MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 8    NO 96   SEPTIEMBRE DEL AÑO 2006    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

¿Quién manda a quién
en el sistema de salud?

Conrado Gómez Vélez Especialista en salud pública y en evaluación social de proyectos. Magíster en ciencias políticas. elpulso@elhospital.org.co
El Ministerio de Hacienda se convirtió en el último que firma, en la última palabra, y en fin, en el verdadero gobernante de la salud, porque todos los otros miembros del Consejo, incluyendo el Ministerio de la Protección Social, tienen que darle gusto hasta que acepte la redacción de los Acuerdos del Consejo.
Un hecho singular y negativo, pero prácticamente desconocido, viene ocurriendo en el Consejo Nacional de Seguridad Social -CNSSS-. Hasta hoy, al cierre de esta edición, son 13 los acuerdos de esta organización que no suscribe el Ministerio de Hacienda, demorando su aplicación. La gota que colma el vaso fue la reticencia de esa cartera para firmar el último acuerdo que amplió el listado de los medicamentos contenidos en el Plan Obligatorio de Salud -POS-, y la demora de casi un año para refrendar un Acuerdo que revisa el Acuerdo 228 de medicamentos Esta actitud ha suscitado gran inconformidad entre expertos y uno que otro artículo en los medios masivos de comunicación, en medio de total desinformación para el público en general, que no acaba de entender que sucede.
Lo hechos dejan en evidencia varias cosas, sobre todo el difícil manejo de asuntos muy importantes del sector y los argumentos a que se acude para gobernarlo, particularmente cuando se habla de información e investigación. En segundo lugar es necesario discutir la reciente decisión de ampliar el Plan Obligatorio de Salud -POS-.

Para entender el origen de los problemas de regulación de las variables más importantes del sector, hay que observar que al CNSSS asisten diferentes actores con diferentes recursos y que existe una enorme asimetría de poder. Esta diferencia se aprecia, por ejemplo, en la prerrogativa que tiene el Ministerio Hacienda para firmar de último, y en la asimetría en recursos de investigación que existe entre los miembros de ese Consejo, o en la representación casi nula que tiene la sociedad civil.
El poder de firmar de último
Aunque inicialmente no se previó que el Ministerio de Hacienda firmaría los acuerdos del Consejo, luego se estableció que las decisiones con efectos fiscales debían contar con su aprobación. Tal determinación suscitó debate e indignación, puesto que antes de la reforma ese Ministerio no tenía este doble control sobre el sector salud. Lo que siguió después es que el Ministerio de Hacienda se convirtió en el último que firma, en la última palabra, y en fin, en el verdadero gobernante de la salud, porque todos los otros miembros, incluyendo el Ministerio de la Protección Social, tienen que darle gusto hasta que acepte la redacción. De allí que crezca la indignación una vez que ese Ministerio es cada vez más reticente a firmar los Acuerdos del CNSSS, y según la opinión de varios expertos asistentes consultados, casi siempre apoyando el punto de vista de las aseguradoras.
La asimetría de información
Aunque los asistentes al CNSSS son aparentemente iguales porque tienen un voto, tal igualdad no existe; su capacidad de conocer el sistema de salud y construir decisiones es muy distinta. Algunos actores son gremios poderosos, con unidades de investigación propias; tienen expertos, acceso a los medios de comunicación y disponen de la información porque la producen, debido a que actúan en el mercado de la salud y son funcionales al mismo. Los otros son los que van a decidir sobre asuntos que conocen de forma general o de “oídas”, contando con las investigaciones de los primeros y la información oficial que a última hora les suministra el Ministerio de la Protección Social. Los ministerios por su parte contratan expertos, tienen la prerrogativa de hacer la agenda y exigir que sólo la información oficial sea la que se estudie para tomar las decisiones. Igualmente, el Ministerio de Hacienda viene elaborando modelos de cálculo para monitorear el POS y la Unidad de Pago por Capitación (UPC), que no son de dominio público. Cada que hay ciertas decisiones, ese Ministerio se va al cuarto de atrás a hacer sus consultas y luego dictamina si hay viabilidad o no. Acto seguido, le comunica a los demás sus hallazgos, sin que nadie conozca o pueda refutar sus cálculos.
Hay que remarcar que el sistema de salud colombiano exige información de calidad en cantidades, para tomar decisiones. Sin información lo único que cualquiera puede hacer es consentir con la opinión de otros, o quedarse callado. Por eso es muy importante tener un grupo de investigación propio, capaz de formular y probar sus hipótesis, así como lo tienen Acemi, la Andi o la ACHC.
El análisis que puede hacerse de estas debilidades también pasa por entender que los sistemas de salud requieren de un conocimiento profundo de la evaluación y el seguimiento de resultados. Hace por lo menos 40 años que se viene discutiendo la escasa capacidad que tienen los servicios de salud para mejorar el bienestar cuando se emplean desordenadamente; fueron entre otros Avedis Donabedian, Archibald Cochrane y Nancy Milio, quienes insistieron en que los servicios de salud podrían contribuir al bienestar si se prestaban con calidad, y sobre todo si se evaluaban sus resultados. Sin embargo, el país carece de un modelo evaluativo, matemático y operativo que permita demostrar el equilibrio financiero del sistema de salud en su conjunto, y de herramientas para simular los impactos de las diferentes decisiones con cálculos de riesgo y todo eso.

El país carece de un modelo evaluativo, matemático y operativo que permita demostrar el equilibrio financiero del sistema de salud en su conjunto, y de herramientas para simular los impactos de las diferentes decisiones con cálculos de riesgo. Y en Colombia no estamos ejerciendo control técnico adecuado del equilibrio financiero del eje UPC-POS.
Pero aún así el modelo de Hacienda es el que sirve porque es el de ese ministerio, del mismo modo que los trabajos que hace Protección Social son oficiales. Va a ser muy difícil que esos ministerios quieran que haya una investigación diferente de la oficial para la toma de decisiones o que exista una institución de investigación independiente sobre el sistema de salud que ayude a democratizar el CNSSS, porque esto los pondría en una posición de debilidad frente a las aseguradoras o los prestadores por ejemplo. Así las cosas, tendremos que quedarnos con las investigaciones de consultoría que contraten los ministerios, que son limitadas comparadas con las investigaciones de verdad, porque el que las paga controla las hipótesis que pueden estudiarse, y vela por su punto de vista. Esto llama a una gran discusión sobre la investigación que hacen los gremios, las compañías, las consultorías y las de las universidades o los centros de excelencia en investigación.
Por eso, la sabiduría, la democracia y verdadera participación social en el CNSSS no vendrán permitiendo que en éste tomen asiento muchos actores. De nada serviría admitir 20 o 40 representantes de la comunidad al CNSSS con voz y voto, si tienen que decidir con la escasa información de que se dispone. Para que exista verdadera democracia debe florecer la investigación extraoficial, realizada por instituciones idóneas y sin inhabilidades.
Y del POS, ¿qué?
El segundo punto sobre la situación presente, es el de las recientes decisiones del CNSSS, en particular la ampliación del POS. Esta revisión se dio en un ambiente complejo, marcado por el período preelectoral y el fortalecimiento creciente de los lobbyes de la industria farmacéutica, que cada vez sabe más del sistema de salud y que ha fortalecido sus cuadros de cabildeo. Es un cabildeo fuerte, porque no sólo las EPS apoyaron campañas políticas.
Por otro lado está el problema de las tutelas y los recobros, porque ponen en riesgo el equilibrio financiero del sistema. Para abreviar, en Colombia no estamos ejerciendo control técnico adecuado del equilibrio financiero del eje UPC-POS. El manejo que hacemos es incipiente, mientras crece la presión para incrementar el gasto, sea por necesidades personales, acciones judiciales y cabildeo. Asimismo, no existe aún un criterio nacional de defensa del POS como bien público, de manera que sólo se autoricen ítems escrupulosamente probados como algo beneficioso para todos.
Todo el mundo quiere que el POS incluya de todo o sino que se haga por tutela. El Fosyga paga. Sabemos que el POS requiere una revisión integral, basada en protocolos de atención agrupados bajo prioridades epidemiológicas y de salud pública, y no por listados de productos farmacéuticos siguiendo la aparición de nuevas patentes y productos en otros países. No obstante el contexto del Consejo es débil frente a esas amenazas, porque carece de suficientes herramientas técnicas y quizá de las condiciones políticas para hacer una revisión integral del POS.
Finalmente tenemos que preguntarnos 1. ¿Dónde está la Universidad?, y 2. ¿Donde están las secretarías de Salud? Universidades y Secretarías tienen dos asientos cada una en el CNSSS, las primeras con voz y las segundas con voz y voto. Sin embargo, ¿cuántas veces ha llamado por ejemplo la Facultad Nacional de Salud Pública a otras universidades para discutir los temas del CNSSS y hacer un Plan Nacional de Investigación? ¿Cuál es el informe de sus ejecutorias y su papel para el resto de la comunidad académica? La universidad es la que tiene los doctores, los investigadores y la infraestructura, entonces, ¿por qué su papel es tan débil? Esa sería una buena pregunta para el doctor Germán González, ahora que estrena cargo en la Facultad Nacional de Salud Pública.
Los secretarios departamentales y municipales, además de la repartición de los cupos del régimen subsidiado, también deberían reflexionar sobre este punto, porque departamentos y municipios son miembros de las juntas directivas y dueños de las universidades. Quizá deberíamos comenzar por allí.
 
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