MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 12    No. 154  JULIO DEL AÑO 2011    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Tecnología en salud tendrá quien la ronde: el Instituto de Evaluación
Juan Carlos Arboleda Z., - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
La Ley 1438/11 introduce en Colombia uno de los conceptos más interesantes de los últimos años: una institución de evaluación de tecnologías en salud, figura difundida en otras latitudes pero que en el país con contadas excepciones, no había sido considerada. La Ley 1438 autoriza al Ministerio de la Protección Social la creación del Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud como una corporación sin ánimo de lucro de naturaleza mixta, y de la cual podrán hacer parte las sociedades científicas y la Academia Nacional de Medicina, entre otras organizaciones.
La entidad será la responsable de la evaluación de tecnologías en salud basada en evidencia científica, pero también tendrá a su cargo la evaluación de guías y protocolos sobre procedimientos, medicamentos y tratamientos, de acuerdo con los contenidos del Plan de Beneficios. “Sus orientaciones serán un referente para la definición de planes de beneficios, para los conceptos técnicos de los Comités Científicos y las Juntas Técnico Científicas y para los prestadores de los servicios de salud”, indica la ley.
Los objetivos del Instituto serán: evaluar las tecnologías en salud teniendo en cuenta la seguridad, eficacia, eficiencia, efectividad, utilidad e impacto económico; consultar las evaluaciones de tecnologías médicas con Centros de Evaluación acreditados para esta tarea, tanto nacionales como internacionales; articular la evaluación de los medios técnicos y de procedimientos para la promoción y atención en salud en sus fases de prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación, y su impacto en la reducción de la morbilidad y mortalidad del país, así como el impacto potencial por la adopción de nuevas tecnologías; diseñar estándares, protocolos y guías de atención en salud basados en evidencia científica, que sirvan de referente para la prestación de los servicios de salud; difundir las metodologías empleadas y la información producida, así como todos los demás que sean necesarios para el desarrollo de su objeto.
Aunque los temas de guías, protocolos y otras normas técnicas fueron incluidas dentro de las funciones del nuevo Instituto, la ley también señala que su adopción estaría a cargo de “la autoridad competente”, sin especificar cual es ni asignársela directamente al Instituto, lo que deja suponer que su labor será solo de organismo evaluador: “La autoridad competente desarrollará como referentes basados en evidencia científica, guías de atención sobre procedimientos, medicamentos y tratamientos de acuerdo con los contenidos del Plan de Beneficios. Las guías médicas serán desarrolladas por la autoridad competente en coordinación con los profesionales de la salud, las sociedades científicas, los colegios de profesionales y las facultades de salud“.
Independencia y transparencia:
requisitos del Instituto
Aunque hasta ahora nadie cuestiona la creación del Instituto, sí se escuchan llamados de atención sobre cómo debe conformarse para garantizar su transparencia y accionar, por encima de toda duda.

Las sociedades científicas le solicitaron al gobierno nacional la creación de una mesa de trabajo para la reglamentación de las funciones del Instituto, y Santiago Herrán, presidente del capítulo Colombia de Ispor (Sociedad Internacional para la Fármaco-economía y la Investigación de Resultados), señaló que el espacio abierto por la ley “es ideal para que haya un trabajo técnico serio por parte de todos los interesados”. Y añadió: “Es importante que nos sentemos todos los actores a reglamentar cuál será la metodología explícita y clara para que ese instituto mantenga su independencia, y pueda dar un reporte técnico y científico; que no sea quien tome las decisiones, sino que evalúe y entregue los resultados a los encargados de decidir”. Esta posición difiere de otros analistas, que consideran que sus funciones deben ser más vinculantes que meras recomendaciones que puedan ser atendidas o no.
Evaluar tecnología en salud: una necesidad
Una de las primeras personas que habló en el país sobre el tema fue el actual vicedecano de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, Luis Eliseo Velásquez, para quien es importante que Colombia piense institucionalizar la evaluación de tecnologías en salud: “La función principal que debería cumplir una institución de este tipo en el país es contribuir a la toma de decisiones informadas en el sistema de salud respecto de la incorporación de tecnologías en el plan de beneficios, teniendo en cuenta las tecnologías disponibles a nivel mundial y aquellas que ya se encuentran en el país”.
El doctor Velásquez señala que la evaluación de tecnologías en salud es un instrumento de gran valor para hacer más racional la incorporación y uso de tecnología en el sector, y su aplicación puede hacerse en diferentes niveles del sistema: “Estamos ante un instrumento que podría contribuir al desarrollo de principios como la eficiencia, calidad y efectividad, que tienen un avance muy limitado en nuestro sistema de salud. Para el caso colombiano, sin embargo, sería recomendable la conformación de una institución autónoma, de carácter mixto, en la cual la academia tenga amplia participación, y sus estudios y recomendaciones deberían hacerse con la mayor independencia posible, para garantizar su legitimidad y acogida por todos los actores del sistema de salud”.
Según Juan Carlos Giraldo, director de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas -ACHC- y uno de los pioneros de la propuesta en el país, el Instituto de Evaluación Tecnológica es un eslabón que le faltaba al sistema de salud para cumplir la función de ser un tercero creíble en la definición de inclusiones y exclusiones de tecnología, alertas y actualizaciones, medicamentos, dispositivos y metodologías asistenciales: “Se necesitaba una institución que fuera el punto final, que sea técnica, independiente, creíble y auto-sostenible; ahora, para que tenga éxito la iniciativa, es importante que todos los actores del sistema -empezando por el gobierno-, obedezcan y acaten las decisiones y recomendaciones que allí se tomen; de no ser así, se estaría abriendo otro organismo paralelo a la CRES que dará recomendaciones para que sean acatadas cuando a un actor le conviene y se desobedezcan cuando no”.
Como el Ministerio deberá reglamentar el alcance de las decisiones del Instituto, para el doctor Giraldo ahí existe un dilema: “En algunos países es de carácter vinculante y en otros hace recomendaciones; los más desarrollados hacen recomendaciones, pero tiene que haber un organismo competente dentro del Estado que las haga cumplir; en nuestro caso ese Instituto debería reportarle a la CRES, que sería la encargada de hacer los perfeccionamientos y actualizaciones al POS”. Y finaliza su análisis señalando que el Instituto no debe depender de ningún otro organismo y por el contrario, debe tener una estructura independiente similar a la de un centro de investigación con un estricto régimen de inhabilidades para que las decisiones tengan credibilidad.
Tecnología, ¿a cualquier costo?
La falta de control estatal a las nuevas tecnologías en salud se refleja entre otros campos, en el impresionante aumento de los recobros que llevaron a la crisis del sistema a fines de 2009; el doctor Julio Alberto Rincón, ex miembro del Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud, señaló en su momento: “La tecnología tiene grandes implicaciones en los recobros. Hoy se recobran cosas que antes no: medicamentos recién salidos al mercado, tecnologías que no teníamos y la sobre-utilización de esa nueva tecnología; por ejemplo, en Valledupar hay 3 resonadores que trabajan a 3 turnos. ¿Se utilizan para lo que no es? Y cuando se tira a la cúspide del sistema de atención cosas que se podrían hacer más abajo con formas y tecnologías más simples, se encarece el sistema. Eso es ‘ordeñar’ al Estado, eso es corrupción, pero también falta de control y desgreño administrativo”.
Un ejemplo similar señala el director de Aesa, Luis Alberto Martínez, quien cuestiona la necesidad de tantos tomógrafos en Medellín: “Hay evidencias de duplicación de servicios y de infraestructura”. Y sobre el nuevo Instituto de Evaluación Tecnológica, dijo: “La iniciativa es copia, si se quiere, de lo que hacen en otros países, y se pretende que este organismo evalúe permanentemente cuáles son las mejores prácticas para diagnosticar y tratar las patologías que se presenten en la población basándose en evidencia científica; eso está muy bien, hay que mirar es cómo puede esto incidir ya sea facilitando, o por el contrario trayendo más trabas administrativas o jurídicas al acceso a servicios de salud. Eso dependerá de que tan técnica sea la conformación del Instituto, que realmente esté por encima el beneficio a obtener con la introducción de nuevas tecnologías al país en procedimientos, dotación, infraestructura y guías, y donde lo más importante sea anteponer el bienestar de las personas sobre el costo; eso es muy importante porque se evidencia que en el país se introducen nuevas tecnologías sin la suficiente revisión ni evidencia técnica ni clínica. Vemos con buenos ojos que allí participen las sociedades científicas, la Academia de Medicina y las facultades, que pueden ser organizaciones más orientadas a proporcionar conceptos técnicos que beneficien a la población, más que conceptos economicistas que favorecen la rentabilidad en la prestación de servicios”.
Las experiencias de otras agencias como el NICE en Reino Unido, la Agencia Andaluza y la Agencia Catalana en España, o la de Canadá, han sido las más estudiadas por los países latinoamericanos -incluyendo a Colombia- y en todos ellas los resultados son importantes en la contención del costo, como lo dice por ejemplo la agencia catalana: “Nuestra misión es generar conocimiento relevante para contribuir a la mejora de la calidad, seguridad y sostenibilidad del sistema de salud, facilitando la toma de decisiones a los ciudadanos, profesionales, gestores y planificadores”. La gran diferencia es que todas esas agencias operan en sistemas de salud básicamente públicos, y al trasladar la figura a un país donde prima desde la expedición de la Ley 100/93 el interés de lucro, es posible que el instituto colombiano sea sometido a duras pruebas que irán desde cuestionar su credibilidad hasta tratar de vulnerar su honestidad. De ahí que una adecuada reglamentación, sería la piedra angular para un buen Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud en Colombia.

 
¿Instituto autónomo o no?
Desde la visión del Ejecutivo, “el Instituto de Evaluación Tecnológica será un organismo de carácter técnico, evaluador de tecnologías y conformado por especialistas de la salud que evalúen lo que debe entrar al Plan Obligatorio de Salud (POS), y los adelantos científicos que deben ingresar al país”, señala Carlos Mario Ramírez, asesor en salud del Ministerio de la Protección Social. La gran inquietud antes de reglamentar su funcionamiento, es sobre el grado de independencia que tendrá el Instituto o de quien dependerá en la estructura del Estado y del sector salud: “La pregunta es si éste debe ser un organismo autónomo; algunos dicen que debe depender del Instituto Nacional de Salud, otros señalan a Colciencias, otros más a la Comisión de Regulación en Salud (CRES) e incluso que sea una dependencia del gobierno. Particularmente creo que Colciencias es interesante por lo que significa como organismo y porque además allí llegarán recursos importantes de las regalías, y este nuevo instituto debe ser fuerte, completamente autónomo y que no sea un representante de intereses”, puntualiza el doctor Ramírez.
 
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