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El glifosato: la salvación contra el narcotráfico y posible condena para la salud humana

Por: Redacción EL PULSO
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E l Gobierno colombiano está desesperado. El más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito evidenció que al 31 de diciembre de 2017 había en Colombia 171.000 hectáreas de hoja de coca sembradas, y para remediarlo la opción de volver a asperjar con glifosato parece viable.

Lo cierto es que mientras con recursos del Plan Colombia se asperjaron los enclaves cocaleros del país la cantidad de hectáreas cultivadas se disminuyeron a cerca de 40.000. Sin embargo, una discusión que se da en prácticamente todo el mundo acerca de las consecuencias para la salud humana que tiene este herbicida está en el centro de la discusión.

El glifosato, N-(fosfonometil) glicina, es un herbicida de amplio espectro, no selectivo, utilizado para eliminar malezas indeseables, como pastos anuales y perennes, hierbas de hoja ancha y especies leñosas en ambientes agrícolas, forestales y paisajísticos. La mata de hoja de coca es prácticamente una maleza que crece con facilidad y sin necesidad de mayor cuidado.

Este es el herbicida más usado en el mundo. Según Monsanto, su fabricante, el glifosato está presente en el 51 % de los pesticidas utilizados en la agricultura mundial. Precisamente su incidencia ha hecho que muchos ojos sean puestos sobre sus efectos, dado que en varios países ha sido señalado como altamente dañino.

De hecho, un jurado de San Francisco, Estados Unidos, ordenó hace dos meses al gigante agroindustrial Monsanto pagar a un conserje moribundo casi 290 millones de dólares en daños por no advertir que el glifosato que contenían sus herbicidas era cancerígeno. Johnson, un conserje de escuela de 46 años, fue diagnosticado en 2014 con un incurable linfoma no Hodgkin, un cáncer que afecta los glóbulos blancos de la sangre.

El caso de Johnson se suma al de Fabián Tomasi, emblema de la lucha contra el glifosato en Argentina, quien murió el 7 de septiembre pasado por los supuestos daños que le causó este herbicida en la salud.

Tomasi trabajaba en los monocultivos transgénicos de su tierra natal, en Entre Ríos, y era peón rural, encargado de cargar los aviones con el veneno: “Preparábamos el suelo, conectábamos una manguera al avión y lo llenábamos sin ningún tipo de protección”, contaba en una de sus últimas entrevistas al periodista Sebastián Salgado, del canal Hispan TV.

En muy poco tiempo empezó a sufrir de polineuropatía tóxica severa y atrofia muscular generalizada, lo que lo obligó a estar postrado en una cama hasta su fallecimiento.

¿Qué tan dañino es el glifosato?

La verdad es que existe poca evidencia científica. La mayoría de las investigaciones han sido financiadas por Monsanto, o por otros fabricantes de herbicidas, y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por su sigla en inglés) descubrió en diversas ocasiones que los laboratorios que desarrollaban investigaciones para los fabricantes falsificaron pruebas como muertes de ratones y otros animales sobre los que se hicieron sus estudios, recurriendo a trucos tales como falsificar anotaciones de registros de laboratorio y manipular manualmente el equipamiento científico para que éste brindara resultados falsos.

Aunque esos hallazgos se dieron en las décadas de los 80 y de los 90 y tuvieron que ser repetidos, investigadores de todo el mundo y ambientalistas señalan que es posible que la práctica se mantenga.

Por otro lado, investigaciones de más corto aliento, algunas de laboratorio con pocos individuos, han evidenciado los daños que el glifosato podría causar a la salud humana, ninguno de ellos ha sido considerado como hallazgo científico.

Tal vez el más importante y el que más revuelo causó fue el de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que dice que el glifosato produce linfoma no Hodgkin, aunque la evidencia fuera limitada, y que halló un aumento en la incidencia de carcinoma tubular renal, hemangiosarcoma, tumores epidérmicos, y adenoma de islote pancreático en ratones. Estos resultados fueron los que causaron la clasificación del glifosato como “probablemente carcinogénico para humanos” por parte de la Organización Mundial para la Salud y que, a su vez, se tradujo en la prohibición por parte de la Corte Constitucional colombiana sobre el uso del glifosato por aspersión aérea en el país, en 2015.

De otro lado, un estudio realizado en el Laboratorio de Genética de la Universidad de los Andes, titulado “Citotoxicidad y genotoxicidad en células humanas expuestas in vitro al glifosato”, mostró que la exposición a altas concentraciones de glifosato tuvo efectos adversos, que pueden conducir al daño del ADN en las células vegetales y animales.

Otro estudio realizado en la frontera colombo ecuatoriana, la más asperjada, “Evaluación del daño del ADN en la población ecuatoriana expuesta al glifosato”, sugirió que la deriva del aerosol afectaba a los humanos a grandes distancias de las áreas de aplicación.

Y en Paraguay, “52 mujeres que estuvieron expuestas a herbicidas a base de glifosato durante el embarazo parieron con malformaciones congénitas (es decir, presentes al nacer). Estos defectos de nacimiento mostraron llamativas similitudes con aquellas inducidas por el glifosato en experimentos de laboratorio. Sin embargo, aún no pueden ser vinculadas directamente a la exposición al glifosato”, señala un informe de Greenpeace, “Tolerancia a herbicidas y cultivos transgénicos. Por qué el mundo debería estar preparado para abandonar el glifosato.

Esas malformaciones congénitas incluyeron microcefalia (cabeza pequeña), anencefalia, y malformaciones craneales.

El problema es que no solo el glifosato podría ser dañino, sino que los ingredientes inertes que tienen las composiciones actuales en el mercado, que hacen que el herbicida no saque espuma, se disuelva mejor, pierda un poco el olor, entre otras cosas, podrían terminar siendo más dañinos.

Basados en los análisis de los propios fabricantes, ingredientes como el sulfato de amonio podrían provocar desde irritación ocular, náusea, diarrea, reacciones alérgicas respiratorias hasta daño ocular irreversible en exposición prolongada. El 3-yodo-2-propinilbutilcarbamato podría producir irritación ocular severa, mayor frecuencia de aborto y alergia cutánea. Y así, son por lo menos otros ocho ingredientes utilizados con frecuencia en los herbicidas basados en glifosato.

Lo peor, es que, aunque se han estudiado en varios países los efectos de este componente en los alimentos, ya que su uso normal es en la agricultura y usualmente quedan residuos, el caso de aspersión aérea puede ser mucho más grave, ya que investigaciones han demostrado que también puede darse la absorción cutánea o a través del sistema respiratorio.

No hay que perder de vista que cuando se asperja de manera aérea no hay forma de controlar hacia dónde se dirige el glifosato, y termina repercutiendo en fuentes de agua, animales domésticos y silvestres, otro tipo de plantaciones aledañas a las de coca y personas.

Los nuevos planes del Gobierno

Pese a las grandes dudas sobre los efectos en la salud que causa el glifosato, “basándose en pruebas científicas, evaluaciones reglamentarias a escala mundial y décadas de experiencia práctica del uso del glifosato, Bayer estima que el glifosato es seguro y no cancerígeno”, explicó esa compañía, nueva propietaria de Monsanto, en un comunicado.

El Gobierno colombiano, basado en esos argumentos y con la imperiosa necesidad de acabar con los cultivos de uso ilícito, espera volver a asperjar.

El gobierno de Juan Manuel Santos dejó lista la autorización del Consejo Nacional de Estupefacientes para fumigar con drones a un metro o metro y medio de altura del cultivo.

El gobierno de Iván Duque está de acuerdo con esta normativa. De hecho, el ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, aseguró en la Comisión Segunda del Senado que los riesgos para la salud por fumigar con glifosato, mediante drones, son mitigables: “Es de bajo riesgo para la salud pública porque es similar o análoga al uso comercial de este herbicida en la actividad agrícola, que hoy es permitida y generalizada en el país”.

Sin embargo, estos equipos son muy costosos y en zonas de conflicto estaría el riesgo inminente de perderlos, además, su campo de acción es muy reducido, por lo que el Gobierno espera cumplir las condiciones de la Corte Constitucional para regresar a la aspersión aérea, según dijo el presidente Iván Duque cuando conoció el informe de la ONU.

Las condiciones son: demostrar la ausencia de daño para la salud y el medio ambiente; realizar la consulta previa con las comunidades étnicas que pudieran resultar afectadas, y que las instituciones que realicen los estudios y la planeación de la aspersión no sean las mismas que ejecuten. Si esto no es posible, el Consejo Nacional de Estupefacientes debe buscar otro químico, no tóxico, para acabar con la mata de coca.


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