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Una barbera bien afilada
o "un bisturí pasado por orín" servían
siglo y medio atrás en Medellín para realizar
las operaciones de emergencia que los galenos de entonces
no dejaban de practicar por no estar actualizados con los
últimos avances de la famosa medicina francesa ni por
las sorprendentes investigaciones de los ingleses.
Médicos como Fausto y Jervis Santamaría demostraban
entonces su valor profesional practicando cirugías
en las circunstancias más adversas, puesto que las
normas de asepsia eran cuidados hasta entonces absolutamente
desconocidos. Hoy se sabe que el lavado de las manos con agua
limpia y abundante jabón fue un factor determinante
para erradicar la mortalidad de las parturientas y de los
recién nacidos, puesto que los médicos podían
desprenderse así de los gérmenes que traían
de las autopsias que realizaban a las víctimas de las
antiguas pestes.
Con sólo vislumbrar las antiquísimas páginas
de los orígenes de la asepsia en la ciudad, se puede
entender la trascendencia histórica, social y económica
que tiene hoy para Corpaúl y el Hospital Universitario
San Vicente de Paúl de Medellín, el Certificado
Internacional de Aseguramiento de la Calidad ISO 9002, versión
94, otorgado por el Icontec a la Planta Farmacéutica
de Corpaul.
Al barón Joseph Lister le hubiese encantado contar
con una planta de tal calidad cuando se enfrentó a
la dirección de la Clínica Quirúrgica
de Glasgow, puesto que ni él, como eminente maestro
de la cirugía inglesa, podía evitar que entre
un 30% y 50% de los pacientes intervenidos con éxito
fallecieran después a causa de las infecciones: gangrena
hospitalaria, erisipela, piemia o edema purulento.
Utilizó entonces los conocimientos brindados a la humanidad
por el famoso fundador de la microbiología, el francés
Louis Pasteur, quien creó las vacunas antirrábica
y anticarbuncosa, y quien había demostrado que los
gérmenes eran los causantes de las infecciones. El
inglés empleó el cloruro de zinc y los sulfitos
para intentar deshacerse de los invisibles enemigos sin lograr
su objetivo, hasta que un día observó que la
gente utilizaba una sustancia extraída del alquitrán
de la hulla, conocida como ácido fénico, para
quitar los malos olores de las alcantarillas y se dio cuenta
que el ganado que bebía de estas aguas no sufría
de parásitos.
Lister desconocía en esa época que Lemaire,
un farmaceuta de París, había descubierto en
1859 que los microbios descritos por Pasteur no eran capaces
de crecer en un ambiente sumido bajo este ácido, y
por ello lo utilizaba con frecuencia para tratar las putrefacciones
de la piel.
Lister optó por espolvorear agua fenicada en el lugar
donde practicaría su próxima cirugía
y luego desinfectó desde el cuerpo del paciente, los
instrumentos quirúrgicos y sus manos con más
agua fenicada y para completar cubrió con un empasto
fenicado la herida del paciente operado, logrando resultados
sorprendentes.
La disminución de las infecciones fue tan notoria,
que hasta los desconfiados cirujanos vieneses que se resistían
a sus procedimientos tuvieron que adoptarlos y darle todos
los honores y vaya que no era para menos, puesto que logró
demostrar con estadísticas que las infecciones pasaron
de un 50% a un 15% tras sus procedimientos asépticos.
En 1870 su técnica ya se aplicaba con éxito
en Italia, Alemania, España y Francia.
Novedades
médicas
En Medellín, como en el resto de Colombia, sólo
se aplicaron estos principios después de 1883, gracias
a que el cirujano José Tomás Henao aprendió
el método Lister en Europa y comenzó a aplicarlo
con éxito en el país. El médico Tiberio
Álvarez Echeverri, en un artículo sobre la Academia
de Medicina y el Desarrollo de la Salud, recoge esta experiencia
y cuenta que la misma fue reseñada por la Revista Médica
de Bogotá como un gran acontecimiento: "
había hecho preparar lo necesario para operar, linón
y algodón fenicados, pulverizador de Richardson para
operar en una atmósfera de vapores antisépticos;
solución fenicada al 2% para empapar las hilas, los
instrumentos, el tubo de drenaje y las manos de los cirujanos
"
Hoy estas técnicas y conocimientos de asepsia se han
perfeccionado y Medellín puede vanagloriarse de contar
con una planta farmacéutica como la de Corpaúl,
cuyos parámetros de calidad la destacan y la hacen
única, comparada con otras plantas de Centro América
y el grupo Andino, produciendo 16 tipos de soluciones estériles
para uso humano y 7 para empleo veterinario, bajo los estándares
de calidad impuestos por el Icontec, el Invima y en el área
animal por el ICA.
La médica veterinaria y especialista en mercadeo, Maribel
Maya Zuluaga, directora de la División de Mercadeo
y Ventas de la planta de Corpaúl, explica que allí
se producen jabones, detergentes y soluciones desinfectantes
para procedimientos quirúrgicos, al igual que líquidos
hidratantes para suministrar por la vía venosa a los
pacientes como sueros, harmann, dextrosa, solución
salina y agua estéril y la novedosa "solución
90" recomendada por la Organización Mundial de
la Salud para la rápida recuperación de los
pacientes deshidratados por diarrea y para los afectados por
intoxicación alcohólica.
Esta industria farmacéutica produce también
insumos básicos para los transplantes de riñón,
las cirugías de corazón abierto y los líquidos
nutrientes especiales para realizar las diálisis (hemodiálisis)
mecánicas, fuera de elementos para suturas no absorbibles
que se rigen en su elaboración por las normas de la
FDA. Todos estos productos son elaborados con insumos de altísima
calidad, en su mayoría importados de Alemania.
Según la veterinaria Maya Zuluaga, esta confiabilidad
en sus procesos de producción y en su moderna planta
de fabricación, le han permitido también prestar
servicios a otras empresas que tienen registros sanitarios
para producirles soluciones oftálmicas y muy pronto
se firmarán contratos para fabricar más medicamentos
veterinarios.
Entre los parámetros que señala la directora
de Mercadeo, se cumplen todas las Buenas Practicas Manufactureras
(BPM) requeridas por la Organización Mundial de la
Salud para la producción farmacéutica, ahora
confirmados por el certificado del Icontec ISO 9002 y el Invima
(calidad que garantiza el consumo humano), mientras en la
línea de producción veterinaria es la única
empresa farmacéutica nacional que cuenta con el certificado
de calidad otorgado por el ICA (exclusiva para uso animal)
Hace un año la planta puso en marcha una central de
mezclas para nutrición parenteral (venosa) especial
para atender las necesidades alimentarias de neonatos (recién
nacidos), pacientes de cirugías gastrointestinales,
de cáncer y enfermedades terminales. El servicio se
presta todos los días, se elabora según los
requerimientos del médico tratante y es llevado a domicilio
en el Valle del Aburrá en las 12 horas siguientes al
pedido. La acogida del producto ha sido tan amplia y el ahorro
en costos y tiempo es tan importante para pacientes y hospitales,
que se ha ampliado su cobertura al Oriente antioqueño
y Urabá, encargándose cada institución
de poner su medio de transporte.
Recursos e inversión
social
Maribel Maya afirma que hoy la Planta Farmacéutica
de Corpaúl abastece el 24 % del mercado nacional en
insumos hospitalarios, fuera de regular los precios a través
de los años, puesto que los incrementos se hacen en
promedio por debajo de la inflación. Sin embargo, el
atraso que tienen las entidades de salud en el pago a los
proveedores ha afectado el manejo financiero y, por ende,
ahora se empeñan en abrirse al mercado internacional.
Mas en el ámbito de las exportaciones, no basta con
cumplir los parámetros internacionales de calidad de
la OMS, sino someterse a todas las particularidades normativas
de cada país. Así, mientras no existan unas
normas iguales en los países andinos, las ventas no
serán promisorias y el cumplir los requerimientos específicos
de cada república puede demorar hasta tres años.
Por esta razón, hasta ahora sólo se han hecho
ventas puntuales en Ecuador y se cumplieron los parámetros
legales completos en Perú, pero en este último
país tienen una producción local que es de menor
calidad y más barata. Así que la perspectiva
y las gestiones que ahora se adelantan tienen como meta entrar
con fuerza en el mercado centroamericano y en los Estados
Unidos.
Las ventas de la planta farmacéutica de Corpaúl
en el mercado nacional alcanzan hoy los $13.000 millones anuales,
sin contar las captaciones de recursos financieros que logran
con otros negocios que realiza la Corporación, como
son la administración de inmuebles, parqueaderos, la
Plaza de Toros La Macarena, el reciclaje y la tradicional
comercialización de regalos y tarjetas de Navidad,
que alcanzan una suma similar a la anterior.
La junta de empresarios y filántropos que la dirigen,
definen cada año cuánto se invertirá
para capitalizar la organización y cuánto pasa
de ayuda directa al Hospital Universitario. En esta vigencia,
se asignó el 13% de lo recaudado para impulsar el desarrollo
de proyectos clínicos y actualizar la tecnología
médica de las salas.
Esta visión humanista de hacer mercado en pro del desarrollo
de la ciencia y de lograr el bienestar de la población
más desfavorecida que atiende el Hospital San Vicente
de Paúl en niveles de alta complejidad, desde consultas
con especialistas hasta cirugías de corazón
abierto y transplante de órganos, es un sueño
hecho realidad que contrasta completamente con la visión
mercantilista que hoy invade a otros servicios de salud del
país y que hacen de este derecho no una obra de caridad
sino un principio de elemental justicia social.

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