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Habilidades
para la vida
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La
importancia del
arte afectivo
en la felicidad
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¿Hay
algo más importante que dominar las competencias interpersonales?
Diana
Restrepo Bernal, MD. - Psiquiatra de Enlace - elpulso@elhospital.org.co
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La existencia humana se teje a partir de interacciones afectivas.
La base de nuestraexistencia se fundamenta en las relaciones
de pareja, familia, grupos y comunidades, conectadas, dependientes,
abiertas. Desde que nace el ser humano, aprende múltiples
roles humanos: ser hijo-hermano, compañero-aprendiz,
amigo-amante-novio, trabajador-jefe, esposo-padre-abuelo
una empinada escalera afectiva, construida a partir de peldaños
que cada ser humano debe dominar. |
El peso
de la afectividad queda plenamente demostrado por los antecedentes
filogenéticos de nuestra especie. Para algunos científicos,
los procesos psicológicos afectivos anteceden 35 millones
de años a otros procesos psicológicos. Esto significa
que las habilidades afectivas son de vital importancia en la
supervivencia de las especies. |
Conocer
a otro, interactuar con él, apreciarlo, cuidarlo, son
destrezas afectivas que los primates desarrollaron antes de
la aparición de los primeros homínidos; por tanto,
la afectividad interpersonal no es un invento ni una necesidad
humana, sino una estrategia que los primates antropomorfos (orangutanes,
gorilas, chimpancés), heredaron a los Australopitecus
(homínidos que iniciaron la marcha bípeda). Nosotros,
seres humanos, herederos de estas complejas redes afectivas,
sin importar si somos afectuosos y solidarios, recolectores
Yanomani, o sofisticados y fríos trabajadores suizos,
o cazadores esquimales, médicos, pescadores, monjes,
o simplemente usted y yo, nadie soporta la existencia aislado. |
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Según el psicólogo
Michael Argyle:
Ser feliz tiene que ver con los demás,
ser feliz requiere encontrarse bien con
las personas significativas y consigo mismo:
bien con los otros, bien consigo mismo.
¡Ni más ni menos!
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Sorprende
entonces que si la afectividad supera a las demás funciones
psicológicas como el pensamiento o el lenguaje, se le
haya olvidado y menospreciado por tanto tiempo, y se le haya
considerado una deshonrosa cualidad un tanto femenina y provista
de enormes desventajas y consecuencias problemáticas
para la mente humana, llamada a trabajos de orden superior.
Sin embargo, la supremacía del pienso, luego existo
permanece, y a pocos se les ocurriría decir comprendo
a otros, luego existo.
Lo primero a enseñar: el arte
afectivo
Las instituciones educativas, empezando por los jardines
infantiles, dan prueba de esto. Herederos de un afán
occidental, han volcado su apuesta formativa en enseñar
símbolos, letras, dibujos, números, desde edades
muy tempranas, con el fin de preparar a estos niños para
competir. Lo que queda rezagado sin duda, es que cada uno de
esos pequeños debería dominar primero el oficio
humano, el arte afectivo, el cual requiere tiempo y secuencia.
Este arte debe ser enseñado por madres y padres, abuelos,
hermanos. |
La
felicidad que depende de las
relaciones con los demás, equivale a jugar
en 20 o más tableros simultáneos de ajedrez
con
fichas cambiantes, con jugadores caprichosos,
y conducir todos los tableros
interpersonales a buen puerto.
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El delicadísimo
y sofisticado arte de involucrarse con otras personas no puede
dejarse para la adultez, cuando ya se han pagado con sangre
los errores, por no dominar las competencias interpersonales.
Negociar, compartir, descifrar intenciones y captar afectos,
son destrezas complejas que a la psicología moderna le
ha dado por llamar teoría de la mente. Teoría
de la mente que los bebés balbuceantes ya comienzan a
manejar.
El psicólogo Michael Argyle (1987), afirma que la
primera de nuestras tres fuentes de felicidad son los demás:
el matrimonio, la familia, los amigos y otras relaciones sociales,
son fuentes fundamentales de felicidad. Y concluye: Ser
feliz tiene que ver con los demás, ser feliz requiere
encontrarse bien con las personas significativas y consigo mismo:
bien con los otros, bien consigo mismo. ¡Ni más
ni menos!
En palabras del doctor Miguel de Zubiría, ser feliz
requiere engrasar los vínculos con los padres, los hermanos,
los compañeros, los grupos, la pareja, con los jefes
y consigo mismo. Tarea descomunal, equivalente a jugar
en 20 o más tableros simultáneos de ajedrez con
fichas cambiantes, con jugadores caprichosos, y conducir todos
los tableros interpersonales a buen puerto. ¡Impresionante!
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