MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 217  OCTUBRE DEL AÑO 2016    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Hay muertes de niños
por hambre en toda Colombia

Juan Carlos Arboleda Z., Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com
La muerte de 808 niños por desnutrición y enfermedades asociadas en Colombia en 2015, evidencia que el problema del hambre se asentó en el país sin distinciones, aunque se trate de camuflar en estadísticas generales por departamentos.
Hay regiones más vulnerables como Guajira, Chocó, Guainía y Nariño, pero la tragedia de muertes de niños por hambre se vive a lo largo y ancho del país. En Chocó a fines de julio habían muerto por lo menos 12 niños menores de 5 años por enfermedades asociadas a desnutrición, según la Secretaría de Salud del departamento; más en denuncias en el Congreso de la República en la Comisión de Derechos Humanos por su presidenta, la senadora Sofía Gaviria habló de 51 niños muertos por desnutrición en Chocó en 2016.
Afirmó la senadora: “No hay puestos de salud en los resguardos, y en la cabecera municipal donde sí los hay, no se atiende con diligencia a los indígenas ni hay personal que hable su lengua. Para recibir atención médica tienen que hacer recorridos en canoa o en lancha que pueden tardar entre 8 y 10 horas, lo cual se dificulta notablemente cuando hay que trasladar enfermos y cuando no se cuenta con recursos para desplazamientos”.
En este caso Minsalud afirmó que hasta junio 30/16 solo tenía registradas 7 muertes de menores de 18 años en Bojayá, pero Sergio Durán, investigador de la Facultad de Medicina de la U. de Antioquia, que coordina brigadas en comunidades indígenas, afirma que los niños y adultos muertos por desnutrición existen y tienen nombre propio, fechas de defunción e información de la enfermedad: “Estos datos no coinciden con los de Minsalud, porque solo registran menores de edad una vez al año, y EPS e IPS no hacen presencia constante para obtener esta información”, lo que genera realidades que sobrepasan cifras oficiales.
Sofía Gaviria hizo un llamado urgente al Gobierno a evitar más muertes de menores por desnutrición: “Es simplemente la punta del iceberg de un drama muchísimo más grande. Hay cifras de que 42% de los niños indígenas están en desnutrición aguda, incluso con datos de que la niñez afro-indígena en Guajira, Chocó, Vaupés y Guainía está muriendo por desatención. No se pueden diluir responsabilidades diciendo que son muchos los responsables, aquí hay un gobierno que debe empezar a asumir con seriedad una responsabilidad sobre las muertes de quienes tiene que proteger”. Comparó la desnutrición aguda en Guajira con la de Ruanda, donde mueren miles de niños al año.
La problemática de muertes por hambre también se da en Antioquia, donde existe gran inequidad entre regiones; Urabá, Magdalena Medio, Nordeste y Bajo Cauca están a años de la realidad de la capital antioqueña, y en la misma Medellín las comunas o asentamientos sub-normales de población desplazada responden a una realidad diferente de la del resto de la ciudad. Lo mismo se puede decir de Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Bogotá. La situación no es diferente en Arauca, donde el defensor del pueblo, Alfonso Cajiao, informó que tras visita humanitaria se evidenció que en la comunidad indígena Hitnü habían casos de desnutrición infantil, hecho que ya causó la muerte de menores.
Augusto Pasqualotto, líder de la Secretaría de Salud de Medellín, afirmó que en la ciudad hay 1.500 niños menores de 6 años con algún tipo de desnutrición, y que en los últimos 7 años no se dieron muertes por esta causa, excepto en 2012 con 2 casos. El concejal Jaime Mejía presentó datos que reflejan otra situación: “Según el Dane, entre 2005 y 2013 hubo 198 fallecimientos, frente a 20 que reporta la Secretaría de Salud en ese período”.
Se concluye que si bien el Plan de Acción del programa Primeros Mil Días es una intencionalidad bastante positiva del Estado en términos de la intervención integral de las problemáticas que atraviesan la salud de la población infantil vulnerable y debe ser una apuesta de largo plazo con recursos del nivel nacional y departamental, con todas las energías de los actores territoriales, de la institucionalidad, del talento humano en salud, la esperanza es que lo que se siembre en Guajira, Chocó, Guainía y Nariño no se quede en una anécdota, y se articule con el Plan Decenal de Salud Pública, para algún día avizorar realmente que aquello de “Todos por un nuevo país” sea más que un eslogan.
 
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