MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 56   MAYO DEL AÑO 2003    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Un Seguro sin garantía segura

Gobierno debe $42 billones al ISS y le intimida con desaparecerlo
Omaira Arbeláez Echeverri - Periodista, Medellín elpulso@elhospital.org.co
El Conpes le dio 30 días al ISS para encontrarle una solución a su crítica situación económica. Un problema que le creó el Estado desde 1967 cuando comenzó a quedarse con aportes que nunca pagó.


Acaso hoy, cuando usted tome las páginas de este periódico en las manos, los informativos de prensa, radio y televisión estén dando la noticia de que una lápida de mármol viejo se ha posado sobre la historia del Instituto de los Seguros Sociales (ISS), como un mal plagio de "Crónica de una muerte anunciada", o se repita la famosa bomba noticiosa de ¡Se salvó el ISS!
Tal vez, tanto se ha dicho lo uno y lo otro en la historia de este país, que la espera de un real y definitivo final de esta mala película, termine sólo por hacer descansar del suspenso a unos usuarios, trabajadores y empresarios que se sienten tratados como si estuvieran en el peor balcón del escenario público, aunque fuesen ellos con sus aportes quienes le dieron vida a la institución desde 1946.
Cuando este ejemplar de El Pulso esté en circulación, el pasado 1º de mayo de 2003 se habrá cumplido exactamente el plazo dado por el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) a la Comisión Tripartita compuesta por trabajadores, Ministerios de Hacienda y Protección Social y el Departamento Nacional de Planeación, para entregar un plan de reestructuración laboral y administrativa que garantice que el servicio de salud del ISS es viable y se puede sostener.
Parece que todos olvidaron cómo de las reservas financieras del Seguro Social el Gobierno sacó el dinero que necesitaba para proyectos que nada tenían que ver con la física salud del ISS y sus afiliados, como darle aliento económico al Banco Central Hipotecario, al Instituto de Fomento Industrial, al Instituto de Crédito Territorial, el sector eléctrico e incluso, ser un soporte para la deuda externa, aguantar el fiero embate de la corrupción y los golpes magistrales del gobierno de Misael Pastrana Borrero, quien de un plumazo quiso borrar la deuda y se evitó pagar durante su administración el 25% de los recursos que le debía al ISS.
No contentos con todas estas acciones, el ISS que ha crecido y se ha mantenido con los aportes de empresarios y trabajadores durante 57 años y a pesar de que el gobierno no le ha pagado los $42 billones que le debe -sin sumarle los intereses-, ni ha cumplido a cabalidad con su compromiso de aportar una tercera parte para su funcionamiento, como bien se acordó desde su fundación (gobierno-empresarios-trabajadores), sigue vivo y con ganas de permanecer en la faz de esta Nación, como bien lo señalan quienes le han metido recursos económicos, trabajo y aportes por años y años: empresarios y trabajadores.
Estos dos actores, son quienes finalmente no han permitido que desaparezca el ISS en las áreas de salud, riesgos profesionales y pensiones, aunque se le hagan reformas, le sustraigan recursos, le resten trabajadores y se le golpee con gran parte de las normas gestadas en la Ley 100 de 1993, que no estaba en capacidad de cumplir, o con la famosa selección adversa, que le entregó a su custodia los pacientes con las enfermedades más graves y más costosas para atender, tanto que a pesar de la competencia de las EPS privadas, el Instituto sigue atendiendo el 70% de las patologías de alto costo, esperando que el reciente Acuerdo 245 lo libere un poco de esta responsabilidad en el transcurso de este año.
Se olvidaron de la deuda
Los gobiernos de turno se han negado a pagar la deuda con el ISS y le piden al Sindicato que le demuestren qué deben desde 1967, pero mientras los ponen en este laberinto burocrático, los presionan bajo la amenaza de una muerte inminente de la Institución a negociar una convención colectiva para salvarle la vida a la entidad, manejando una estrategia de prensa en la cual presentaban a los trabajadores del ISS como los culpables de desangrar al Seguro con sus convenciones colectivas, sus prestaciones exageradas y sus derechos adquiridos.
Con asombro la opinión pública fue testigo de cómo al firmar la convención colectiva 2001-2004 y el Acuerdo Integral Gobierno-Trabajadores-ISS, los entonces 35.000 trabajadores de la entidad renunciaban a $120.000 millones anuales en prestaciones y admitían la congelación de los derechos adquiridos por espacio de 10 años y al finalizar esa década renunciar a los efectos retroactivos por esa congelación. Entre esos derechos adquiridos paralizados estuvieron la retroactividad en las cesantías, los incrementos adicionales sobre el salario, los auxilios oftalmológicos, los auxilios para guarderías y los recursos destinados para estos fines. Pero la negociación no quedó allí, el Sindicato también accedió a congelar por 5 años los aportes del Fondo Especial de Préstamos de Vivienda.
Se dio el término de una década adicional para solucionar el problema estructural de la contratación civil en el Seguro y se acordó la liquidación de las cesantías de todos los trabajadores hasta el 2001, repitiendo desde entonces anualmente este proceso. Con tantas concesiones del Sindicato, tanto a la empresa como al gobierno, los trabajadores afiliados al Sindicato hubiesen podido manifestar que "con amigos así, para qué enemigos".
Sin embargo, el personal del Seguro siguió laborando, acaso convencidos de ser los héroes y protagonistas de los titulares de prensa que a partir del 31 de octubre de 2001 anunciaban la "Salvación del ISS", al menos por una década más, gracias a los sacrificios de los trabajadores, la gran cantidad de comisiones tripartitas creadas para mejorar las condiciones de la entidad y el billón de pesos que el Gobierno aportaría, no como abono a su deuda ancestral, sino en calidad de préstamo.
Con amplitud analicé este tema en El Pulso en abril del 2002, en un artículo titulado Los acuerdos Gobierno-ISS-Trabaja-dores: Un pacto con hilos extranjeros, que los lectores pueden consultar en las páginas de debate en la internet (www.periodicoelpulso.com), y en el cual se explicaba como las presiones de la banca multilateral, para otorgar sus créditos que acrecientan nuestra deuda externa hoy en US$119 billones, imponen condiciones que terminan por aplicar los santos óleos a un patrimonio de los colombianos, como lo es el ISS, que a pesar de sus problemas para atender los servicios primarios en salud, es exitosa en la atención de las enfermedades y cirugías más delicadas, y totalmente competente en las áreas de riesgos profesionales y pensiones.
El pasado 7 de abril ya se presentó el primer incidente en las negociaciones: los trabajadores querían que estuvieran presentes 15 delegados del Sindicato en la mesa, no sólo el presidente, pero el ministro de la Protección Social rechazó la petición y dijo que sólo entraba el presidente del sindicato a esta reunión para negociar la agenda y las reglas del juego y que éste luego informaría a los 14 acompañantes. No hubo acuerdo y ahí quedó el primer encuentro.
De todas formas la posición del Sindicato y los empresarios coinciden: el Seguro no se puede acabar. Para el Sindicato es claro que a partir de la Ley 100 se ha buscado acabar con el Seguro para poder generarle ganancias al sector privado que trabaja en las áreas de salud y pensiones. Los empresarios, como el presidente del Consejo Gremial Nacional y de la Andi, Luis Carlos Villegas, le pidieron al Gobierno que apoye al ISS, le haga las reformas que considere, pero que no acabe al ISS sino que luche por hacer de ésta entidad una organización transparente, fuerte y eficiente. Así, uno termina preguntándose ¿Qué autoridad moral, ética y económica tiene entonces el gobierno para acabar con el Seguro Social?.
 
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