DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 12    No. 164  MAYO DEL AÑO 2012    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


El doctor Jorge López
y sus esculturas ortopédicas
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - Manizales - elpulso@elhospital.org.co

En contacto con el dolor humano han nacido siempre grandes obras de arte. Así como Leonardo Da Vinci, paradigma del “Homo Universalis” renacentista, reunió en un mismo quehacer al médico anatomista y al pintor insigne; y así como el maestro del claroscuro, Rembrandt, nutrió sus lienzos con las lecciones de anatomía del doctor Tulp y otros eminentes cirujanos, muchos médicos actuales dan testimonio de esa hermandad de la medicina y el arte.
Jorge Eduardo López Valencia, ortopedista y oncólogo, jefe del Departamento de Ortopedia en el Hospital Universitario de San Vicente Fundación, se distingue como escultor, en un campo tan difícil como el reciclaje de piezas ortopédicas. Mirando sus procedimientos médicos y sus “cuadros-esculturas”, no se sabe dónde derrocha mayor talento artístico: si reconstruyendo las piernas y los brazos de una persona, o plasmando un ser humano completo en acero o titanio, con piezas de desecho, sin soldadura ni intervención de materiales.
Refiere el profesional: “Llevo 9 años como ortopedista, oncólogo y jefe de Ortopedia en el Hospital. Empecé a recoger material para la docencia y con lo que me sobraba, vi la posibilidad de crear imágenes que pudieran servir. Son una especie de esculturas en cuadro, tratando de mostrar imágenes que me gustan, como los guerreros o las motos. El otro objetivo era no desperdiciar materiales, tanto antiguos como nuevos”.
Increíblemente, quien logra esa plasticidad en los detalles escultóricos, dice no haber tenido vocación estética: “Yo he sido malito para los dibujos, nunca consideré que la estética fuera mi fuerte, casi que mi mamá era la que hacía todas esas cosas, pero sí me gustó mucho trabajar con herramientas, con taladros, con tornillos, como oportunidad de hacer algo que me gusta y que se vea creativo”.
Guerreros, motos y Cristos
Los cuadros-esculturas de Jorge López cuentan trozos de su vida. Oficial de la reserva del Ejército Colombiano en el grado de Teniente, colabora con la Fundación Héroe, Camina: “Nuestro Hospital de San Vicente Fundación es un hospital de trauma, muchos de sus pacientes son víctimas del conflicto, lesionados por minas o por armas de fuego; entonces, en mis obras se ve mucho esta problemática. Quienes trabajamos en la reserva, servimos como puente entre el personal civil y el personal militar. Por ello plasmo la milicia, los héroes.
Ha sido difícil poner nombres a mis obras, a veces uno busca títulos muy rimbombantes; yo más bien los llamo simplemente El guerrero, La mano, La moto, Cristo, Paisaje; algunos dicen que dos de mis guerreros son Don Quijote y Sancho Panza. La parte militar es otro perfil mío, me gustan las armas, la milicia, todo lo que es equipo, puede haber cierta conexión entre armas, equipos y herramientas, si miramos las armas como herramientas para la defensa. Los guerreros muestran la parte defensiva, no necesariamente son ataque sino protección”.
Sobre las figuras de crucifixión, agrega: “Mis Cristos son muy representativos de mi actividad, pues uno como oncólogo está muy cerca de la muerte y estas figuras pueden ser una forma de representar esa cercanía. Hay un Árbol de Andry, símbolo de la ortopedia, un paisaje, un tanque militar que para unos es un tren, para otros un carro u otras cosas.
El ortopedista, por trabajar tanto con las manos y reparando fracturas, tiene que crear más, tiene que tener mucho de mecánico y de artista. En mi profesión de oncólogo, me tocan muchas amputaciones, siempre he estado muy cerca de estos procedimientos. Y con tantos hechos de guerra que a uno le toca ver, se va perdiendo un poco la susceptibilidad”.
Así como muchos cultores del “Art Recycling” en todo el mundo producen obras con chatarra automotriz y con toda clase de desechos domésticos e industriales, y de paso ayudan a reducir el material contaminante, el doctor Jorge López muestra que las piezas sobrantes de ortopedia son útiles y además poseen belleza intrínseca.
Indica el artista: “Utilizo prótesis parciales de cadera, placas para tibia, barras de Harrington en columnas vertebrales, tres tipos de sierras para remover yesos y para hacer cortes óseos, placas de Aldorf, etc.
Un Cristo lo forman la esfera de una prótesis parcial de cadera (la cabeza), dos DHS, una placa de osteotomía, dos placas anchas para fémur y el INRI del crucifijo es una placa pequeña de tercio-caña; para el cúbito utilicé un fijador de antebrazo, otros segmentos son partes de fijadores que forman los huesos del carpo y simbolizan las partes de la mano. Podrían ser los componentes de una prótesis de mano, faltando la parte mecánica que mueve las poleas, los tendones, pero es reflejo de un esqueleto de mano mecánica. Si bien hay muchos artistas que trabajan con elementos de reciclaje, sólo conozco un
francés que utiliza objetos similares a los míos, pero él emplea soldadura con material de prótesis, en formato de escultura. No tengo una influencia directa de los artistas de este campo. El metal principal es acero quirúrgico 3-16L, también uso titanio, parte de los fijadores son duraluminio y empleo algunas barras de carbono. Muchos materiales para mis esculturas las recojo de endoprótesis ya utilizadas o que de pronto terminan y hay que amputar; uso más material de ortopedia que de oncología”.
Con toda la plasticidad de sus figuras, el doctor López no ha sido tocado aún por la vanidad artística. Es de esos hombres que emplean su talento sin ser víctimas de él. “La gente me ha hecho buenas críticas; antes hacía estas obras más como hobby, pero ya me impulsan a hacer otras y a mostrar más lo que hago. Personas y hasta empresas me dan piezas que sobran y yo las aprovecho”.
Este hombre vive ante todo para sus pacientes. Por ello, dice que sus más grandes satisfacciones son el enfermo que logra una sobrevida mayor, o quien pese a tener una lesión maligna, obtiene un tratamiento adecuado y disminuye su limitación. El doctor López es un artista, reconstruyendo los miembros humanos que destruye la guerra para prolongar la vida de las personas, y construyendo otros seres de acero y titanio que tienen vida propia: Cristos que padecen, motos que rugen, guerreros que marchan, paisajes que emocionan, quijotes que cabalgan, manos que trabajan.
 
El arte de reciclaje,
lenguaje de un mundo de desechos
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - Manizales - elpulso@elhospital.org.co
Una sociedad industrial en expansión como la del siglo XX, generó la civilización del desecho y globalizó la basura. Todo ello necesariamente creó su propia estética; así nació el “arte de reciclaje” (Art recycling). Estas obras surgieron como necesidad, no sólo de los artistas sino de la propia sociedad, ante la creciente contaminación urbana. No es extraño que en Méjico proliferen escultores dedicados a reciclar residuos diversos, cuando la capital produce más de 12.500 toneladas diarias de basura, y lo mismo ocurre en ciudades como Nueva York, Tokio, Madrid, Buenos Aires o Bogotá.
No es casual la aparición de un Andy Warhol (1928-1987), profeta mayor del “Art recycling” y símbolo del “Pop art”, en una cultura eminentemente productora de desechos como la norteamericana. Ingenioso como pintor, dibujante, grafista, fotógrafo, publicista y cineasta, revolucionó el mundo del arte con sus latas de Coca Cola y de Sopas Campbell´s, con sus originales mezclas de pinturas con chocolate fundido, mermelada de frambuesa y hasta semen humano y orines, que eran algo más que “obras pretenciosas” o “bromas pesadas”, al decir de algunos críticos retrógrados.
Satirizaban la violencia, como sus imágenes de la silla eléctrica y de la brutalidad policial, y marcaban nuevos rumbos al arte y a la publicidad. Warhol dijo una vez: "Siempre me ha gustado trabajar con las sobras, convertir los desperdicios en cosas. Siempre creí que las cosas desechadas y que todos saben que no valen para nada, pueden potencialmente ser divertidas. Es como un trabajo de reciclaje. Siempre pensé que había mucho humor en las sobras.”
La poesía de la chatarra
El tailandés Sudjai Mai recrea en tamaño natural personajes de la ciencia ficción como su “Metal-Alien” y su “Predator Steampunk”, con piezas y chatarra de autos; su grupo “Kreatworks” se propone reducir el material tóxico en el mundo.
Joe Pogan plasma figuras de peces, aves e insectos con pernos, tornillos, relojes, cucharas, llaves y clavos. El argentino Guillermo Rigattieri interviene metales desechados, en obras de arte conceptual como sus locomotoras-elefantes y otros seres imposibles.
Más dinámicas e interactivas, las esculturas de metal líquido de Sachico Kodama y Yasushi Miyajima, crean relatos visuales con la ayuda de campos magnéticos. Edouard Martinet encaja ollas de cocina, llaves oxidadas y otros objetos sin soldadura, como armando rompecabezas; Stuart Haygarth crea bellas lámparas con miles de gafas, con frascos de detergentes y faros de carros; y un personaje colombiano llamado “Niño Dios” vive en Capurganá, en una casa que construyó con envases, cajas y tapas de gaseosas y cervezas. No por nacer en los basureros, en los cementerios de carros o en los cuartos de San Alejo, el arte de reciclaje es de peor familia. Simplemente, es hijo de su tiempo. Cada técnica artística satisface, además de las pulsiones estéticas del hombre, unas necesidades sociales, como las de comunicación; y responde a unas circunstancias. No es extraño el florecimiento de una arquitectura monumental de mármol en Grecia y Roma, con tal abundancia de ese material en las canteras de Grecia e Italia, como tampoco lo es el desarrollo de la pintura entre los egipcios, ricos en pigmentos naturales y sabios en su preparación.
Con distintas formas de pintura sobre sus cuerpos, los indios Pieles Rojas de Norteamérica, especie de “arte primitivo inconsciente”, enviaban mensajes de paz o de guerra a las tribus rivales. Y en valiente defensa del arte figurativo, Fernando Botero fustiga un arte falsamente conceptual desbocado y señala que la obra debe tener una funcionalidad social.
La escritora inglesa Ángela Carter dice: “El arte se puede considerar tal, cuando surge de la necesidad. Este origen es la garantía de su valor; no hay otro”. Y en este punto, la plasticidad y versatilidad del Art recycling, su rol social de “descontaminador” y su poder como lenguaje que expresa el mundo actual, le valen un puesto permanente en las galerías.
Un carpintero ortopedista: el doctor David Warren
El doctor David Warren Santamaría (1934-2011) otro ilustre médico del Hospital San Vicente en Medellín, fue mentor del doctor Jorge López Valencia, tanto en la ortopedia como en la escultura, y quién refiere: “Tuve el honor de que fuera mi profesor, era muy buen carpintero, me dio varias piezas para trabajar, tenía gran habilidad para las obras en madera, estuvo mucho tiempo dedicado a los niños. Desde la residencia hasta 2001 estuve con él, y luego después en la práctica como ortopedista, compartí muchas actividades del Plan Triángulo en el Hospital, creado por el doctor Ricardo Restrepo Arbeláez y el doctor Warren, en ortopedia, fisiatría, neurocirugía y trabajo social. Ahí tratamos pacientes con patologías muy complejas, sobre todo niños, un aprendizaje muy grande para varios servicios hospitalarios”.
Cuenta doña Ana Eugenia Londoño, viuda del doctor Warren: “Él recordaba haber tenido siempre, desde chiquito, una navaja en la mano para labrar palitos. Dejó como 30 obras repartidas por toda la casa, trabajó el cuerpo humano, unos Cristos, varias lámparas -arañas que llaman-, pero la mayoría de las obras son abstractas.
Doctor David Warren Santamaría
Decía que tallaba para encontrar lo que la madera guardaba por dentro. Hay una obra que a mí me encanta, es como un tronco grande que por un lado es un Cristo y por el otro como un Espíritu Santo en forma de paloma. Tenía un taller muy completo en la casa, yo todavía no lo he desbaratado, ahí en todos sus ratos libres estaba siempre trabajando en la madera; no tuvo ningún profesor, fue autodidacta y decía que siempre encontraba en la madera lo que buscaba, y dependiendo del tronco que escogiera alguna figura le salía; todas son únicas, nunca hizo algo repetido”.
 



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