades operacionales crecieron más
del 100% respectivamente).
Estamos hablando del ranking de las empresas más grandes,
luego de medir los resultados de un año de crecimiento
excepcional de la economía (el mayor en casi 30 años).
Se trata entonces de la crema y nata de la economía.
Así que, sin lugar a dudas, estar entre las más
grandes empresas de Colombia es un asunto de marca mayor. Según
el ranking de las compañías del año en
Colombia (revista Cambio No. 722, de abril 30 a mayo 6), los
ingresos operacionales de las principales 15 EPS alcanzaron
el año pasado la astronómica sumatoria de más
de $6,44 billones, así que la deuda del Fosyga con las
EPS, cuya cuantía está rondando el medio billón
de pesos, no parece en realidad tenerlas a tiro de liquidación.
No puede dejarse de lado que estas empresas se dedican a administrar
el dinero que el Estado les provee luego de recaudar los aportes
que hacen a salud los ciudadanos afiliados al régimen
contributivo de la seguridad social. Por tanto no es su capital,
es el de todos. Y aunque crecer, producir y rentar son muestra
del buen desempeño empresarial, no podemos olvidar la
función principal para la que fueron creadas las EPS:
el aseguramiento en salud. Entonces, está muy bien que
formen parte de la élite empresarial, que crezcan, que
produzcan en cantidad, que generen empleo, pero para el bien
de los asegurados, no sólo para el de sus dueños.
Así que, aunque podría hacerse y sería
recomendable un análisis más extenso y detallado
de estas cifras tan interesantes como sorprendentes, concluyamos
por ahora que las EPS padecen el Síndrome de la
pobre viejecita, y que al igual que ella, parecerían
a punto de morir de hambre en medio de los excesos de su propia
glotonería. Siendo así, ojalá que al final
pudiéramos repetir con Rafael Pombo: 'Dios permita que
podamos disfrutar / las pobrezas de esta pobre y morir del mismo
mal'. Porque, aunque parezca paradójico, lo que hay que
desearles a las EPS es que les vaya bien, tan bien como hasta
ahora, pero eso sí, que cumplan con su gran reto: mejorar
los servicios y garantizar la calidad. Para eso fue que se crearon,
no para quejarse
¿o no?. |
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Bioética
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El
sigilo profesional médico
Ramón
Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co
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¿Qué
entendemos por sigilo o secreto profesional médico? Es
la obligación, tanto ética como legal, de no revelar
lo que conocemos como profesionales o empleados de cualquier
nivel en el campo de la salud, acerca de la intimidad del paciente
-que incluye la intimidad de sus antepasados, de sus familiares
y de las personas que con él conviven-.
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Es
necesario tener en cuenta que esta obligación no cesa
con la muerte del paciente y su obligatoriedad se extiende
a toda persona que por razón de su profesión
u oficio conozca toda esa intimidad o parte de ella.
Pero, ¿es secreto u obliga al secreto lo que conozcan
dos o más personas? La respuesta es sí: cuando
un secreto lo conocen dos o más personas no se pierde
el deber de guardarlo sino que esta exigencia se extiende
a cada una de las que lo comparten; se amplía el número
de los comprometidos, pero no se disminuye el rigor del deber
de callar, porque la esencia del secreto, subjetivamente,
implica el hecho de recibir una revelación íntima
que no debe darse a conocer a otro y, objetivamente, es el
contenido de esa revelación recibida o conocida como
confidencia, sin importar el número de quienes participan
de ésta.
¿Por qué es tan importante la guarda del secreto
profesional médico? Porque el paciente personalmente
o por su representante -como en el caso de los niños
y de otros pacientes-, no le confía al médico
simplemente sus malestares, pues éstos son solamente
un episodio, por significativo que sea, de su biografía,
de su vida y es de ésta de la que el médico
se hace responsable, para mantenerla en salud, para recuperar
la salud si se ha perdido, para rehabilitarla si es necesario;
en otras palabras, cuando la persona paciente
requiere la ayuda de la persona médico,
cuando reclama su cuidado, lo constituye realmente en responsable
solidario, in solidum, pleno, de la perfección de su
existencia, y por consiguiente de su dignidad y de su libertad
como ser humano.
La revelación de esa intimidad en el acto médico
no es un capricho sino un requisito ineludible para poder
llegar con alguna certeza a una acción preventiva,
terapéutica, de rehabilitación o a un pronóstico.
En esta revelación, al médico se le confía
la manera de vivir el paciente interna y externamente para
que él, como verdadero médico, contribuya a
la realización humana de esa existencia, a dignificar
la vida que se confía a su cuidado honesto. Y cuando
el médico recibe la confidencia de esa intimidad, queda
ligado para siempre a su salvaguarda, no es posible renunciar
a ese deber, pues está obligado al secreto aun después
de la muerte del paciente. Y éste, el paciente, relata
detalladamente durante el acto médico su manera de
vivir en todo sentido orgánico, mental, sentimental,
social-, con la seguridad, consciente o inconsciente, de que
dicho relato no será divulgado, no se dará a
conocer sino para su bien total y siempre con su autorización,
excepto casos especiales. Así se conforma uno de los
elementos indispensables en el ejercicio de la medicina: la
confianza entre el paciente y el profesional, que idealmente
debe ser mutua y que actualmente está muy deteriorada.
¿Qué significa y qué importancia tiene
la intimidad en el ser humano? La intimidad es una característica
estructural de la persona humana, hace parte sustancial, fundamental,
de su dignidad y de su libertad; y sin el derecho -no sólo
teórico sino realmente exigible-, inherente a su condición
de persona, a que se respete dicha intimidad en grado sumo,
no es posible el desarrollo del proyecto existencial propio
ni la convivencia en una comunidad. Esta intimidad es lo que
le permite al ser humano ser yo y tener la vivencia
de ser su propia realidad, de ser dueño
de sí mismo, de ser responsable de las decisiones que
asuma en la vida.
¿Qué significa y qué consecuencias tiene
la violación del sigilo profesional médico?
La exigencia de guardar el sigilo profesional en el ejercicio
de la medicina lo encontramos desde los albores de la humanidad
en los sanadores considerados naturales
-chamán, piache, jaibaná, etc.- y se expresa
como un deber inherente a la relación médico
paciente, en el Juramento llamado Hipocrático: «Lo
que en el tratamiento, o incluso fuera de él, viere
u oyere en relación con la vida de los hombres, aquello
que jamás deba trascender, lo callaré teniéndolo
por secreto». Veinticinco siglos después, este
fundamento del êthos de la medicina es recogido por
la Asamblea de la Asociación Médica Mundial
que en su «Promesa» exige al graduando: «Guardar
y respetar los secretos a mí confiados». Ni el
Juramento Hipocrático ni la Promesa de la Asociación
circunscribe el secreto a la enfermedad «vergonzosa»
ni a la no vergonzosa. Es el sumo respeto por la dignidad
de la persona humana lo que se proclama y se defiende en el
primero como en la segunda. Esta Promesa es exigida legalmente
en el acto de graduación de nuestros médicos.
Quien difunde el secreto profesional médico, sea directa
o indirectamente, atenta en forma grave: 1) Contra la dignidad
de la persona, tanto la del paciente y como la propia -la
del médico, la enfermera, etc.-. 2) Contra la justicia
conmutativa. 3) Contra el bien común. 4) Contra la
práctica de la medicina, porque desacredita el ejercicio
de ésta, porque desconoce el precepto universal: «favorecer,
no perjudicar», «ante todo no hacer daño».
Entre nosotros el deber de salvaguardar el secreto médico
está protegido por decisiones legales, así:
a) Constitución Política de la República
de Colombia: Artículo 21 y Artículo 74. b) Ley
23 de 1981: Artículo 34, Artículo 37 y Artículo
23 del decreto reglamentario 3380/81.
Es de advertir que en las excepciones a la guarda del secreto
profesional médico: «No es que pierda relevancia
la fuerza obligatoria del secreto, sino que queda debilitada
frente a la aparición de otras razones más importantes,
que reclaman la revelación de la noticia confiada»
(Taliercio).
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano
de Bioética -Cecolbe-
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