MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 8    NO 101  FEBRERO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Universidad de Antioquia producirá medicamentos
para enfermedades tropicales
Juan Carlos Arboleda Z. - elpulso@elhospital.org.co

Con respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Universidad de Antioquia producirá en pocos años medicamentos efectivos y a bajo costo, para enfrentar las principales enfermedades tropicales en el mundo. El proyecto abarca las fases de investigación, estudios preclínicos y clínicos, capacitación de profesionales en doctorados e implementación de altos estándares internacionales de calidad en cada etapa. Si esta descripción inicial suena ambiciosa, es porque las dimensiones del problema lo ameritan, y un grupo de científicos de la Universidad liderado por el doctor Iván Darío Vélez, Director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales -Pecet-, decidió sacarlo adelante.

Historia de la desidia farmacéutica

Hace 8 años, la OMS hizo un balance del impacto de los proyectos de investigación que financió para reducir la morbilidad y mortalidad, o por lo menos tener disponibilidad en el mundo de nuevos medicamentos, vacunas y test diagnósticos que incidieran en la reducción de la carga de enfermedad de patologías como malaria, leishmaniosis, lepra, dengue -entre un grupo de 10 consideradas prioritarias por su alta incidencia-, principalmente entre los habitantes más pobres del planeta. La evaluación mostró que no había ni nuevos medicamentos ni vacunas, y que en términos prácticos, se había incidido muy poco en la salud de la población.
La explicación fue descorazonadora: Las multinacionales no estaban interesadas porque las enfermedades tropicales son enfermedades de pobres, y a las multinacionales no les interesa sacar productos que después no den réditos económicos, como explica el doctor Vélez: “En la orientación del desarrollo de productos en las multinacionales, la decisión de cuáles productos desarrollar tiene como componente fundamental que sea buen negocio: si no lo es, el tema no es prioritario; la generalidad de las farmacéuticas trabajan sólo con el interés de conseguir dinero: por eso no fue interesante el proyecto para ellas, y aunque la OMS dio el dinero para producir medicamentos, muy pocas trabajaron en esta meta”.
La decisión de la OMS fue cambiar de estrategia, y dirigir los esfuerzos de investigación a desarrollar medicamentos menos tóxicos y más asequibles, por otras vías que incidieran realmente sobre estas enfermedades. Enfocó entonces las baterías hacia los investigadores del mundo, centrando el trabajo en los países con un grado de desarrollo medio y donde las enfermedades son endémicas, partiendo de una premisa simple: a esos países sí les duele el tema, porque son enfermedades que sufre su población. Sin embargo, para desarrollar esta estrategia se requerían estándares internacionales de calidad, y desde ese punto cero se inició el trabajo.
Crear fortalezas en países endémicos para trabajar en desarrollo de medicamentos fue complejo, ya que por lo general no contaban con una industria farmacéutica desarrollada; allí comenzó la primera fase del proceso: formar a los investigadores en buenas prácticas clínicas para que la investigación respetara estrictamente los derechos del voluntario o del paciente; garantizar estándares de calidad que permitan generar datos confiables; tener buenas prácticas de laboratorio para que los procedimientos sean repetibles y con validez científica; trabajar con comités de bioética para evitar la práctica de las multinacionales que prueban sin mayores trabas los medicamentos en países subdesarrollados, cuya gente luego no los pueden utilizar por los altos costos; y crear y fortalecer con altos niveles de calidad, los Grupos de manejo de datos clínicos y los Grupos de auditores.
El Pecet, líder para Latinoamérica
A partir del cambio de estrategia de la OMS, se formaron grupos en África, Asia y América Latina, y para esta última región fue seleccionada la Universidad de Antioquia, específicamente el Pecet, que trabaja con la OMS de manera ininterrumpida desde 1987 y es el laboratorio colaborador para monitorías clínicas, de ensayos y manejo de datos; además, cuenta con capacitación para ser auditores, así como de buenas prácticas de laboratorio y clínicas para los proyectos financiados por la OMS en América Latina.
“Este proyecto tiene implicaciones internacionales al trabajarse
en asocio con Asia y Europa, busca la excelencia al adoptar
como base estándares internacionales, académicamente implica
formación de profesionales al más alto nivel, y su incidencia
en la salud pública es fundamental”.
Otro problema surgió al descubrir que los países seleccionados no tienen como política desarrollar productos como parte de procesos de investigación: ”En países como Colombia, las universidades trabajan en diferentes campos que tienen que ver con desarrollo de productos; hay buenos centros de investigación que descubren productos, esos resultados se publican y ahí se quedan. No hay políticas para que las universidades hagan todo el proceso, desde el descubrimiento, los estudios preclínicos, clínicos, la producción y comercialización”, dice el doctor Vélez. A esto se suman falencias en la etapa de estudios preclínicos, falta de bioterios certificados, carencia de laboratorios de química farmacéutica y de toxicología acreditados con estándares internacionales, aunque existen fortalezas en otros aspectos y ventajas inherentes a nuestros países, como la abundante biodiversidad, la etno-medicina, y la existencia de profesionales que trabajaron en universidades como la de Antioquia, que le han apostado a la investigación.
Lo primero
El primer paso fue la capacitación de profesionales con altos niveles de calidad; para ello se suscribieron acuerdos que permitieron la unión de las universidades que trabajan con la OMS en el proceso, creándose el Doctorado internacional en Desarrollo de Productos, y en el cual participan tres universidades de Tailandia: Thammasat, la Universidad de Mahidol (la mas grande de Tailandia), y la Universidad de Kulolangkon; las universidades de Nagasaki y de Tokio, de Japón; una universidad de China, la Segunda Escuela Médica Militar de Shangai, y la Universidad de Antioquia, en donde el Pecet lidera el proceso en alianza con otros grupos de investigación de la universidad. A fines de 2006 concluyó el curso de introducción realizado en Nagasaki con estudiantes de dichas universidades, quienes recibieron clases de 63 expertos del mundo sobre las fases de desarrollo de productos farmacéuticos.
El segundo paso para la consecución del objetivo de producir medicamentos para las enfermedades tropicales ya se dio: la Universidad de Antioquia incluyó como prioridad en su Plan de Desarrollo 2006-2016, alcanzar la capacidad necesaria para el desarrollo de productos, incluyendo toda la cadena, bajo estándares internacionales (investigación, estudios preclínicos y clínicos, laboratorios certificados, etc.); y como meta a corto plazo para jalonar el proceso, desarrollar un primer producto que sea importante para la OMS y para atender enfermedades tropicales endémicas en Colombia; se descartaron varias posibilidades y la decisión fue trabajar sobre leishmaniasis, por cuanto es una enfermedad remergente en el país y en otras partes del mundo, y es un área con mayor desarrollo en investigación dentro de la Universidad.
La iniciativa recibió apoyo de Colciencias y Planeación Nacional, y el Sena está interesado en aportar recursos y conseguir nuevos patrocinadores. A su vez, entidades particulares como el Cecif (Centro de la Ciencia y la Investigación Farmacéutica) y Hiumax, quieren participar en la etapa del escalamiento industrial. Para el doctor Vélez, este proyecto tiene implicaciones internacionales al trabajarse en asocio con Asia y Europa, busca la excelencia al adoptar como base estándares internacionales, académicamente implica formación de profesionales al más alto nivel, y su incidencia en la salud pública es fundamental, pues patologías como la leishmaniosis van en aumento, llevando a Colombia a ser el segundo país de Latinoamérica en número de casos después de Brasil. Es una enfermedad que debería ser prioritaria para el Ministerio de Protección Social, y agrega el doctor Vélez: ”No nos vamos a centrar sólo en leishmania; al tener el proceso funcionando con buenos laboratorios, buenos bioterios y personal altamente capacitado, cualquiera que trabaje con otra enfermedad va a tener la posibilidad de sacar su producto. La capacidad instalada servirá para todo”.
Una nueva visión de investigación
Por sobre los beneficios evidentes que este proyecto podrá traer al país, el vicerrector de Investigaciones de la Universidad de Antioquia, doctor Alfonso Monsalve, resalta el avance hacia investigación médica sobre productos y con base en enfermedades típicas del país. El compromiso de la Universidad lo ve como una apuesta para producir soluciones para enfermedades tropicales, lo que significa asumir problemas endémicos de nuestra sociedad y es señal de madurez científica: “Este proyecto involucra no sólo a la OMS: también es cooperación Sur-Sur. Y que la Universidad de Antioquia tome ese liderazgo, habla del desarrollo en la investigación básica que jamás vamos a dejar, y de investigaciones aplicadas que implican colaboración interdisciplinaria; el proyecto del Pecet lidera a nivel internacional la investigación sobre leishmaniasis y jalona en el país un componente interdisciplinario que permite llevar a cabo un proyecto de esta magnitud”.
La Universidad de Antioquia definió como parte del Plan de Desarrollo Estratégico a 10 años, la creación de centros de excelencia -un conjunto de grupos de investigación de distintas disciplinas que interactúan por objetivos comunes a largo plazo-, que tengan como resultado no sólo la producción de artículos científicos, sino que lleguen a niveles de investigación aplicada e innovación tecnológica que se puedan escalar industrialmente, impactando la sociedad. Bajo estos parámetros, el desarrollo de trabajos sobre enfermedades tropicales dictará las pautas de producción: “No estamos cerrados a ninguna posibilidad; podríamos constituir una empresa para desarrollar los productos dependiendo de la conveniencia social y económica, pero estamos abiertos a opciones como asociarnos con empresas o manejar la propiedad intelectual a través de regalías; somos una institución de conocimiento, y está claro que vamos a desarrollar estrategias para que estas cosas se puedan escalar e impacten positivamente a nuestra sociedad” .
 
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