MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 83    AGOSTO DEL AÑO 2005    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Aunque suene extraño, el nacimiento de un niño deseado por su familia, en lugar de ser motivo de gran felicidad, es para muchos hogares del tercer mundo el inicio de una tragedia, con graves consecuencias para su futuro y el de la sociedad. Miremos por qué:
Cada año en el mundo mueren aproximadamente 600.000 mujeres durante el proceso de dar vida. Veintitrés mil de ellas en América Latina. Aproximadamente 700 en Colombia. Esto equivale a una muerte materna cada minuto en el mundo y, en este mismo lapso de tiempo, 100 mujeres sufren complicaciones relacionadas con el proceso reproductivo, que dejarán graves secuelas que afectarán de manera permanente su calidad de vida.
Lo más grave y preocupante de esta realidad, es que el 90% de estas muertes son evitables, y es precisamente la evitabilidad y sus consecuencias sociales lo que llevó a las Naciones Unidas en el año 2000, a promulgar que en los Objetivos del Milenio, uno de ellos es mejorar la salud de las mujeres, y comprometió a los gobiernos en programas que impacten la mortalidad materna, de manera prioritaria a los países en desarrollo, pues es en éstos donde ocurre el 90% de los casos. La meta propuesta por las Naciones Unidas es reducir la mortalidad materna en un 75% para el año 2015.
Un grave alerta: la situación en Antioquia
En su política de salud sexual y reproductiva, y más recientemente en el llamado “Plan de choque para la reducción de la mortalidad materna”, Colombia se comprometió con las “Metas del Milenio” de las Naciones Unidas, para reducir en el cuatrienio del actual gobierno, la mortalidad materna en un 50%.
Las causas y los factores asociados a la mortalidad materna están claramente identificados. Una investigación reciente realizada por el Centro Asociado al CLAP / OPS de la Universidad de Antioquia, identifica los retrasos que la favorecen en nuestro departamento y establece los planes de mejora necesarios para reducirla; según los investigadores, un porcentaje importante de mujeres embarazadas no buscan atención porque no conocen los signos de alarma de las complicaciones de la gestación. Este atraso se debe a la mala calidad del control prenatal, a pesar de que aproximadamente el 90% de las mujeres embarazadas realizan este tipo de consulta en Antioquia.
Colombia se comprometió con las “Metas del Milenio”
de las Naciones Unidas, para reducir la mortalidad materna en
un 50% en el cuatrienio del actual gobierno.
Otro retraso que favorece la mortalidad materna es la falta de acceso a los servicios de atención en salud, ya sea por factores económicos, culturales, geográficos, conflicto social o trabas de carácter administrativo impuestas por Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud -IPS- o Empresas Promotoras de Salud -EPS-.
Los problemas de calidad en la atención se presentaron en el 77% de estas muertes en Antioquia. Estos están claramente identificados en la investigación mencionada, siendo los principales:
1. La falta de sangre o sus derivados, aún en importantes centros de atención obstétrica de la ciudad y del departamento. Es esta una situación aberrante, teniendo en cuenta que la principal causa de mortalidad materna en Medellín y en Antioquia es la hemorragia, y que la disponibilidad de este elemento vital es un criterio de habilitación para que estos centros puedan ofrecer servicios obstétricos.
2. La falta de ambulancias que garanticen la remisión oportuna de pacientes gravemente enfermas hacia centros de atención acordes con el nivel de complejidad de la complicación.
3. La falta de protocolos de atención para las causas más frecuentes de muerte y complicación durante la gestación.
4. La atención de pacientes en centros u hospitales que no tienen las condiciones y el personal capacitado para atenderlas.
“El obstetra solitario”
Otro problema, que la comunidad obviamente no conoce y que por su gravedad debería intervenirse con carácter de urgencia, es el conocido drama del “obstetra solitario”, que no es ninguna película de vaqueros pero tal vez sí de terror, y que consiste en que en importantes centros de atención obstétrica, durante los turnos nocturnos y festivos, las pacientes están bajo el cuidado de un solo obstetra, que tiene la responsabilidad de atender entre 25 y 30 maternas hospitalizadas, es el responsable de la atención de todas las urgencias obstétricas, atiende todos los partos y realiza todas las cirugías que se presenten durante la noche; es decir: tiene que trabajar en tres frentes simultáneos y, obviamente, no tiene el don de la ubicuidad.
Los indicadores son concluyentes: cientos de muertes
maternas en el país y, como consecuencia, hogares
destruidos, niños abandonados, violentados, y algunas
arcas llenas de dinero manchado con sangre de madres
pobres, marginadas y adolescentes.
Estos profesionales trabajan a destajo por tarifas de miseria, pues en promedio reciben $23.000 por hora de trabajo nocturna, sin prestaciones, ni seguridad social y sin derecho a vacaciones remuneradas. Si desean disfrutar de unas merecidas vacaciones, deben conseguir un colega que los remplace y el titular no recibe ningún tipo de remuneración por el tiempo que esté por fuera del servicio.
Una vergonzosa realidad
Así las cosas, el viacrucis de miles de madres colombianas en el proceso de la reproducción y la vida, contrasta con los balances financieros de algunos intermediarios de la salud que les ha permitido su posicionamiento económico en el contexto nacional. Vale la pena preguntar: ¿Cuál es el costo social de sus utilidades económicas? ¿Cuándo rendirán cuentas ante la sociedad? ¿Dónde están los organismos de vigilancia y control en salud? ¿Cuál es su balance social y su compromiso con la salud de las madres?
En Colombia hay mucha letra escrita sobre políticas de salud sexual y reproductiva, y mucho compromiso firmado por entes rectores de la salud, aseguradoras y prestadores de servicios de salud. La academia también tiene un gran compromiso. Pero lo único cierto es que los indicadores muestran una triste y vergonzosa realidad: cientos de muertes maternas en el país y, como consecuencia, hogares destruidos, niños abandonados, violentados, y algunas arcas llenas de dinero manchado con sangre de madres pobres, marginadas y adolescentes.
Esta problemática fue analizada a profundidad en un foro reciente sobre el tema, organizado por la Academia de Medicina de Medellín, en el cual participaron eminentes profesores universitarios, la Dirección local de salud de Medellín, la Dirección Seccional de Salud Antioquia y una importante EPS de la capital antioqueña, que de manera pormenorizada mostró indicadores, programas, proyectos y compromisos serios que se espera se hagan realidad y sirvan de ejemplo para los demás intermediarios.
 
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