MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 8    NO 102  MARZO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

En el libro “ISS, 60 años de seguridad social. 1946-2006”, publicado por el Instituto de Seguros Sociales el año anterior, su presidente, Gilberto Quinche, afirma: “Esta publicación quiere llamar la atención sobre la historia del Seguro Social, que es la misma historia del país, con sus realizaciones, aciertos, tropiezos y equivocaciones. Igualmente, quiere plantear la construcción de un futuro en el cual el Seguro Social sea, al mismo tiempo, guardián y punto de referencia”. Y más adelante plantea: “Hoy, el papel que cumple el Seguro Social está en el centro del debate público, y en el mismo también, la distinción entre el Estado y la sociedad; la controversia sobre las funciones que el primero tiene que ejercer para servir a la segunda, no para suplantarla ni sustituirla, vuelve a constituir el eje de las preocupaciones políticas de hoy”.
Estas afirmaciones apuntaron tanto al valioso balance histórico de la más grande institución de seguridad social que ha tenido Colombia, como al diagnóstico reservado de las posibilidades de futuro del sexagenario Instituto. Pero la delicada situación reseñada no hacía alusión a una “crisis de los 60 años”, porque el quiebre institucional venía de atrás, casi desde el momento mismo de su nacimiento.
En la década de los 40 se constituyó el Instituto Colombiano de Seguros Sociales (ICSS) como entidad de naturaleza tripartita, donde deberían aportar una tercera parte los patronos, otra el Estado y otra los trabajadores, pero el Estado nunca aportó la tercera parte que le correspondía. En el libro citado, dice: “Desde su nacimiento, el ICSS está maniatado financieramente. El Congreso de 1946 no autorizó el manejo de los recursos por cotizaciones acumuladas (casos pensiones de vejez, invalidez y muerte) y las solicitudes de apropiaciones eran recortadas hasta en la mitad, debido a la crisis fiscal y al endeudamiento que mantenía el país... Parte de la financiación de la entidad implicó una constante negociación entre sus gerentes y el ministerio que le asignaba recursos… el Instituto comenzó a registrar una preocupante tendencia al desbalance de sus finanzas. El incumplimiento del gobierno a la obligación del aporte mensual en el monto legal establecido, causó estragos en el Instituto”.
Dice Sabas Pretelt, presidente del ICSS (1979 y 1980): “En varios períodos de su historia, el ICSS padeció el mal que se generalizó en la administración pública colombiana: intervención política en sus decisiones y ausencia de control administrativo, con secuelas propias del despilfarro de recursos y falta de racionalidad en manejo del personal”.
Sucesivamente, “la expansión en cubrimiento del servicio nacional así como la ampliación de los derechos a los demás miembros de la unidad familiar generó un gran número de beneficiarios frente al reducido número de aportantes, que creó un impacto negativo al que se sumaron las determinaciones de frenar el incremento en los aportes como parte de las políticas sociales de concertación entre Estado y centrales obreras”.
Así, pese a que el Estado nunca aportó, el ICSS se fortaleció y constituyó la principal entidad de seguridad social, al punto que el Estado ha utilizado sus recursos para sortear crisis fiscales y evadir sus aportes, como en los 70 cuando el gobierno de Misael Pastrana se auto exoneró de pagar una deuda que a pesos de hoy superaría los $40 billones.
Reestructuraciones y más
En 1977, la reestructuración cambió la sigla ICSS a ISS, pero el cambio fue más allá. Entre 1977 y 1980 las reformas dieron unidad legal al Instituto, descentralizaron y reorganizaron servicios en 3 niveles de atención, se hizo reforma de personal y se evitó duplicidad de funciones con el Instituto Nacional de Salud. Luego, en la recesión de fines de los 80, se utilizaron los recursos del ISS para refinanciar empresas, siendo la más notable la del Banco Central Hipotecario, donde se perdieron enormes sumas de dinero del ISS. En 1992, el decreto 2148 convirtió al ISS en Empresa Industrial y Comercial del Estado, por lo que asume el pago de pasivos pensionales de trabajadores que recibieron este beneficio como empleados públicos, cuyo pago estaba a cargo del Estado.
Con la Ley 100/93, el ISS se transformó sustancialmente, organizándose por negocios: Administradora de Riesgos Profesionales; Salud como EPS e IPS; Pensiones como Administradora del Régimen de Prima Media con prestación definida. Con la cobertura familiar que trajo la Ley 100, en 1995 pasó de tener 3,8 a 10 millones de personas, entre cotizantes y beneficiarios. La Ley 100 representó el desmonte del monopolio público del ISS en seguridad social, y generó migraciones de afiliados a nuevas entidades de salud, pensiones y riesgos profesionales, afectando los ingresos del Instituto.
Para agravar el panorama, pese a la reorganización y fortalecimiento financiero, la resolución 1416 de julio/98 de la Supersalud suspendió la autorización de funcionamiento al ISS como EPS e implicó restricciones: No se podían hacer nuevas afiliaciones ni mercadeo de los servicios, por lo que mientras no había ingresos frescos, los pasivos y egresos aumentaban, agigantando el desbalance financiero. Sólo el 8 de noviembre/01 se levantó la sanción.
El 13 de diciembre de 2001, la Nación y el ISS firmaron un convenio de desempeño que comprometía al Instituto con metas de gestión en ingresos y reducción de gastos, mientras el Ministerio de Hacienda se comprometía a otorgar créditos a largo plazo, condonables a favor del Instituto, hasta por $1 billón, desembolsables en 2001 y 2002; estos recursos se destinaron a obligaciones laborales, fortalecimiento red hospitalaria y pago de obligaciones por compra de servicios de salud, medicamentos e insumos. Cuando el ISS recupera la licencia para afiliar en salud, ya está muy maltrecho, pues casi la mitad de afiliados son mayores de 45 años y los de alto costo rechazados por EPS privadas, lo que afecta sus finanzas ($800.000 millones año), ya que el valor de la Unidad de Pago por Capitación -UPC- no compensa costos de atención de estos pacientes. En 2001 se firmó acuerdo entre gobierno, el ISS y los trabajadores, donde éstos cedieron puntos de la Convención Colectiva para subsanar la crisis del Instituto.
Mientras EPS privadas se integran verticalmente para hacerse más fuertes, el decreto 1750 de junio/03 escindió el ISS y separó la parte asistencial (37 clínicas y 204 Centros de Atención Ambulatoria CAA) de la de aseguramiento; la atención se organizó en 7 Empresas Sociales del Estado ESE- dependientes del Ministerio de la Protección Social.
A fines de 2005, el ISS emprende otra reestructuración y modernización, considerando el proceso de Renovación de la Administración Pública del gobierno Uribe; las directrices oficiales en reestructuración y supresión de cargos, y la escisión de las 7 ESE. Dentro del proceso, se orienta la tercerización de procesos de misión crítica prioritaria.
Se agudizan crisis
Entre 1995-1996, el patrimonio fue positivo: pasó de $39.456 a $619.681 millones, sustentado por inversiones de renta variable del 100% de activos de la IPS; entre 1998-2002 el patrimonio se vuelve negativo, por mayor valor de pasivos de $100.411 millones en 1999 a $1,2 billones en 2002 y pasivos de $342.301 millones. El patrimonio tomó el comportamiento inducido por ejercicios anteriores, especialmente a partir de 1998, cuando ascendía a -$371.416 millones, e inicia una caída acelerada hasta 2002, cuando fue de -$916.632 millones. Y entre 2003-2005, los pasivos sobrepasaron $3 billones frente a unos activos apenas superiores a $1 billón.
Las causas se atribuyen a: La escisión, donde la EPS absorbió pasivos de jubilados de las ESE; la escisión disminuyó activos en la EPS-ISS por cesión de bienes a las ESE; endeudamiento con la Nación para dar liquidez a la EPS y cumplir cuentas por pagar por enfermedades de alto costo; la sanción de Supersalud entre julio/98 y noviembre/01, que impactó desfavorablemente los ingresos por UPC; las pérdidas recurrentes entre 1995 y 2005, que llegaron a $2,58 billones y que en promedio anual representan $235.255 millones; y la relación mayores pasivos-menores activos-igual disminución del patrimonio. También estça la corrupción administrativa en contratos con sobre-facturación, vinculación de personal con Cooperativas de Trabajo Asociado, y el gobierno como mayor deudor del ISS: hoy le debe más de $70 billones.
Como se aprecia, pese a los hitos históricos y los aportes a la seguridad social pendientes de reconocérsele al ISS, ni el gobierno, ni el Instituto ni sus administradores tuvieron la suficiente voluntad política para defenderlo como oferta pública de seguridad social, y ahora se emprende su velada liquidación, sin que se sepa a ciencia cierta del futuro que correrán la atención en salud, pensiones y riesgos profesionales en entidades de carácter privado.
Para el Instituto de los Seguros Sociales, después de 60 años, una deshonrosa salida por la puerta de atrás del escenario de la seguridad social en Colombia. Un triste último tango… que alguna vez entonará responsabilidades históricas por el descuido de lo público.
 
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