Si bien la radiografía
del hambre en la población infantil pobre colombiana
muestra el peor de los escenarios, el futuro podría ser
peor para quienes logren llegar a la adultez, porque crecer
no garantiza nada. Quienes más mueren de hambre en Colombia
son los adultos mayores. Estadísticas del Dane muestran
que mientras entre 2012 y 2015 fallecieron 1.127 niños
y jóvenes por desnutrición, la misma causa cobró
la vida de 3.899 ancianos. El abandono, no alcanzar la pensión,
falta de seguridad social y de políticas de protección,
deterioro en la calidad de vida por discapacidad y malos hábitos
alimenticios, son factores que llenan de espinas los últimos
años de miles de colombianos.
Atlántico, Antioquia, Valle, Nariño y Bogotá
tienen el mayor número de muertes por desnutrición
en ancianos, por lo menos en cifras oficiales, pero la realidad
debe ser mayor si se considera que solo 25% de los adultos mayores
tienen pensión, según estudio de la U. Externado,
que indica también que la pobreza en este grupo llega
al aberrante 46%.
De manera equivocada el Estado desde hace años piensa
que el subsidio del programa Colombia Mayor ($110.000 cada 2
meses) es solución, pero desconoce su insuficiencia y
que generalmente este dinero se convierte en ingreso familiar.
Son millones los colombianos mayores de 60 años en listas
de espera mendicante del subsidio: en Pasto según el
Instituto de Salud de Nariño hay más de 100.000
abuelos en lista, en una macabra espera por el fallecimiento
de alguien que deje libre un cupo. ¿Es éste el
Estado de Bienestar que Colombia puede entregar a sus ciudadanos
y ordena la Constitución? |