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La compra de las 24
edificaciones del antiguo Hospital San Juan de Dios por Bogotá
y la reapertura simbólica a cargo del alcalde Gustavo
Petro, hicieron hablar de una recta final en el
proceso. Pero tiene más de un lío por resolver:
Los meros entuertos legales continúan el largo limbo
jurídico vivido desde la cédula real del siglo
XVIII, que dio vida al considerado el hospital más importante
de América Latina, hasta su cierre hace 15 años.
¿Qué falta para reabrir esas 13 hectáreas
de edificios viejos y mohosos? |
Para comprarlo, hay que destrabar
sus líos jurídicos. En 2006 la liquidadora Anna
Karenina Gauna se opuso a vender y la alcaldía se vio
maniatada, pero en 2013 fue suspendida del cargo cuando la Contraloría
hizo 3 hallazgos fiscales por $11.579 millones en su gestión,
y el nuevo liquidador, Pablo Enrique Leal, puso en venta las
24 edificaciones.
Para ponerlo a funcionar hay que restaurarlo, para ello hay
que evacuarlo y para evacuarlo hay que negociar con 43 familias
ocupantes y resolver demandas de extrabajadores: unos $235.000
millones en reclamaciones laborales así, $2.417 millones
por tutelas de fondos de empleados y sindicatos, y $85.000 millones
de pensiones. |
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En noviembre pasado
se desembolsaron $200.000 millones en pago de esas acreencias.
Un ocupante desde 2001 en demanda de su liquidación,
dijo a El Espectador que pese a la buena noticia de la reapertura,
no les pagaron liquidación ni pensiones ni los despidieron
formalmente: ¿Será que la Alcaldía
nos va a sacar a la fuerza del hospital para comenzar las obras?.
El alcalde dijo: Contemplamos salidas laborales y vamos
a instalar un diálogo con ellos. En su campaña
a la Alcaldía, Petro prometió no venderlo, y dedicarlo
a atención de población vulnerable y ser centro
de prácticas de la U. Nacional.
Falta mucho pelo para la moña
Según diagnóstico de la Empresa de Renovación
Urbana (ERU), 4 de los 24 edificios amenazan ruina y urge su
intervención. El secretario de Salud, Mauricio Bustamante,
anunció reapertura gradual: el Instituto Materno Infantil
a fines de 2015. El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural
(IDPC) presentó el plan de restauración al Ministerio
de Cultura, la Secretaría de Salud invertirá $25.000
millones en adecuación y la U. Nacional, aliado histórico,
elabora la propuesta para servicios de alto nivel a maternas
y recién nacidos. El IDPC y la Nacional terminan el plan
especial de manejo por $1.100 millones.
Los 12 edificios adecuables en corto plazo son: San Roque, Inmunológico,
San José, Convento, Capilla, Enfermedades Tropicales,
Resonador Magnético, Salud Mental, Centro de Salud y
Jardín Infantil. Ocho requieren intervenciones mayores:
Cirugía Plástica, San Lucas, San Eduardo, Torre
Central, Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica,
Torre Docente, portería principal. Cálculos parciales
valoran la restauración total en $200.000 millones, más
$100.000 millones en equipos médicos. La ERU invertirá
$19.000 millones en 2015 en mantenimiento, gastos y primeros
auxilios de los 4 edificios ruinosos (San Eduardo, Siberia,
Cundifarma y Jardín Infantil) y revitalización
de zonas verdes para integrar los barrios San Bernardo, Policarpa
y Sevilla. La restauración y refuerzo debe terminar antes
de 2017. Se prevé a futuro: hospitalización psiquiátrica;
banco de células, órganos y tejidos; instituto
para donación y trasplante; terapias y cirugías
intrauterinas.
San Juan de Dios y Ciudad Salud
Carlos Castro, asesor de la Secretaría de Salud
de Bogotá, declaró a EL PULSO: Hay que mirar
la adquisición de los edificios del Hospital San Juan
de Dios por el Distrito como una gran oportunidad: mucha gente
piensa que el asunto del hospital es de nostalgia; no es tratar
de recuperar un pasado perdido, es mirar hacia el futuro y lo
que el hospital representaría para una ciudad como Bogotá
y para la comunidad distrital. Un hospital de esta naturaleza,
proyectado al futuro, tiene que servirnos para eliminar inequidades
en la ciudad, como parte de un proyecto grande que conocemos
como Ciudad Salud.
Agregó que este proyecto tiene que poner a Bogotá
a eliminar una discriminación de toda la vida: Quienes
hemos vivido tantos años aquí, vemos dos ciudades:
la del norte y la del sur; el proyecto está en la frontera
de ambas y el hospital debe ayudar a integrarlas; un centro
de alta tecnología al servicio de lo social, no para
hacer competencia a hospitales de altas tecnologías para
clases altas, pensarlo para pobres es continuar la discriminación;
debe ser un hospital con sentido diferente que incluya lo universitario,
la investigación, la atención humanizada y sea
bandera en el ejercicio de la medicina social aplicada a todos
los procesos, donde confluyan atención primaria, promoción
y prevención, tratamientos con tecnología de punta,
para resolver muchos problemas de la comunidad. Es una mirada
muy diferente de la simple construcción de un hospital.
Señaló que mucha gente dice que sale más
barato hacer un hospital nuevo y podría tener razón,
pero la idea no es hacer un hospital convencional, tiene que
seguir siendo patrimonio público, pero con una concepción
futurista: Se requiere un estudio para que la gente se
preocupe por satisfacer el derecho a la salud, no el principio
de la sostenibilidad fiscal: caeríamos en lo mismo y
dentro de unos meses tendríamos que cerrar de nuevo para
conseguir recursos. Supone jalonar cambios importantes en el
modelo de financiamiento. Recomendó trabajar todo
ello de una vez con el Congreso, el Concejo de Bogotá
y el Ministerio de Salud para que las cosas salgan bien, y plantear
aspectos de la gestión de otra manera, no como manejo
individualizado de un gerente, sino como gestión social,
control social permanente, no de arriba a abajo sino de
abajo a arriba . |
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