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Pero cuando va a perder un órgano
como la laringe, va a perder gran calidad de vida. Un transplante
de laringe entonces, podría abrirles las puertas
a muchos pacientes que viven en el oscuro silencio, en el
infierno de no poderse comunicar adecuadamente"
Con esta reflexión presenta el especialista de cabeza
y cuello, doctor Luis Fernando Tintinago, la posibilidad
que se le brindará a un paciente en el Hospital Universitario
San Vicente de Paúl de Medellín este mes de
junio, cuando se le practique el segundo transplante de
laringe que se realiza en el mundo.
El paciente de 40 años no sabe leer ni escribir y
perdió su laringe por una lesión con arma
de fuego: se quedó entonces sin ningún medio
de comunicación, ya que normalmente los pacientes
que pierden la laringe siguen comunicándose de manera
escrita. Aunque se le han practicado múltiples cirugías,
ahora se intentará la reconstrucción del llamado
"tubo del viento" por Aristóteles, mediante
un transplante que pueda devolverle la facultad de pronunciar
palabras y de respirar normalmente.
El procedimiento
El transplante consiste en colocar una laringe con parte
de la faringe y de la tráquea a un paciente que ha
perdido su función laríngea por un trauma
o por una estenosis (cierre de la laringe por una quemadura,
por una entubación que le daña la laringe,
por tumores benignos grandes o por tumores malignos). Lo
que se hace es quitar esa laringe que ya no sirve y reemplazarla
con una laringe nueva de otra persona.
La fase experimental se inició hace 4 años
en Bogotá con un grupo multidisciplinario y desde
entonces se ha venido estudiando con diferentes especies,
actualmente con conejos. En el Hospital San Vicente se han
hecho muchas reconstrucciones de laringes, por lo que esta
parte clínica se ha convertido en un complemento
de la parte experimental; eso motivó la utilización
de esta técnica en algunos pacientes que por otro
medio no podrán recuperar su laringe. De tener éxito,
los dos próximos transplantes después del
ya programado, se realizarían en el segundo semestre.
El primer transplante
El 4 de enero de 1998 en la Clínica Cleveland de
Estados Unidos, el director de Otorrinolaringología
y problemas de la comunicación, doctor Marshall Strome,
coordinó el primer transplante completo de laringe
a Timothy Heidler, quién había perdido sus
cuerdas vocales 23 años atrás en un accidente
de motocicleta y que durante los 20 años precedentes,
debió utilizar un aparato electrónico para
comunicarse.
En intervención de 12 horas y con los órganos
de un joven que sufrió una hemorragia cerebral, se
reemplazó la laringe, partes de la tráquea,
la garganta, los nervios y las glándulas tiroides
y paratiroides; después de 3 meses, el paciente pudo
tragar cualquier líquido y recuperar gradualmente
la sensibilidad al crecer sus nervios.
A los cinco días del transplante, la primera palabra
que pronunció Heidler fue "Hola"; su voz
se parecía en principio a la de una rana, pero luego
pudo hablar normalmente, indicando incluso que su voz era
muy similar a la que tenía antes del accidente, parecida
a la de su padre, y no a la del donante. Explicaba el doctor
Strome, que esta recuperación de la voz propia obedece
a que las cuerdas vocales constituyen simplemente una fuente
de vibración, pero que es la forma de las cavidades
y de la cabeza la que define la entonación, el sonido
de la voz.
Labor de equipo
El grupo interdisciplinario está integrado por 16
personas, coordinado por el doctor Tintinago; también
están dos microcirujanos, un cirujano vascular, dos
otorrinolaringólogos y una nefróloga, acompañados
de neumólogos, patólogos, un radioterapeuta,
una rehabilitadora, inmunólogos, coordinadores de
rescate y enfermeras, asesorados permanentemente por el
grupo de transplantes del Hospital.
El grupo inició trabajos experimentales a instancias
del doctor Tintinago, que trasladó de Bogotá
a Medellín su idea de realizar estudios sobre un
transplante de laringe; luego de viajar a Inglaterra, donde
presentó el proyecto y fue muy bien recibido, vino
a la Universidad de Antioquia a conformar el nuevo equipo
de trabajo, aprovechando la infraestructura de transplantes
del Hospital.
Retos
Lo más difícil a la hora de realizar el transplante,
es tener el donante adecuado para el receptor de la laringe,
porque debe cumplir requisitos como no estar enfermo de
hepatitis, sida u otras infecciosas crónicas, además
de poseer una laringe muy sana, sin nódulos o cualquier
tipo de problemas internos o externos, para no pasar una
laringe enferma a otra persona. Es muy importante que esa
laringe sea compatible inmunológicamente con la de
quién la recibirá, por lo que deben adelantarse
todo tipo de pruebas de compatibilidad.
El donante debe ser alguien que tenga muerte cerebral, pero
que tenga el resto del cuerpo vivo; generalmente son pacientes
con graves traumas encefalocraneanos por heridas de fuego,
daño vascular o trauma cerrado. El cerebro de estos
pacientes está muerto, pero el resto de sus órganos,
hígado, riñones, corazón, son susceptibles
de ser transplantados por encontrarse en buen estado. No
se trata entonces de donantes cadavéricos estrictamente,
sino al decir de uno de los miembros del grupo de transplantes,
"se trata de un medio muerto, tratando de salvar a
un medio vivo". El transplante de laringe puede tener
un costo algo menor al de hígado y al de corazón,
pero el procedimiento no está incluido en el Plan
Obligatorio de Salud, por tratarse de un transplante muy
novedoso y poco conocido.
La experimentación
Las experiencias hasta el momento se han realizado con animales,
especialmente con perros por su capacidad de ladrar; se
ha logrado que estos recuperen el 90% del ladrido que tenían
antes de que le cambiaran la laringe.
En Estados Unidos, la recuperación de la voz del
paciente transplantado fue de casi 100%, con resultados
muy rápidos, aunque fue necesario todo el proceso
de rehabilitación durante varios meses, para recuperar
la voz original.
Los europeos también están haciendo experimentación
para llegar al transplante de laringe, especialmente en
Inglaterra, pero al parecer están en una fase muy
atrasada de la investigación, ya que es muy difícil
hacer coexistir en el mismo grupo de trabajo, la parte de
la experiencia en transplantes con la experiencia en reconstrucción
de laringe. Casi todos los centros que tienen reconstrucción
de laringe no tienen infraestructura de transplantes, entonces
ello dificulta los avances.
Los centros de transplantes generalmente son de órganos
abdominales y sus cirujanos rara vez pensarían en
la laringe, por lo que esa coyuntura de coexistencia mencionada
es poco particular, pero se da en el Hospital San Vicente
para bien de los pacientes con problemas insuperables de
laringe. Eso ha hecho que el equipo de este transplante
pueda adelantarse muy probablemente a otros del mundo.
Trabajo premiado
Hace 4 años, la Academia Nacional de Medicina entregó
la condecoración del primer puesto de investigación
médica en Colombia, al trabajo de experimentación
del doctor Tintinago, adelantado con perros en Bogotá:
esto constituyó un gran estímulo para el equipo
de trabajo que entonces lo acompañaba, además
de que representó un apoyo científico de la
comunidad médica del país.
Ahora, el doctor Tintinago reflexiona que en el transplante
de laringe no debe perderse de vista el principio ético,
el cuestionamiento sobre la innovación médica.
Según estudios adelantados en Inglaterra sobre aceptabilidad
del transplante de laringe en los pacientes que la habían
perdido, todos definitivamente parecían gritar a
voces que se necesitaba con urgencia una solución
para ellos. En Estados Unidos hay más o menos unos
10.000 nuevos casos de cáncer de laringe por año
y la mayoría de ellos prácticamente insalvables,
que padecen la angustia de perder la voz
El doctor Luis Fernando Tintinago ha asumido ahora el reto
de devolver una esperanza a este tipo de pacientes en nuestro
país, para tratar de aportar en algo a la recuperación
de ese sello indefinible que es la voz, cuya pérdida
genera un grave revés sicológico. Peor aún,
como en el caso del paciente de Medellín que será
intervenido en el transplante, perder la voz puede significar
caer en una especie de mundo perdido, de donde pocas personas
pueden salir.
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