Afirmar hoy por hoy que el mundo es redondo no es un tema de
astronomía, ni de geografía, ni de ciencias del
espacio. Hace referencia mas bien a algo que le sucede al hombre
con frecuencia, cuando por algún motivo cercano a su razón
o a sus sentimientos, empieza a dudar de su manera de pensar y
de actuar y retoma teorías de otros tiempos, que ya habían
sido, incluso, descartadas. Las viejas nuevas teorías,
entonces, son puestas otra vez en escena y son vistas desde ese
momento con una mirada diferente y aparentemente joven. Esto lo
hemos observado en el campo de la economía, del comportamiento
humano, aún en las llamadas ciencias exactas y claro, también
en Medicina, en el campo del diagnóstico y en el terapéutico.
Pero, ¿qué es lo que sucede, específicamente
en el campo de la Medicina, que mientras más se progresa
en las corroboraciones científicas, la gente busca opciones
diferentes?
Hablando de salud, no es serio negar de buenas a primeras una
capacidad y una eficacia terapéutica de las llamadas medicinas
alternativas, que ha perdurado miles de años; su valor
no es despreciable, no obstante que no siempre pueden ofrecer
una explicación con irrebatible fortaleza y suficiente
rigor científico. Pero es cierto que lo que más
importa a la persona enferma es su curación, y no cómo
se desentraña el misterio de lo que en ella sucede. Igual
cosa pudiera decirse del paciente frente a la medicina occidental.
Bien sabemos que en ella tampoco están dadas todas las
explicaciones y por supuesto, para ninguna de las dos está
clausurada la opción del resultado de la investigación
y la aceptación, por la contundencia de los resultados.
En realidad es inmenso el desconocimiento que el paciente tiene
sobre su enfermedad y en verdad, ante lo vasto y complejo de la
ciencia médica, el médico no dista mucho de aquél.
La disposición de acercamiento, el interés de ayudar,
la voluntad de buscar algo adicional para ofrecerlo al paciente,
es percibido y valorado por el enfermo y su familia como atributos
adicionales y potencializadores del efecto real y demostrable
que produce la Medicina ejercida con juicio y seriedad. La práctica
que entregue al enfermo algo más que ciencia, será
sin duda la más acogida y buscada por la gente.
En el primer plano hay que ofrecer y garantizar al enfermo opciones
reales para mejorar su situación, y en los segundos planos,
muy inmediatos por cierto, hay que entregarle calidez, afecto,
comprensión y consuelo.
Lo señaló estupendamente el doctor Jaime Borrero
Ramírez, destacado profesor y médico pionero de
la nefrología en Antioquia y fundador de la especialidad
en la Universidad del mismo nombre y de ese Servicio en el Hospital
Universitario San Vicente de Paúl: "la Medicina es
ciencia, es arte y es virtud". Pues bien, le corresponde
al médico desarrollar la habilidad de armonizar estos tres
elementos en beneficio del paciente, de la familia y de la profesión.
Mientras más se abstraiga de ser un simple trabajador en
la industria de la asistencia médica, más humano
y sentido su aporte, más valiosa su entrega y más
meritorio su ejercicio profesional.
Tal vez la gente ve que las medicinas alternativas han tenido
un enfoque más cercano al hombre, a sus problemas, a sus
expectativas y a su sentir. Esto constituye una inmensa responsabilidad
para los profesionales que han dedicado su alma y su formación
a este ejercicio.
Son muchas las expresiones que se pueden escuchar de parte de
los pacientes que se acercan a las medicinas alternativas, pero
lo más destacable pudiera ser que ellas aprecian al paciente
desde el punto de vista de ser humano, uno, único e indivisible;
complejo y armónico; sereno y conflictivo; actor y padeciente
y suele escucharse que desde ellas se mira al hombre con un criterio
de integralidad. La aceptación de ellas por parte de muchas
personas, hace pensar que aquí también, en el campo
de la salud, el hombre redescubre y vuelve por los caminos que
ya alguna vez transitó, como si diera la vuelta al círculo
del conocer, del saber y del pretender.
Por supuesto que no cuestionamos la medicina occidental y su entender,
ni concedemos absoluto valor a la medicina milenaria y su visión
holística; creemos simplemente que el hombre es merecedor
de todas las oportunidades.
Entre uno y otro ejercicio médico no hay una rivalidad;
mas bien, si se quiere, puede haber una complementariedad, pues
ambos pretenden idéntico objetivo; si parece que van por
distintas vías, las dos llegan al hombre y ese destino
bien vale la pena, y ante él, lo primero es no hacer daño.