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Pedro García Barreno,
nuevo académico de la lengua
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Se nos quiere meter en los abismos
del olvido, se construye ideológicamente una figura
del olvido; se hace necesario olvidar, así como en
el psicoanálisis se descubren verdades para luego olvidarlas,
porque los seres humanos tienen momentos en que para sobrevivir,
necesitan olvidar.
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Que
un pueblo pierda la voz de la conciencia podría ser una
catástrofe nacional; pero Colombia está acostumbrada
a perderlo todo, a olvidarlo todo, a ver morir a sus hijos mejores
y peores sin el más mínimo gesto. Somos la tierra
del olvido; la historia se repite en la patria como en un tiovivo
de dolor en donde los caballitos de colores visten la máscara
de la muerte. Por eso no es de extrañar que el fallecimiento
el pasado 7 de octubre en la ciudad de Bogotá del periodista,
investigador, historiador y pintor Arturo Alape, suscitó
las consabidas manifestaciones de dolor desde las esferas oficiales;
sin embargo a Alape tampoco le hubieran gustado. A los 68 años
de edad y luego de luchar contra una enfermedad y contra
la desprotección social de que era objeto, deja un patrimonio
intelectual que no será fácil de igualar y que
seguirá siendo material guía para comprender nuestra
compleja y dolorosa realidad (1).
Alape pintó con palabras la realidad de un país
que poco escucha su voz de la conciencia (si es que la conciencia
aún vive en Colombia y no emigró desplazada).
Sus textos son pinturas que danzan sonoras en las páginas
que dejó para que el país no olvide que hay otra
versión de la realidad, otra historia no contada en textos
ni discursos oficiales, que va de boca en boca en pueblos y
calles, barriadas y tertulias, historia no oficial pero si real,
que recogió y plasmó como testimonio de las otras
voces que tanto amó.
La última vez que conversé con Arturo Alape preparábamos
una visita suya a Medellín, y hablamos de esos temas
que a él le desvelaban. Hoy su voz ya no está,
pero aún llega a mis oídos como traída
por los vientos de su cerro Cristo Rey en Cali -que tanto lo
marcó y donde su familia y amigos esparcieron sus cenizas,
desde ese cerro al cual subía de niño con Tránsito,
la madre que a fuerza de trabajo le inculcó el amor por
la verdad y la justicia-. Su voz me llega como el eco de una
presencia que siempre cantó con valor la realidad de
un país al que sólo le gusta verse en los espejos
de feria, para que la distorsión de la imagen nos haga
reír tranquilizadoramente. Pero Alape veía al
país con esa mirada aguda de pintor exhaustivo que no
teme causar dolor, porque la verdad debe estar por encima de
toda consideración. Alape es un protagonista vital de
la historia reciente de Colombia, sino como actor, sí
como un observador activo que impedirá el olvido de los
hechos.
Publicar algunos apartes de esa conversación, más
que un homenaje, es traer de nuevo la claridad y frescura de
un pensamiento que le hará falta a Colombia, y que como
la voz de la conciencia, resuena poderosa a lo largo y ancho
de un territorio en donde sus gentes raras veces escuchan, y
más raras veces aún, pueden hablar.
Soy
Soy un escritor y un pintor, pero ante todo un
hombre que para poder caminar sobre la tierra debe pintar y
debe escribir, porque solamente a través del arte puedo
reflexionar, puedo percibir el mundo y puedo decir las cosas
que tengo que decir en este mundo de censuras y autocensuras.
Eso es Alape, soy el periodista y el pintor. Mi trabajo es una
conjugación de experiencias; y en el proceso de la creación
artística, elaboro desde la palabra y desde los colores.
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Decretar el olvido
es un proceso desde lo educativo y lo social; se crea la conciencia
de la indiferencia, es decir, la relación entre los
hechos sociales que ocurren y mi persona.
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Comunicar, acto
innato al ser humano, se simplificó en su comprensión
por la experiencia diaria; de manera permanente a uno le comunican
determinadas instancias de la noticia o del análisis
que los medios de comunicación hacen de ciertas situaciones,
y la experiencia del lector, que a través de los medios
de comunicación se entera de lo que pasa, equipara el
concepto comunicación con el de información. Lo
ideal sería que esa información que se recibe
se racionalice y reflexione; para ello debería haber
unas instancias de formación para hacer ese análisis
y de allí partir a otras miradas de la propia comunicación.
Pero lo usual es lo otro, lo que existe es un receptor pasivo,
y por tanto esas fisuras o fuelles del manejo de la información,
la mayoría de las veces la gente no los capta, y dentro
de la noticia diaria la manipulación es lo que menos
se analiza como transferencia del proceso informativo, por lo
que el receptor requiere un proceso mínimo de información
sobre la información, para racionalizarla, para apropiársela
con un sentido crítico.
La indiferencia del olvido
En nuestra sociedad las instancias del poder cada
vez utilizan más procesos de inducción para crear
una verdad oficial, frente a un hecho histórico e innegable
como es el conflicto colombiano. Todos los días nos dicen
que no existe; lo contradictorio es que los muertos aparecen,
por razones de ese conflicto. Si no hay conflicto, ¿por
qué hay muertos y por qué sigue la guerra? Pero
la tozudez de la historia no se puede enterrar.
Hay en Colombia un sector de la población que quisiera
que no hubiera conflicto, por lo tanto la sensación aparentemente
mayoritaria de tranquilidad que se vive ahora, es una percepción
que parte de los deseos y no de la realidad; y esa es otra manera
de percibir y de recibir la información. Lo otro es que
dentro de ese proceso, se nos quiere meter en los abismos del
olvido, se construye ideológicamente una figura del olvido,
se hace necesario olvidar, así como en el psicoanálisis
se descubren verdades para luego olvidarlas, porque los seres
humanos tienen momentos en que para sobrevivir, necesitan olvidar.
En Colombia las instancias de sobrevivencia de esa información
que nos muestra un conflicto, requiere fundamentalmente el olvido.
Además hay una manipulación frente al tema desde
el gobierno, porque el hombre en su experiencia social nombra
todas las cosas, y lo que se esta buscando acá, es desaparecer
la existencia del otro, es pura `teoría del enemigo',
primero conozco al Otro para saber quién es, luego hay
que desaparecerlo frente a la opinión pública,
porque si el Otro no existe, yo voy ganando la guerra. Es parte
de la batalla estratégica en los terrenos de la verbalidad,
en el terreno de los medios de comunicación, hay que
decir que el otro no existe o que simplemente es un 'narco-terrorista'
para desvirtuar las causas sociales del conflicto, y meterle
a la gente la idea que estoy ganando la guerra, y que lo que
quedan son meros reductos injustificados. Es una cuestión
simbólica. |
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Decretar el
olvido es un proceso desde lo educativo y lo social; se crea
la conciencia de la indiferencia, es decir, la relación
entre los hechos sociales que ocurren y mi persona, y esto es
un elemento muy profundo: -Si al otro lo mataron, era porque
estaba haciendo algo malo, pecaminoso o cometió un error-
y la indiferencia se convierte en una forma de escapar de las
realidades que me circundan. Esa indiferencia hace parte de
otros elementos que construye la sociedad para lograr la meta
de triunfar, se refuerza un profundo sentido de ti mismo, de
la individualidad; por ejemplo, los jóvenes piensan que
dentro de si tienen un espejo para mirarse todos los días,
pero esto es parte de esa concepción que imparte una
sociedad donde lo importante es mirarse a si mismo, creando
un individualismo en torno del cual se debe girar. |
Te utilizan como un
proceso de uso, de marca social, y eso es muy contradictorio:
tú eres tú, siempre y cuando hagas parte de un
colectivo muy cercano como marca. El problema es cómo
esa individualidad no tiene ninguna interrelación, tu
historia personal nada tiene que ver con tu historia social;
ahí se da el quiebre, es decir, el ser colombiano tiene
una historia individual pero no tiene una historia social y
mucho menos colectiva, y ese desfase se creó como un
hecho ideológico para demostrar que no hay que mirar
atrás: sólo hay que mirarse a sí mismo,
sólo me debe importar que yo tenga salud o empleo; los
demás, simplemente, no son mi problema.
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Cada vez es mucho
más difícil en la sociedad colombiana pensar
distinto: la censura comienza a disfrazarse de auto-censura
y la auto-censura se disfraza en una necesidad de la censura,
incluso en la vida cotidiana. En esas circunstancias, la única
salida es seguir debatiendo las ideas; la lucha hoy es la
defensa del derecho al pensamiento.
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Todo lo que
se pretendió crear en los años 60, un sentido
solidario por el otro, ya no existe, ahora lo importante es
ser un triunfador, EL TRIUNFADOR, no importa la competencia,
no importa que se pase por encima del otro; se parte de que
para competir tu debes entender que el otro ya no existe, que
no es merecedor de los mismos logros que tu buscas, llevándonos
a la intolerancia. Es común ver cuando alguien tiene
diferencias conceptuales, como inmediatamente se le señala
y se le criminaliza: Usted es de los otros. Ese
es el estilo del señor Presidente, sus ministros y de
muchos parlamentarios y seguidores del actual gobierno: hay
una construcción desde la información de una mentalidad
sumisa, que conduce irremediablemente a que la única
posibilidad es que Usted o los otros, estén en el poder.
La comunicación en estos términos no tiene un
sentido de persuadir sino de manejar, o se persuade para manejar.
En los años 60, decir: estoy peleando por 8 horas
de jornada de trabajo, era hacer un discurso histórico
importante; ahora hay que decir: yo trabajo 18 horas y me llevo
el resto para la casa, ya que existe el temor de perder esa
opción laboral y ser reemplazado fácilmente. Cada
día dentro de la confrontación de imaginarios
que se manejan en el país, los que están en el
poder dicen que Colombia debe ser de una determinada manera,
y a los que pensamos que puede haber otras formas, se les señala
y criminaliza para generar una censura; en el mismo momento
que te califican y te criminalizan, te están censurando,
pero esa censura es mucho más grave, porque es la censura
del pensamiento. Cada vez es mucho más difícil
en la sociedad colombiana pensar distinto: la censura comienza
a disfrazarse de auto-censura y la auto-censura se disfraza
en una necesidad de la censura, incluso en la vida cotidiana.
En esas circunstancias, la única salida es seguir debatiendo
las ideas; la lucha hoy es la defensa del derecho al pensamiento.
(1). Periódico Alma Mater, edición
549, Universidad de Antioquia, Noviembre 2006 |
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En el
XIII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua
que se realizará en Medellín del 21 al 24 de
marzo, el pleno de las 21 Academias de la Lengua de América
y la Real Academia Española aprobará en sesión
presidida por el Rey Juan Carlos de Borbón, el texto
de la nueva gramática de la Lengua Española.
El nuevo texto, base de todo el idioma, se llamará
La Gramática Panhispánica de Medellín,
atendiendo a la petición de la ciudad de Salamanca
en España que solicitaba que llevara su nombre, por
haberse publicado allí por primera vez una compilación
de la gramática española.

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Solo
quedan 21
de las 200 maravillas modernas postuladas
en 1999 por el aventurero suizo Bernard Weber, para ser parte
de "Las nuevas 7 maravillas del mundo". Por América
Latina subsisten en la selección el Cristo Redentor
en el Corcovado en Río de Janeiro, Machu Picchu en
Perú, Chichen-Itzá en Méjico y las estatuas
de Isla de Pascua en Chile, frente a la Muralla China, las
Pirámides de Gizeh en Egipto, el Coliseo Romano y la
ciudad de Angkor en Camboya, entre otras. Los resultados se
conocerán el 7 de julio (07-07-07, fecha simbólica),
según votaciones en la página http://www.new7wonders.com.
El
Instituto Clay de Matemáticas (Cambridge, EU) ofrece
7 premios de un millón de dólares a cada persona
o institución que resuelva con una demostración
o contraejemplo, 7 conjeturas matemáticas. Algunas
son la conjetura de Hodge, la hipótesis de Riemann
y la conjetura de Poincaré, ésta resuelta en
2002 por el matemático ruso Grigory "Grisha"
Perelman, quien tras 8 años de estudio resolvió
la Conjetura de la geometrización de Thurston. Perelman,
considerado un genio y uno de los más grandes matemáticos
actuales, rechazó el premio de un millón de
dólares, alegando que el jurado no estaba capacitado
para juzgar sus logros y que su interés no era ser
reconocido, sino aportar al conocimiento matemático.
En www.claymath.org están las condiciones para el premio.
La
Colección Periodismo de la Editorial Universidad de
Antioquia publicó la obra De la música
a la mafia, de Juan Carlos Díez, que relata el
testimonio de un personaje formado al lado de dos brillantes
músicos de los 60 y 70. El joven trompetista y tres
de sus hermanos fueron seducidos por la "gran vida"
que les ofrecía el todopoderoso cartel de Medellín,
pero tras el magnicidio de Luis Carlos Galán buscaron
refugio en Japón, donde continuaron su desbocada carrera
criminal hasta que la suerte les volvió la espalda.
El autor publicó en 2004 sus Crónicas
a bordo de un taxi (Editorial Alfaguara), historias
que recogen las nada comunes experiencias de los conductores
de taxi en Medellín.
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