MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 56   MAYO DEL AÑO 2003    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

En esta edición...

Carmen Balcells, agente literaria "Todavía come editores crudos "

Un médico descubrió el petróleo en Colombia

El remolino

Carmen Balcells, agente literaria

Carmen Balcells La agente tiene bajo la manga un disco de rancheras y tangos cantados en una fiesta por Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Julio Cortázar. “Todavía come
editores crudos”
“Hasta la superagente literaria Carmen Balcells los escritores percibían liquidaciones agonizantes y a veces, como premio, recibían algunos regalos en especie, por ejemplo, un jersey o un queso Stilton.” Vásquez Montalbán
Llamada la Mama Grande de los escritores, la agente literaria española Carmen Balcells sigue desenterrando piezas raras a pesar de su retiro y de su deteriorada salud. Su última jugada parece que será redonda.
No se trata de un libro, sino de un disco de rancheras y tangos cantados en una fiesta por Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Julio Cortázar, en cuya casa de París se hizo la improvisada grabación. Aunque no ha salido al mercado, el disco hace surgir de nuevo la figura de la agente literaria más poderosa y temida, la voluminosa gourmet que no concede entrevistas y que en algunos causa admiración y en otros justificado terror pues, según Vargas Llosa, “todavía come editores crudos”. A sus 72 años ha representado a más de 150 autores, entre ellos Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Guillermo Cabrera Infante, Alfredo Bryce Echenique, Rosa Montero, Nélida Piñón y Manuel Vásquez Montalbán. Así la ven algunos de los escritores que, como Carlos Fuentes, la consideran “la papiza, regazo de todo mal”. Carmen Balcells en su agencia

“La casa y la oficina de Carmen eran el centro de la ebullición, el nido de todas las conspiraciones, el refugio de los afligidos y la caja sin fondo de los insolventes”. Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa con Julio Cortázar
“Renuncia a tus clases. Dedícate sólo a escribir”
Cuenta Vargas Llosa: “Cuando la conocí, pronto hará de eso cuarenta años, llevaba en la cabeza un rodete de señora buena y era tan sensible que la menor contrariedad la hacía llorar como una Magdalena.
Para entonces, ya había administrado una compañía teatral que desapareció antes de estrenar una pieza, exportado al mundo entero unas máquinas que ella llama telares (pero yo sé que eran trenes), y, de la mano del novelista rumano exiliado Vintila Horia, abierto una agencia literaria que desfallecía de inanición hasta que el joven Carlos Barral, flamante director literario de Seix Barral, le encargó que gestionara los derechos extranjeros de sus autores. Este fue un momento providencial para Carmen Balcells, para los escritores de nuestra lengua y para la industria editorial de España y América Latina, principalmente, pero también la de otros países, que, a consecuencia de la intrusión en sus predios de este torbellino procedente de la Cataluña recóndita, experimentaría una transformación radical y sería poco menos que catapultada a la modernidad.

(…)La historia civil y pública de Carmen Balcells, aunque importantísima -algún día, biografías y ensayos darán debida cuenta de ello-, la retrata sólo en parte, deja en la sombra esa extraordinaria, sorprendente calidad humana que hace de ella uno de los seres más admirables que me ha tocado conocer. Intratable a la hora de negociar, puede, cinco minutos después de haber estado a punto de morir o matar por la minucia de una cláusula, echar literalmente la casa por la ventana y abrumar de regalos y cariños a su adversario, desarmándolo, y haciéndolo sentir un osezno feliz en brazos de la osa regalona. Generosidad es una palabra demasiado encogida para expresar la manera desmesurada y loca como la he visto derrochar su tiempo, su afecto y su patrimonio para ayudar a tanta gente.(…)A fines de los años sesenta, yo enseñaba literatura en el Kings College, de la Universidad de Londres. Ella súbitamente desembarcó en mi casa y me ordenó: "Renuncia a tus clases de inmediato. Tienes que dedicarte sólo a escribir". Le repuse que tenía mujer y dos hijos y que no podía hacerles esa bellaquería de dejarlos morirse de hambre. Me preguntó cuánto ganaba enseñando. Era el equivalente de quinientos dólares. "Yo te los doy, a partir de este fin de mes. Sal de Londres e instálate en Barcelona, que es más barato". Le obedecí -ya para entonces había descubierto, como un editor cualquiera, que era inútil resistir los ucases de Carmen- y nunca me he arrepentido de ello, porque, entre otras cosas, los cinco años que viví en la Ciudad Condal fueron los más felices de la vida. Fueron años de nuevas amistades, de entusiasmos literarios y políticos, de grandes ilusiones, de compartir lo que parecía ser una inminente revolución cultural y social, de la gran modernización de las costumbres, las ideas, los valores y las letras en España.
La casa, la oficina de Carmen Balcells eran el centro de la ebullición, el nido de todas las conspiraciones, el refugio de los afligidos y la caja sin fondo de los insolventes. A condición de aceptar su imperio benevolente, de ser dócil y sumiso, uno era feliz. Ella pagaba las cuentas, alquilaba los pisos y resolvía los problemas de electricidad, de transporte, de teléfono, de clandestinidad, y aprobaba o fulminaba los amoríos pecaminosos, asistía a los partos, consolaba a los cónyuges e indemnizaba a las amantes. Felicidades y tragedias, complots y alianzas o desavenencias terminaban siempre en grandes almuerzos, o cenas copiosas presididas por ella, o en excursiones lustrales a su casita de Cadaqués. Un día que, a horas de la madrugada, en un inglés idiosincrático, Carmen Balcells trataba de impedir por teléfono que el editor Roger Klein se suicidara, su hijito de pocos años la interrumpió: "Pero ¿tú no te ocupabas sólo de vender libros, mamá?". Desconcertada, ella recapacitó, olvidó el teléfono, y, al otro lado de la línea, en el remoto New York, el pobre Roger Klein se ahorcó.

Carlos fuentes,
Juan Carlos Onetti,
Gabriel García Márquez
Han pasado una punta de años desde entonces, y, ahora, Carmen Balcells se ha convertido, sin quererlo ni saberlo, en una figura mítica, sobre la que corren fantásticas leyendas a ambas orillas del océano, y cuyo solo nombre hace suspirar de codicia a millares de autores primerizos, que sueñan con poner en sus manos sus manuscritos y sus anhelos. Y ella se empeña en decir, a quien se lo pregunta, que piensa retirarse del mundo citadino, que se va a construir una casa rodeada de árboles olorosos en las afueras de Santa Fe, a la que, eso sí, llenará de teléfonos, faxes y computadoras, porque ¿cómo podría mantener de otro modo el contacto con el mundo editorial, sobre todo en estos años, cuando está cambiando tanto debido a la revolución informática? No hay peligro, pues. Tenemos Carmen Balcells para rato. Ahí está, algo pasadita de peso y con algunos huesos descolocados, pero bullendo de vida y llena de proyectos delirantes, como siempre, esperando que le echen por delante a cualquier editor para comérselo crudo en un dos por tres”.
“Gracias a ella he visto escritores y editores felices”
Manuel Vásquez Montalbán
El conocido escritor español Manuel Vásquez Montalbán recuerda: “Hasta Carmen Balcells los escritores firmaban contratos vitalicios con las editoriales, percibían liquidaciones agonizantes y a veces, como premio, recibían algunos regalos en especie, por ejemplo, un jersey o un queso Stilton. Muchos escritores padecían el síndrome de Estocolmo con respecto a los editores, y se cuenta que un famosísimo y hoy venerado gran autor catalán se amoscó cuando le ofrecieron un cheque en blanco y prefirió seguir en régimen de producción esclavista. Demasiado dinero. El oferente no podía ser serio.
Gracias a Carmen Balcells yo he visto escritores y editores felices, incluso amigos. Mis relaciones profesionales con ella arrancan del día siguiente en que gané el Planeta (1979) y a mis 40 años me descubrí escritor competitivo y cansado de luchar con los editores por anticipos que tardaba a veces 10 años en amortizar o que no amortizaba nunca.
(…)Los escritores somos animales destetados prematuramente o en mal momento y las agentas literarias son como esa primera maestra que sustituye a las madres vestidas o desnudas que nos dejan todos los días a la puerta del colegio, hasta del último colegio. (…) Representante de premios Nobel y Cervantes, de escritores de éxito, la he visto apadrinar el talento sin reservas y sin cálculos y luchar por los talentos emplazados en maratónianas negociaciones que deberían figurar como una de las bellas artes, porque el cerebro de Carmen Balcells trabaja a la velocidad de la luz y va provisto de un aguijón implacable si el interlocutor se pasa de tonto o de listo. También la construcción de su leyenda y de su ausencia -¿dónde estará Carmen Balcells en el momento de recibir la medalla?- es una astuta bella arte, que la homenajeada ha aprendido mezclando fragilidad y orgullo. García Márquez la describe bañada en lágrimas, pero no hay que fiarse".
Onetti le dedicó a Balcells Cuando ya no importe, “sin otro motivo que darle las gracias”. García Márquez también le dedicó Del amor y otros demonios “a Carmen Balcells bañada en lágrimas”.
Foto galería de escritores
Alfredo Bryce Echenique
El “recomendado” de Vargas Llosa
El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique comenta: “Mi vida como escritor, o sea prácticamente toda mi vida, está muy ligada a la persona de Carmen Balcells…la quiero muchísimo y siempre quiero bañarla en cariño mientras discutimos un futuro contrato o cenamos y nos reímos muchísimo. Sin embargo, este cariño mío, el empapado, ha sido entre CARMEN y yo fuente de permanente conflicto, ya que CARMEN opina y ejerce que no se puede mezclar el cariño con los negocios, y yo que sí, que sí y que sí.
La conocí hace treinta años cumplidos. Me recomendó, con generosidad, Mario Vargas Llosa.
(…) CARMEN me confesaba, incluso mientras estábamos en su despacho, que yo era el único escritor que la hacía reir mientras negociaba. Aunque claro, inmediatamente reaccionaba, feroz, y en adelante me llamaba Bryce, en vez de Alfredo, y haciendo hincapié en las minúsculas. Así es nuestro cariño.”
“De todos los escritores sabe sus gustos y sus disgustos, sus puntos flacos y sus puntos fuertes, y su psicología bien trabajada ha fabricado un modo de empleo para las manías de cada uno; sabe cuándo ha de guardar silencio o cuando les tiene que mimar, y los trata como si fueran hijos a punto de descarriarse”. Juan Cruz
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Ocioso lector
Un médico
descubrió el petróleo en Colombia
En 1860 se descubrieron en los Estados Unidos los primeros pozos de petróleo. Pero setenta y siete años antes, en 1783 el médico español Sebastián López Ruiz había descubierto el petróleo en Colombia. España no le prestó atención (…) de este hallazgo hace memoria El Federalista de Caracas, en 1864, y transcribe la carta por la cual López Ruiz da cuenta del “aceite negro” al Virrey Caballero y Góngora. Apartes.
“La historia de los grandes inventos I descubrimientos nos prueba mas I mas cada dia, la conveniencia de oir con cierta reserva las noticias de los que se anuncien en nuestro tiempo, en cuanto a la orijinalidad que sobre ellos se reclame. Por ejemplo: Faust I Pedro Schaeffer
Engañaron por algún tiempo al mundo haciéndose tener por inventores de los tipos metálicos y movibles (invento de Gutenberg). La fabricación de papel de hilo pasaba como invento de un italiano que floreció a mediados del siglo décimo cuarto, pero Casiri ha probado que sus inventores fueron los árabes de España…
La cualidad oleosa del líquido que naturalmente se desprende del carbón de piedra, corre como descubierta recientemente en los Estados Unidos de América…I sin embargo, como aceite se conoció a fines del siglo XVIII. Dígase cuánto habrían ganado los industriales, la jente obrera, los comerciantes I la marina mercante de España si esa nación hubiera visto con el interés que merecían los oportunos avisos que le dio D. Sebastián Josef López Ruiz?
La siguiente es una de sus cartas al excelentísimo señor D. Antonio Caballero I Góngora, arzobispo gobernador de Santafé:
“Excelentísimo señor.-Mui señor mío: el aceite de piedra negra, que en cumplimiento de orden superior de 27 de setiembre próximo pasado, manifiesto a V.E es el mismo que remití a la corte; sale en forma de arroyo de una peña muy grande que se halla más allá del Partido de Cáqueza(…) Su abundancia es continua I copiosa: tengo noticia que en algunos meses del año, I cuando el tiempo está sereno, o no habiendo quemazones de monte, fluye dicho aceite más claro I mucho más delgado. También lo hai en la misma forma, según me han asegurado en otros parajes (…) si su acopio se considera útil, será necesario conducirlo a esta capital (…) Nuestro Señor guarde la vida de V. E muchos años como deseo.
Santafé, 4 de octubre de 1783. Excelentísimo señor, Sebastián Josef López Ruiz.”
Tomado de “Documentos para entender la historia de Colombia”, de Enrique Santos Molano, Planet

5000 libros de la biblioteca personal del padre del Surrealismo, André Breton, han sido subastados en el Centro Georges Pompidou de París, por la hija única del artista, Anne Ellouet, de 67 años. Las obras, algunas dedicadas por autores como Freud o Trotsky, forman parte de esta oferta que incluye también 500 manuscritos de obras como Nadja o los Manifiestos, así como cuadros de Duchamp, Kandinsky, Matta, Brauner y el conocido “Lhooq” de Piccabia. Los objetos del muro falso de su despacho, y otros pertenecientes a la casa de su esposa, la chilena Ele-na Claro, disparan el valor de lo subastado, que se calcula en 30 millones de dólares.

Antes de que Hitler descubiera su nefasta vocación, fue un practicante aficionado del dibujo y la música, actividades con las que, por cierto, tuvo franca frustración. Su veneración por Wagner ha hecho que la música del compositor no pueda ser interpretada públicamente en Israel. Feroces protestas se han presentado frente a espectáculos que incluyen aquellas obras que, según su amargo recuerdo, sonaban en los campos de concentración. La protesta popular se ha hecho también manifiesta frente a obras como la de Kant, Goethe, Hegel y Schopenhauer.

La escritora norteamericana Susan Sontag, invitada a la Feria del Libro en Bogotá, se asocia también con el nombre de varios fotógrafos con los cuales ha hecho ensayos de gran impacto. Es el caso del provocador Robert Maplethorpe y de Annie Leibovitz, probablemente la retratista más reconocida de la actualidad. Con ella Sontag hizo un verdadero clásico de la fotografía, el libro titulado Mujeres. Vale la pena revisar esta reflexión crítica sobre la emancipación femenina en el siglo XX. Alejadas de la foto-pose, aparecen mujeres mayores que revelan formas de belleza diferentes a las del estereotipo publicitario. Desde la granjera californiana hasta Hillary Clinton, desde la premio Nobel hasta la bailarina de cabaret, conforman esta galería numerosa de anónimas y famosas, repasadas por la inteligente mirada de Sontag y Leibovitz.

La compañía Apple está en negociaciones para adquirir la poderosa Universal Music, cuyas ventas anuales se estiman en 6 mil millones de dólares. Esto permitirá, sin duda, regular los servicios ilegales de descarga de música gratuita por Internet, que le han representado a la disquera un descenso en ventas del 25%

A los cinco años de la muerte de Octavio Paz, el premio que lleva su nombre acaba de ser otorgado a su amigo, el escritor José Emilio Pacheco (México, 1.939), con quien, por cierto, Paz tuvo una de sus famosas y coléricas disputas al final de su vida, a causa del elogio público que Pacheco hizo del poeta Jaime Sabines, tan popular en Colombia. 100 mil dólares recibirá como premio este poeta considerado por el jurado “la voz más sólida de la actual poesía en lengua española”.



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