MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 8    NO 102 MARZO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Pedro García Barreno, nuevo académico de la lengua
Cuando calla el cantor, que el olvido no borre tu nombre Arturo Alape
Juan Carlos Arboleda Z. - elpulso@elhospital.org.co
“Se nos quiere meter en los abismos del olvido, se construye ideológicamente una figura del olvido; se hace necesario olvidar, así como en el psicoanálisis se descubren verdades para luego olvidarlas, porque los seres humanos tienen momentos en que para sobrevivir, necesitan olvidar”.
Que un pueblo pierda la voz de la conciencia podría ser una catástrofe nacional; pero Colombia está acostumbrada a perderlo todo, a olvidarlo todo, a ver morir a sus hijos mejores y peores sin el más mínimo gesto. Somos la tierra del olvido; la historia se repite en la patria como en un tiovivo de dolor en donde los caballitos de colores visten la máscara de la muerte. Por eso no es de extrañar que el fallecimiento el pasado 7 de octubre en la ciudad de Bogotá del periodista, investigador, historiador y pintor Arturo Alape, suscitó las consabidas manifestaciones de dolor desde las esferas oficiales; sin embargo a Alape tampoco le hubieran gustado. A los 68 años de edad y “luego de luchar contra una enfermedad y contra la desprotección social de que era objeto, deja un patrimonio intelectual que no será fácil de igualar y que seguirá siendo material guía para comprender nuestra compleja y dolorosa realidad” (1).
Alape pintó con palabras la realidad de un país que poco escucha su voz de la conciencia (si es que la conciencia aún vive en Colombia y no emigró desplazada). Sus textos son pinturas que danzan sonoras en las páginas que dejó para que el país no olvide que hay otra versión de la realidad, otra historia no contada en textos ni discursos oficiales, que va de boca en boca en pueblos y calles, barriadas y tertulias, historia no oficial pero si real, que recogió y plasmó como testimonio de las otras voces que tanto amó.
La última vez que conversé con Arturo Alape preparábamos una visita suya a Medellín, y hablamos de esos temas que a él le desvelaban. Hoy su voz ya no está, pero aún llega a mis oídos como traída por los vientos de su cerro Cristo Rey en Cali -que tanto lo marcó y donde su familia y amigos esparcieron sus cenizas, desde ese cerro al cual subía de niño con Tránsito, la madre que a fuerza de trabajo le inculcó el amor por la verdad y la justicia-. Su voz me llega como el eco de una presencia que siempre cantó con valor la realidad de un país al que sólo le gusta verse en los espejos de feria, para que la distorsión de la imagen nos haga reír tranquilizadoramente. Pero Alape veía al país con esa mirada aguda de pintor exhaustivo que no teme causar dolor, porque la verdad debe estar por encima de toda consideración. Alape es un protagonista vital de la historia reciente de Colombia, sino como actor, sí como un observador activo que impedirá el olvido de los hechos.
Publicar algunos apartes de esa conversación, más que un homenaje, es traer de nuevo la claridad y frescura de un pensamiento que le hará falta a Colombia, y que como la voz de la conciencia, resuena poderosa a lo largo y ancho de un territorio en donde sus gentes raras veces escuchan, y más raras veces aún, pueden hablar.
Soy
“Soy un escritor y un pintor, pero ante todo un hombre que para poder caminar sobre la tierra debe pintar y debe escribir, porque solamente a través del arte puedo reflexionar, puedo percibir el mundo y puedo decir las cosas que tengo que decir en este mundo de censuras y autocensuras. Eso es Alape, soy el periodista y el pintor. Mi trabajo es una conjugación de experiencias; y en el proceso de la creación artística, elaboro desde la palabra y desde los colores”.
“Decretar el olvido es un proceso desde lo educativo y lo social; se crea la conciencia de la indiferencia, es decir, la relación entre los hechos sociales que ocurren y mi persona”.
“Comunicar, acto innato al ser humano, se simplificó en su comprensión por la experiencia diaria; de manera permanente a uno le comunican determinadas instancias de la noticia o del análisis que los medios de comunicación hacen de ciertas situaciones, y la experiencia del lector, que a través de los medios de comunicación se entera de lo que pasa, equipara el concepto comunicación con el de información. Lo ideal sería que esa información que se recibe se racionalice y reflexione; para ello debería haber unas instancias de formación para hacer ese análisis y de allí partir a otras miradas de la propia comunicación. Pero lo usual es lo otro, lo que existe es un receptor pasivo, y por tanto esas fisuras o fuelles del manejo de la información, la mayoría de las veces la gente no los capta, y dentro de la noticia diaria la manipulación es lo que menos se analiza como transferencia del proceso informativo, por lo que el receptor requiere un proceso mínimo de información sobre la información, para racionalizarla, para apropiársela con un sentido crítico”.
La indiferencia del olvido
“En nuestra sociedad las instancias del poder cada vez utilizan más procesos de inducción para crear una verdad oficial, frente a un hecho histórico e innegable como es el conflicto colombiano. Todos los días nos dicen que no existe; lo contradictorio es que los muertos aparecen, por razones de ese conflicto. Si no hay conflicto, ¿por qué hay muertos y por qué sigue la guerra? Pero la tozudez de la historia no se puede enterrar”.
“Hay en Colombia un sector de la población que quisiera que no hubiera conflicto, por lo tanto la sensación aparentemente mayoritaria de tranquilidad que se vive ahora, es una percepción que parte de los deseos y no de la realidad; y esa es otra manera de percibir y de recibir la información. Lo otro es que dentro de ese proceso, se nos quiere meter en los abismos del olvido, se construye ideológicamente una figura del olvido, se hace necesario olvidar, así como en el psicoanálisis se descubren verdades para luego olvidarlas, porque los seres humanos tienen momentos en que para sobrevivir, necesitan olvidar. En Colombia las instancias de sobrevivencia de esa información que nos muestra un conflicto, requiere fundamentalmente el olvido. Además hay una manipulación frente al tema desde el gobierno, porque el hombre en su experiencia social nombra todas las cosas, y lo que se esta buscando acá, es desaparecer la existencia del otro, es pura `teoría del enemigo', primero conozco al Otro para saber quién es, luego hay que desaparecerlo frente a la opinión pública, porque si el Otro no existe, yo voy ganando la guerra. Es parte de la batalla estratégica en los terrenos de la verbalidad, en el terreno de los medios de comunicación, hay que decir que el otro no existe o que simplemente es un 'narco-terrorista' para desvirtuar las causas sociales del conflicto, y meterle a la gente la idea que estoy ganando la guerra, y que lo que quedan son meros reductos injustificados. Es una cuestión simbólica”.
“Decretar el olvido es un proceso desde lo educativo y lo social; se crea la conciencia de la indiferencia, es decir, la relación entre los hechos sociales que ocurren y mi persona, y esto es un elemento muy profundo: -Si al otro lo mataron, era porque estaba haciendo algo malo, pecaminoso o cometió un error- y la indiferencia se convierte en una forma de escapar de las realidades que me circundan. Esa indiferencia hace parte de otros elementos que construye la sociedad para lograr la meta de triunfar, se refuerza un profundo sentido de ti mismo, de la individualidad; por ejemplo, los jóvenes piensan que dentro de si tienen un espejo para mirarse todos los días, pero esto es parte de esa concepción que imparte una sociedad donde lo importante es mirarse a si mismo, creando un individualismo en torno del cual se debe girar.
Te utilizan como un proceso de uso, de marca social, y eso es muy contradictorio: tú eres tú, siempre y cuando hagas parte de un colectivo muy cercano como marca. El problema es cómo esa individualidad no tiene ninguna interrelación, tu historia personal nada tiene que ver con tu historia social; ahí se da el quiebre, es decir, el ser colombiano tiene una historia individual pero no tiene una historia social y mucho menos colectiva, y ese desfase se creó como un hecho ideológico para demostrar que no hay que mirar atrás: sólo hay que mirarse a sí mismo, sólo me debe importar que yo tenga salud o empleo; los demás, simplemente, no son mi problema”.
“Cada vez es mucho más difícil en la sociedad colombiana pensar distinto: la censura comienza a disfrazarse de auto-censura y la auto-censura se disfraza en una necesidad de la censura, incluso en la vida cotidiana. En esas circunstancias, la única salida es seguir debatiendo las ideas; la lucha hoy es la defensa del derecho al pensamiento”.
“Todo lo que se pretendió crear en los años 60, un sentido solidario por el otro, ya no existe, ahora lo importante es ser un triunfador, EL TRIUNFADOR, no importa la competencia, no importa que se pase por encima del otro; se parte de que para competir tu debes entender que el otro ya no existe, que no es merecedor de los mismos logros que tu buscas, llevándonos a la intolerancia. Es común ver cuando alguien tiene diferencias conceptuales, como inmediatamente se le señala y se le criminaliza: “Usted es de los otros”. Ese es el estilo del señor Presidente, sus ministros y de muchos parlamentarios y seguidores del actual gobierno: hay una construcción desde la información de una mentalidad sumisa, que conduce irremediablemente a que la única posibilidad es que Usted o los otros, estén en el poder. La comunicación en estos términos no tiene un sentido de persuadir sino de manejar, o se persuade para manejar”.
“En los años 60, decir: estoy peleando por 8 horas de jornada de trabajo, era hacer un discurso histórico importante; ahora hay que decir: yo trabajo 18 horas y me llevo el resto para la casa, ya que existe el temor de perder esa opción laboral y ser reemplazado fácilmente. Cada día dentro de la confrontación de imaginarios que se manejan en el país, los que están en el poder dicen que Colombia debe ser de una determinada manera, y a los que pensamos que puede haber otras formas, se les señala y criminaliza para generar una censura; en el mismo momento que te califican y te criminalizan, te están censurando, pero esa censura es mucho más grave, porque es la censura del pensamiento. Cada vez es mucho más difícil en la sociedad colombiana pensar distinto: la censura comienza a disfrazarse de auto-censura y la auto-censura se disfraza en una necesidad de la censura, incluso en la vida cotidiana. En esas circunstancias, la única salida es seguir debatiendo las ideas; la lucha hoy es la defensa del derecho al pensamiento”.
(1). Periódico “Alma Mater”, edición 549, Universidad de Antioquia, Noviembre 2006
 

En el XIII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua que se realizará en Medellín del 21 al 24 de marzo, el pleno de las 21 Academias de la Lengua de América y la Real Academia Española aprobará en sesión presidida por el Rey Juan Carlos de Borbón, el texto de la nueva gramática de la Lengua Española. El nuevo texto, base de todo el idioma, se llamará La Gramática Panhispánica de Medellín, atendiendo a la petición de la ciudad de Salamanca en España que solicitaba que llevara su nombre, por haberse publicado allí por primera vez una compilación de la gramática española.

Solo quedan 21… de las 200 maravillas modernas postuladas en 1999 por el aventurero suizo Bernard Weber, para ser parte de "Las nuevas 7 maravillas del mundo". Por América Latina subsisten en la selección el Cristo Redentor en el Corcovado en Río de Janeiro, Machu Picchu en Perú, Chichen-Itzá en Méjico y las estatuas de Isla de Pascua en Chile, frente a la Muralla China, las Pirámides de Gizeh en Egipto, el Coliseo Romano y la ciudad de Angkor en Camboya, entre otras. Los resultados se conocerán el 7 de julio (07-07-07, fecha simbólica), según votaciones en la página http://www.new7wonders.com.
El Instituto Clay de Matemáticas (Cambridge, EU) ofrece 7 premios de un millón de dólares a cada persona o institución que resuelva con una demostración o contraejemplo, 7 conjeturas matemáticas. Algunas son la conjetura de Hodge, la hipótesis de Riemann y la conjetura de Poincaré, ésta resuelta en 2002 por el matemático ruso Grigory "Grisha" Perelman, quien tras 8 años de estudio resolvió la Conjetura de la geometrización de Thurston. Perelman, considerado un genio y uno de los más grandes matemáticos actuales, rechazó el premio de un millón de dólares, alegando que el jurado no estaba capacitado para juzgar sus logros y que su interés no era ser reconocido, sino aportar al conocimiento matemático. En www.claymath.org están las condiciones para el premio.
La Colección Periodismo de la Editorial Universidad de Antioquia publicó la obra “De la música a la mafia”, de Juan Carlos Díez, que relata el testimonio de un personaje formado al lado de dos brillantes músicos de los 60 y 70. El joven trompetista y tres de sus hermanos fueron seducidos por la "gran vida" que les ofrecía el todopoderoso cartel de Medellín, pero tras el magnicidio de Luis Carlos Galán buscaron refugio en Japón, donde continuaron su desbocada carrera criminal hasta que la suerte les volvió la espalda. El autor publicó en 2004 sus “Crónicas a bordo de un taxi” (Editorial Alfaguara), historias que recogen las nada comunes experiencias de los conductores de taxi en Medellín.



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