MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 299 AGOSTO DEL AÑO 2023 ISNN 0124-4388
elpulso@sanvicentefundacion.com
En el corazón del exuberante Amazonas colombiano, un pulso lento y agónico late en medio de una crisis de atención médica. En un sombrío escenario marcado por la desnutrición, la pobreza y la falta de condiciones higiénicas básicas, la morbi-mortalidad en este departamento emerge como un grito de socorro en busca de auxilio.
El telón de fondo de esta tragedia sanitaria son los factores sociales que perpetúan el sufrimiento. La desnutrición, el hacinamiento y la falta de saneamiento actúan como catalizadores de enfermedades infecciosas, como las infecciones respiratorias y diarreicas agudas que azotan a los más jóvenes. A medida que el pulso de esta región se desvanece, la tuberculosis y la malaria atacan a la población económicamente activa, en un sombrío testimonio de la lucha diaria por la supervivencia.
La Amazonía, que abarca Brasil, Colombia y Venezuela, se erige como epicentro de la malaria en Suramérica, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS). En un inquietante paralelismo, el dengue también avanza, encontrando terreno fértil en la sequía y la acumulación de agua en recipientes improvisados, que se convierten en criaderos de mosquitos. Los datos del Instituto Nacional de Salud (INS) en Colombia revelan una preocupante escalada de casos acumulados de dengue, agravando la crisis.
En este rincón olvidado del país, en la convergencia de las fronteras de Colombia, Brasil y Perú, se alza un grito de desesperación. A orillas del imponente río Amazonas, alrededor de 45 comunidades indígenas luchan contra la adversidad. La falta de atención médica es un lastre que amenaza con ahogar las esperanzas y la salud de aquellos que dependen de la asistencia gubernamental.
Luis Alberto Parente, panadero de la comunidad San José de los Parente, comparte un testimonio desgarrador: “La salud es pésima, no tenemos un centro médico cerca, estamos aislados. No tenemos botes para transportarnos, la única vía es el río Amazonas”. El desafío de acceder a atención médica adecuada se profundiza por la distancia. Algunas comunidades se encuentran a dos horas de distancia, otras a cinco, enfrentando enfermedades como la malaria y accidentes traumáticos en una lucha constante por sobrevivir.
A poca distancia, en la comunidad de Nazareth, Milton Pinto, miembro de la etnia Tikuna, alza su voz. Su mano sostiene una hoja que lleva el registro de aquellos que llegan buscando ayuda. “Nuestro puesto de salud carece de medicamentos, las necesidades son muchas. Requerimos apoyo continuo, no es suficiente con visitas esporádicas. La salud es un derecho fundamental”, declara Pinto con timidez, demandando atención médica constante y servicios integrales para su comunidad.
La situación es igualmente crítica en otras comunidades. En un recorrido desgarrador, el rastro de la desatención se vuelve ineludible. Las palabras de Josué David Samuel Soria, habitante de los Yaguas, retumban en medio del silencio: “Estamos pésimos en salud, necesitamos medicamentos, brigadas de salud y más apoyo en todos los aspectos médicos”.
En esta tierra de contrastes, donde la exuberancia natural choca con la falta de recursos y atención médica, la población se encuentra al límite. La Amazonía clama por ayuda, una llamada urgente para tender una mano compasiva y brindar la atención médica necesaria. El tiempo corre y, con cada latido lento, el Amazonas profundo lucha por recuperar su pulso y encontrar esperanza en medio de la oscuridad. Después de atravesar el río Amazonas, la única pista para movilizarse, llegamos a la comunidad de los Yaguas, habitada por 650 personas, unas 70 familias, donde son más niños que adultos, allÍ conocimos a Josué David Samuel Soria, quien se dedica a oficios varios, a la pintura, a la artesanía y a la pesca.
Con tristeza en los ojos recuerda lo que le marcó para siempre su vida: “Hace siete años uno de mis hijos falleció por desnutrición, tenía dos años, no teníamos medicamentos. Hace poco tiempo dotaron un espacio como centro de salud, duró muy poco y ahora está abandonado”.
De la casa de Don Samuel al supuesto centro de salud que habían dotado hace dos años hay unos pasos, caminamos hasta allí, y comenzó a señalar la habitación donde los atendían, que hoy es un lugar oscuro, cerrado y cubierto con plantas.
Pasamos al otro lado del río, a Puerto Alegría, ubicado al lado del Perú, esta comunidad indígena tiene aproximadamente 500 habitantes. Las personas que se enferman deben cruzar el río una hora para llegar a la Isla de Santa Rosa de Yavarí, Perú, que tiene puesto de salud, sin embargo, en la mayoría de los casos por falta de insumos, son trasladados a Leticia que con los recursos del sistema de salud colombiano los atienden. La comunidad asegura que de lo que más se enferman es de fiebre, gripa y vómito.
En la vasta selva del Amazonas, donde la naturaleza exhibe su esplendor, una sombra se cierne sobre las víctimas del conflicto armado. Alrededor de 3 000 personas son atrapadas en una lucha constante por su derecho fundamental a la salud, mientras las secuelas de la violencia persisten y el desplazamiento continúa en las regiones más remotas.
Juan Carlos Martínez, un defensor de la población afectada por el conflicto en el departamento del Amazonas, alza su voz en representación de aquellos cuyos gritos han sido ignorados. Revela que muchas víctimas llegan sin la debida cobertura médica, portando EPS que carecen de funcionamiento en la región. Pero eso no es todo, la falta de documentación para niños menores de seis años se convierte en una barrera que dificulta su afiliación al sistema de salud, dejándolos en un limbo de desprotección.
Martínez destapa la realidad del sistema de salud diseñado para las víctimas del conflicto. “La mayoría de los recursos se destinan al funcionamiento y apenas llegan a la población. Solo alcanzan para cubrir algunos profesionales y los recursos son insuficientes”, denuncia con indignación. Mientras navega por un mar de archivos y documentos en su oficina, Martínez revela la triste necesidad de recurrir a las tutelas para garantizar la atención médica que debería ser un derecho inalienable.
La lucha diaria se convierte en una batalla legal en busca de atención médica. Martínez, que recibe tres tutelas al día, ilustra el desesperado clamor de aquellos que luchan para obtener los medicamentos y la atención que necesitan.
La Amazonía, ya azotada por carencias y conflictos, enfrenta otro obstáculo: la falta de recursos médicos esenciales. Un departamento que se debate en cuidados intensivos, sin una infraestructura médica adecuada para emergencias y traslados de alto nivel. Martínez ilustra esta desoladora realidad: “Aquí, los enfermos que necesitan ser trasladados con urgencia a Bogotá pueden esperar hasta ocho días, llegando prácticamente en estado terminal. Luego, enfrentan otro trámite doloroso para regresar a casa”.
Mientras la desatención persiste, el Hospital ESE San Rafael de Leticia sigue luchando contra las dificultades financieras y administrativas, este establecimiento ha sido sometido a intervenciones cruciales para su recuperación. Laín Eduardo López Martínez, agente especial interventor del hospital, se enfrenta a un desafío constante: la sostenibilidad financiera. “La venta de servicios abarca el 60 % de los gastos operativos, mientras que el subsidio-oferta representa el 40 %. Pero la falta de estabilidad en los recursos y su llegada oportuna plantea una incertidumbre que amenaza la sostenibilidad a largo plazo”.
Son 13 EPS que hacen presencia en el territorio de la Amazonía, entre ellas están: Nueva EPS, Mallamas, que atienden alrededor de 12 mil personas, el 47 % son indígenas, y Sanitas tiene mayor atención al régimen contributivo.
Según López, la relación con las EPS ha sido buena, sin embargo, es consiente del desorden administrativo en temas de facturación y glosas, por lo que trabajan para llevar a un equilibrio financiero. El pasivo del hospital es de 8 mil millones de pesos y buscan recuperar una cartera de 13 mil millones de pesos.
Si usted está interesado en alguno de los libros de la Editorial San Vicente Fundación, ingrese al siguiente link, acceda a nuestro catálogo y realice su proceso de compra
Visitar catálogo
Tel: (4) 516 74 43
Cel: 3017547479
diana.arbelaez@sanvicentefundacion.com