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En
esta edición... |
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Beethoven
a través del tiempo |
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Apuntes de la conferencia
dictada por el maestro Rodolfo Pérez Ospina el pasado
23 de octubre en la Coral Tomás Luis de Victoria
en la ciudad de Medellín.
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"Si en la calle
piensan en el señor Beethoven de pronto se imaginan
un señor músico que llegó a la categoría
de clásico, clásico en el sentido de que hablaba
Gabriel d'Anunzzio cuando decía que uno es clásico
cuando todo el mundo lo mienta y nadie lo lee.
Era probable que cualquier persona supiera que los
tres nombres más importantes de la historia del siglo
XIX eran Goethe, Beethoven y Napoleón; y del señor
Beethoven no podemos decir con mucha tranquilidad que sea
el más grande de los músicos, su genio es de
otra condición, porque a uno le queda muy difícil
brincarse al señor Bach, y al señor Mozart imposible,
quienes como músicos lo superaron, pero como hombre
a Beethoven no lo superó nadie. Fue un caso extraordinario
de lo que es el carácter y la voluntad en grado superlativo.

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La idea de
que Beethoven fue un revolucionario de la música es
también gratuita; sobre Beethoven hay muchísimos
mitos, tantos que tal vez los dos más importantes fueron
el por qué de la sordera y quién era la 'amada
inmortal'. Sobre la sordera hubo más de 20 hipótesis,
todas muy desenfocadas. Lo mismo ocurrió con la 'amada
inmortal', que nunca se supo quién era hasta hace muy
poco, en 1980, bastante lejos ya de la vida de Beethoven,
cuando un historiador inglés se pone en el trabajo
de dilucidar quién era, y llegó a la conclusión
de que era Antoine Brentano, a quien nadie daba ni como candidata.
A Beethoven lo convirtieron en un santo y en la historia
de un hombre de un carácter y una pureza casi mariana.
El caso es que no había tal: fue un hombre común
y corriente, pero los críticos lo endiosaron y al endiosarlo
había que ponerlo al margen de todas esas vicisitudes,
e infelicidades del género humano: El no era del género
humano, era del género del Superhombre. Realmente que
sí lo era, pero en algunas cosas, no en todas.
Hay que considerar a Beethoven como un músico
entroncado en un movimiento de verdadera grandeza. El lenguaje
y las formas musicales que recibe, son nada menos que del
gran clasicismo Mozartiano: Mozart acababa de morir cuando
Beethoven se aparece en Viena a estudiar con él en
1787. Hoy es posible probar paso a paso, qué estaba
haciendo Mozart esos días. El año 1787 para
Mozart es trascendental, es el año de Don Giovanni,
de los quintetos de cuerda, de la pequeña serenata,
de las grandes sonatas para dos pianos. Esas obras trascendentales
las escribió en esos días de mucha convulsión;
todas estas circunstancias hacen que el señor Mozart
tuviera poco tiempo disponible para atender visitantes; y
si hubiera tenido tiempo, tampoco estaba en Viena, estaba
en Praga, y uno en Praga ni por teléfono, porque tampoco
había. El caso es que no hay ninguna prueba histórica
y documentada de esa relación. Beethoven llegó
a Viena, y casi inmediatamente llegó la noticia de
la enfermedad de su madre y volteó la proa. Él
estuvo en Viena, en esa época, 12 días, y en
esos 12 días no estaba Mozart.
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Él no era del género
humano, era del género del Superhombre. Realmente que
sí lo era, pero en algunas cosas, no en todas
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La relación de Beethoven con Haydn como alumno-profesor
es de las más desastrosas, pero de las más provechosas.
Hay una idea medio majadera: la relación del maestro
y el discípulo no son la relación del señor
que pone un problema o una lección y el otro que lo resuelve;
en general en el arte esas cosas no se dan; hay una relación
distinta y Haydn influye muchísimo en Beethoven, aunque
éste nunca reconoció que había aprendido
nada de Haydn. No aprendió oficialmente como si le enseñara
a hacer un contrapunto doble, pero hizo cosas realmente notables
por esa enseñanza a través de la obra.
.. La primera obra de Beethoven es malita: son las
famosas variaciones sobre un tema de Dressler (¿?), quién
escribió o tarareó alguna melodía que tomó
el muchacho de 12 años; es una 'obrita' modesta pero
no despreciable, donde demuestra tener gran talento.
Beethoven no era un tipo inteligente. La inteligencia
es una cosa, el genio es otra. El genio de Beethoven era grandísimo,
inmenso. La inteligencia no. Él estuvo en la escuela,
los condiscípulos decían que era muy raro, que
no aprendía y en realidad solo aprendió a escribir,
a leer y a escribir música; y no aprendió a multiplicar,
pero si a sumar. |
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Beethoven no era un tipo inteligente.
La inteligencia es una cosa, el genio es otra. El genio de
Beethoven era grandísimo, inmenso. La inteligencia
no
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Beethoven empieza a manejar una forma que venía de Carlos
Felipe de Manuel Bach, el tercero de los hijos de Bach, no el
más talentoso pero sí el más logrado. A
Carlos Felipe se le ha atribuido la famosa forma sonata allegro,
tradicional estructura equilibrada y perfecta de la sonata,
de la sinfonía del trío y del cuarteto, que tiene
un par de temas en contraposición, en distintos tonos,
que hacen la exposición; después vienen las variaciones
o el desarrollo, y finalmente una recapitulación con
los temas reunidos con la misma tonalidad. Esta estructura se
la tomó Beethoven al pie de la letra, la manejó
muy pero muy bien. En él hay una cosa diferente: el lenguaje
es el mismo, pero las cosas que dice no son las mismas. Su atmósfera
es distinta, está dentro del marco de la naturaleza con
un sabor y unas condiciones absolutamente nuevas; tiene una
frescura que no se encuentra en los maestros clásicos.
No estamos hablando mal de Hydn ni de Carlos Felipe ni de Mozart,
los grandes maestros del estilo clásico. En Beethoven
es lo mismo pero muy diferente. En esta actitud absolutamente
independiente y diferente del maestro Beethoven hay una posición
de rebeldía, de absoluta suficiencia; no es simplemente
el rebelarse contra una norma porque sí, porque yo soy
yo, no, es simplemente porque tenía la capacidad de superarla.
En el arte no se pueden violar las reglas: hay que superarlas,
explicarlas y darles validez, hay que hacer una solución
que esté por encima de la regla, de otra manera no se
puede infringir. Ese es el caso beethoveniano.
Una de las enfermedades graves que cae sobre la música
y el arte es el romanticismo, que le da una libertad e importancia
exagerada a la expresión. Los primeros románticos
consideraron la música un lenguaje y con ese lenguaje
se fueron a contar cuentos, a veces un poquito aburridores...
Todavía Beethoven creía en eso, en los leitmotiv,
en los afecte, unas formulitas expresivas; por ejemplo, el descenso
por semitonos, donde el descenso cromático era la manifestación
de la tristeza; la seriedad era el movimiento lento, y no se
concebía que un movimiento rápido fuera grave
o profundo... convenciones que se van afirmando y que a fuerza
de repetirse acaban creyéndose verdades, y a la hora
de la verdad eran perfectamente postizas, podían valer
o no. |
Hay una condición especialmente importante en la evolución
musical del maestro Beethoven: su aspecto como compositor de
música de cámara. La música de cámara
se refiere a los sentimientos profundos, a los grandes pensamientos.
La sinfonía, la música sinfónica, un poco
más estridente, está más dirigida a la
galería que a la intimidad de los que están cerca;
el cuarteto no. Un cuarteto generalmente se tocaba sin público,
se tocaba en una sala donde no había espectadores ni
oyentes ni nadie iba a aplaudir; se suponía que se hacía
música para el deleite de los que la estaban haciendo.
Esa condición cómoda de la música de cámara
hace que tenga un profundo sentido íntimo.
Hay un cuarteto que dedicó a uno de sus amigos
más queridos de Viena, un personaje de la aristocracia
que fue su amigo más fiel de toda la vida, Zmeskall,
una obra de cámara tra-
tada instrumentalmente para orquesta; trasladada a la orquesta
tiene un sentido muy distinto: no se ha cambiado una sola nota,
pero el sabor ya no es el mismo, Es como una declaración
de amor por altoparlante. Eso tiene un sentido muy grande. Fue
el homenaje más grande que le pudo hacer a su amigo Zmeskall,
quién llegó paralizado en una camilla al estreno
de la sinfonía. Estaba en los últimos ocho días
de vida, se estaba muriendo. El señor fue el primero
que tocó con Beethoven. En Viena se reunían y
tocaban los dos muy cegatos ya, Beethoven sufría un poquito
de miopía y el otro por ahí derecho: ellos tocaban
a dúo viola y chelo.
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Foto de Augusto Escobar
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Hay
una situación distinta que es la presencia de Beethoven
en los primeros años del siglo XIX. Tiene 32 años,
es muy elegante, viste supremamente bien, no es el 'zarrapastroso'
al que estamos acostumbrados en la tradición iconográfica.
Usa un sombrero de terciopelo azul muy bonito, tenía
un caballo fino, pura sangre, árabe... ¡ese pobre
caballo al que muchas veces las hacía pasar negras!
... En 1823 en Viena había una jerarquía especial
por los grandes pianistas, ya que eran lo más abundante
después de los ladrones. Excelentes pianistas, sobre
todo las mujeres. En 1823 llegó un niño prodigio
(que llegaban cada ocho días), llegó de Hungría
y quería que lo oyera el maestro Beethoven. Pero el caso
es que él no oyó nada porque ya estaba totalmente
sordo, simplemente le agradeció, se levantó y
le dio un beso en la frente y el niño muy emocionado,
sufrió la consagración como músico para
el resto de su vida. Era Franz Listz. Hay un agradecimiento
tardío de esa relación: las transcripciones para
piano que hizo de las sinfonías de Beethoven, uno de
los trabajos más dispendiosos y complicados, porque necesita
un talento y un genio de verdadero compositor.
Beethoven tuvo más o menos unos 9 pianos, todos
regalados, pero los regalos eran a veces caridad con uña;
él pulsaba violentamente el mismo acorde en todos los
pianos para tratar de oír y con los dientes sostenía
una reglita de madera... fue lo último que oyó.
Después de eso perdió completamente toda sensación
auditiva. De todas maneras allá le seguían llegando
pianos.
Viena conoció a un gran músico, pero únicamente
en los palacios de los grandes aristócratas. La gente
ordinaria, de la calle, no conocía a Beethoven, lo conocieron
muy lejos, muy tarde y muy mal. La Tercera Sinfonía había
sido tocada 5 veces en palacios de aristócratas antes
de que fuera oída por el pueblo: naturalmente a la gente
no le gustó. Era, como siempre pasa: la mayoría
tiene muy mal gusto. Es uno de los principios de los que hay
que partir en el arte: la mayoría tiene mal gusto, el
buen gusto es una cosa de minorías y siempre lo será,
eso no es democrático, eso es aristocrático.
Beethoven trataba muy mal a los amigos, esa casi era
su manifestación de cariño. Pero al señor
Zmeskall dedicó Beethoven una obra muy bella hasta en
el título, se llama Dueto para dos gafas obligadas,
para viola y violonchelo.
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Las obras en que se nota el dilatamiento
del genio beethoveniano es en la música coral, especialmente
en el famoso Canto de la Ofrenda', un himno a una religión
que Beethoven se fabricó, una religión particular
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Hay
muchas teorías sobre la sordera de Beethoven. En Medellín
un médico muy eminente, el doctor Jairo Bustamante, músico
de larga escuela, se dedicó a estudiar la sordera de
Beethoven, con una pureza y profundidad extraordinaria; llegó
a la conclusión de que fue una enfermedad muy escasa
llamada osteopetrosis, un crecimiento de los huesos que bloquea
el nervio auditivo hasta que lo ha estrangula y la cara empieza
a descomponerse, va perdiendo la simetría. ¡La
cara de Beethoven en los últimos retratos es como de
un tipo tan feo! Lo pintan como un espanto cuando era un señor
común y corriente, y que tiraba más bien para
buen mozo que para espanto.
Beethoven escribió la sonata para Waldstein que
tenía tres movimientos; él movimiento central
era un andante muy bello pero muy estrecho y él resolvió
que no funcionaba con un andante tan largo, entonces se lo quitó
y la dejó con dos movimientos; así se conoce en
la actualidad, pero esta sonata sin su movimiento lento quedó
siendo una de las grandes sonatas para piano. Le pusieron el
apodo de la Andante Favori.
Me quiero referir finalmente a la doble presencia de
Beethoven, sus dos facetas: una que es él mismo, su pensamiento
musical, elevado, maravilloso, y otro que es la demanda popular,
la música para los demás que está en esas
obras que hacen tanta bulla, las sinfonías y algunas
obras famosas. Pero las obras en que realmente se
nota el dilatamiento del genio beethoveniano es sobre todo en
la música coral, especialmente en el famoso Canto
de la Ofrenda, que es realmente de las cosas maravillosas,
es un himno a una religión que Beethoven se fabricó,
una religión particular... |
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| Ocioso
lector |
| Tolstoi contra Shakespeare |
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La
crítica entre autores es a veces un apabullante despliegue
de genio, pero también de pasiones, de animadversiones
enfáticas o veladas y de juicios más morales que
estéticos. |
George
Orwell recuerda en una conferencia emi-tida por la BBC en diciembre
de 1940, y publicada en el Listener el 19 de diciembre del mismo
año, que, en medio de la idolatría generalizada
a Sha-kespeare, Tolstoi se preguntaba en un virulento ensayo,
hacia el final de su vida, cómo era posible que
ese dramaturgo malo, estúpido e inmoral sea universalmente
admirado
y lo atribuye a las maquinaciones de ciertos críticos
alemanes de principios del siglo XIX que, según él,
inventaron la perversa mentira de que Shakespeare es un buen
escritor y que, posteriormente, nadie tuvo el valor de contradecirles.
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La principal afirmación
de Tolstoi es la de que Shakespeare es un escritor trivial,
sin profundidad, sin una filosofía coherente, sin ideas
dignas de interés, indiferente a los problemas sociales
y religiosos, sin comprensión de los personajes ni
de la verosimilitud de los actos y, en la medida en que se
le puede atribuir una actitud definida, un hombre que tiene
una visión cínica, inmoral y materialista de
la vida. Le acusa de componer obras dramáticas a base
de retazos incoherentes sin preocuparse en lo más mínimo
de la credibilidad del conjunto, de utilizar fábulas
fantásticas y situaciones imposibles, de hacer hablar
a todos sus personajes un lenguaje recargado y artificial,
totalmente distinto al de la realidad
y le acusa también
de aceptar sin crítica la inmoral política de
poder y las injustas distinciones sociales de su época.
En pocas palabras, le acusa de ser un escritor apresurado
y descuidado, un hombre de moral dudosa y, sobre todo, le
acusa de no ser un pensador. George Orwell. Una buena
taza de té.
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265 casas de escritores, levantadas
en Francia a lo largo de 5 siglos, desde el Renacimiento hasta
hoy, forman parte del itinerario fetichista del turismo internacional.
Mientras se explotan, a veces de manera abusiva, todos los
lugares que puedan ser objeto de culto, en San
Diego del Parral, Chile, acaba de ser demolida la casa donde
nació en 1904 el poeta Pablo Neruda.

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| 1.5
millones de dólares es el
precio mínimo que ha alcanzado en la casa de subastas
Christie's, de Nueva York, un diminuto cuadro de 18 por 15 centímetros
de la mexicana Frida Kahlo titulado Autorretrato con cabello
rizado, insólita imagen en la que aparece sin su
tradicional vestimenta tehuana y con pelo corto. |
27.5
millones de dólares es otra de las cifras que hacen
noticia en el mundo del arte, luego de que el Museo del
Prado adquiriera por ese valor una obra poco conocida de
Velásquez llamada El barbero del papa.
Nuevo atractivo para sus dos millones de visitantes anuales.
80
años cumplirá el famoso artista y crítico
número uno de Salvador Dalí, el catalán
Antoni Tàpies, autor de una amplia e vigorosa obra,
muy valorada la actualidad. Sordo y con problemas de visión,
el artista no ha interrumpido su creación. Nunca
he intentado hacer nada bello , tal vez he logrado
dominar la oscuridad, ha dicho. Otro nuevo octogenario
es el escritor Mario Benedetti.
200
textos y manuscritos de Borges fueron rematados en Londres,
entre ellos 18 textos de puño y letra y 120 primeras
ediciones. El texto de mayor valor se titula Joyce
y los neologismos, una colección de ensayos
ofrecida en 75 mil dólares.
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