MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 196  ENERO DEL AÑO 2014    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


San Juan de Dios,
historia del patrono de un hospital cerrado

Hernando Guzmán Paniagua - Perodista - elpulso@elhospital.org.co
La población de Bogotá clama por la reapertura del Hospital San Juan de Dios y la gestión para su rescate ya comenzó. Aparte de la solución de los problemas jurídicos, laborales y administrativos, no vendría mal la ayuda divina, en especial del santo patrono: San Juan de Dios, quien desnuda su cuerpo y alma como signo de entrega a los hermanos pobres y enfermos, y es pionero del hospital como centro de atención humanizada. ¿Quién fue el padrino celestial del cerrado hospital, hoy albergue de personas, telarañas y fantasmas?
Juan Cidade Duarte, llamado Juan de Dios, nace en Montemor-o-Novo (Portugal) en 1495. Se deshace de libros, muebles y hasta de su ropa, se finge loco, vocifera en calles y plazas, se mortifica y besa el suelo fangoso. En su “locura de la Cruz”, lo internan en el Hospital Real, comparte la vida con mendigos, enfermos desamparados, y con los locos los latigazos y las esposas, pues se creía que el dolor curaba la insania. Reprocha a los “enfermeros” su brutalidad, los verdugos descubren la claridad interior del profeta y lo liberan de las esposas y San Juan intensifica sus cuidados con los enfermos.
Juan de Dios, “la generosidad de alma”
Para la Hermana Juliane Vasconcelos, Juan de Dios representa “la generosidad de alma, limítrofe con lo desconcertante”. Juan diría: "Jesucristo me conceda tiempo y me dé la gracia de tener un hospital, donde pueda recoger a los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirlos como deseo". Juan sale del Hospital y recorre descalzo 400 kilómetros hasta el santuario mariano de Guadalupe en Extremadura, a pedir la protección de María Santísima para su misión.
A fines de 1539 regresa a Granada, vende haces de leña para dar alimento y abrigo a los pobres, obtiene generosos donativos para su primer hospital con 46 camas de viejas esteras con mantas usadas. De día cuida a sus hermanos, de noche vende leña y pide limosna. Un incendio destruye el Hospital Real. El Arzobispo de Granada, Mons. Pedro Guerrero, recurre el santo para conseguir donaciones, se compra un antiguo convento carmelita para un hospital de 200 camas y albergue nocturno. Con sus dos primeros discípulos: Antonio Martín, creador del Hospital de “Nuestra Señora del Amor de Dios” en Madrid, y Pedro Velasco, nace otra orden religiosa. Las necesidades de atención crecen más que las gruesas sumas que obtiene Juan con ricos e hidalgos, bajo el lema: “Hermanos, haceos bien a vosotros mismos”, y pide ayuda al rey en Valladolid para sanear la primigenia cartera hospitalaria pero retorna más pobre y enfermo. La hermandad prosigue su labor humanitaria, sus métodos de atención son pioneros: atención integral a la persona necesitada, respeto a su dignidad y defensa de sus derechos.
San Juan de Dios muere en 1550 a los 55 años, de rodillas y abrazado a un crucifijo, víctima de pulmonía que contrae al tirarse al río Genil para salvar a un joven. Es canonizado por el Papa Alejandro VIII, en 1690. En 1586, San Pío V erige la Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, que continúa su gesta cristiana en 53 países con 400 Obras Apostólicas que atienden millones de enfermos, y se consideran modelo de atención integral y humana. El Papa León XIII proclama a San Juan de Dios patrono de los enfermos y hospitales, junto con San Camilo de Lelis. Es la historia de Juan de Dios, el santo. ¿Y cuál es la de uno de los hospitales que lleva su nombre?
“Que Dios vuelva al San Juan”
“El Centro Hospitalario Universitario San Juan de Dios, nació con la cédula real del rey Felipe V (mayo de 1723), como establecimiento de beneficencia del Estado”, regido por las Leyes de Indias y construido mediante donación del Obispo Fray Juan de los Barrios en 1564, refieren los investigadores Erika Díaz, Yesid Doncel Barrera y Carolina Rodríguez de la U. del Rosario, en el estudio “Hospital San Juan de Dios: una muestra del problema de salud en Bogotá y una oportunidad para la educación legal clínica”.
Agrega el estudio que el 1° de enero de 1739 se inaugura el “Hospital de Jesús, María y José”, a cargo de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios; en 1834, un Decreto de la Cámara de la Provincia de Bogotá define a los religiosos no como dueños y señores de los hospitales, sino como asistentes de ellos y de los pobres. La Ley 66 de 1868 crea la Universidad Nacional y adscribe el Hospital a su Escuela de Medicina como campo de prácticas e investigaciones. Con la Ley 63 de 1911, la Nación compra el terreno “Molino de la Hortúa” y lo cede a perpetuidad al Departamento de Cundinamarca para construir manicomios y asilos de indigentes, la Ley 47 de 1919 lo destina como complemento del nuevo Hospital San Juan de Dios, el cual arranca en 1925. Al crearse en 1979 la Fundación San Juan de Dios, el bien público pasa al dominio de un ente privado. Los líos legales y laborales se multiplican, uno de ellos la intervención por el gobierno de Turbay Ayala, pensada para 6 meses pero que duró 22 años que rematan con el cierre.
Los investigadores señalan la inequidad y desigualdad que predominan en el sistema de salud y ven el Hospital San Juan de Dios como “una esperanza para aquellas personas de bajos recursos que no tienen la posibilidad de acceder al sistema de salud tradicional. Dada la importancia del Centro Hospitalario para el Distrito, por ser Patrimonio Cultural de la Nación, por los descubrimientos que en materia de salud se dieron gracias a las investigaciones que en sus instalaciones se gestaron y por su capacidad de atención a pacientes, es fundamental seguir trabajando en su reapertura”. Este caso “representa el arduo y constante trabajo de los diferentes actores sociales que convergen en él. Actores que sin esperar una contraprestación más que la satisfacción por el deber cumplido, semana a semana, aportan su tiempo, sus ganas y su conocimiento para la defensa de una causa que sienten de todos y propia”, concluyen, y por si acaso, añaden una plegaria al santo patrono: “Que Dios vuelva al San Juan”. Amén.
 
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