MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 8    NO 101 FEBRERO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Reflexión del mes

“La riqueza, no la escasez,
genera el hambre en el mundo”.
Dinyar Godrej, Periodista de New Internationalist.
 
Comienza un nuevo año con la incontrolable escalada alcista que pretende dar alcance al reciente incremento del salario mínimo, con aquel incremento del 6,3% que parece tan poco para la masa de trabajadores y tanto para los empleadores, empeñados cada uno a su manera en justificar tan curioso fenómeno: que a unos les parezca una miseria lo que a otros les parece una desmesura...
Y se viene encima para el sector salud un asunto inaplazable: definir con cuáles tarifas se negociarán los servicios de salud que las EPS pagan y las IPS prestan, y que en ocasiones las mismas EPS prestan y se pagan por aquellas artes de la llamada integración vertical (recientemente limitada al menos en el papel por la recién cocinada reforma a la Ley 100).
A falta de un manual tarifario único y obligatorio (promesa varias veces ofrecida por el gobierno y otras tantas veces incumplida sin sonrojos), el pescador (entiéndase el conjunto de las EPS y ARS) pesca cada año con gran ganancia en el río revuelto de la guerra del centavo que enfrenta a las IPS entre sí.
Es por eso que las tarifas que campean en el sector son las tarifas del Acuerdo 256 de 2001, dado a regir desde el 19 de diciembre de 2001 y más conocido como manual tarifario del ISS, ya que se creó para definir las tarifas para “el pago de los servicios de salud (...) que contrate el ISS” y siempre “según los estudios de costos del Instituto”.
O sea, tarifas establecidas para pagar servicios prestados al Seguro Social (la EPS pública, que no tiene ánimo de lucro y por tanto paga tarifas muy modestas) y según los costos del Seguro Social de ese entonces. Sin entrar a discutir sobre el impacto que estas tarifas hayan tenido en la hecatombe que ha dado al traste con tan paquidérmica institución, y sin necesidad de poner en duda la confiabilidad de los estudios de costos allí mencionados, vale la pena considerar un par de elementos que ponen de presente la urgencia de revisar tan nefasto manual tarifario.
Se trataba, por un lado, de un manual que establecía tarifas módicas por decir lo menos, para determinar el valor a pagar por determinados servicios. No digamos tarifas cómodas, ni mucho menos onerosas, ya que obviamente debían ajustarse a los precios que impone la economía de mercado a la hora de negociar precios por volumen (las bajísimas ganancias se podrían compensar con un gran volumen de actividades). Pero se trataba de otro lado de tarifas que tendrían vigencia a partir de su fecha de expedición: finales de 2001, sin tener en cuenta, por supuesto, los ajustes por inflación venideros año a año.
Así las cosas, los periódicos ajustes del IPC (correspondientes a cada año de la siguiente manera: 2.002: 7,65%; 2.003: 6,99%; 2.004: 6,49%; 2.005: 5,5%; 2.006: 4,85%; y ahora 2.007: 4,48%) que se comportan como un interés compuesto, y por tanto acumulan desde entonces un total de 41,75% (mayor a su simple suma aritmética), han terminado generando un desfase tan monumental como inaceptable: ¡las tarifas del manual del ISS traen en suma una desactualización del 41,75%! ¿Con qué cara le diría uno a un empleado que fuera a ganar el salario mínimo, que aceptara trabajar con el mínimo, que estaba vigente, pero hace 6 años..., cuando el costo de vida acumulado se ha incrementado en más del 40% desde entonces?
Ésa es la razón de la letanía ya ensordecedora que entonan todos a una los prestadores de servicios de salud (léase IPS). Mientras la remuneración del personal de la salud ha progresado con el IPC (o por lo menos así debería haberlo hecho), mientras el costo de los medicamentos y dispositivos médicos ha hecho otro tanto, y mientras los costos fijos de las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud se acrecientan inevitablemente y de manera acompasada con el costo de vida... en fin, mientras todo ha subido, absolutamente todo, las tarifas del sector salud parecen condenadas a seguir congeladas en el tiempo (cual si fuesen las víctimas de la mítica hechicera de las Crónicas de Narnia...).
Y lo peor, incluso parecen con tendencia a la baja (porque como dice la ley de Murphy: todo lo que puede empeorar seguramente empeorará). Por eso a nadie extraña que como regalo de año nuevo las EPS y ARS acerquen al pesebre de la salud los regalos extemporáneos de unas tarifas anacrónicas, devaluadas y rayanas en la indignidad, ya que se escuchan desde ya “generosas ofertas” para trabajar hasta a ISS de 2001 menos el 10%...
Pidamos entonces todos juntos, a manera de coro de la letanía, que el gobierno, o la Asociación Colombiana de Clínicas y Hospitales, o Feredsalud (gremio de cooperativas de hospitales públicos), o qué sé yo (de pronto hasta el Chapulín Colorado), se animen a defendernos, y tomando el toro por los cachos se decidan ojalá todos juntos y de una buena vez a devolver al sector de la salud unas tarifas decentes, dignas, actualizadas y con la garantía de su indexación futura (para los nuevos ajustes del IPC), conminando a las EPS y ARS a pagar lo justo. Sólo un regalo de estos detendrá la rapiña creciente entre IPS, dará a cada quien lo que le corresponde en justicia, y atenuará el progresivo e inevitable deterioro de la calidad en los literalmente devaluados servicios. Roguemos a Dios para que sea un buen regalo en este nuevo año .
 
Bioética
Dos mil siete, «el año de la vida»

Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co

«Vamos a hacer del 2007 el año de la vida…», así lo proclamó en su mensaje de fin de año el doctor Álvaro Uribe Vélez, Presidente de la República, desde la martirizada Bojayá, y agregó, según lo registra la prensa: « [...] repudiemos el delito y el crimen, hasta que derrotemos el crimen, hasta que muera el crimen para que viva la vida».
Qué grato que en esta época histórica de destrucción y muerte el Primer Mandatario del país proclame públicamente su adhesión a la vida y el repudio al delito y al crimen, hasta derrotar “el crimen”. Su mensaje es una luz de esperanza para quienes pública y privadamente hemos defendido la vida en todas sus manifestaciones, y especialmente, a la vida que se manifiesta en el ser humano en todas las etapas de su desarrollo.
Y esta decisión del Presidente de la República fue lanzada poco tiempo después de que la Corte Constitucional en un fallo con muchos vacíos, inclusive legales, despenalizó el crimen del aborto voluntario, poniendo el valor de la vida por debajo del deseo de la madre, o del de la salud de ésta o de la del niño. Insisto, despenalizó el crimen del aborto porque el hecho de que la ley tolere un acto no hace dicho acto éticamente aceptable, no le quita el carácter intrínseco de crimen. La Real Academia de la Lengua Española define como crimen: « [m.] Acción voluntaria de matar o herir gravemente a una persona». Y matar voluntariamente y sobre seguro “a una persona”, es lo que ejecuta quien realiza un aborto y la madre que consiente en ello.
La discusión de si es vida humana o no, recurso sofista al que acuden quienes tienen mentalidad abortista, carece de bases sólidas, porque tanto la historia como la biología nos enseñan que desde cuando el género humano existe, el resultado natural de la fecundación de un óvulo por un espermatozoide de seres de este género es siempre un ser humano, ontológicamente una persona, desde el momento mismo de la fecundación, y que no hay en la evolución de su desarrollo cambio de especie. También está demostrada la autonomía teleológica de ese nuevo ser que sólo necesita, como todo ser vivo, el ambiente propicio para alcanzar su madurez, hecho demostrado científicamente incluso por los métodos de reproducción asistida.
Sin embargo, y en notable contraste con la manifestación del señor Presidente, poco tiempo antes el Ministerio llamado de la Protección (¿?) Social estuvo muy ocupado en reglamentar científicamente cómo se debía llevar a cabo el crimen del aborto. Podemos concluir que para este Ministerio el año 2007 no será el año de la vida como lo proclamó el doctor Álvaro Uribe Vélez, Presidente de la República, sino el año del crimen científicamente reglamentado.
Hacemos votos porque el año 2007 sea verdaderamente el año de la vida, el año en el «que derrotemos el crimen, hasta que muera el crimen para que viva la vida», como lo proclama el Señor Presidente, y no el año de la muerte criminal reglamentada científicamente como lo programa el llamado Ministerio de la Protección (¿?) Social.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-

 











Arriba

[ Editorial | Debate | Opinión | Monitoreo | Generales | Columna Jurídica | Cultural | Breves ]

COPYRIGHT © 2001 Periódico El PULSO
Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular
. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved