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Consideraciones filosóficas
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Integración
vertical en salud: un diablito que causa amor o...
¿pavor?
Omaira
Arbeláez Echeverri, Periodista elpulso@elhospital.org.co |
| "El poder
corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente"
Lord Acton |
Ponencia
preparada para Foro sobre Integración Vertical en el
sector de la salud, organizado por la Universidad CES - noviembre
14 de 2003, Medellín
No es esta una ponencia basada en estudios científicos
positivos cuyos argumentos y conclusiones estén soportados
en la rigurosidad estadística. Es esta una ponencia
desde una postura filosófica, sobre como juzgar la
integración económica denominada vertical de
las Empresas Administradoras de Planes de Beneficios -EAPB-
con los prestadores de la salud, hurgando en las razones que
pueden sostenerse ante los demás como razonables y
no de manera caprichosa, dentro de un marco de profundo respeto
por lo humano, al estilo Kantiano en la medida de entender
al hombre como fin en sí mismo y no como un medio.

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Doctor Andrés Aguirre Martínez,
director del Hospital Pablo Tobón Uribe.
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No es la ponencia
de una entidad prestadora de servicios de salud, sino la ponencia
de alguien que se ha sentido atraído desde tiempo atrás
por lo que significa la maravillosa realidad del ser humano,
como para estudiarla, tratar de profundizar en ella y por
sobre todo, contribuir desde la propia vida y las labores
que me han sido encomendadas, para superar la propia fragilidad
y promover la humanidad. Es esta una ponencia fundamentada
en y para promover la dignidad humana, bien entendida por
el filósofo venezolano Rafael Tomás Caldera,
quien escribió: "la dignidad inalienable del hombre
se muestra sobre todo cuando no hay en el hombre nada más
que su humanidad. Cuando ya no le queda juventud, belleza,
poder, inteligencia, riqueza o cualquiera otra de esas características
por las cuales una persona puede dispensarnos un favor, sernos
agradable, ser un motivo de atracción. Cuando a una
persona no le queda nada, sino su condición de persona
en el sufrimiento, en ese momento se pone de relieve con mayor
elocuencia su dignidad inalienable. Por ello, la llamada a
manifestar el amor a la persona en ese momento es una pieza
esencial de la cultura moral, del cultivo del corazón
humano, y piedra de toque de la civilización".
Inicio manifestando mi total oposición a la visión
economicista que hoy impera en algunos actores de nuestro
sistema de salud, a la integración vertical total,
a todo tipo de poder hegemónico sea cual fuere, a la
racionalidad estratégica y calculadora que utiliza
la astucia y la apariencia de bondad como artimañas
para el logro de resultados meramente utilitarios, y al llamado
poder del mercado como una fuerza que estructura sin más
ni más, las cosas hacia la perfección y el bien.
Breves consideraciones de
antropología filosófica sobre la economía
Un pueblo ideó y creó el becerro de oro, objeto
al que luego se le concedió todo poder por y sobre
sus propios creadores
Una situación que se denominó
idolatría. Unos seres humanos idearon y crearon el
papel moneda, al que algunos le han concedido todo el poder
para regular las relaciones de intercambio entre los seres
humanos, y esta situación algunos bien pueden denominarla
como economía.
"La economía es el signo peculiar del ser humano,
con su razón y su libertad, en su modo específico
de habérselas con sus necesidades materiales
La
economía se basa en el trabajo, aquello que el hombre
hace para poder subsistir: allegar recursos - siempre escasos
- para satisfacer sus necesidades, presentes y futuras, mediante
la técnica
El fin de la economía
por ser una técnica, se ordena al logro de un bien
humano diferente y más alto que ella misma
La
economía es primordialmente matemática, no porque
tenga una rigurosa exactitud
, sino porque consiste en
tener que echar cuentas para saber hasta dónde alcanzan
los recursos de que efectivamente dispone"(1).
El dinero es importante para la función de la economía,
en la que sirve de medio de cambio o de pago, como unidad
de cuenta, como depósito de valor y como patrón
de pago diferido. El dinero se ordena al mismo fin que la
actividad por él posibilitada, pero aquí caben
dos posturas derivadas de la libertad de la persona humana:
utilizarlo como un medio o hacer de él un fin. "La
economía "buena" no puede renunciar de ningún
modo al beneficio monetario, y de hecho lo busca. Sin embargo,
no hace de él fin último y criterio primero
y predominante de la actividad económica, cosa que
sí hace la economía "mala" o crematística".
"Una adecuada antropología económica debe
partir de esta idea: la actividad productiva y comercial supone
y causa otros bienes, además de la satisfacción
del agente productor o comprador
El fin del beneficio
no es sólo el bienestar propio, sino también
el de los demás
si caemos en las actitudes del
homo crematisticus nos llevarán a identificar, beneficio
con masa monetaria, convirtiendo así el incremento
de la propia cuenta bancaria en fin de la actividad económica.
Para quien entiende así el beneficio, la utilidad social
es secundaria y accidental, y por lo tanto prescindible."
Este tipo de conducta fue lo que llevó a afirmar a
Santo Tomás Moro, en su libro Utopía, que: "En
tanto que el dinero sea la palanca con la cual se mueven todas
las cosas, no creo que las naciones puedan ser gobernadas
con justicia."
Si se examina la actividad económica con detenimiento
es fácil concluir que por encima de ella y del orden
legal que la regula, se encuentra la ética. La ética
es una dimensión previa y de superior jerarquía
a las leyes, a las normas y a la economía: éstas
siguen a aquella y no al contrario; no es por otra cosa que
se pueden idear argucias para actuar dentro del orden legal
y obtener un beneficio, pero sin sujeción al orden
de lo ético. Por ello resulta fatal dejar las pautas
que regulan la economía y los intercambios al establecimiento
de un consenso o peor aún, a la opinión del
más fuerte, para posteriormente elevarla a la categoría
de norma: este proceder es reflejo de uno de los más
crasos relativismos. Ejemplo concreto de poder maniobrar dentro
del orden normativo pero con interrogantes éticos es
el de varias entidades que legalmente se retiraron de la administración
del régimen subsidiado por razones netamente económicas,
cuando su actividad les había generado ganancias y
en el momento en que las personas habían aprendido
un poco más de sus derechos; pero, ¿esta conducta
de haber descremado el mercado para luego haberse retirado
se podrá valorar como éticamente buena, cuando
estos excedentes debían ser utilizados, al menos en
parte, para beneficiar a tantos que lo necesitaban? Otro ejemplo
factible de maniobrar dentro del orden legal, al margen de
lo ético: en el caso de que se prohibiera normativamente
una integración vertical en todos los niveles de complejidad,
es fácil para una EAPB idear movidas legales, a través
de terceras personas jurídicas, que disfracen al "poder
detrás del trono". Con razón Habermas afirmó
que la más grave herencia del positivismo, consiste
en confundir el actuar con el manipular, en confundir poder
técnico y saber práctico (2).
La mano invisible: el poder
del mercado
Adam Smith en su libro "La riqueza de las naciones",
sostenía que el Estado debía abstenerse de intervenir
en la economía ya que si los hombres actuaban libremente
en la búsqueda de su propio interés, una mano
invisible convertía sus esfuerzos en beneficios para
todos. Personalmente tengo la convicción de que esta
mano invisible es a su vez controlada por otra mano invisible
más poderosa aún que la que este personaje concibió:
la intención libre de las personas humanas, que deciden
el sentido de su propia vida. En uso de esta super-mano invisible,
algunos seres humanos conscientes de su poder eligen ayudar
y solidarizarse con los demás, mientras otros conscientes
de su fuerza resuelven usar a los demás como medio
para consolidarse. Tengo también la firme creencia
de que sobre lo netamente económico está la
persona humana, la que en uso de su libre albedrío
resuelve si colocarse por encima de ello o subordinarse a
ello. Resulta gracioso y paradójico a la vez, que al
final el materialismo basado en el dinero se reduzca a una
"fe ciega en lo económico". Insisto en mi
pleno desacuerdo con Adam Smith, para lo cual traigo un bello
fragmento del catedrático de Metafísica en la
Universidad de Málaga, Tomás Melendo Granados,
en un texto denominado "Persona y dignidad", en
el cual consignaba: "La dignidad (del hombre) apunta
a
la autarquía (3) de lo que se eleva al asentarse en
sí, en su propia intimidad, de lo que no se desparrama
para buscar apoyo en exterioridades inconsistentes (
)
el desprendimiento de los bienes materiales, suscita indefectiblemente
la sensación de dignidad: justamente porque quien obra
con tal moderación se muestra suficientemente radicado
en su valía interior, hasta el punto de que las realidades
que lo circundan se le aparecen como superfluas y es capaz
de renunciar a ellas". (4)
Los reduccionismos
Los reduccionismos -mirar las cosas sólo desde una
perspectiva parcial- tienen consecuencias negativas para la
humanidad y hay muchos: el materialismo, el positivismo, el
economicismo, el legalismo, el sentimentalismo. Los datos
económicos no son la única realidad económica
ni la más importante. Quién resuelve actuar
impulsado única y exclusivamente por intereses económicos,
no se da cuenta que lo mueve otro interés de mayor
nivel: el interés por sólo lo económico,
lo cual en sí mismo no es una decisión de tipo
económico aunque se refleje en ello. Hoy en día
se percibe mucha fe en las matemáticas y en la estadística,
lo que conduce a perder el sumo cuidado que debe tenerse al
interpretar sus datos: uno podría preguntarse que tanta
glucosa consume un cerebro humano cuando piensa cosas importantes,
sin que por ello pueda extrapolarse que la glucosa es la que
resuelve las cosas importantes. Uno podría preguntarse
cuántos latidos cardíacos de más se producen
cuando se analizan temas de vital importancia para la vida,
sin que ello signifique que es el nódulo sinusal el
que resuelve lo importante de la vida. Con relación
a la estadística, vivimos de espaldas a que las conclusiones
que ella nos da, pueden ser circulares, a saber: estadísticamente
se ha mostrado que los fumadores tienen mayor riesgo de desarrollar
cáncer pulmonar, pero no puede rechazarse de plano
una hipótesis contraria (5) y es que quienes desarrollan
cáncer pulmonar bien pudieran tener una mayor predisposición
para adquirir el hábito de fumar.
Los seres humanos queremos disminuir la incertidumbre sobre
las cosas y el futuro, y encontramos en las matemáticas
una aparente salida a ello: hay una tendencia a cuantificar
las cosas para poder entenderlas y compararlas. Pero no todo
es cuantificable, ni se puede reducir a una expresión
matemática. Veamos: ¿Cuál es la expresión
matemática de los valores? ¿Cuál es la
fórmula matemática que nos permite concluir
sin riesgo de equivocación qué conducta es mejor
que otra en una determinada circunstancia? ¿Si ello
fuera así, entonces que sentido tendrían la
prudencia y el criterio para discernir que alternativa sería
mejor? Es posible hoy expresar en términos numéricos
y matemáticos un hermoso paisaje y la fotografía
de un niño débil, desnutrido y enfermo; pero,
qué nos permitiría en esta sola expresión
matemática de estas dos realidades resolver ¿cuál
de las dos es más valiosa? "
de la misma
manera que el conocimiento matemático es exacto dentro
de un aspecto limitado de lo real -lo cuantificable-, la pretensión
de extender esa exactitud sobre toda la realidad es un empeño
imposible y contradictorio, porque toda exactitud es un molde
subjetivo que falsea en la medida en que impone su propia
forma" (6). Se puede afirmar que las personas y organizaciones
que fundamentan sus decisiones en la exactitud matemática,
cometen la más grande imprecisión de la vida.
"
vivimos en una sociedad donde abundan los muertos
vivos movidos por un sistema que todo lo cuantifica y convierte
los valores (eso que es la esencia de la vida) en meros elementos
de cambio objetivo y rentabilidad" (7). Y más
sobre los reduccionismos: las cifras matemáticas ocultan
muchas veces la realidad del hombre concreto que está
detrás de ellas: cuando se habla del porcentaje de
desempleo, del porcentaje de no cobertura del sistema de salud,
del porcentaje de glosas y de cartera perdida, se desaparece
por arte de magia el sufrimiento derivado del paro forzado,
de la falta de atención, se soslaya la apropiación
indebida de los recursos económicos que en justicia
se deben a quien prestó un servicio; todo ello se usa
para anestesiar la conciencia e incluso para irse a dormir
al final de la jornada, con la satisfacción del deber
cumplido.
Nos pueden mostrar todos los estudios econométricos
para evaluar alternativas de funcionamiento de un Sistema
de Seguridad Social en Salud, y ellos aunque son un indicio
que merece ser tenido en cuenta en la organización
del Sistema, no es lo único ni lo más importante.
Uno puede tomar decisiones absolutamente erróneas por
las solas decisiones económicas; para la muestra un
botón: el tráfico de drogas es un buen negocio
en la actualidad -que no es lo mismo que un negocio bueno-
y ¿quién estaría dispuesto a sostener
la bondad de esta empresa? El hecho único de que una
determinada organización empresarial del Sistema de
Seguridad Social en Salud genere una utilidad, no lo hace
bueno por sí mismo. Muchas preguntas se suscitarían
alrededor de ella, antes de poder concluir sobre el éxito
de este negocio: ¿Cómo se lograron estas utilidades?
¿Fue la eficiencia u otro tipo de artimañas
que, aunque legales, como aplazar servicios no prioritarios
desde una perspectiva teórica, eran requeridos por
alguien angustiado? ¿A quién beneficiarán
estas utilidades y cuál es su límite cuando
en el Sistema hay personas sin cobertura y aún las
cubiertas, tienen restricciones en su plan de beneficios que
sería conveniente incluir? Aunque no es ilegal, ¿es
ético (8), invertir un dinero importante de las utilidades
de una entidad del sector de la salud en publicidad que no
informa sino que simplemente atrae, o en actividades de promoción
de una marca cuándo hay a su vez tanta desinformación
en los usuarios del sistema y una cobertura que está
estancada y deja que desear?
La salud no es un bien cualquiera
Sin duda que el hombre debe buscar las mejores alternativas
para satisfacer la necesidad que se le presenta ante la circunstancia
de cómo superar la presencia de la enfermedad como
condición actual o como condición posible en
el caso de que se encuentre saludable. También debe
analizar y decidir entre las alternativas posibles para afrontar
el dolor, el sufrimiento y la muerte prematura, situaciones
que en la mayoría de los casos le impelen a buscar
ayuda de un tercero, ayuda que a su vez con bastante frecuencia
implica el uso de medios tecnológicos y personas con
conocimientos y destrezas idóneas para brindar tal
respaldo. Los recursos de salud son escasos para las necesidades
ilimitadas, por lo que es perentorio en las sociedades actuales
reflexionar sobre la economía de la salud y elegir
la mejor alternativa para que el mayor número posible
de personas, tengan acceso real a las atenciones idóneas
para prevenir, superar y minimizar las consecuencias de la
enfermedad, y promover la salud. Aquí nuevamente hay
que señalar que aunque hay que procurar la salud de
la economía en todos los campos -no sólo el
del sector de la salud-, esta última meta no es la
más importante como para sacrificar a la primera, es
decir: alcanzar una economía saludable a costa de unos
seres humanos sin servicios de salud. Cómo tampoco
cabe el otro extremo de sacrificar la economía buena
con el argumento peregrino de que la vida humana "no
tiene precio", confundiendo el hecho inmodificable de
que nuestra existencia biológica tiene un comienzo
y un término, y que no es ilimitada. Pero hay que tener
absolutamente claro, y nuevamente aquí no podemos caer
en el reduccionismo matemático que acalla los sentimientos
y percibe todo como mero objeto, que racionar los servicios
de salud para que más personas tengan acceso a ellos,
nunca es el bien, sino el mal menor, lo que a su vez tiene
que motivar a que quienes tienen en sus manos la planificación
financiera del Sistema de Salud estén en la permanente
búsqueda de alternativas para aumentar la provisión
de los servicios requeridos de salud y por ende, su situación
anímica sea la de estar angustiados por aquellos seres
humanos de carne y hueso que sufren el racionamiento.
Tan materialista es el economicismo, como el que pretende
la inmortalidad terrenal a costa de gastar recursos sociales
desproporcionados en salud; ambas actitudes merecen ser rechazadas
por falsas. Pero no puede dudarse que la salud es un bien
muy importante para los seres humanos, no como fin en sí
misma, pero sí como condición de posibilidad
de una vida buena -que no es igual que la buena vida, en la
que muchos seres humanos por su búsqueda obsesiva terminan
minando su propia salud-. Ya Aristóteles la mencionaba
como parte de las condiciones materiales humanas que permiten
tener un desahogo y holgura suficientes para poder pensar
en bienes más altos (9). Se reconoce ampliamente hoy
en día que el nivel de salud, así como el de
educación de un pueblo, es condición importante
para su desarrollo.
Sería necedad sostener que pueden ser idénticas
las reglas de intercambio de, por ejemplo, el negocio de canchas
de golf o de tejo, que las reglas de intercambio de los servicios
de salud. En estas últimas hay en juego algo mucho
más valioso que en las primeras. La complejidad de
las variables que intervienen en un sistema de salud es muy
alta, el bien que está en juego es valioso y las posibilidades
de error y consecuencias realmente funestas, por lo tanto
mayores. Esto exige que los actores de salud en teoría
sean virtuosos, es decir buenos, prudentes, fuertes y justos,
o al menos que tengan la firme intención y avancen
en ellas, y además que puedan justificar sus conductas
no sólo en términos legales y económicos,
sino fundamental y prioritariamente en términos éticos.
Según esto: ¿sería bueno, o por el contrario
altamente riesgoso, concentrar las decisiones de un sistema
de salud o de una porción importante de éste,
en un poder hegemónico, como el derivado de una posición
económica dominante o el de poseer una información
y formación valiosa? Debo contestar que no es buena
esta concentración en nadie: ni en el profesional de
la salud que deberá estar en todo momento en capacidad
de que sus actos sean evaluados y juzgados por la sociedad,
ni en ninguna entidad que posea "poder de mercado".
El dinero como incentivo de
la conducta de los profesionales de la salud
"Los clásicos (filósofos) no despreciaron
la actividad económica; pero no la valoraron de modo
suficiente. Sin embargo, hoy sufrimos la tendencia contraria,
a saber, una supravaloración de las actividades económicas
a nivel mundial, que invade todos los campos de la acción
humana y supedita la acción humana a la economía"
(10). Detrás de la postura de que sólo los incentivos
económicos pueden modificar el comportamiento de los
seres humanos, subyace una visión pesimista de estos:
la de que nadie es capaz de optar por la verdad y por el bien
de manera libre y voluntaria. Es que no hay mayor pesimismo
sobre el ser humano, que concebirlo como algo determinado,
imposibilitado para definir y construir un proyecto personal
de vida: muchos creen en esta postura que sólo nos
movemos por el dinero. En esta postura pesimista se encuentran
igualados muchos economistas de corte capitalista con el marxismo,
y lo peor es que no se dan cuenta de ello: estos últimos
dejaban en la lucha de clases y en la dictadura del proletariado
el avance hacia un mundo mejor y ya nuestro mundo vivió
los horrores derivados de esta postura, mientras los primeros
confían en la competencia entre las organizaciones
y en el poder del mercado para producir el progreso, y también
nuestro mundo vive las consecuencias de esta falsa teoría
llevada hasta el extremo: marginación, empobrecimiento,
desempleo.
Si aceptamos que los incentivos económicos son los
prioritarios a la hora de definir una manera de actuación,
me pregunto: ¿esto es sólo válido para
todos los profesionales de la salud -no dudo que los haya-
o sólo para algunos de ellos? ¿Estos incentivos
pueden afectar también a los que se dedican a la ciencia
económica? Si fuese verdad que sólo afecta a
los profesionales de la salud, ¿me pregunto por qué
sólo afecta a éstos y no a aquellos? Si los
que se dedican a la ciencia económica también
son movidos por incentivos económicos -cosa que es
posible, así como un médico también se
enferma y alguien que labora en un servicio de funeraria también
se muere-, entonces, ¿qué credibilidad merecen
los estudios económicos que sustentan los cambios de
conducta de los profesionales de la salud? ¿No son
ellos también movidos por incentivos económicos
y por lo tanto la metodología y el respectivo resultado
tienen un sesgo? Con relación a los incentivos económicos
cabe también preguntarse sobre el prejuicio ampliamente
difundido de que son malos todos aquellos incentivos que tienden
a aumentar las actividades asistenciales diferentes a las
de prevención y promoción, y son buenos aquellos
incentivos que procuran disminuirlos, sin consideraciones
a lo que el paciente realmente requiere; ¿no es igual
de condenable desde el punto de vista ético tanto gastar
inoficiosamente los recursos de la salud, cómo también
dejar de hacer actividades que requiere el paciente así
ellas generen un gasto? Pareciera que el juicio de los economicistas
de la salud en nuestro país tiene el siguiente dogma:
todo ahorro es bueno, todo gasto es malo (11). Este aspecto
de los meros incentivos económicos resulta un buen
abrebocas para tratar el punto siguiente.
La integración vertical
de las EAPB
Entiendo y juzgo la integración vertical como el poseer
por parte de una Administradora de Planes de Beneficios de
nuestro Sistema, la casi totalidad de las instituciones prestadoras
de servicios de salud, en todos sus niveles de complejidad,
en una región de su influencia o en la totalidad de
ellas, de tal manera que sus usuarios tienen pocas opciones
de ser referidos a otras entidades prestadoras; también
entiendo por integración vertical el hecho de ejercer
un fuerte poder de control y de decisión en el manejo,
ya sea directo o indirecto, de las instituciones prestadoras
de la red; igualmente hay que incluir en este juicio la situación
de tener una autoridad coercitiva importante en la conducta
asistencial y criterio de los profesionales de la salud. Hay
que incorporar aquí cualquier figura de tipo jurídico
o contractual que lleve a que exista este poder en la práctica,
de tal manera que deba ser tenido en cuenta como algo primero
y de trascendencia en el momento de conducir la acción
asistencial. La posesión económica a través
de sociedades de acciones, la presencia en las juntas directivas
de los prestadores con gran peso en las decisiones, aún
el poder deletéreo de los mecanismos autoritarios de
las auditorías y del poder de las glosas, caen dentro
de esta categoría.
Qué fácil resultaría juzgar a un profesional
de la medicina que se integrara de manera vertical y fuese
el dueño de un consultorio, de un laboratorio, de una
farmacia, y hasta de una funeraria. Pocos se atreverían
a defender tal conducta con el argumento de que éste
personaje quiere poner sus conocimientos y su capital al servicio
generoso y desinteresado de una comunidad. Y más: ¿Cómo
se interpretaría el comportamiento de un médico
que le ayuda a su paciente con una suma de dinero para que
pueda pagar una cuota moderadora o copago por unos exámenes
prequirúrgicos, de una cirugía que ese mismo
doctor llevará a cabo y de la cual obtendrá
unos honorarios superiores a la ayuda? He escuchado la condena
que se le hace a un proveedor de medicamentos cuando este
propicia el indebido consumo de alguno de ellos, cuando está
excluido del plan de beneficios y es de alto costo, utilizando
el mecanismo de la tutela, apoyando al paciente en los trámites
e incluso asumiendo el copago que le corresponde a éste.
En todos los casos anteriores y por no emitir un juicio severo,
se evalúa como una inducción indebida de la
demanda, motivada en un puro interés económico.
Esta claridad contrasta infortunadamente con la ceguera para
juzgar otro tipo de conductas de otros actores que merecen
señalamiento y rechazo, conductas relacionadas con
el más puro interés economicista y que se expresan,
entre otras cosas, en las modalidades de contratación
de los prestadores y en el modo en que se integran las distintas
responsabilidades.
Planteemos y juzguemos otro tipo de situaciones que pueden
darse en nuestro sistema de salud. ¿Es lícito
anteponer al criterio profesional el criterio del costo de
un servicio y de las coberturas de los planes de beneficios?
¿Es posible sostener con plena certeza que nuestro
sistema reconoce sólo las prestaciones en salud más
necesarias y adecuadas al estado del arte de los servicios
de salud y que no debemos preocuparnos por hacerle ajustes
al plan de beneficios? ¿Lo correcto no sería
primero evaluar qué requiere un paciente, para proceder
posteriormente a juzgar qué alternativa de mejor costo-efectividad
sería la de elegir? ¿Es comprensible que en
los últimos tiempos, y con razón, se haya juzgado
como malo el poder hegemónico que los profesionales
y las instituciones de la salud efectuaban sobre las personas
y la sociedad, para pasar a otro poder hegemónico como
el que se origina en poder resultante de controlar una demanda
de servicios de salud?
El poder hegemónico basado en una fortaleza económica
es más peligroso en la medida en que las circunstancias
de salud de un usuario, como ante una enfermedad grave de
las denominadas catastróficas por su alto costo para
nuestro sistema -aquí me pregunto, ¿cómo
se denominará para el paciente, que tiene una condición
que amenaza su vida y además lo hacen sentir catastrófico
para el sistema?- y de aquellas que requieran una atención
de mayor complejidad y por ende de un mayor uso de recursos
y de personal altamente entrenado y calificado, o ante situaciones
en las cuales la oportunidad de la atención sea fundamental
como lo es en el caso de las urgencias, en las que esta dominancia
fácilmente hace inclinar la balanza de la decisión
asistencial a seguir en favor del balance económico
y en contra de la vida del usuario. No será lo mismo
el riesgo que un usuario afronte cuando requiera ser atendido
en un primer nivel de atención, ante una situación
de baja complejidad y que no compromete seriamente su vida,
cuando como resultado de este abuso de poder dominante se
le racionen y se le aplacen servicios, que cuando un usuario
se encuentre en una circunstancia contraria a la anterior
en términos de la salud. Debo mencionar aquí
el concepto del "Mercado de los limones" acuñado
por George A. Akerlof, el cual establece que si la calidad
de un producto o servicio no puede ser adecuadamente juzgada
por el comprador, los oferentes tenderán a deteriorarla;
asimilando a lo que ocurre en este momento en nuestro sistema
de salud, en el cual los usuarios carecen de suficiente información
sobre cómo juzgar la calidad de la atención
que se les brinda y es la EAPB la que resuelve la remisión
a la red, en un contexto de tarifas reguladas se "podría
esperar que los aseguradores que ofrecen servicios de baja
calidad permanezcan y desplacen a los de buena calidad"
(12).
Puede esgrimirse que la Integración Vertical centrada
en las EAPB sea necesaria de manera transitoria, por el hecho
de que en algunos sitios del país no se cuente con
una infraestructura hospitalaria. Pero lo que se ha observado
es que esta integración no se ha dado en las regiones
apartadas de Colombia, donde además es negocio no contar
con infraestructura de servicios de salud para minimizar el
gasto, estrategia fácil fundada en el pobre nivel socio-cultural
de los usuarios. Llama la atención que la infraestructura
se haya montado en ciudades grandes e intermedias que contaban
con suficientes clínicas y hospitales; en estas ciudades
en un abuso de poder dominante primero se concentraron en
quebrar las tarifas y una vez obtenida la utilidad, se montó
la propia infraestructura sólo para los servicios que
garantizaran una rentabilidad, reduciendo la "torta de
la demanda de servicios" que con la capacidad instalada
significaba poder continuar presionando las tarifas por debajo
del costo y así poder perpetuar el poder de compra.
A su vez para operar esta infraestructura se crearon figuras
jurídicas y modelos de contratación que no tienen
en cuenta la calidad de los servicios, en donde los profesionales
de salud deben aceptar las condiciones impuestas de horarios
de labor y modalidades de pago, muchos paradójicamente
sin tener acceso a los beneficios de la seguridad social,
situaciones éstas que no son denunciadas por la posición
de indefensión, pero que generan un malestar larvado.
Todo esto dentro del orden legal y con el cumplimiento de
los requisitos mínimos necesarios para no poner en
riesgo la operación de estos centros.
El problema se agrava por el hecho, que puedo afirmar por
experiencia personal, de la escasa, pobre y superficial formación
de tipo filosófica, política y ética
en quienes toman las decisiones en el sector de la salud,
en sus niveles macro, meso y micro. Hay una formación
y experiencia técnica sin duda, hay gran información
sobre las normas legales y especialmente sobre sus vacíos
para poder aprovecharlos, pero muy poco de lo primero. Un
ejemplo concreto es el siguiente: hoy en día se racionan
servicios con el argumento, falaz y erróneamente utilizado,
del bien común. Pero el bien común no se opone
al bien particular, precisamente porque éste beneficia
a toda la sociedad (13). En otras palabras, el bien común
es el bien particular al que todos tenemos derecho y no algo
inalcanzable para todos y cada uno de los individuos. Sin
embargo este argumento aplicado por vía general, deja
sin muchos servicios a todos, para beneficio económico
de pocos. Ante un Estado débil, ante unos organismos
de control débiles, ante una sociedad débil,
ante unos seres humanos que en caso de enfermedad están
en condición de indefensión, que no poseen la
mayoría elementos de información y de juicio
para decidir que es lo más conveniente, ante la realidad
de los recursos económicos cuantiosos en juego y la
presencia de la corrupción, ante la falta de formación
filosófica adecuada de los que toman decisiones en
nuestro sistema de salud, me resisto a cualquier tipo de poder
hegemónico, aunque éste se disfrace de muchos
modos y aparezca como inexistente, o que se presente de manera
aparentemente bondadosa bajo el amparo de figuras jurídicas
de gran aceptación y atractivo social. Es sabia la
reflexión de Lord Acton (14): "el poder corrompe,
el poder absoluto corrompe absolutamente". Hay que procurar
un mayor equilibrio entre los actores y una mayor presencia
de la crítica sólida y fundamentada, que permita
hacerle ajustes al sistema de salud y desenmascarar a aquellos
que obran movidos por mezquinos intereses. Es que también
hay que afirmar que en nuestro país hay poca crítica
y mucho criticón, lo que hace que los argumentos sean
pobres y fácilmente atacables.
También hay que señalar que hay poca autocrítica,
incluyendo la de los propios profesionales de la salud. No
puedo sostener que estos somos los buenos y los demás
los malos. Infortunadamente profesionales de la salud, aún
con niveles altos de formación científica y
de gran destreza práctica, dejan mucho que desear con
su conducta y propician que aquellos buenos sean fácilmente
blanco de las críticas generalizadas y malintencionadas
por parte de otros actores del sistema que ven la "paja
del ojo ajeno, pero no la viga en el propio".
La conclusión
Es necesario plantear adecuadamente el problema que hay que
superar y trascender al diseñar un sistema de salud,
ya que dadas las circunstancias derivadas del ejercicio actual
y moderno de la medicina, sumadas a la realidad económica
de la sociedad, se debe enfrentar una situación que
se denomina como antinómica. Una situación es
antinómica cuando para resolverla necesariamente hay
que afrontar dos principios igualmente válidos pero
contradictorios. Los medievales las identificaron como los
insolubilia. Este tipo de situaciones se ejemplifica mediante
este artificio didáctico: "Platón hace
guardia en un puente sobre un río y dice a todos los
que quieren pasar: 'Si la primera proposición que dices
es verdadera, te dejo pasar; si es falsa te tiro al agua'.
Llega Sócrates y formula la primera proposición:
'Me tirarás al agua'. Ante esto, Platón no sabe
qué hacer, porque si tira a Sócrates al agua,
la aserción de éste último era verdadera
y debía permitirle el paso. Empero, si lo deja pasar,
la proposición dicha por Sócrates resulta falsa
y entonces debería tirarlo al agua".
La antinomia que se presenta en los sistemas de salud, se
deriva de la presencia de dos principios válidos que
se debaten de manera permanente entre sí y que llevados
al extremo resultan francamente contradictorios: la gente
necesita ser atendida en sus necesidades de salud y se requieren
recursos económicos suficientes para satisfacer esas
necesidades. Lo cierto es que las necesidades superan los
recursos económicos disponibles y los recursos disponibles
imponen restricciones para la satisfacción de las necesidades.
No es posible desconocer ni pasar por alto esta antinomia.
El superarla implica un ejercicio permanente de prudencia,
buen juicio y búsqueda de un equilibrio virtuoso, de
tal manera que el mayor número de personas tengan acceso
real al mayor número de servicios idóneos por
ellos requeridos. Resolver la antinomia inclinándose
del lado de la satisfacción de necesidades puede sonar
muy romántico y caritativo, pero resulta en un imposible
económico; este tipo de postura es muy común
entre los prestadores de servicios de salud. Resolver la antinomia
del lado de los recursos puede sonar económicamente
muy atractivo, pero desemboca en un desastre humano; este
tipo de postura es a la que pueden inclinarse quienes manejan
los recursos económicos. Por lo anterior fue bien concebido
de manera inicial y teórica el sistema de salud, con
unos actores que se responsabilizarían del manejo adecuado
de los recursos, con otros que se dedicarían a la prestación
de los servicios, con una comunidad que vería aminoradas
las consecuencias económicas de la enfermedad y que
tendría acceso a buenos servicios de salud, y finalmente
con un árbitro que estaría pendiente de que
los actores se ciñeran a unas reglas de juego que permitieran
un sistema de salud armónico, equilibrado, con beneficios
para la sociedad, los pacientes y una compensación
justa para los demás actores.
La conclusión final es muy simple. Si queremos un sistema
de salud fuerte, sólido y ético, la respuesta
no es integrar a los actores desde una perspectiva económica
de manera vertical sino integrarlos desde una perspectiva
humana de corresponsabilidad horizontal. Sin una relación
horizontal no es posible el diálogo constructivo, el
análisis y solución adecuada de los conflictos
y dilemas, y tampoco una buena sinergia. Debe propiciarse
la separación verdadera entre Empresas Administradoras
de Planes de Beneficios (EAPB) y entre Instituciones Prestadoras
de Servicios de Salud (IPS), el fortalecimiento del sistema
de vigilancia y control, los usuarios bien informados y conscientes
de sus derechos y deberes, para afrontar el reto permanente
derivado de la antinomia ya consignada. Cada uno de los actores
tiene que responsabilizarse de su contribución al sistema,
además de los intereses particulares que los mueven.
Hay que afirmar que el poder dominante, no es en sí
mismo malo; la maldad radica en el para qué se utiliza
dicho poder, y es bueno que alguien lo controle y que siempre
tenga límites, ya que un giro en la intención
de bueno a malo, resulta funesto. Desgraciadamente un "diablito
causa amor" y todos lo alimentan para que crezca, hasta
que sea un "diablo que causa pavor" y ya está
fuera de fácil control. Escribió Ernesto Sábato
en su libro Antes del Fin: "
es como si en un mundo
en que sólo hubiesen lobos y corderos nos dijeran:
'libertad para todos' y los lobos se coman a los corderos".
Y agrego: sin que los lobos se den cuenta, por su visión
torpe y miope, que una vez hayan terminado con todos los corderos,
¿qué comerán?
Notas de pie de
página
1. Pueden consultarse: "Fundamentos de Antropología".
Yepes S., Ricardo. Eunsa y "La persona humana parte
III". Sellés, Juan Fernando. Universidad de
la Sabana.
2. J. Habermas, "Dogmatismo, Razón y Decisión"
en "Teoría y Praxis. Ensayos de Filosofía
Social", Buenos Aires, 1966, pp. 127 - 163.
3. Dominio de sí mismo.
4. En revista "Persona y Bioética", Año
2 No. 6 febrero - mayo de 1999. Universidad de la Sabana.
5. Expresado de otra forma: ¿es el hábito
de fumar lo que predispone al cáncer pulmonar, o
es que quienes desarrollan cáncer pulmonar tienen
una mayor predisposición para fumar?
6. "En torno al hombre". Ayllón, José
Ramón. Rialp
7. Ángel R., José Guillermo. "Cartas
dispersas". Periódico El Colombiano, 19 de octubre
de 2003, pág. 5ª.
8. Non omne, quod licet, honestum est: No todo lo que es
lícito es honesto. Aforismo jurídico de Paulus
en el "Digesto".
9. "Ética a Nicómaco". Aristóteles
10. "Antropología filosófica". Sellés,
Juan Fernando. Tomo III. Págs. 139-140. Universidad
de la Sabana.
11. Un dogma es una verdad no evidenciable que se impone,
a diferencia de un axioma que es una verdad evidente.
12. "Hipótesis sobre la selección adversa
en Colombia". Observatorio de la Seguridad Social,
Grupo de Economía de la Salud -GES-, junio 2003 Año
3 No. 7 Medellín.
13. "En torno al hombre". Ayllón, José
Ramón. Rialp
14. John Emerich Edward Dalberg Acton -Primer Barón
Acton de Aldenham- nació en Nápoles, Italia,
el 10 de enero de 1834, murió en 1902.
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| Más
información... |
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¿Conviene
o no la integración vertical en el sistema de salud
colombiano?
Gran preocupación genera en los actores del sector
salud la presencia y desarrollo de procesos de integración
vertical en la cadena de producción de bienes y servicios
de salud. Desde la creación del sistema de salud colombiano
se promovió la separación de las diversas funciones
en su interior, pero simultáneamente se dejó
la puerta abierta para que los agentes pudiesen integrar funciones...
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Investigación
del GES - Estrategias de integración vertical
en el sistema de salud colombiano
Esta investigación del
Grupo de Economía de la Salud (GES) del Centro de Investigaciones
Económicas (CIE) de la Universidad de Antioquia, se
iniciaría en el primer semestre y dura ocho meses,
por lo que en el segundo semestre se tendrán resultados
y hallazgos preliminares...
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¿Es el
ISS ejemplo de integración vertical?
Cuando se habla de Integración
Vertical en salud, lo primero que algunos traen a discusión
como ejemplo es el Instituto de Seguros Sociales (ISS). No
obstante, expondré porqué el Instituto nunca
ha sido un modelo que ilustre esta estrategia empresarial.
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Integración
Vertical en salud - ¿Oportunismo o calidad? / Los riesgos
/ ¿Cuándo la integración vertical es
peligrosa?
Las leyes del mercado gobiernan
desde la vigencia de la Ley 100 de 1993 el derecho a la salud,
y a partir de estas normas todo se transformó, y no
porque antes no existiese mercado, sino porque ahora el mercado
se convierte en el todo. Y como es mercado, las pautas para
maniobrar en él se rigen por las leyes de la economía,
por alianzas estratégicas...
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Posibles soluciones
a la integración vertical perversa / ¿Cuándo
se presenta la integración vertical en salud?
Crear un sistema de rendición
de cuentas basado en indicadores de calidad técnica
que haga que las aseguradoras o administradoras de planes
de beneficios (EAPB) le demuestren a la sociedad cómo
están utilizando los recursos que se les entregan.
Así, el público podrá saber, por ejemplo,
cuáles son las tasas de amputación o de pérdida
de la visión en diabéticos, la proporción
de hipertensos que termina en falla renal, la morbi-mortalidad
en mujeres gestantes o neonatos...
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Consideraciones
filosóficas / Integración vertical en salud: un
diablito que causa amor o... ¿pavor? / Otras
reflexiones acerca de integración vertical
"Entiendo y juzgo la integración
vertical como el poseer por parte de una Administradora de Planes
de Beneficios de nuestro sistema, la casi totalidad de las instituciones
prestadoras de servicios de salud, en todos sus niveles de complejidad,
en una región de su influencia o en la totalidad de ellas,
de tal manera que sus usuarios tienen pocas opciones de ser
referidos a otras entidades prestadoras... |
La
experiencia de Cataluña: Unidos y sin competencia desleal
El médico Luis Fernando
Giacometti Rojas, especializado en gestión de servicios
de salud y doctor en economía, explicó a El Pulso,
como representante legal y director de la oficina en Colombia
del Consorcio Hospitalario de Cataluña, su experiencia
y visión sobre la Integración Vertical, y ofrece
sus recomendaciones sobre cómo podría aplicarse
en el país. |
Asociación
Colombiana de Hospitales y Clínicas - Siempre verticales
contra
la integración vertical
Mantener una posición crítica,
categórica y en abierta oposición frente al tema
de la integración vertical en el sector salud, ha sido
y será la postura de la Asociación Colombiana
de Hospitales y Clínicas, ACHC, tal y como lo afirma
su Director General, el doctor Juan Carlos Giraldo Valencia:
Nuestro llamado siempre ha sido que se respeten los papeles
puros de cada uno de los actores del sistema, la separación
completa de funciones, que los aseguradores aseguren, que los
prestadores prestan... |
Instituto
de Ciencias de la Salud -CES- Libre elección ¿un
derecho horizontal?
El doctor José María
Maya Mejía, rector del Instituto de Ciencias de la Salud
-CES- asevera que la integración vertical es una estrategia
de utilidad para un asegurador de riesgos en salud, dado que
le permite tener control sobre la demanda de servicios, la oferta
y los costos de las diferentes actividades, al tiempo que favorece
la atención por niveles y permite un manejo más
integrado de los problemas de salud de los asociados... |
Fundación
Santa Fe - Integración vertical: talón de Aquiles
de la Ley 100
Para el doctor Roberto Esguerra,
Director de la Fundación Santa Fe, en Bogotá,
el tema de la integración vertical se debe analizar bajo
diferentes ópticas, toda vez que existen diferentes tipos
de integración y no siempre se afectan los mismos niveles
del sistema... |
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Autoridades
deben asumir regulación efectiva de la integración
vertical
Al ser consultada por el periódico
El Pulso acerca del tema de integración vertical, la
Exsuperintendente de Salud Inés Gómez de Vargas,
presentó los siguientes puntos de vista:
La integración vertical entre las EPS y las IPS
va contra la concepción teórica del modelo bajo
el cual fue diseñado el Sistema General de Seguridad
Social en Salud (SGSSS), y al introducirla se genera un alto
riesgo de disfuncionalidad en su operación...
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