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Frágil
salud pública por caída en Atención
Básica Olga
Lucia Muños López - Periodista, Medellín
La salud pública se caracteriza
hoy en Colombia por sus marcados contrastes: un aumento de
la esperanza de vida, principalmente en las mujeres pero no
en los hombres, debido al aumento e impacto de las patologías
derivadas de la violencia; disminución de la fecundidad
pero aumento de embarazos en adolescentes; una morbi-mortalidad
con ligera disminución en patologías infecciosas
y materno-infantiles; un aumento progresivo de las enfermedades
transmisibles y de las dolencias crónicas y degenerativas;
el incremento de la población desplazada que necesita
toda la oferta de servicios de salud; y el descenso en acciones
específicas de salud pública, como la disminución
en la búsqueda de sintomáticos respiratorios
y en coberturas de vacunación, la reemergencia de patologías
como cólera, malaria, dengue hemorrágico, tuberculosis
y el aumento del sida.

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Este panorama se desprende del sistema
mismo, ya que en la Ley 100/93, sólo uno de los 289
artículos establece el llamado Plan de Atención
Básica PAB- que trata sobre el beneficio de la salud
colectiva o problemas individuales de alta externalidad,
y que junto con el Programa de Prevención de la enfermedad
y Promoción de la salud, constituyen las 2 únicas
bases que sostienen el andamiaje de lo que debería
ser la protección de la salud pública en el
ámbito nacional.
Salud pública
vs Descentralización
La salud pública como práctica política
se ejerce en el territorio del poder, pero es el municipio
su escenario natural, en el cual se descargan cada vez con
mayor fuerza, complejas problemáticas que no esperan
al mediano o largo plazo, sin contar con los recursos tecnológicos,
administrativos y económicos para encararlas. La
Ley 10/90 distribuyó competencias entre la Nación
y entidades territoriales, y la Ley 100/93 los estableció
como mercados abiertos, donde se compite por el aseguramiento;
el mercado y la descentralización bajaron las acciones
de salud pública por ser una alianza que favorece
la privatización. La salud pública se convirtió
entonces en la gran damnificada de la descentralización,
porque no se hizo con la transición necesaria y la
Ley 100 descargó un impacto negativo sobre sus funciones
y sobre la situación de salud de los colombianos,
porque se pensó en la salud privada e individual,
se presentó una evidente pérdida de la promoción
y la prevención a pesar de asegurar la financiación
respectiva, y al desmontar el recurso humano de promotores,
se asfixió el avance logrado hasta entonces. A la
Ley 100 se le criticó que se dedicó al aseguramiento
y al asistencialismo, todo lo cual deterioró la salud
pública y la llevó al fondo del escenario
a desempeñar un papel secundario.
Además, cuando se puso en marcha el PAB en 1996,
se empezaron a destinar importantes recursos para su aplicación
en los municipios, de manera que los dineros llegaron a
localidades no habituadas a este flujo de recursos y peor
aún, a manos de los encargados de la salud, alcaldes
y/o directores de salud que poco o nada sabían del
tema pero sí mucho de desviación de recursos
o de utilización de éstos en otros frentes
(lo que a la larga termina configurando peculado por apropiación
diferente). La descentralización no fue perjudicial
para la salud pública por sí misma, sino por
virtud de la corrupción y de la forma equivocada
de aplicar los lineamientos del PAB; se puede concluir incluso,
que "la autonomía territorial funciona para
pedir plata, pero no para cumplir con las funciones; y de
los afiliadores podría decirse lo mismo", afirmó
una alto directivo del Ministerio de Salud, que pidió
omitir su nombre.
Román Restrepo Villa, coordinador del Centro de Estudios
de Seguridad Social de la Facultad Nacional de Salud Pública
de la Universidad de Antioquia, explica que al establecerse
un plan de beneficios centrado en el POS, un plan que se
preocupa de la enfermedad y del paciente, al PAB se le asigna
un disminuido papel complementario para velar por la salud
pública, promover la salud y prevenir la enfermedad
desde lo colectivo. Agregó que antes de la Ley 100,
las acciones de salud pública eran más integrales
e integradas al desarrollo del sistema, pero ahora, todo
el énfasis se pone en el POS, por lo que las IPS
incluyendo las del Estado, giran alrededor de la atención
al enfermo y no de la promoción y prevención
en la población saludable; ya compiten por captar
al cliente, el enfermo, y todo el mundo olvida la acción
colectiva envolvente por prevenir la enfermedad y por hacer
las acciones tendientes a cambiar las condiciones y estilos
de vida productores de la enfermedad en la población.
La lógica del sistema no entiende el trabajo en salud
pública y deja al PAB como una serie de acciones
técnicas en salud, un recetario aplicado tímidamente
o no aplicado, sin convocatoria intersectorial, porque toda
la atención se centra en la enfermedad, indicó.
La ilógica
del sistema: Panacea antes que Hygea
La mercantilización de la salud después de
la Ley 100 tendría su razón de ser en el tener
población afiliada saludable que no demandara prestación
del servicio, y que fortaleciera con este ahorro de largo
plazo la atención para la población enferma,
satisfacción que favorecería a todos los actores
del sistema, pero al centrarse éste en la atención
a la enfermedad, irrumpe la lógica del sinsentido
y se prefiere asumir entonces, una acción curativa
Panacea- antes que preventiva Hygea-, tan sólo por
obedecer a intereses de todo tipo, demostrando así
la incongruencia del sistema mismo y la incurrencia en un
desahorro, mientras se predica y se recalca el predominio
y la necesidad de la prevención.
Román Restrepo señala que se perdió
la visión integral de la salud pública, que
involucra todas las condiciones de vida y frentes del desarrollo;
un quehacer que apenas hoy se está tratando de adecuar
al PAB; un sistema de información y referencia territorial
en los municipios, porque ya no se sabe como antes, en qué
zonas de la comunidad hay factores de riesgo ni se tienen
estadísticas sectoriales; todo el personal promotor
que por exigencias del mercado y del sistema, fue el primero
en eliminarse en los hospitales y entidades, sin ser absorbido
por las Direcciones Locales de Salud DLS- como estaba planteado.
Con todo esto, los grandes logros anteriores a la Ley 100
se fueron al traste, y vemos caídas dramáticas
en coberturas de vacunación, inferiores al 85%, similares
a los de años 80, o indicadores de malaria, dengue,
sida y tuberculosis semejantes a los de países africanos.
Y si agregamos unas Direcciones Locales de Salud sin personal
idóneo, donde el director tiene un amplio espectro
de perfiles, desde profesional hasta técnico, desde
maestro de escuela hasta peluquero, y que además
está integrado en otras dependencias, no tiene el
entrenamiento necesario en salud pública. Además,
las instituciones privadas son las que forman hoy día
a los administradores de IPS, con criterios gerenciales
y empresariales en libre mercado, contribuyendo a la pérdida
del saber en salud pública, ya que sólo entienden
la lógica de la supervivencia institucional. Con
la Ley 100, la salud pública pasó de ser preventiva
a curativa, redujo la promoción a simple educación
en hábitos saludables que no transforman las condiciones
de vida, y abandonó la responsabilidad colectiva
y estatal por la individual, agregó Restrepo Villa,
y hoy existe amenaza nacional de epidemias por enfermedades
que estaban en proceso de erradicación hace una o
2 décadas o por el crecimiento del SIDA y las Enfermedades
de Transmisión Sexual o ETS, lo que nos deja con
un sistema que puede reventarse financieramente porque si
sólo atiende los problemas una vez presentados y
no actúa en prevención y en promoción,
se colapsará y no existirá toda la plata del
mundo para atender todos los eventos que pudieran presentarse.
La
escasa prevención prima sobre la promoción
El salubrista John Flórez afirma que si la salud
pública ha sido la gran ausente de la reforma, la
promoción de la salud debería ser el núcleo
de una reforma sanitaria integral, porque es más
ambiciosa que la prevención, al aspirar a la salud
como algo más que la ausencia de la enfermedad, y
al impulsar a las personas hacia estados de mayor fortaleza
estructural, mayor capacidad funcional y mayores sensaciones
subjetivas de bienestar, y por tener una visión positiva
de la salud, al apuntar más a la vida, al desarrollo
y a la realización del ser humano. La prevención
es más de ámbitos clínicos e individualistas,
y la promoción es más de ámbitos sociales,
al propender el mejoramiento del bienestar comunitario.
La prevención es básicamente del sector salud,
con alcances limitados, y la promoción es intersectorial,
con alcances más amplios. En la prevención,
el control eminentemente técnico permanece en el
agente de salud, y en la promoción el control se
transfiere enteramente a la comunidad.
Concluye John Flórez, que el sistema asigna unos
recursos al rubro conjunto que se llama Prevención
y Promoción, pero la reglamentación y la ejecución
del presupuesto se ha aplicado fundamentalmente a actividades
de prevención de enfermedad, mientras para promoción
es mínima la participación. La resolución
3997/96, que reglamenta actividades de promoción
y prevención a cargo de EPS, enuncia en 11 artículos
exactamente 11 actividades de prevención: de las
alteraciones del crecimiento y desarrollo, de la salud visual
y auditiva en menores de 12 años; de Infecciones
Respiratorias Agudas -IRA- y de Enfermedad Diarreica Aguda
-EDA- en menores de 5 años; de enfermedades inmunoprevenibles
definidas en el PAI y de alteraciones en salud bucal; de
alteraciones durante el embarazo, el parto y el puerperio;
de las ETS e infección por VIH sida; de enfermedades
cardio-cerebrales y cáncer (especialmente de cérvix,
mama y estómago); de tabaquismo, alcoholismo, farmacodependencia
y de enfermedades crónicas y degenerativas. Apenas
ahora y lentamente, se han establecido algunas modificaciones
que no son suficientes ni trazan una política global
de promoción de tipo estratégico, que desarrolle
la salud. Por eso, Flórez propone que se separen
las actividades de promoción, con presupuesto autónomo
y con definición de un paquete mínimo de actividades
de obligatorio cumplimiento para las EPS, disponible para
todas las personas que deseen mejorar su salud y todas las
personas sanas que están afiliadas.
La magíster en salud pública, Luz Stella Alvarez,
afirma que en un sistema con acento en el acceso individual
a la prestación de servicios curativos, se pierden
o distorsionan los elementos colectivos, por lo que se concibe
la salud pública y la promoción de la salud,
no como un conjunto de políticas vinculadas del desarrollo
social y económico que buscan mayor equidad y un
cambio estructural en factores adversos de la salud, sino
como actividades puntuales que pueden facturarse, propias
básicamente del sector estatal de la salud, y que
tienen como objetivo incentivar cambios en hábitos
de vida y prevenir algunas enfermedades.
Frente a la objeción de que es elitista, cada vez
se demuestra más que la promoción de la salud
es más importante para países pobres que ricos,
y cuando se dice que abarca demasiado y es imperialista,
debe reconocerse que la promoción es la impulsadora
de la democracia y de la participación en salud.
Tampoco se le puede tildar de fascista, por imponer estilos
de vida, porque en la verdadera promoción se tiene
en cuenta la política y los ambientes que permiten
estilos de vida saludables.
Sobre la ejecución del PAB, el mismo Ministerio de
Salud reconoce que un importante porcentaje de recursos
se aplica a la financiación de servicios de comunicación
y publicidad por medios masivos sobre campañas, pero
que lastimosamente estas acciones no se encontraron articuladas
a propuestas integrales de intervención de los problemas
de salud de los departamentos; incluso, señala que
en los departamentos y distritos se siguen prestando acciones
individuales, subsidiando servicios de las EPS encargadas
de realizar estas funciones. Y aunque el Ministerio y el
actual Plan de Desarrollo reconocen la situación
caótica de la promoción de la salud, no se
plantean cambios importantes al respecto, además
de que su concepción equivocada de la promoción,
la ha reducido a charlas y talleres de bajo costo y poco
impacto dirigidos a pequeños grupos de personas.
El Ministerio ahora dice que está obligado al diseño
y ejecución de estrategias y metodologías
integrales de información y comunicación,
acorde con la realidad cultural de cada territorio o grupo
de riesgo que se desea impactar.
Paradojas en la financiación del PAB
El PAB se ha financiado desde 1997 con recursos del Situado
Fiscal, así: en 1997 recibió $55.125 millones;
en 1998, $82.737 millones; en 1999, $94.391 millones; en
el 2000, $102.798 millones y para el 2001, $152.305 millones,
en presupuestos considerados reducidos para el alcance que
debería tener el PAB.
La otra fuente de financiación del PAB es la Subcuenta
de Promoción del FOSYGA, que recibe recursos del
impuesto social a la venta de municiones y explosivoscon
una tasa del 5%; en un país donde muchas veces se
privilegia el presupuesto de guerra, destinado a producir
más muertos y enfermos, la venta de municiones y
explosivos es entonces la que financia campañas de
prevención de la violencia y promoción de
la convivencia pacífica. Igualmente, la Subcuenta
de Promoción recibe 0.5 puntos de Compensación
de los recaudos por cotización del régimen
contributivo y la Nación también hace transferencias
para programas específicos en los entes territoriales.
Los recursos sumados deben invertirse en actividades, procedimientos
e intervenciones de demanda inducida y obligatorio cumplimiento,
lo mismo que en atención de enfermedades de interés
de la salud pública para los afiliados de los regímenes
contributivo y subsidiado, y de personal vinculado en los
entes territoriales.
Es casi increíble que a pesar de tener un campo de
acción tan amplio, la Subcuenta de Promoción
siempre ha estado superavitada y que sus excedentes se hayan
destinado a reforzar algún frente como vacunación
contra Haemophilus Influenzae en 1998, atención a
la epidemia de malaria en La Guajira a fines de 1999 y últimamente
se trasladaron a la Subcuenta de Compensación para
ayudar a cubrir su déficit.
En el sector salud desconcierta que a pesar de la asignación
de estos recursos específicos para promoción
y prevención, los agentes del mercado de la atención
médica eluden la prestación de estos servicios
sobre la base de la escasa rentabilidad directa, dificultad
en la facturación y la convicción de que ante
las altas externalidades que implican, las acciones preventivas
son labor del Estado. Con excepción del tamizaje
visual y la vacunación antirrábica, el PAB
no se encarga de acciones de protección específica,
de detección precoz y atención, porque éstas
son de carácter individual y están articulados
al POS; son entonces las EPS, ARS y entidades adaptadas,
las que deben contratarlas y ejecutarlas, y luego presentar
su reporte cada 3 meses con los indicadores de cumplimiento
y de falla (ahora llamados Centinelas de Calidad), para
demostrar utilización de recursos que les son reconocidos
por la Subcuenta de Promoción. Sin embargo, ante
la falta de ejecución, se incurre en los superávits
sucesivos de esta Subcuenta, tales como el de 1998, cuando
el recaudo fue superior al presupuestado en 83.2% mientras
la ejecución sólo alcanzó el 15.9%
y el del año 2000, cuando presentó un recaudo
efectivo de 93.64% de la apropiación mientras la
ejecución de gastos presentó compromisos por
7.10% de la apropiación.
Por el balance negativo que han arrojado en los últimos
años los indicadores de salud pública y las
actividades de promoción y prevención, no
falta quienes digan que lo colectivo no les interesa a las
EPS y que por eso no contratan estas actividades, y como
sólo pueden contratarlas las EPS, el PAB sólo
funcionará si el municipio, el departamento y el
país, lo ponen a funcionar, y si la sociedad en general
y la comunidad del sector salud en particular, así
lo exigen a los actores comprometidos.
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Espero
que el PAB muestre resultados en el año 2002
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David
Bersh, ex -viceministro de Salud, considera que "va muy
lenta la aplicación del PAB y por ello se está
creando todo el mecanismo y la estructura para que en verdad
funcione y muestre resultados el año entrante, porque
ya se tienen todas las normas. Antes de la descentralización
y la Ley 100, el Ministerio establecía y ejecutaba las
acciones de salud pública en forma directa, con programas
claros y verticales, como el de la malaria (SEM), pero la descentralización
descargó esa responsabilidad en departamentos y municipios
que no tienen una cultura del manejo de esos programas y apenas
están aprendiendo. La Ley 100 trajo actores muy importantes
como las EPS y ARS, que también tienen sus responsabilidades
en este campo; estamos en ese proceso de ajuste y no tiene sentido
echar pa'atrás.
Sí hay una realidad:La Subcuenta de Promoción
es la menos efectivamente utilizada, ejecutada; por eso este
año se inició el reporte territorial, donde cada
EPS y ARS debe especificar sus actividades de promoción
y prevención. Muchas de estas entidades han quedado sorprendidas
de ver su baja ejecución, pero el Ministerio tampoco
estaba haciendo la debida supervisión, y por eso se concentrará
en control de la ejecución y en mecanismos de información
máxima a la población, para que accedan a estos
servicios a los que tienen derecho en forma gratuita y sostenida |
PAB se está ajustando
con Planes de Desarrollo Territorial |
Lucio Robles, Coordinador de Atención
Básica de Minsalud, indica que "desde su implantación
en 1996, el PAB ha venido estructurándose en la parte
conceptual y práctica; ante la inoperancia en muchas
aplicaciones, este año se evaluaron y se ajustaron los
planes de las entidades territoriales a 3 años, con el
Plan de Desarrollo local. El año próximo, se iniciarán
los planes operativos, y siendo la salud un hecho político,
sólo resta que todas las instancias decisorias comprendan
la importancia de garantizar un adecuado manejo de la problemática
de la salud.
Es patético que EPS y ARS no cumplan con actividades
de promoción y prevención, cuya carencia en el
mediano y largo plazo les pueden representar altos costos por
afiliados gravemente enfermos; además, se tiene la cultura
de que generan costos y no utilidad en el corto plazo, por lo
que se necesita hablar más de la salud y menos de la
enfermedad. Las aseguradoras han hecho tímidas inversiones
en personal promotor y el que había formado el Estado
fue rotado o despedido; se perdió mucha experiencia acumulada
en salud pública, y las universidades están formando
profesionales que trabajan en un hospital esperando los enfermos,
sin compromiso, capacidad ni actitud para el servicio extra-mural
al cuidado de la salud.
Esa visión curativa que se quería reemplazar por
una preventiva en la Ley 100 aún no se alcanza, y se
considera que difundir deberes y derechos de salud o inducir
a la gente a utilizar un servicio de detección precoz
de patologías es un costo, mientras que atender a una
persona en un quirófano supuestamente dará utilidad.
A los entes territoriales les pedimos unos mínimos de
información, para no tener un sistema de salud en caos
por falta de flujo de datos y por el subregistro. En el Sistema
Nacional de Salud se trabajaba con un celo muy riguroso y hay
que reconstruir esa efectividad, con los actores públicos
y privados, academias y la comunidad misma |
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Salud
pública ha sido el gran parche de la Ley 100
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Luis
Carlos Ochoa, miembro de la OPS, indicó que "en
la reforma se dejó el PAB como responsabilidad de los
alcaldes, con recursos del nivel municipal y los Ingresos Corrientes
de la Nación correspondientes; y los alcaldes, no han
sabido manejar o no han utilizado adecuadamente los recursos
de la salud, e incluso, acabaron con muchas actividades tradicionales
como la vacunación, el control ambiental, mejoramiento
nutricional y hasta licenciaron al personal de salud, o sea
que no es culpa de la Ley sino de la aplicación de la
Ley a nivel municipal"
"Ha habido momentos en que alrededor de 700 alcaldes han
estado investigados, porque dineros destinados a salud pública
en programas comunitarios, se desviaron hacia frentes diferentes;
a esto se suma la falta de control del Estado, de la Superintendencia
de Salud y de otras entidades que deben velar por la salud pública
de los colombianos, junto con la falta de responsabilidad, sensibilidad
y ética social de parte de los administradores de salud
en todos los niveles."
"Es un pecado capital además", agregó
Ochoa, "que ante la falta de utilización de los
recursos de la Subcuenta de Promoción y Prevención,
éstos se destinen a otras actividades, incluso curativas
antes que preventivas. Y es un pecado de todos los organismos
que tienen que ver con el asunto, desde el Consejo Nacional
de Seguridad Social en Salud, pasando por los Consejos Departamentales,
hasta los alcaldes y secretarios municipales y todos los responsables
del sistema. ¿Cómo es posible que habiendo tantas
necesidades de salud colectiva, los recursos de esa cuenta no
se utilizan todos los años y tienen que transferirse
a otra parte? Es imperdonable" |
| Involucrar al gineco-obstetra
y al pediatra en primeros niveles de atención |
| Germán Garzón, vicepresidente
de la Asociación Colombiana de Gineco-Obstetricia, afirmó
que ésta es la primera solicitud del gremio, porque "así
puede contribuir a mejorar la calidad de vida de la mujer y
su niño, disminuir las tasas de morbi-mortalidad materna
y perinatal, prevenir toda clase de patologías y complicaciones
posteriores, y situaciones como el cáncer de mama, cérvix
y ovario que se dispararon en el país por la falta de
prevención y promoción, una de las grandes falencias
de la Ley 100. Antes de ésta, era más fácil
que una mujer accediera al servicio de un gineco-obstetra y
a la atención de su recién nacido por un pediatra,
ahora no |
| Debe enfatizarse atención
en Salud Mental |
| Pedro Gómez Méndez, presidente
de la Asociación Colombiana de Siquiatría, señala
que "la problemática de salud mental es muy grande,
ante las graves condiciones de pobreza y violencia; se calcula
que 1 de cada 5 personas necesita alguna atención en
salud mental y 1 de cada 20 tiene trastornos graves. Hay poblaciones
de muy alto riesgo que no están siendo atendidas, como
mujeres y niños, que no son sujetos de promoción
y prevención. La población debe encontrar atención
cerca de sus casas, con más cobertura y alternativas
como hospitales-día, centros-día y no solamente
en las 4 paredes de un hospital siquiátrico, que actualmente
es el eje de la atención. La atención básica
en salud mental no quedó muy bien posicionada en la Ley
100, y en las campañas de promoción y prevención
hay cierta anarquía: Algunas EPS y ARS contratan un grupo
de personas que va de pueblo en pueblo con un megáfono
diciendo mensajes, sin priorizar grupos de riesgo, por lo que
se deben tecnificar más" |
| Hay dificultades para aplicar
el PAB |
| Hernando Nieto, Director de Promoción
de Cafesalud, manifiesta que "en las actividades de promoción
y prevención, de responsabilidad compartida con el Estado,
se han presentado dificultades, como la falta de suministro
de biológicos o jeringas para aplicar las vacunas, los
problemas de orden público que impiden acceso al servicio
en el casco urbano o la falta de capacidad de las IPS para cumplir
con actividades contratadas. Esto ha disminuido coberturas requeridas
en los programas, y a veces hemos tenido que hacer actividades
directas extraordinarias para cumplir con la cobertura; sabemos
que las dificultades con enfermedades de interés público
pueden implicar un alto sobrecosto a las EPS, porque atenciones
o coberturas inadecuadas en el PAB, pueden enfermar pacientes
cuyo tratamiento deben asumir las EPS por su cuenta |
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