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Academias
de medicina
El saber en constante movimiento
Paula
López - Periodista, Medellín |
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Hoy, las tareas más importantes de
las academias de medicina tienen que ver con el estado de
salud de los municipios y la crisis hospitalaria.
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Las reuniones de médicos para discutir
problemas de la salud y la ciencia no son nuevas. En el
territorio de la Nueva Granada, a principios del siglo XVI,
los frailes, bachilleres, médicos y científicos
que se dedicaban al estudio y práctica de las ciencias
naturales y de la salud, se veían obligados a estudiar
conjuntamente y proponer ideas que confrontaran los problemas
que les traían los territorios conquistados: la insalubridad
de un clima tremendamente ardiente y húmedo, las
enfermedades trasmitidas por insectos y desconocidas por
los españoles, las mordeduras de serpientes y arácnidos,
y las consecuencias del veneno que los indígenas
ponían en las flechas causando múltiples bajas
en las filas de los invasores, eran sólo algunas
de las dificultades que buscaban solucionar.
Hoy las circunstancias son otras pero la necesidad es la
misma: pensar, servir y conceptuar en torno a los problemas
y situaciones a los que estén sujetas la práctica
médica y la salud pública.
"Las principales funciones de la Academia de Medicina
de Medellín, por ejemplo, son defender los intereses
de la profesión médica, propender al adelanto
de la medicina, servir de órgano de consulta a las
entidades públicas y privadas en cuestiones médicas,
y opinar sobre cualquier tema médico-social o de
ética profesional cuando lo estime conveniente",
señala el cirujano J. Mario Castrillón Restrepo,
presidente de la Academia de esta ciudad. Aclara además
que hay dos características de este tipo de agremiaciones
que se deben mencionar: "la independencia, pues aquí
ninguno de nosotros está sujeto a intereses políticos,
institucionales o económicos que repriman la emisión
de conceptos u opiniones; y la calidad que se exige para
aceptar a nuevos miembros".
Entre la historia y el presente
"Actualmente, la importancia de las academias radica
en su peso histórico", advierte el médico
e historiador Tiberio Alvarez y señala que ahora
cada rama de la profesión tiene una asociación
que vela por sus intereses, lo cual significa que aunque
las academias siguen luchando por intervenir en la legislación
del país, la presión no es tan fuerte como
antes. Además, se han creado otras instituciones
que buscan los mismos fines como el Comité de Ética
Médica Nacional y la Asociación de Facultades
de Medicina, que también hacen aportes importantes
al ejercicio de la profesión.
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El pasado 7 de julio la Academia de Medicina
de Medellín, la segunda más antigua del país,
cumplió 114 años de actividades ininterrumpidas.
Esta entidad forma parte del Consejo de Seguridad Departamental
de Salud Pública.
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"Hace
años este organismo abanderaba campañas muy importantes
sobre el uso de la pólvora o la importancia de una buena
nutrición por ejemplo. Hoy, se trata de una reserva moral
donde algunos acuden a buscar luces", manifiesta Alvarez,
y continúa, "lo que sigue ahora es replantear el
paradigma de la Academia, no mostrarlo como un museo o una enciclopedia
anquilosada sino de una manera que resulte atractiva ante los
ojos jóvenes".
Y sería lo más acertado, pues en las aulas pulula
el desdén: "a muchos de nosotros no nos interesa
participar de la programación de la Academia porque nos
parece una organización de privilegiados y además
provoca cierta frustración el elevado nivel de exigencia
que requieren en la admisión", confiesa Javier Darío
Ramírez, estudiante de sexto semestre de medicina. Otros
estudiantes argumentaron su renuencia aludiendo a la falta de
tiempo o porque sencillamente prefieren la autopista de la información
al auditorio. "Ahora hay formas distintas de saber, de
comunicarse, de asociarse, de compartir conocimientos. Es posible
que más adelante la Academia se expanda a través
de Internet por ejemplo. Así como la religión,
que pasó del púlpito al chat", puntualiza
Alvarez.
Preparación y seriedad
Para ser uno de los 60 que forman parte de la Academia se requiere
tener el título profesional y un gran interés
médico por la enseñanza y la investigación,
además, es necesario presentar al pie de las normas un
trabajo de ingreso inédito que llene los requisitos en
cuanto a calidad e importancia para ser publicado. Asimismo,
el interesado debe cumplir con altas condiciones éticas
y de conducta que serán estudiadas por un comité
de garantías.
"Lo que buscamos con estas exigencias es que la Academia
conserve la filosofía que ha tenido desde sus orígenes:
recoger la experiencia de los que han dedicado la vida a este
oficio, de los que han enseñado y quieren seguir haciéndolo,
de los que tienen voluntad de trabajo e investigación",
conceptúa el médico Oriol Arango Mejía
quien ha sido presidente de este grupo en seis ocasiones.
"Por eso tenemos la imagen de un grupo de viejitos que
se reúnen a tertuliar, porque la idea es opinar con base
en la experiencia profesional y personal", añade
Arango. Pero los jóvenes también están
llamados a formar parte de la Academia y en general, todos aquellos
que tengan un trabajo de investigación de reconocida
calidad.
Aportes suspendidos
En un principio, y por haber surgido gracias a una motivación
del Gobierno, la Academia solía recibir de éste
un aporte periódico, pero a partir del año 1936
no se recibe ningún tipo de auxilio oficial, y su sostenimiento
ha corrido por parte de algunos aportes de la empresa privada,
de la venta de artículos y textos referentes a la salud,
y del bolsillo de los mismos miembros ad honorem. A pesar de
que en estas agrupaciones no hay un interés de lucro
personal, sí son necesarios una serie de ingresos que
van ligados a la publicación de la revista médica
Anales de la Academia, que tiene ediciones cada año y,
en general, a las actividades que se realizan quincenalmente
como conferencias, congresos o exposiciones.
En el caso de Bogotá, la Academia cuenta con un contrato
anual con el Ministerio de Educación, quien aporta unas
partidas que deben ser estrictamente destinadas para la investigación,
el estudio y la publicación de textos médicos.
Los logros se ven
Según el vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina,
el neurólogo Juan Mendoza Vega, los proyectos más
destacados que han mostrado la importancia de estas instituciones
han oscilado entre temas como las consecuencias que trae para
la salud el consumo de chicha, el aporte en la fundación
de hospitales, el estudio sobre el impacto que la Ley 100 ha
tenido en el ejercicio de la medicina, los médicos y
los pacientes; y la organización de un fondo de publicaciones
con el cual es posible producir seis o siete libros al año.
Las únicas academias del país que cuentan con
personería jurídica son las de Manizales, Cartagena,
Medellín y Cali, las demás son capítulos
o sedes de la Academia Nacional de Medicina con sede en Bogotá,
pero todas, por ley, forman parte de la oficina central y son
controladas por la Superintendencia de Salud, puesto que son
entes oficiales.
Barranquilla, Bucaramanga, Cúcuta, Pereira y Pasto, son
las otras ciudades que cuentan con la representación
de la Academia Nacional. En total son 10 organizaciones de este
tipo en todo el país, donde alrededor de 500 personas
mantienen en constante movimiento las ganas de apoyar un trabajo
que busca todos los días la salud nacional. |
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