Estas
competencias interpersonales que deberían ser sencillas
en sí mismas pero sólidas y seguras, necesitan
articularse en hábitos personales y de comunicación
con los otros de manera que permita a cada persona, comprender
las influencias que recibe y los hechos que determinan nuestra
vida en el orden económico, político y social.
Resulta de vital importancia alcanzar una correcta visión
del mundo partiendo del microcosmos humano como representación
del macrocosmos, buscando que los valores cívicos, la
empatía y la reciprocidad moral definan lo democrático,
justo y digno. Es lograr una mirada global, resignificando el
entorno cercano, los valores cívicos, que compense la
tendencia a prestarle atención sólo a lo individual.
- Ser consciente de las emociones y sentimientos
El dominio y control sobre las emociones y sentimientos
propios, así como saber leer las actitudes y sentimientos
de los otros, son un elemento importante no sólo en lo
personal sino en lo social: ayuda a resolver lo próximo
y prepara para lo lejano, elemento esencial para afrontar la
vida, la convivencia, la ciudadanía y el respeto de los
derechos humanos.
- Ser un aprendiz autónomo
Resulta claro que quien sepa desarrollar esta competencia
triunfará. Saber cuándo, dónde y cómo
buscar información, ser capaz de seleccionarla, procesarla
y elaborarla adecuadamente para después utilizarla (escribirla,
exponerla, aplicarla) con el fin de resolver un determinado
problema, constituye una competencia urgente que debe trabajarse
desde la niñez.
- Ser un buen profesional
Esta competencia no resulta sencilla si partimos del hecho
de que la escuela no tiene la capacidad de formar para las necesidades
laborales, no sólo por la diversidad de las tareas sino
porque muchas de ellas aparecerán en el futuro, por lo
que se necesita ayudar a que los futuros profesionales sean
competentes en los contextos que los esperan. Para esto necesita
negociar metas y proyectos, colaborar, apoyar a otros, ser flexible
y capaz de movilizar sus recursos y tomar decisiones para afrontar
tareas cambiantes, siempre fijando la mirada en nuevas metas
y retos.
- Ser una persona feliz
Ser feliz no como estado, sino como un proceso,
pues se logra, se construye ser feliz. Esta es una
competencia que no se considera como tal, porque se le condiciona
a otros elementos como la salud, el dinero y el amor. Los dos
primeros aspectos no están por completo bajo nuestro
control, pero si podemos apostarle a ser competentes en la expresión
de las propias emociones, en la regulación de las mismas
y en cambiar la propia perspectiva emocional frente a las cosas
que nos sucede: esto es dominar el lenguaje emocional, regular
la emociones, para finalmente comprender la perspectiva emocional
de los demás y ponerse en el lugar de sus sentimientos.
Para finalizar
En este largo camino de hacerse competente, no resulta
fácil establecer cuál es la forma lógica
y coherente de garantizar que una persona lo logre. Menos claro
resulta en qué orden y en qué tiempo debe lograrse
la adquisición de estas competencias. Puede ser problemático
establecer qué papel le corresponde a la escuela y qué
al hogar. Y lo más difícil talvez, es resolver
el tema de cómo facilitar estos aprendizajes cuando padres
y maestros no han alcanzado las competencias que deben transmitir
a hijos y alumnos. Esta mirada un poco desesperanzada puede
verse transformada por el esfuerzo decidido de todos. Podemos
avanzar si cada uno comienza consigo mismo, identificando responsablemente
qué tiene, qué le falta y cómo puede alcanzarlo. |