DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 12    No. 156  SEPTIEMBRE DEL AÑO 2011    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Alejandro Echavarría Isaza,
papá del progreso colombiano

Hernando Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@elhospital.org.co

Familia Echavarría Misas, el clan empresarial. Arriba, de izquierda a derecha: Ana Josefa Misas (madre) y Gabriel Echavarría Misas (hijo mayor). En el centro, Alejandro Echavarría Isaza (padre). Segunda fila, mismo orden: los hijos Luisa, Sofía y Guillermo (con la rueda). Abajo, mismo orden: Margarita (con el perro), Diego, Alejandro, Rosita (la bebé) y Germán Echavarría Misas. No había nacido Carlos José, quien fue gerente de Coltejer, presidente de Bavaria, fundador de la ANDI, del Banco Industrial Colombiano y RCN. (Foto cortesía: Margarita Echavarría de Uribe. Reproducción: Rodrigo Peláez)

Con el talento heredado de su papá, quien cargaba mercancías en bestia para su tienda en Barbosa (Antioquia), Alejandro Echavarría Isaza creó la primera aerolínea del país, un hospital líder en atención y desarrollo científico en Colombia, la industria textil, la banca comercial y, ante todo, un estilo empresarial próspero y humano. Con él pasamos de la mula al avión.
La historia oficial de Alejandro Echavarría parte del traslado de sus padres Rudesindo Echavarría Muñoz y Rosa Isaza López, de Barbosa a Medellín en 1864, pero ignora que mucho antes hubo un viaje en sentido contrario.
Así lo explica su hijo Guillermo Echavarría Misas en crónica de la historia familiar: "Don Rudesindo Echavarría Muñoz, oriundo de Medellín, al llegar a la edad en que el hombre tiene que pensar
seriamente en su porvenir y dándose cuenta de que en el Porce y Nare se estaban explotando minerales de oro con gran éxito, resolvió trasladarse -recién casado- a la población de Barbosa y abrió allí una tienda la cual surtió de todo cuanto necesitaba el personal de mineros". Por caminos de herradura, agrega, cargaba en bestias las mercancías adquiridas a Pablo Lalinde y Cía y otros comerciantes de Medellín.
Alejandro nació en Barbosa el 1 de julio de 1859, pero la historia se remonta a la época de la Guerra de los Mil Días. Cuenta Margarita Echavarría de Uribe: "Mi bisabuelo José María Misas vivía en el parque de Berrío y tenía 22 hijos de dos matrimonios; como era conservador, los liberales le quitaron la casa con todos sus haberes y él se tuvo que ir a Yarumal. Allá, mi abuelo Alejandro visitaba a Ana Josefa, prima hermana del padre Marianito Eusse. Su papá José María Misas hablaba de Alejandro como ese liberalito que viene a hacerle visitas.
De la mula al avión
Alejandro Echavarría medía 1.70 de estatura, tenía piel blanca medio rojiza y un lunar en el pómulo derecho, era madrugador y enérgico para el trabajo. No le gustaban las fiestas con mucho de alcohol o con mucho baile. Prefería disfrutar en privado una buena copa de coñac y un tabaco habanero, era un hombre adusto, pero se permitía un humor fino e irónico.
Margarita Echavarría, una de las dos mujeres que empezó Antropología en la Universidad de Antioquia junto a 70 hombres, evoca a su abuelo: “Lo recuerdo como una persona muy simpática y cariñosa, lo llamábamos 'Papalelo' (Papá Alejandro). A los nietos chiquitos, en broma nos hacía nueces con el cabello, hay una foto de él echándole el humo del tabaco a mi hermana menor, recuerdo también las comidas deliciosas en casa de mi abuela. Estudió ebanistería en el Instituto de Artes y Oficios de Medellín, aún conservo dibujos muy bonitos que hizo allá. Admiro mucho que estando mi padre Guillermo muy pipiolo, le propuso a su padre Alejandro en 1919 comprar una hacienda de ganado en Bolívar; nada sabían de ganadería, y compraron la hacienda Mundo Nuevo”.
Hasta principios del siglo XX, por el aire nacional solo volaban las aves y Domingo Valencia, el "as del aire", en un globo sobre la Plaza de Bolívar de Bogotá, que más de una vez se cayó al suelo. Margarita Echavarría relata cómo nació nuestra aviación: “Mi papá Guillermo había estado en Estados Unidos y le fascinaban los aviones, que eran nuevos; en septiembre de 1919 sugirió al papá Alejandro una empresa de aviación, ya que estaban vendiendo unos aviones franceses de la guerra de 1914. El 26 de septiembre se hizo la escritura de la Compañía Colombiana de Navegación Aérea -CCNA-, pionera del transporte de pasajeros y del correo aéreo, en la Notaría Primera de Medellín, con la firma del Presidente Marco Fidel Suárez. Trajeron los aviones desarmados por río y por tierra desde Cartagena. Hubo algunos vuelos de turismo sobre Medellín, con dos aviadores muy brillantes: René Bassin y Jourdanet, y buenos mecánicos. Estuvieron de malas, hubo varios accidentes; Jourdanet no estaba acostumbrado a los vientos de aquí que le tumbaron el avión y él se mató”.
“Con su hijo mayor,
6 sobrinos, 10 telares,
12 obreras y mil pesos,
fundó Coltejer”
En diciembre del mismo año 1919, le surgió competidora a la CCNA: la Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos -Scadta-, también con pilotos de la Primera Guerra Mundial, pero germanos, origen de Avianca, la aerolínea más antigua de América. La CCNA no resistió su competencia: sus aviones eran de madera y lona, mientras que los alemanes de la Scadta eran metálicos. En su libro “De la mula al avión”, Guillermo Echavarría Misas dice que el 30 de marzo de 1922, la Scadta rompió el récord mundial de larga distancia aérea, al volar más de mil kilómetros entre Girardot y Barranquilla.
Luego, el Almacén Nacional y el Salón Alfa en Medellín le dieron la sangre financiera a la futura Coltejer, y a Alejandro, con qué casarse con Ana Josefa Misas. Tuvieron diez hijos: Gabriel, Sofía, Luisa, Guillermo, Margarita, Alejandro, Germán, Diego, Rosa y Carlos J. De gran visión publicitaria, sus negocios tenían avisos como: “Con cada corte se encima un par de medias de seda”, “Paños Alfa: están fuera de toda competencia en precios, calidad y durabilidad”, “Últimas novedades de París”, “Si es Alfa, es inglés”.
“Definitivamente… Coltejer”
Emulando a los creadores de la Fábrica de Textiles de los Andes - Fatelares y de la Fábrica de Tejidos de Medellín (1904), Alejandro compró a su pariente Gustavo Merizalde dos telares manuales de madera. Con su hijo mayor, seis sobrinos, diez telares, doce obreras y mil pesos, fundó la Compañía Colombiana de Tejidos -Coltejer-, el 22 de octubre de 1907. En la pobre Colombia recién separada de Panamá, con su industria en pañales y las cuatro quintas partes de la población analfabetas, ante quince obreras en sus máquinas, con delantales blancos a listas negras y gorritas, el presidente Rafael Reyes prendió las máquinas a control remoto.
El padre jesuita Carlos Salcedo, narró así el suceso en la revista "La Familia Cristiana": "El general Reyes tiene en sus manos un botón eléctrico... se pasan dos minutos... de repente, un electroimán, activo por la corriente que viene de Bogotá por los hilos telegráficos, atrae una palanca; ésta deja libre un peso que, al caer, cierra el switch que da entrada a la electricidad…”.
En abril de 1908 arrancó la planta en el barrio La Toma, oriente de Medellín, su primer artículo fue una camisa de franela: "era tan fuerte y de boca tan grande, que parecía una ruana", dijo una de las obreras que la confeccionaron. "Mi papá, Guillermo Echavarría, llevaba en bicicleta el pago para las obreras, de su casa en el centro de Medellín", recuerda Margarita Echavarría. El almacén Alejandro Echavarría e Hijos, registró el 14 de abril de 1908, el primer ingreso de 230 pesos por venta de mercancía de Coltejer.
 
El Hospital: la mejor empresa
Hospital de San Vicente de Paúl, Cirugía, 1919.
¿Cómo convertir el dolor familiar en alivio colectivo? Cuenta Guillermo Echavarría Misas que luego de varias operaciones a doña Ana Josefa Misas, “mi padre, Alejandro Echavarría Isaza, al ver los sufrimientos por que había pasado, pensó que si ella siendo asistida por varios de los mejores médicos de Medellín, había tenido que pasar por tales sufrimientos, ¿qué no pasaría con las gentes pobres que no tenían con qué pagar un buen médico y las drogas necesarias para curarse y mucho menos dónde alojarse convenientemente durante su enfermedad?”.
Y Margarita cuenta: "Mi abuelo subía a caballo diariamente hasta Santa Elena, a hacerle las curaciones a mi abuela, por una infección en el pecho que no le habían podido tratar los médicos". El 24 de agosto de 1913, Alejandro puso la primera piedra del Hospital de San Vicente de Paúl. Cuando dirigía la obra, le dio una gripa muy fuerte, se le complicó con neumonía, no había antibióticos ni nada, y en tres o cuatro días murió. Continúa Margarita: “Mi abuela, ya delirando a punto de morir, soñaba con él y lo llamaba. Mi papá Guillermo Echavarría, quien siguió dirigiendo los trabajos, me llevaba al Hospital a veces; yo sentada en las escalas de lo que es ahora el Pensionado, al lado de una olla grandotota, un día le pregunté: -- “¿Y esto qué es, papá por Dios? Me dijo que era una olla atómica, la primera que compró el Hospital”. “Cuando mi papá se encargó de la construcción, el carpintero me hacía carritos de madera y otros juguetes”, refiere Alejandro, otro nieto del fundador.
Don Alejandro Echavarría Isaza murió en Medellín el 6 de noviembre de 1928 de neumonía, cuando construía el Hospital de San Vicente, donde curarían la neumonía y demás males a pobres y ricos de Colombia. “Yo estaba jugando con muñecas -cuenta su nieta Margarita-, las dos muchachas del servicio estaban conversando y oí que una le dijo a la otra: 'Ay, se acaba de morir don Alejandro'. Yo estaba tan chiquita, pero me impresioné muchísimo”. Era un hombre bueno, sin duda. Y murió de pie, como sigue todo lo que construyó.
 
Los Echavarría: Fundadores de
empresas y creadores de obras culturales
Fábrica de Tejidos de Bello, 1910. Foto: Rafael Mesa. Colecciones Virtuales,
Biblioteca Nacional de Colombia. Impreso: Biblioteca Pública Piloto.
En la Medellín de principios del siglo XX, aún con carros tirados por bestias y un alumbrado de faroles de gas que encendía todas las noches un señor, Don Alejandro Echavarría Isaza fundó la primera empresa de electricidad que luego vendió al Municipio. Y la textilera Coltejer por su parte, fue un semillero empresarial.
Los Echavarría fundaron en 1920, cuando llegaron los primeros telares automáticos, la Fábrica de Tejidos e Hilados del Hato -Fabricato- en el municipio de Bello. Después vinieron Corona, RoseIlón, Sedeco, Fatesa, la planta de acabados de Itagüí, Textiles Doña María, Coltehilos, Diagonal, Textiles Rionegro, Coltepunto, Polímeros Colombianos, Prodiversos, Telaraña, Fundiciones Técnicas, Furesa, Derivados del Maíz, Agrourabá y Coltefinanciera; y con ellas, la Asociación Nacional de Industriales (Andi), Suramericana de Seguros, Banco Industrial Colombiano y la Cadena Radial Colombiana -Caracol-.
Don Diego Echavarría Misas donó las bibliotecas de Itagüí y del Hospital de Barbosa, y muchas obras educativas y culturales, Jaime R. Echavarría compuso obras inmortales, Sofía Echavarría creó la primera orquesta sinfónica de Antioquia, y doña Ana Josefa Misas brilló por su filantropía. "En Medellín había muchos niños desprotegidos -indica Margarita Echavarría-, en un sólo día a una señora de la Calle del Frito en El Poblado (hoy calle 9 sur) se le murieron dos niños de desnutrición, por eso mi abuela Ana Josefa fundó el Amparo Infantil Santa Ana (hoy Clínica Santa Ana)”.
 
“La verdad
al desnudo.
Cuatro miradas a
la psoriasis en Colombia”
Ángel Oñate, 11 años, Distracción (Guajira). Pese a que en 2009 accedió a un tratamiento efectivo, su caso se agravó por la imposibilidad de desplazarse cada mes hasta Barranquilla (a 6 horas), para obtener prescripción médica. Con el consentimiento expreso de Ángel y de sus padres se publican sus fotografías, para dar testimonio de la paradoja de muchos colombianos que, pese a tener derechos, enfrentan dificultades de acceso a la salud por las distancias geográficas. Foto: Natalia Behaine.
El libro “La verdad al desnudo: Cuatro miradas a la psoriasis en Colombia” recopila los testimonios y fotografías de 10 pacientes de 7 ciudades y municipios del país, que aceptaron ser retratados por los fotógrafos Jesús Abad Colorado, Bernardo Peña, Natalia Behaine y William Fernando Martínez, para contar su historia y dar testimonio de haber sorteado el estigma de la enfermedad o de su lucha por superarlo.
“La verdad al desnudo” más allá de ser un libro es un programa mundial diseñado por la compañía biofarmacéutica Pfizer, para crear conciencia sobre el impacto físico y emocional de la psoriasis y estimular a los pacientes a buscar tratamiento; la primera versión se realizó en 2009 en Europa, a la que siguió una exposición con pacientes de algunos países latinoamericanos a comienzos de 2010. El trabajo realizado en Colombia es el primero exclusivo para un solo país y tiene la particularidad de contar con 4 fotógrafos de diversas regiones con el propósito de ofrecer varias miradas.
La psoriasis es una enfermedad crónica, inflamatoria y episódica (aparece y desaparece sin explicación). La persona con esta condición muda sus células cutáneas cada 3 o 5 días (habitualmente ese proceso tarda un mes), lo que genera lesiones rojas o escamas, en especial en codos, rodillas y cuero cabelludo. Los dermatólogos calculan que el 2% de la población colombiana (900.000 personas), la padecen o podrían padecerla.
Pfizer y la Fundación de Ayuda al Paciente con Psoriasis (Fundapso) presentaron el libro el pasado 20 de agosto en la Universidad CES en Sabaneta, Antioquia, durante una jornada gratuita de detección de la enfermedad.
 
Ocioso lector
“Huerta de
Jaime” y comercio
con Jamaica”
Guillermo Echavarría Misas, hijo de Alejandro Echavarría Isaza, narra en una bella crónica los inicios de su abuelo Rudesindo Echavarría Muñoz en el almacén “Huerta de Jaime”, en Medellín.
“Es interesante observar la ocurrencia del abuelo al titular su negocio con el nombre de un acontecimiento de gran significado histórico, pues la ‘Huerta de Jaime’, fue el lugar donde fueron ejecutados muchos héroes de la Independencia por orden de Pablo Morillo para llevar a cabo sus condenas a la pena de muerte. El área de ésta perteneció a un español de apellido Jaime y de allí su nombre. La ordenanza 112 de octubre de 1850 de la Cámara Provincial de Bogotá, dispuso que ésta se llamase Plaza de los Mártires y que en el centro de ella se levantara un monumento de piedra y se inscribiesen en él los nombres de los próceres que fueron sacrificados en la Huerta de Jaime: figuran en ella Jorge Tadeo Lozano, Emigdio Benítez, Crisanto Valenzuela, Miguel de Pombo, Francisco J. García Hevia, José Gregorio Gutiérrez y Custodio García Rovira. Es de anotarse que en uno de los costados de esta plaza se erigió el templo del Voto Nacional construido a raíz de la firma de la paz luego de la Guerra de los Mil Días (…).
Es bueno relatar el sistema empleado a mediados del siglo pasado (s. XIX) por los comerciantes importadores, quienes con relativa frecuencia viajaban a Jamaica a hacer sus compras pues allí se conseguían los mismos artículos que de Inglaterra se despachaban por ser ésta una colonia inglesa. El viaje lo efectuaban viajando en mula hacia el Puerto de Nare donde se embarcaban en un champán, no habiendo entonces buques de vapor en el Magdalena, luego de Barranquilla en buque de vapor o de vela, según lo que se encontrara, a Jamaica; entre estos comerciantes recordamos los señores Lalindes, don Fernando Restrepo y también el abuelo (Rudesindo Echavarría). Los viajeros hacían testamento antes de partir en vista de los grandes peligros de tan accidentado viaje”.
(Fragmentos: “Un esfuerzo continuado. 100 Años Hijos de Alejandro Echavarría Ltda”. Echavarría Misas, Guillermo).
 
 
Mención de Honor CIPA a
“Mejor Trabajo Periodístico en Prensa”
Periodista Hernando Guzmán Paniagua.
Foto: Rodrigo Peláez.
El Círculo de Periodistas y Comunicadores Sociales de Antioquia -CIPA-, otorgó el pasado 4 de agosto una Mención de Honor en la categoría "Mejor Trabajo Periodístico en Prensa" al periodista Hernando Guzmán Paniagua, por el artículo "Entrevista a cadáveres ilustres de la independencia", publicada en julio de 2010 en el periódico EL PULSO.
El jurado del Premio a la Excelencia Periodística CIPA consideró que en el artículo, “el autor inicia un proceso de imaginación periodística, basado en la información histórica tanto de los personajes como de las posibles causas de su muerte, aprovechando su privilegiada información científica, la cual acomoda de manera especial, y genera una crónica histórico-médica de muy buena factura en el campo de la crónica”.
Por ello, exalta el trabajo periodístico del autor, dado que la crónica requirió una considerable investigación documental bien sustentada, a partir de escritores reconocidos por su seriedad y calidad. Asimismo, el jurado destacó que el trabajo fue oportuno, vigente y actual en el momento de su publicación (julio de 2010), por referirse a personajes y hechos relacionados con el Bicentenario de la Independencia.
 
 
¿Kómo ce dise?
Sintaxis anglicística
Una forma de extranjerismo la constituyen las construcciones con sintaxis incorrecta, especialmente cuando se pone (que no “se coloca”) al revés el nombre o sustantivo y el adjetivo o expresión que lo califica: son vicios tomados generalmente de la sintaxis inglesa.
Son muy frecuentes las razones sociales como “Confidencias Taberna”, “Memorias Video Bar”, “Delta Trío”, “Versátil Trío”, “Bolero Bar”, “ExFanfarria Teatro”, “A Recreo Teatro”, “Omega Salón de Té”. Lo correcto sería Taberna Confidencias, Video Bar Memorias, Trío Delta, Teatro Exfanfarria, Salón de Té Omega, etc. ¿Cómo hay otros sitios con los nombres al derecho y les entra la clientela? Teatro Matacandelas, Teatro Popular de Medellín, Carnicería El Toro Bravo. El problema radica en que el lenguaje de la publicidad supuestamente es autónomo y no rinde tributo a la gramática, y no debería ser así.
Otras expresiones son más abiertamente anglicísticas, al tomar directamente nombres y construcciones del inglés: “Envigado Fútbol Club”, “Chía Fútbol Club”, “Harry's Pizza”, “Ringo's Discoteck”. Debemos poner la corrección y pureza idiomáticas por encima de la moda, del esnobismo. Por hacer bonito, hacemos feo, por ser modernos hacemos “montañeradas”.
 



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