MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 47   AGOSTO DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Incertidumbre tras Conferencia Internacional sobre Sida
Olga Lucia Muñoz López Periodista, Medellín elpulso@elhospital.org.co

Para los transeúntes de las calles colombianas no resulta extraño escuchar las frases "soy desplazado de la violencia, cualquier ayudita que me pueda dar..."; "no tengo empleo y mantengo una casa con tres hijos...", o "¿me da una monedita pa' un pan que tengo hambre?..." y un sinfín de peticiones a las que ahora se suma "tengo sida y no me alcanza para la droga, colabóreme". Aunque resulte difícil acostumbrarse a oír esta "nueva modalidad" en las calles, con el tiempo serán menos las pieles que se ericen y los ojos que se abran asombrados, pues cada vez hay más personas con la enfermedad y día a día ese círculo de los "nosotros, los sanos", que se creía inmune, va disminuyendo más y más. Sólo en Colombia han muerto 13.910 personas entre 1983 y 2001 a causa del virus, y aunque el número de fallecidos el año pasado no es tan alto como afirmaba el informe de Onusida (5.600) que luego fue rectificado, el 2001 presentó el mayor número de muertes desde 1983 (1.509), así que no hay motivo para celebrar.
El problema trasciende todas las fronteras y son los llamados países del primer mundo los que tienen las armas necesarias para luchar en su contra, pues mientras más pobre es el país, peor es la atención que se le brinda a los pacientes (a esos pocos afortunados que la reciben). Esa diferencia abismal entre pobres y ricos en un asunto como el VIH, ocupó buena parte de la atención puesta en la XIV Conferencia Internacional sobre Sida, celebrada del 7 al 12 de julio en Barcelona, España.
Pocos días antes del evento, el programa de la ONU dedicado a la lucha contra el Sida (Onusida) presentó el informe sobre la situación de la enfermedad durante el año pasado. De acuerdo con sus análisis, la epidemia todavía está en sus comienzos y en los países más afectados no da muestras de perder terreno. Ese es el caso del Africa Subsahariano (Bostwana, Zimbawe, Swazilandia, Namibia, por ejemplo), la región más infectada del mundo (aproximadamente 28.5 millones de portadores), que en 2001 también fue la que registró el mayor número de nuevos contagios (3’500.000). En la presentación del informe, Peter Piot, director de Onusida, alertó sobre la ignorancia de la juventud acerca de la enfermedad y de las formas de protección, pues cada día se infectan en el mundo 2.000 jóvenes de 15 años y 6.000 menores de 24. Además, mostró la propagación del virus, que a sus 21 años ha matado a 20 millones de personas, ha dejado 14 millones de niños huérfanos y en este momento registra 40 millones de portadores en el planeta, 5 millones más que el año pasado. Así, hizo "entrar en situación" a las organizaciones participantes del encuentro, preparándolas para la discusión que se les venía encima.
La Conferencia, que reunió a más de 15.000 médicos, funcionarios de la salud, investigadores, gobernantes y activistas, desde su primer día de debate estuvo ensombrecida por el pesimismo. Durante la semana se vieron pocas luces. Una de ellas fue la próxima aparición en el mercado del fármaco T-20, un eficaz reductor de la carga viral de la sangre , que contrario a los otros medicamentos que actúan cuando el virus ya está en las células del sistema inmunitario, lo hace antes, impidiendo que la enfermedad penetre en el organismo. Pero esta noticia se vio opacada por el problema central de la lucha contra el sida: ¿cómo van a acceder a él los países pobres? La pregunta parece responderse con el balance del Fondo Global contra el Sida, al que sólo han llegado 2.800 millones de dólares de los 10.000 prometidos el año pasado por el poderoso Grupo de los Ocho.
Además, en el transcurso del evento, los países del Caribe firmaron un "proyecto de acuerdo" con 6 laboratorios farmacéuticos para facilitar el acceso de los enfermos de Sida a los tratamientos y medicinas, a "precios lógicos". Sin embargo, durante el acto de clausura, el ex presidente sudafricano que pasó 27 en la cárcel por su lucha contra el apartheid, quien ahora es co-presidente del Fondo Internacional para el Sida, Nelson Mandela, lamentó que no se hubiera llegado a un acuerdo más formal. "Tenemos que hallar formas y medios para hacer llegar estos tratamientos que salvan vidas a todos los necesitados, independientemente de si pueden pagar por ellos o no, o del lugar donde viven", concluyó.
Terminada la Decimocuarta Conferencia Internacional sobre Sida, se puede percibir un amargo sabor de incertidumbre, sobre todo por parte de los voceros de algunas ONG mundiales, quienes comparten la opinión de Rafael Vila-Sanjuan, secretario general de la organización Médicos Sin Fronteras, cuando expresó que "exceptuando una mínima aportación del Banco Mundial, no se ha producido ni un solo compromiso a nivel político". Sin embargo, del otro lado del ring, los co-presidentes de la Conferencia están satisfechos con los resultados y destacan el alto nivel científico de las conversaciones. No obstante, ambas partes coinciden en algo: la lucha contra el Sida necesita un mayor compromiso de los países más solventes para lograr que los tratamientos y programas no se queden en sus naciones y lleguen a esos puntos que raras veces se tienen en cuenta si no es para engrosar las estadísticas. Una clara muestra de lo anterior es que, según Onusida, 10 millones de africanos necesitan una triterapia y en la actualidad sólo 30.000 la reciben.
Ahora, cuando el telón del evento ya bajó, gobernantes, activistas e investigadores se tiran, unos a otros, la pelota de la discordia, tratando de encontrar culpables de los escasos resultados alcanzados en los 5 días de reunión, durante los cuales se estima que murieron 48.000 personas por el VIH alrededor del planeta. Nuevamente parece que la mirada se dirige al mismo lugar: la prevención como única medida para que la próxima conferencia que se realizará dentro de 2 años en Bangkok, no arroje tanto pesimismo y no deje el mismo sabor de incertidumbre.

“Sida y agentes estresantes”
Este es el nombre de un libro editado recientemente por la Universidad de Antioquia en Medellín, traducción corregida y ampliada de la obra “Aids and stressors” del médico colombiano Roberto Giraldo, donde explica la etiología del sida desde una perspectiva alejada de la concepción generalmente manejada, considerada por él como "el error científico más grave de finales del siglo XX".
La primera frase del texto, ilustra muy bien su contenido: "El sida no es infeccioso ni se transmite sexualmente. Éste es un síndrome toxico-nutricional causado por el alarmante incremento mundial de agentes estresantes para el sistema inmunológico", y se plantea como la hipótesis desarrollada a lo largo de 6 capítulos en los que el autor, partiendo de una rica bibliografía sobre la enfermedad, expone el resultado de 20 años de investigación independiente alrededor del sida, considerada la mayor plaga de los últimos tiempos.
Sida y agentes estresantes es una obra de gran relevancia para la comunidad médica que se esfuerza por encontrar maneras de aliviar el dolor de millones de personas y para aquellos que se aventuran a producir conocimiento. De igual manera, lo es para el público en general, interesado en descubrir nuevas ideas sobre el mundo en el que sobrevive.
Roberto Giraldo Molina es especialista en Medicina Interna con énfasis en enfermedades in-fecciosas de la Universidad de Antioquia, Colombia, y Magíster en Medicina Clínica Tropical de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres. Es investigador de las inmunodeficiencias secundarias o adquiridas, especialmente aquellas que ocurren en países subdesarrollados; durante los últimos 20 años ha sido investigador independiente del sida, y actualmente es miembro del Panel Internacional de Expertos del Sida para asesorar al gobierno sudafricano en los asuntos relacionados con la enfermedad. Además se desempeña en importantes cargos de varias organizaciones de salud a nivel mundial.
 



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