MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 83    AGOSTO DEL AÑO 2005    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Reformas neoliberales del
sector salud en Latinoamérica

Iván Darío Arroyave Zuluaga - Asesor y conferencista - elpulso@elhospital.org.coo
La Revista Panamericana de Salud Pública (marzo/05) de la OPS/OMS publicó un par de artículos de los investigadores de la Universidad de Texas en Houston, Antonio Ugalde y Nuria Homedes, que sintetizan varios años de investigaciones sobre el tópico de las reformas a los sistemas de salud en América Latina en las tres últimas décadas, haciendo especial referencia a Colombia. Presentamos a nuestros lectores una síntesis de lo allí planteado.
Fundamentos del modelo
Desde los años 70, en esta parte del mundo se tenía conciencia de que los sistemas de salud eran poco equitativos e ineficientes, y a partir de la Declaración de Alma-Ata (1978) en que se adoptó la meta de Salud para Todos en el año 2000 (SPT-2000), los ministerios de salud empezaron a llevar servicios de salud a poblaciones marginadas y rurales. En los años 80, el Fondo Monetario Internacional (FMI) exigió a los gobiernos que recortaran los gastos en los sectores sociales, entre ellos salud, como un ajuste estructural para enfrentar la crisis económica de la década. El recorte de presupuestos para salud deterioró más los servicios y aumentó la insatisfacción de usuarios y proveedores.

En tanto, el Banco Mundial aprovechó la crisis para reforzar su programa de préstamos al sector salud, y a fines de los 80 ya era la agencia internacional que más le prestaba.
Apoyado en el poder de sus recursos, el Banco Mundial impuso entonces una reforma neoliberal a la salud, fundamentada en cuatro principios: (i) el sector privado es más eficiente en la provisión de servicios y el sector público sólo debe regular, (ii) un mercado libre y competitivo genera bienes y servicios de mejor calidad, (iii) las decisiones tomadas cerca de la base (descentralizadas) ayudan a controlar la corrupción, atender las necesidades de los usuarios y aumentar su satisfacción, y (iv) para incrementar eficiencia y productividad se requiere flexibilizar la fuerza laboral. La propuesta de la reforma se aplica por medio de: descentralización, privatización, flexibilización, separación entre financiación y provisión de servicios, y universalización de un plan básico de beneficios.
En la agenda nunca figuraron aspectos clave para un sistema de salud como políticas farmacéuticas ni programas de salud pública como promoción de la salud, salud ocupacional, control del medio ambiente.
Problemas de recursos humanos en salud
Los problemas de los modelos de salud antes de la reforma se pueden sintetizar así: falencia de personal técnico para apoyar al personal profesional (que tiene enfoque más curativo), desproporción del número de profesionales entre centros urbanos y rurales, pluriempleo médico, falta de control gerencial de recursos humanos, débil regulación de práctica profesional y deficiente comunicación entre proveedores de salud y usuarios.
Ante esta problemática y las necesidades del nuevo modelo económico (descentralización, autonomía hospitalaria, privatización de servicios, entre otros), la reforma neoliberal intervino haciendo entrenamiento gerencial y adiestramiento en administración de contratos. Además se implementa la flexibilización de la fuerza laboral limitando derechos conquistados, el derecho al despido inmediato y la institucionalización de los llamados “contratos basura” (temporales, baja remuneración y sin prestaciones sociales). Según la teoría neoliberal, el temor a perder el empleo aumenta la productividad, pero lo que mostraron las investigaciones fue que esto actúa en desmedro de la calidad (desmotivación, falta de tiempo para realizar las actividades, desplazamiento de los valores éticos por el monetarismo); y a esto se sumó, la reducción de costos vía insumos. Así, sin garantías laborales y sin recursos necesarios, la calidad del trabajo del recurso humano queda en entredicho y expuesto a juicios por mala práctica médica.

Para proteger derechos adquiridos, los sindicatos lograron frenar la privatización en Argentina, El Salvador y Méjico, pero no pudieron hacerlo en Colombia, Ecuador, Panamá y Perú. Para imponer la reforma en salud, la investigación demuestra que ésta fue agenciada secretamente e impuesta desde oficinas “paralelas” del Ejecutivo, obviando canales democráticos. Se reconocen también en el documento la inflexibilidad y la corrupción en los sindicatos como obstáculos para agenciar una buena reforma.
El mismo Banco Mundial reconoce en uno de sus documentos que los préstamos de los años 80 y 90 (U$16.800 millones en 1999 a precios de 1996), no consiguieron “mayor eficiencia/pro-ductividad en la administración civil” en 15 países examinados (Bennet y Franco, 1999), y que el énfasis en el pago monetario desplazó otros valores importantes en la motivación para mejorar la eficiencia y la calidad, como el placer de hacer las cosas bien o el de ayudar a los pacientes.
Cómo renovar
Varios ejemplos se plantean de experiencias exitosas de reforma en el sector público, bajo el reconocimiento de que el cambio es necesario en todas las sociedades.
La fusión de los hospitales y clínicas del Ministerio de Salud de Costa Rica con los de la Caja Costarricense de Seguridad Social, consiguió con escasos recursos uno de los sistemas de salud más equitativos y mejor organizados de la región, pero amenazado por interesados en hacerle una reforma neoliberal. También se destaca la producción pública de medicamentos en Brasil, que ha salvado miles de vidas de pobres, en contra del dogma neoliberal de la ineficiencia del estamento público.
En cambio, hubo programas públicos muy eficientes que el hostigamiento del Banco Mundial hizo desaparecer, como el Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginales IMSS-COPLAMAR en Méjico o el Seguro Campesino de Ecuador.
El caso de Colombia
La mayoría de los países latinoamericanos se han opuesto a la privatización en la prestación de servicios de salud. Chile, que tuvo sistema nacional de salud con cobertura universal y de acceso gratuito entre 1952 y 1981, fue el primero que aplicó una reforma neoliberal a principios de los años 80, con un desarrollo célebre por dar lugar a un sistema inequitativo e insolidario. Respecto de Colombia, el artículo explica que adoptó el modelo chileno, cuidándose de no adoptar sus imperfecciones, pero siendo el sistema que más acogió las recomendaciones del Banco Mundial.
En salud pública se resalta la falta de políticas y reglamentos claros, la desarticulación de los equipos entrenados y el desinterés del gobierno que incidieron en su descuido, resaltando el desplome en los indicadores de vacunación y la pérdida de control sobre la población tuberculosa por la fragmentación del programa (en una investigación con búsqueda activa se encontró que los pacientes se dejan de tratar y no se hace seguimiento de contactos). En una investigación aleatoria sobre pacientes con diabetes se encuentra que el 56,5% no recibieron medicamentos POS, más grave para los vinculados, seguidos de los subsidiados (subsidios cruzados).
Se menciona también la existencia de barreras económicas, geográficas y administrativas para el acceso (el 78% de las IPS en Bogotá están en el privilegiado norte) y el retraso a los prestadores, la limitada capacidad de elección, los monopolios, los elevados costos de transacción a favor de las aseguradoras y la peligrosa integración vertical, la debilidad de las autoridades reguladoras y la corrupción, la cuestionada calidad de la atención y la falta de eficiencia frente al significativo aumento del gasto nacional en salud.
Se muestra también cómo las EPS (Entidades Promotoras de Salud) hacen selección adversa y las prácticas corruptas en las ARS (Administradoras del Régimen Subsidiado), lo mismo que la mala calidad y la inducción de servicios no necesarios para facturar por parte de las IPS (Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud).
Descentralización
La descentralización, anotan los autores, ha sido con contadas excepciones una política improvisada, impuesta por el Banco Mundial con el objetivo explícito de reducir los gastos del gobierno central mediante las transferencias, liberando recursos para el pago de la deuda, es decir, aplicación de ajustes estructurales, e implícitamente- para facilitar la privatización de los servicios, transfiriendo la responsabilidad al sector privado.
La descentralización ha creado brechas insalvables entre regiones con diferentes niveles de desarrollo. Los estudios muestran que las comunidades están estratificadas y que las élites locales no han usado el poder en bien de sus comunidades.
Después de millonarias inversiones y años de esfuerzos, los programas neoliberales no han producido sistemas de salud más equitativos, ni eficientes, ni con mejor calidad que los precedentes.
Méjico por ejemplo, ha sufrido dos oleadas de descentralización (interrumpidas por el gobierno de Salinas), la primera de 1983 a 1988 y la segunda desde 1994 al presente. El poco éxito de la medida se debió a que los estados intuyeron a tiempo que la descentralización se refería a los problemas pero no a los recursos. Tras una turbulenta historia de 20 años, Méjico tiene un sistema de salud fragmentado, con aumento de desigualdades entre regiones y con un Estado central menos responsabilizado de los problemas de los pobres. Hoy se promueve allí el “pluralismo estructurado” o la competencia regulada de los servicios de salud.
Conclusiones
Después de millonarias inversiones y años de esfuerzos, los programas neoliberales no han producido sistemas de salud más equitativos, ni eficientes, ni con mejor calidad que los precedentes. Como razones se proponen que es imposible lograr el éxito sin la colaboración consensuada del recurso humano y que se impusieron reformas por una agenda ideológica y no basándose en evidencias.
En Chile y Colombia la privatización perpetuó las inequidades sin mejorar la calidad de los sistemas, y en cambio incentivó el enriquecimiento de intermediarios privados (ISAPRES en Chile, EPS/ARS en Colombia) a costa del dinero de la salud. Pero ni aún en Estados Unidos, donde el sistema jurídico está más desarrollado y el cumplimiento de las leyes es más estricto, se logra regular el comportamiento de aseguradores y prestadores privados. Esto parece demostrar que el modelo neoliberal no es capaz de solucionar los problemas del sector salud y que ha llegado el momento de detener estos experimentos en la región. Hasta el mismo Banco Mundial, ya reconoce que algunos postulados de su modelo de reforma neoliberal en salud no son los más adecuados en todos los contextos, y que esa propuesta ya se agotó, porque no fue capaz de solucionar los problemas del sector salud; ahora se fomenta la necesidad de ajustes o reformas en los sistemas de salud, pero cimentados en los principios de solidaridad expresados en Alma-Ata y dirigidos a mejorar la eficiencia, equidad y calidad de los servicios. Para ello, América Latina cuenta con recursos financieros suficientes y cuenta con experiencias propias que es válido reforzar, antes que pensar en repetir la dolorosa experiencia de modelos basados en ideologías foráneas que no han dado resultado ni siquiera en sus países originarios.
Epílogo
De los artículos reseñados se destaca la vigorosa documentación y la probidad de las conclusiones. Como atenuante habría que considerar que no parecen estar dispuestos a sopesar evidencias en contrario de su hipótesis: No mencionan siquiera, por ejemplo, el aumento del aseguramiento en Colombia, ni el modelo de solidaridad financiera tan ponderado por la Organización Mundial de la Salud -OMS-.
 
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