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Un Seguro sin garantía segura
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Conpes le dio 30 días al ISS para encontrarle una solución
a su crítica situación económica. Un problema
que le creó el Estado desde 1967 cuando comenzó
a quedarse con aportes que nunca pagó. |
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Acaso hoy, cuando usted tome las páginas de este periódico
en las manos, los informativos de prensa, radio y televisión
estén dando la noticia de que una lápida de mármol
viejo se ha posado sobre la historia del Instituto de los Seguros
Sociales (ISS), como un mal plagio de "Crónica de
una muerte anunciada", o se repita la famosa bomba noticiosa
de ¡Se salvó el ISS!
Tal vez, tanto se ha dicho lo uno y lo otro en la historia de
este país, que la espera de un real y definitivo final
de esta mala película, termine sólo por hacer
descansar del suspenso a unos usuarios, trabajadores y empresarios
que se sienten tratados como si estuvieran en el peor balcón
del escenario público, aunque fuesen ellos con sus aportes
quienes le dieron vida a la institución desde 1946. |
Cuando
este ejemplar de El Pulso esté en circulación,
el pasado 1º de mayo de 2003 se habrá cumplido exactamente
el plazo dado por el Consejo Nacional de Política Económica
y Social (Conpes) a la Comisión Tripartita compuesta
por trabajadores, Ministerios de Hacienda y Protección
Social y el Departamento Nacional de Planeación, para
entregar un plan de reestructuración laboral y administrativa
que garantice que el servicio de salud del ISS es viable y se
puede sostener.
Parece que todos olvidaron cómo de las reservas financieras
del Seguro Social el Gobierno sacó el dinero que necesitaba
para proyectos que nada tenían que ver con la física
salud del ISS y sus afiliados, como darle aliento económico
al Banco Central Hipotecario, al Instituto de Fomento Industrial,
al Instituto de Crédito Territorial, el sector eléctrico
e incluso, ser un soporte para la deuda externa, aguantar el
fiero embate de la corrupción y los golpes magistrales
del gobierno de Misael Pastrana Borrero, quien de un plumazo
quiso borrar la deuda y se evitó pagar durante su administración
el 25% de los recursos que le debía al ISS.
No contentos con todas estas acciones, el ISS que ha crecido
y se ha mantenido con los aportes de empresarios y trabajadores
durante 57 años y a pesar de que el gobierno no le ha
pagado los $42 billones que le debe -sin sumarle los intereses-,
ni ha cumplido a cabalidad con su compromiso de aportar una
tercera parte para su funcionamiento, como bien se acordó
desde su fundación (gobierno-empresarios-trabajadores),
sigue vivo y con ganas de permanecer en la faz de esta Nación,
como bien lo señalan quienes le han metido recursos económicos,
trabajo y aportes por años y años: empresarios
y trabajadores.
Estos dos actores, son quienes finalmente no han permitido que
desaparezca el ISS en las áreas de salud, riesgos profesionales
y pensiones, aunque se le hagan reformas, le sustraigan recursos,
le resten trabajadores y se le golpee con gran parte de las
normas gestadas en la Ley 100 de 1993, que no estaba en capacidad
de cumplir, o con la famosa selección adversa, que le
entregó a su custodia los pacientes con las enfermedades
más graves y más costosas para atender, tanto
que a pesar de la competencia de las EPS privadas, el Instituto
sigue atendiendo el 70% de las patologías de alto costo,
esperando que el reciente Acuerdo 245 lo libere un poco de esta
responsabilidad en el transcurso de este año.
Se olvidaron de la deuda
Los gobiernos de turno se han negado a pagar la deuda con el
ISS y le piden al Sindicato que le demuestren qué deben
desde 1967, pero mientras los ponen en este laberinto burocrático,
los presionan bajo la amenaza de una muerte inminente de la
Institución a negociar una convención colectiva
para salvarle la vida a la entidad, manejando una estrategia
de prensa en la cual presentaban a los trabajadores del ISS
como los culpables de desangrar al Seguro con sus convenciones
colectivas, sus prestaciones exageradas y sus derechos adquiridos.
Con asombro la opinión pública fue testigo de
cómo al firmar la convención colectiva 2001-2004
y el Acuerdo Integral Gobierno-Trabajadores-ISS, los entonces
35.000 trabajadores de la entidad renunciaban a $120.000 millones
anuales en prestaciones y admitían la congelación
de los derechos adquiridos por espacio de 10 años y al
finalizar esa década renunciar a los efectos retroactivos
por esa congelación. Entre esos derechos adquiridos paralizados
estuvieron la retroactividad en las cesantías, los incrementos
adicionales sobre el salario, los auxilios oftalmológicos,
los auxilios para guarderías y los recursos destinados
para estos fines. Pero la negociación no quedó
allí, el Sindicato también accedió a congelar
por 5 años los aportes del Fondo Especial de Préstamos
de Vivienda.
Se dio el término de una década adicional para
solucionar el problema estructural de la contratación
civil en el Seguro y se acordó la liquidación
de las cesantías de todos los trabajadores hasta el 2001,
repitiendo desde entonces anualmente este proceso. Con tantas
concesiones del Sindicato, tanto a la empresa como al gobierno,
los trabajadores afiliados al Sindicato hubiesen podido manifestar
que "con amigos así, para qué enemigos".
Sin embargo, el personal del Seguro siguió laborando,
acaso convencidos de ser los héroes y protagonistas de
los titulares de prensa que a partir del 31 de octubre de 2001
anunciaban la "Salvación del ISS", al menos
por una década más, gracias a los sacrificios
de los trabajadores, la gran cantidad de comisiones tripartitas
creadas para mejorar las condiciones de la entidad y el billón
de pesos que el Gobierno aportaría, no como abono a su
deuda ancestral, sino en calidad de préstamo.
Con amplitud analicé este tema en El Pulso en abril del
2002, en un artículo titulado Los acuerdos Gobierno-ISS-Trabaja-dores:
Un pacto con hilos extranjeros, que los lectores pueden consultar
en las páginas de debate en la internet (www.periodicoelpulso.com),
y en el cual se explicaba como las presiones de la banca multilateral,
para otorgar sus créditos que acrecientan nuestra deuda
externa hoy en US$119 billones, imponen condiciones que terminan
por aplicar los santos óleos a un patrimonio de los colombianos,
como lo es el ISS, que a pesar de sus problemas para atender
los servicios primarios en salud, es exitosa en la atención
de las enfermedades y cirugías más delicadas,
y totalmente competente en las áreas de riesgos profesionales
y pensiones.
El pasado 7 de abril ya se presentó el primer incidente
en las negociaciones: los trabajadores querían que estuvieran
presentes 15 delegados del Sindicato en la mesa, no sólo
el presidente, pero el ministro de la Protección Social
rechazó la petición y dijo que sólo entraba
el presidente del sindicato a esta reunión para negociar
la agenda y las reglas del juego y que éste luego informaría
a los 14 acompañantes. No hubo acuerdo y ahí quedó
el primer encuentro.
De todas formas la posición del Sindicato y los empresarios
coinciden: el Seguro no se puede acabar. Para el Sindicato es
claro que a partir de la Ley 100 se ha buscado acabar con el
Seguro para poder generarle ganancias al sector privado que
trabaja en las áreas de salud y pensiones. Los empresarios,
como el presidente del Consejo Gremial Nacional y de la Andi,
Luis Carlos Villegas, le pidieron al Gobierno que apoye al ISS,
le haga las reformas que considere, pero que no acabe al ISS
sino que luche por hacer de ésta entidad una organización
transparente, fuerte y eficiente. Así, uno termina preguntándose
¿Qué autoridad moral, ética y económica
tiene entonces el gobierno para acabar con el Seguro Social?. |
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