MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 8    NO 101  FEBRERO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Enfermedades infecciosas transmisibles:
Amenaza constante
Sigifredo Ospina Ospina, MD Microbiólogo, epidemiólogo - elpulso@elhospital.org.co
La vigilancia epidemiológica y las medidas de salud pública han sido estrategias muy útiles en el diagnóstico, tratamiento, prevención y control de las enfermedades transmisibles, en todos los países del mundo. Esto permitió incluso lograr la erradicación de algunas de ellas como la viruela en el mundo, la polio en las Américas y el sarampión en Colombia; además, iniciar planes de eliminación para otras como la sífilis congénita, el tétanos neonatal, la fiebre amarilla, la lepra y la rabia humana, y mantener algunas en niveles endémicos bajos, como las parasitosis intestinales.
Millones de personas tuvieron que tomar precauciones durante el primer semestre de 2003 en el sudeste asiático, cuando se propagó la infección del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Sin embargo, y muy a pesar de los logros obtenidos, ciertas enfermedades no sólo se mantienen en niveles endémicos importantes, sino que muestran una tendencia al aumento u ocasionan picos epidémicos, como es el caso de la tuberculosis, la infección por VIH, las infecciones intrahospitalarias, las infecciones respiratorias, el dengue, la malaria, la leishmaniosis, por mencionar sólo algunas de mayor impacto. Por otro lado, surgen enfermedades emergentes o reemergentes, que contribuyen a agravar la situación, como las causadas por nuevos virus o por cepas mutantes, que amenazan con llegar a nuestro país.
Sin lugar a dudas, en todo esto hay una clara responsabilidad del Estado, pero también hay una responsabilidad de los demás integrantes del sistema de salud, así como una responsabilidad individual y social que no podemos desconocer. La Ley 100 de 1993 dejó de lado la salud pública entendida como acciones colectivas, y específicamente la vigilancia epidemiológica, y eso ha hecho que algunas programas que para la época eran muy estructurados perdieran la solidez y el apoyo que tenían; de igual manera se viene observando un debilitamiento continuo del sistema de información, lo que impide conocer la verdadera dimensión de los problemas.
No se percibe una estrategia sólida y consistente de educación a la comunidad orientada a la prevención, y el mejor ejemplo es el caso de la infección VIH/sida, de lo cual no se oye “Ni pío”, y muchas personas están siendo víctimas de su propia ignorancia. Desde hace un buen número de años, diferentes estamentos vienen reclamando que el Estado asuma el liderazgo, y que apropie y destine recursos para contribuir al control de las enfermedades infecciosas más prevalentes.
No es menor la responsabilidad de las aseguradoras, no sólo desde la perspectiva individual, sino también desde lo colectivo. Cuando un paciente está solicitando a través de su médico un examen, en ausencia de síntomas, lo que hace es expresar un riesgo; si esa prueba se niega, se está perdiendo la oportunidad de hacer un diagnóstico temprano y evitar nuevos casos. Debe invertirse igualmente en lo colectivo a través de acciones concretas, sin el argumento de que es responsabilidad de otros.
Tan importante como el compromiso del Estado y las aseguradoras, tiene que ser el compromiso individual y social. Cada uno de los individuos que hacemos parte de la sociedad debemos tener una clara actitud hacia la prevención y hacia el autocuidado: la aplicación de una vacuna, la utilización de un toldillo, el uso de un preservativo, son medidas sencillas y fáciles de aplicar, y estarían evitando una hepatitis, una malaria o una infección de transmisión sexual. Con frecuencia se asumen conductas de riesgo por exceso de confianza, o lo que es peor aún, por ignorancia; y también es nuestra obligación conocer los riesgos y aplicar las medidas de protección.
Y más allá del individuo, la sociedad también juega un papel fundamental en la prevención y control de las enfermedades infecciosas transmisibles, a través de un compromiso colectivo en actividades de buena higiene ambiental, acciones educativas, campañas, y muy especialmente facilitando la acción de los organismos del Estado, o si es el caso, informando sobre situaciones irregulares.
Desde hace un tiempo se viene hablando del concepto de transición epidemiológica en la morbilidad de la población, para hacer referencia a la disminución o desaparición de las enfermedades infecciosas, dando paso a las enfermedades crónicas no transmisibles. Sin embargo, en nuestro país y en muchos otros países del mundo, lo que se da es un fenómeno que podría denominarse de acumulación epidemiológica, en el cual además de tener que enfrentar los problemas de la vida moderna, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y los problemas mentales, entre otros, tenemos que seguir invirtiendo enormes recursos en la vigilancia, diagnóstico, tratamiento y prevención de las enfermedades infecciosas transmisibles.
Se están haciendo cosas, pero nos falta mucho. El compromiso es grande, y la responsabilidad es de todos.
soox@elhospital.org.co
 
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