MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 221  FEBRERO DEL AÑO 2017    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Medicina y espiritualidad
Es muy frecuente que deseemos el éxito y la felicidad. ¿A quién no le gusta sentir que ha ganado una partida contra la enfermedad y la muerte? ¿Quién no prefiere buenos desenlaces con sus pacientes? ¿Quién no quiere, también, ser feliz con lo que tiene y con lo que es?
Es interesante el origen de estas palabras. Por ejemplo, "éxito" viene del latín: "exitus" o salida (en anglosajón "exit”); también significa "término, fin". Cuando se da una salida o se termina o finaliza una situación positivamente, a esto le llamamos éxito. Por otra parte, "felicidad" viene del latín "felicitas" y significa "cualidad de contento, satisfecho".
Es curioso ver cómo dos palabras diferentes llegaron a significar lo mismo para nuestra sociedad contemporánea. Entonces, se equiparan la una a la otra, o mejor: pareciera que no pudieran existir la una sin la otra. Sin embargo, lo más extraño es ver cómo el éxito se convierte en una especie de adicción y allí es donde se pasa a su extremo que es el “exitismo”.
En el gremio de la salud, es cada vez más común hablar de “éxito terapéutico” y ello nos remite a otro problema de marca mayor: que no se puede hablar de éste, sin un buen resultado. Y ya sabemos qué ocurre cuándo subordinamos el ejercicio de la medicina a sólo fines y qué podría suceder si estos no se consiguen.
Valdría la pena replantearse la finalidad de la medicina y si los seres humanos hemos creado este arte-ciencia solo para obtener el éxito. En algunos casos nosotros, los protagonistas, esperamos siempre desenlaces exitosos dentro y fuera de ella y así, el exitismo, nos lleva a tomar decisiones que pueden ir en contra de la historia natural de la enfermedad e incluso en contravía del bienestar y la felicidad del paciente. No nos gusta reconocer que hemos perdido a pesar de nuestros esfuerzos, porque buscamos indefectiblemente “ganar” la lucha contra la enfermedad y la muerte.
Cuidémonos del exitismo pues, en su nombre, sometemos a los seres humanos a una batería de exámenes y de tratamientos que en algunas circunstancias ofrecen dudosos resultados, pero sí nos dejan decepción e infelicidad tanto a los pacientes como a los médicos. Uno de los sentidos de la medicina es mejorar la calidad de vida y consolar; hemos de estar preparados para que no siempre se obtenga éxito, pero si para procurar la felicidad de nuestros pacientes y por qué no, la nuestra.
 
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