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Gobernadores
y alcaldes nuevos:
La ¿Qué hacer por la salud?
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Jairo
Humberto Restrepo Zea Coordinador del Grupo de Economía
de la Salud Centro de Investigaciones Económicas Universidad
de Antioquia jairo@catios.udea.edu.co |
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Por
séptima vez, desde cuando se adoptó la elección
popular de alcaldes en 1988, Colombia inicia un nuevo período
de mandatos locales; además, tendrá lugar la quinta
experiencia de gobernadores populares, figura que comenzó
a operar en 1992. Como aspecto novedoso, este período
de gobiernos regionales y locales será de cuatro años,
y no de tres como sucedió hasta ahora, lo cual ofrece
una oportunidad interesante para la gobernabilidad y la estabilidad
de las políticas sociales, con repercusiones positivas
sobre el desarrollo.

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En
el campo de la salud, los nuevos mandatarios inician su gestión
cuando se cumple una década de haberse promulgado la
Ley 100 de 1993. Es importante, entonces, planear su trabajo
en el marco de la discusión que se adelanta en el país,
acerca de los logros, dificultades y proyección del Sistema
General de Seguridad Social en Salud. Es necesario que esta
discusión consulte las realidades y perspectivas de las
regiones, de modo que puedan considerarse iniciativas para adelantar
ajustes o adoptar propuestas para mejorar el desempeño
del sistema y, de manera especial, mejorar los resultados sobre
cobertura y el estado de salud de la población.
Lo primero: recuperar institucionalidad
del sistema
Una primera recomendación que pueden tomar los gobernadores
y alcaldes, para facilitar mejoras en el sistema durante los
próximos cuatro años, se refiere al llamado por
recuperar la institucionalidad del sistema y fortalecer la política
pública sobre salud. Un aspecto de la mayor importancia
consiste en la designación del personal encargado de
la planeación y dirección del sistema, concretamente
los directores o secretarios de salud y su equipo de trabajo,
buscando que estos rompan con la tendencia de cooptación
que ha predominado en el sector, y sean garantes de honestidad,
capacidad de liderazgo y conocimiento sobre la problemática
de la salud. En otras palabras, debe invitarse a los nuevos
mandatarios a poner en marcha una sana meritocracia y adelantar
una gran cruzada por el rescate del bien común como propósito
fundamental de la función pública.
La institucionalidad también puede recuperarse y fortalecerse
mediante el liderazgo que pueden adelantar las nuevas administraciones,
a través de sus consejos de seguridad social en salud,
de modo que se logre convocar a los principales actores del
sistema en su jurisdicción y se pongan en marcha programas
conjuntos sobre salud pública, cultura del aseguramiento,
seguimiento al acceso y defensa del derecho a la salud, entre
otros, además de rescatar una visión integral
de la salud con la incorporación activa de otros sectores
como educación, medio ambiente y transporte. Es importante,
como mensaje central en este intento por aunar esfuerzos, adelantar
acciones concretas para recordar que los asuntos de salud no
son solo cuestión de enfermedad y es necesario retomar
acciones para promover la salud desde diferentes esferas del
desarrollo local.
Segundo: definir aspectos claves en
planes de salud
Un segundo conjunto de recomendaciones se refiere a los aspectos
claves que pueden orientar los planes de salud para el próximo
cuatrienio, lo cual, como señalé anteriormente,
se enmarca en la discusión sobre los diez años
de la Ley 100 y la política trazada por el gobierno nacional.
Insisto en la importancia de que desde las regiones se puedan
poner en marcha experiencias que marquen el futuro del sistema,
bien para continuar la dirección que ha traído
o, por el contrario, para cambiar su rumbo con nuevas estrategias.
El caso fundamental se refiere al régimen subsidiado
y la problemática de la población vinculada, de
manera que es importante evaluar muy bien las posibilidades
reales de ampliar la cobertura del primero, teniendo en cuenta
el estado de la oferta pública de servicios y las condiciones
de los vinculados, no sea que se incrementen las dificultades
en ambos casos.
Hay que recordar la mirada integral sobre el acceso a los servicios,
el cual debe ser, junto con ciertas metas convencionales sobre
salud pública, las prioridades de los planes de salud.
Se trata de tener en cuenta que el seguro ciertamente facilita
el acceso y en tal caso es necesario para ello, pero no es suficiente
y se requiere entonces de un seguimiento sobre el acceso y las
barreras que desde la oferta o elementos de la demanda puedan
obstaculizarlo.
Tercero: mejorar elementos de gestión
Una tercera recomendación incluye una serie de elementos
de gestión que pueden considerarse para la orientación
del sistema en estos cuatro años. Uno de ellos es la
información, tema sobre el cual aún se tiene un
desarrollo precario y pocos insumos se aportan para la política
de salud. Basta con mencionar los problemas derivados de la
falta de información confiable sobre cobertura, en especial
del régimen contributivo, así como las bases de
datos del régimen subsidiado y la relativa al Sisbén.
Se requiere pues un gran esfuerzo para depurar la información
y ponerla al servicio de la gestión.
Por último: territorialidad
y cooperación
Por último, un aspecto crucial tiene que ver con la territorialidad
del sector y la cooperación que permita una reducción
de costos a nivel local. En especial, es importante considerar
la asociación de municipios en aspectos como la provisión
del plan de atención básica, la contratación
para la atención de población vinculada y la aplicación
de instrumentos para hacer seguimiento al acceso y la salud
pública. Asimismo, a nivel de hospitales puede considerarse
la asociación o creación de consorcios que permitan
adelantar la gestión con una planta administrativa que
reduzca los costos actuales. |

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