MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 63 DICIEMBRE DEL AÑO 2003    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Opiniones sobre la fiebre
amarilla en la Colombia de 2003
El periódico “El Pulso” publicó en su edición No. 61 de octubre pasado, el artículo “Significado de la fiebre amarilla en la Colombia de 2003”, del Especialista en salud pública, Especialista en evaluación social y económica de proyectos de inversión y Magíster en estudios políticos, doctor Conrado Gómez.
El doctor Juan Gonzalo López Casas, Viceministro de Salud, envío una carta al autor con sus apreciaciones y consideraciones acerca del artículo. Publicamos los apartes más significativos de la misma y de la respuesta del doctor Conrado Gómez.
Bogotá D.C., 5 de noviembre de 2003
Doctor
Conrado Gómez Vélez
Asunto: Significado de la fiebre amarilla en la Colombia de 2003

Hago referencia a su artículo publicado en la edición No. 61, de octubre de 2003, del periódico El Pulso, en el que presenta su interpretación sobre la epidemia de fiebre amarilla que aqueja al nororiente colombiano. A pesar de que compartimos su preocupación sobre la gravedad de la situación, sus observaciones contienen imprecisiones y omisiones que reflejan desconocimiento de la historia natural de la enfermedad y de las medidas de vigilancia en salud pública, investigación, prevención y control que se han adelantando conjuntamente con las autoridades del vecino país en los niveles nacional, regional y local, que este despacho considera aclarar.
…. Es cierto que la epidemia de fiebre amarilla en el nororiente colombiano constituye un problema fronterizo, selvático y difícil de atender, pero disentimos enfáticamente de su apreciación de que nos amenace sin preparativos suficientes, o nos haya sorprendido por exceso de confianza o incapacidad de asombro. Aceptarlo sería desconocer el arduo trabajo y esfuerzo que la comunidad, los funcionarios de salud, las Organizaciones No Gubernamentales, las autoridades locales, la OPS y las autoridades nacionales de ambos países han desarrollado, para la prevención y control del brote epidémico.
… Dadas las características socioeconómicas de la región, y el intenso intercambio de la frontera colombovenezolana, fue preciso adelantar un arduo trabajo de coordinación con las autoridades sanitarias del vecino país en los ámbitos local, regional y nacional, con el objeto de articular efectivamente los recursos y la infraestructura de salud disponible en la zona de frontera y mejorar los sistemas de vigilancia, prevención y control.
… Es por eso que los 80 casos confirmados no corresponden a una avalancha de pacientes que sorprendieron sintomáticos, como antaño, los hospitales, centros y puestos de salud, sino en su gran mayoría, el producto de una intensiva búsqueda activa de casos en investigaciones epidemiológicas de campo, que implicó el diligenciamiento en terreno de cientos de fichas epidemiológicas y la toma, remisión, procesamiento y contrarreferencia de otro tanto de muestras de sangre y tejido para confirmación, reflejo de lo cual se redujo rápidamente la letalidad de 100 a 32%. Como estrategia concomitante necesaria, se instalaron sitios de vigilancia centinela de síndromes febriles icterohemorrágicos en 7 municipios críticos y se encuentra en revisión, con el apoyo de la OPS, un protocolo binacional de vigilancia de los mismos. Lo anterior, contrario a su afirmación, habla de un sistema de vigilancia en salud pública, que aunque aún tiene debilidades que estamos empeñados en mejorar, se ha fortalecido para dar una respuesta a los requerimientos de salud pública con mayor cobertura y oportunidad.
… Por los motivos expuestos, resulta temerario atribuir al Sistema General de Seguridad Social la problemática de la epidemia de fiebre amarilla descrita, cuando su dinámica responde a factores ecoepidemiológicos y sociales de otro orden.
... Aunque desde una perspectiva diferente a la suya, coincidimos en que la experiencia ha sido ejemplarizante y, aunque lamentamos profundamente la muerte de 32 compatriotas por una enfermedad prevenible por vacunación, el curso de la epidemia nos ha permitido demostrar que es posible articular efectivamente la voluntad de los investigadores, los expertos, las autoridades en cada nivel territorial, los trabajadores de salud, las Organizaciones No Gubernamentales, la comunidad y en general de todos los actores del Sistema General del Sistema de Seguridad Social, para la solución de la problemática en salud pública en los ámbitos nacional y local. Sea este un justo reconocimiento al esfuerzo de todos ellos.
Cordialmente,
Juan Gonzalo López Casas
Viceministro de Salud y Bienestar
____________________________
Bogotá D.C., noviembre 24 de 2003
Señor Viceministro:

Recibí su comunicación en defensa de la gestión que adelanta el Ministerio con ayuda de diversos argumentos, unos expositivos y otros derogatorios, en el caso de la fiebre amarilla. Me complace que el artículo de octubre haya obtenido su atención, y de muchos lectores preocupados por los temas de salud pública; mucho más cuando el Ministerio ve la necesidad de explicar el manejo de este brote.
… En atención a sus observaciones deseo recalcar que la tesis del artículo que escribí no se refiere específicamente al trabajo de la institución que Usted dirige. Al Ministerio se le menciona señalando que “en el caso de la fiebre amarilla que hoy nos ocupa se da una reacción institucional diferente, activa y decidida”. Lo que se reclama es una mayor movilización nacional, de la comunidad distinta del nororiente del país. Señalándola como sujeto, afirmé: “lo que más alarma es la despreocupación en la opinión pública del resto del país distinto del nororiente, que ve en esa región un punto aparte, donde ocurre algo impensable para el interior. Agréguese la tranquilidad de los comunicadores sociales y de los expertos, que no ayuda a construir una comprensión amplia de la ciudadanía. Sería bueno comparar sobre que saben más los colombianos, si sobre la fiebre amarilla en el país o sobre la neumonía atípica de la China, y sobre cual de ellas estamos mejor informados como para reconocerlas”.
Esta circunscripción temática no significa omisión o imprecisión alguna. Fue a esto justamente a lo que deseaba referirme, apoyándome en datos oficiales de mortalidad suministrados por el Jefe de Epidemiología del Ministerio. No revisé las medidas oficiales de “vigilancia en salud pública investigación, prevención y control” en la zona del brote, que son de conocimiento público, porque evaluarlas no era el objeto del artículo. Reflexioné sobre la responsabilidad que le cabe a la sociedad y a las instituciones de otros lugares distintos al nororiente, y por supuesto a los medios de comunicación. Como verá, este es un tema diferente de la historia natural de la enfermedad, los procedimientos de vigilancia y el papel institucional en el Norte de Santander. Como en su comunicación estos temas se invocan en ayuda de calificativos derogatorios, prefiero abstenerme de responderlos. No puedo hacerlo precaviendo que no es una forma productiva de argumentar, que intenta pero no logra clausurar las discusiones. Siempre son preferibles los argumentos expositivo-argumentativos a las derogatorias. En segundo lugar, porque los más de 25.000 lectores de El Pulso, entre suscriptores y unos 15.000 consultantes del periódico por internet, pueden formarse su propia opinión. Constituyen un público especializado, habilitado para dirimir sin descalificaciones, como profesionales de la salud, y por lo tanto, como conocedores bien informados de la historia natural de la enfermedad, etc. Estoy seguro que evaluarán por resultados, con justicia e imparcialidad, el significado de 32 defunciones tratándose de una enfermedad inmunoprevenible, y que podrán valorar la importancia que tiene el riesgo de la urbanización de la enfermedad. Además, que ellos interpreten la letalidad observada del 69.6% cuando en general sólo se sitúa entre 20 y 50%, indagando por la vigilancia entomológica que se hace en sus municipios. Ojalá Usted mismo, como líder natural del sector que es, pueda recoger sus opiniones más tarde.
… No examiné las gestiones Ministeriales porque conozco como testigo y no de oídas, de la inmensa dedicación y profesionalismo de sus funcionarios. Me admira que Usted salga en defensa de la labor institucional. Sin embargo, no creo que debamos quedar satisfechos mientras la ciudadanía y los medios no sean conscientes del problema.
… No deberíamos empeñarnos en que la fiebre amarilla es un problema institucional resuelto y circunscrito. Como existen oportunidades perdidas en vacunación existen oportunidades perdidas de educación y movilización social, apelando a la movilización en contexto social y no institucional. Así tuve el cuidado de escribirlo en mi artículo.
Sobre la aseveración del penúltimo párrafo de su carta: "resulta temerario atribuir al Sistema General de Seguridad Social la problemática de la epidemia de fiebre amarilla", debo añadir que no es extraída de mi artículo. No le reconozco ninguna autoría porque como Usted, pienso que es absurda. Señalé que este es: "un punto obligado para evaluar la seguridad social y la vitalidad de la vigilancia epidemiológica, particularmente en sus componentes locales y en el ciudadano", y mencioné: "Estas incongruencias desnudan una debilidad reincidente del sistema de seguridad social para atender los problemas de salud pública", declaraciones sensatas y bien fundadas. No podemos ignorar las críticas a la reforma colombiana en el campo de la salud pública, porque es el parecer de decenas de expertos, y así consta en la prensa y artículos especializados. Si para fortalecer el sistema de salud es necesario revisar puntos como este, entonces debería discutirse.
Pero no quiero excederme. Es satisfactorio que el periódico le sirva de conducto para que el país conozca sus ejecutorias y puntos de vista. Ojalá con su ayuda estos temas que permanecen en el último puesto sigan pasando al primero y que El Pulso, quizá el medio de salud colombiano con mayor circulación, mantenga este espacio de deliberación.
Atentamente,
Conrado Gómez Vélez
Especialista en salud pública, Especialista en evaluación social y económica de proyectos de inversión y Magíster en estudios políticos.
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