MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 259 ABRIL DEL AÑO 2020 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter

El virus los cogió fuera de casa

Por: Redacción ERL PULSO
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La imagen de Colombia grabada en los recuerdos, el anhelo por estar con sus familias, el deseo de encarar el mayor reto que ha tenido la humanidad en compañía de seres que fortalezcan la lucha, la zozobra constante por no saber qué ocurre a cada instante en la tierra natal, y un ansia permanente de noticias, son las sensaciones que viven durante estos días miles, quizás millones, de colombianos a los que por circunstancias de la vida, la pandemia los alcanzó por fuera del país.

Esa condición de extranjeros también les permite tener una doble visión frente a una cadena de hechos que se ha desarrollado de manera vertiginosa. En sus respectivos encierros, ven pasar la vida de las sociedades que han adoptado, tal vez de forma temporal, pero también, y gracias a las redes sociales informáticas, conocen lo que sucede en Colombia,

Ana Cristina Rojas Vergara es magister en salud pública y trabaja con el sistema sanitario de Marsella, Francia, y si bien la orden de cuarentena la recluyó en Estrasburgo, continúa con su trabajo de manera virtual y ve el desarrollo de la pandemia con la preocupación normal de un profesional de la salud que sabe que el problema apenas comienza.

“Como un balance hasta el momento, y en general, los ciudadanos han tomado bien las medidas de confinamiento aunque al principio fue difícil que lo aceptaran en la medida que era voluntario y mucha gente no hizo caso, y si bien se cerraron algunos restaurantes, las personas seguían reuniéndose en los parques, eso motivó hacerlo obligatorio. Esa indisciplina inicial llevó a Francia a ser el tercer país en Europa con mayor número de casos”.

“Ya llevamos dos semanas y la mayoría de las personas se quedan en la casa, en la calle se ve muy poca gente. Hay permisos para salir de compras, citas médicas, pasear el perro, hacer deporte solo, o para ocuparse de personas vulnerables, y la gente que no puede hacer teletrabajo tiene permiso para circular. Algo importante es que se ha trabajado mucho en hacer las compras a conciencia, que no sean todos los días, y aún así a veces hay escases en los supermercados, sin embargo obedece a una política de racionalización y todos los productos no se colocan en los estantes todos los días, así la gente regresa luego y encuentra lo que le había faltado”

A pesar de ser Francia un país del primer mundo, y teóricamente mejor preparado para una contingencia, el personal de la salud también se lamenta de no contar con suficiente protección: “no hay suficientes elementos de protección, desde el principio se habla de deficiencias y la mayoría de las medidas que se han tomado buscan la consecución de ese tipo de cosas, las enfermeras, médicos, sociales y quienes trabajan en los albergues, tienen los tapabocas contados por días y se vive una penuria”. Sin embargo la situación ha generado un reconocimiento especial para los trabajadores de la salud: “en estos días se le ha reconocido al personal de la salud su importancia y se habla desde el gobierno de revaluar los salarios, esto también es respuesta a las manifestaciones en la calle que se adelantan desde hace un año reclamando mejores condiciones, y ahora parece haber más conciencia”.

En cuanto a las medidas de protección social tomadas por el gobierno francés, Ana Cristina Rojas aclara: “Las medidas de protección económica del gobierno son más para la gente que tiene empresas y trabaja por su cuenta, pero para la gente del común no; se dijo que se paraba el pago de arriendos pero eso solo aplica para los locales comerciales, para los ciudadanos normales no y debemos seguir pagando todo”.

Las muertes solitarias

Estrella Muñoz Acevedo vive desde hace más de 10 años en Pensilvania, Estados Unidos, y ya vivió de cerca la catástrofe del coronavirus. Su suegra, de 93 años de edad, falleció a finales de marzo en una residencia para adultos mayores en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, su muerte no aparecerá en las estadísticas de la pandemia porque es un efecto colateral. “Ella murió de tristeza y soledad. Estaba acostumbrada a que sus hijos la visitaran, a los paseos y a almorzar en familia los domingos en restaurantes, desde que prohibieron las visitas a estos centros, comenzó a apagarse, quienes la cuidaban la vieron languidecer y tras dos semanas falleció”.

En líneas generales Muñoz ve que hay nerviosismo entre la población, pero ante todo, cuando los medios de comunicación hablan de la escases de suministros médicos para atender pacientes en caso de que aumenten los números de contagiados. Situación que contrasta con la actitud cotidiana: “la gente está muy relajada y más cuando observan al presidente Trump diciendo que para pascua quiere abrir fronteras y flexibilizar las medidas. Las personas nativas han comenzado a tomar cierta conciencia con las últimas medidas de “stay in home”, pero en los supermercados, y las bombas de gasolina, solo el 1 % utiliza guantes y tapabocas. Ni los cajeros, auxiliares ni dependientes usan medidas de protección, e incluso lo miran a uno como “bicho raro” la gente hasta hace poco iba a las playas y el aumento de casos en Estados Unidos es sin duda por la gente que se relajó demasiado”.

Y es que el país se convirtió rápidamente en el que más casos tiene, superando a China, Italia, y España. La percepción de Estrella es que las medidas son insuficientes además de tardías: “acá cada estado tiene la autonomía de tomar sus medidas. Cada gobernador toma medidas generales, pero los “mayor” (alcaldes), que dirigen los condados, tiene la facultad de tomar medidas restrictivas como permanecer en casa o no abrir negocios”. La conclusión es que “Donald Trump se tomó el virus como un joke, una broma, y esto le costó que ocupemos el primer lugar en casos”.

Lo que más preocupa a Muñoz, aunque su residencia en los Estados Unidos es completamente legal, es la situación de los inmigrantes, otras víctimas silenciadas del Covid-19: “en el paquete de medidas que aprobó el Congreso no cobija a los ilegales dejándolos por fuera de todos los beneficios, y ellos son de los principales afectados, porque muchos trabajan en restaurantes y actividades de este tipo, y ante el cierre del comercio hay miles de inmigrantes desempleados, muchos vivían solo de las propinas o pagos semanales, y esas personas en este momento no reciben absolutamente nada; están tratando de trabajar con las entregas a domicilios que implementaron los negocios, aunque eso signifique mayor riesgo para ellos en su salud. Muchos otros sin embargo están en las casas sin saber como pagar las cuentas o por lo menos sobrevivir”.

La pandemia en las antípodas

Cuando Carlos Jaramillo decidió completar sus estudios universitarios en Nueva Zelanda, nunca sospechó que le tocaría vivir una situación de encierro obligatorio al otro lado de su tierra natal. Si bien Nueva Zelanda no ha sido tan afectada como otros países, tal vez por su aislamiento geográfico y su población limitada, al finales de marzo subió el número de personas contagiadas. Señala este estudiante de un posgrado en veterinaria “cada día hay más y el gobierno ha actuado como todos, cerrando fronteras y cuarentena para todos con excepciones para ir a supermercados y a las personas relacionadas con la cadena de alimentos. Las sanciones incluyen cárcel y multas que van desde los 70 mil dólares a quienes no acatan la ley, sin embargo las personas son demasiado juiciosas, y el pánico inundó a todos ya que este país es de muchos ancianos y acatan toda norma”.

En cierto sentido, a Carlos Jaramillo las restricciones por el Covid-19 lo tomaron con las mejores condiciones, trabaja en una hacienda alejada de las ciudades tiene asignada una casa solo para él, los suministros se los llevan hasta la puerta, y al laborar en la producción de alimentos, se puede movilizar tranquilamente en la semana. “La vida rural es muy tranquila, se trabaja muy duro y cada vez que se descansa se trata de salir de la rutina, pero en la actualidad, la verdad, ya me canse de limpiar mi casa”.

En general en este país la actitud de las personas es de pánico ya que la enfermedad ataca con más gravedad a las personas mayores, lo que ha llevado a controles más estrictos en movilidad y vida social, sin embargo, Carlos se sienten protegido allá que en Colombia: “por desgracia en mi país las personas no tienen tanta conciencia sobre el riesgo y peligro que tiene esta pandemia, lo que puede llevar a consecuencias muy graves, eso hace que me sienta más tranquilo acá por mi salud personal”. Y hace una recomendación: “Debemos investigar más sobre el origen y porqué de la enfermedad, así como sus efectos mundiales tanto en la salud como lo económico, y tenerle paciencia a los líderes y dejar un poco de lado las consideraciones políticas, y estar unidos como colombianos, y como humanidad”.


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