MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 241 OCTUBRE DEL AÑO 2018 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com
C omo un polvorín se ha regado el otorgamiento de licencias para el uso médico y científico del cannabis y sus derivados en el territorio nacional. Hasta el 17 de agosto pasado, el Ministerio de Justicia y del Derecho ha otorgado 142 licencias, mientras en el Ministerio de Salud, al cierre del mes pasado, ya eran 68 las aprobadas.
Estas licencias funcionan así: el Ministerio de Justicia las otorga para el uso de semillas para siembra, para el cultivo de cannabis psicoactivo y para el cultivo de cannabis no psicoactivo, mientras el de Salud las da para la comercialización, sea en uso nacional, exportación o investigación científica.
Hasta el momento, los departamentos con más licencias aprobadas son Cundinamarca, Antioquia, Valle del Cauca, Cauca, Tolima y Santander. Y en lo que va corrido del año el licenciamiento aumentó un 46,1 % en comparación con el año anterior.
Pero esa cantidad de licencias que han sido otorgadas no necesariamente reflejan lo boyante de ese sector. Jorge Herrera, quien fue el Jefe del Centro de Investigaciones y Extensión de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias de la Universidad de Antioquia, considera que lo que hay es una gran expectativa con esta nueva industria, varias licencias van otorgadas a la misma empresa, y además, “van a haber muchísimas que no van a operar. Estamos viendo mucha especulación en este asunto”, agregó.
En Corinto, Cauca, esta ha sido vista como una tabla de salvación. El alcalde Edward Fernando García, aseguró que aunque ninguna entidad ha podido precisar dónde están los cultivos de marihuana, el 50 % de la producción nacional sale de su municipio. Por eso promovió, junto a sus homólogos de Caloto, Toribío, Jambaló y Miranda, municipios considerados el “clúster del cannabis”, la creación de cooperativas que de la mano de multinacionales puedan darle un futuro legal a la experiencia de los campesinos e indígenas de la región que llevan generaciones cultivando marihuana.
Caucannabis es una de ellas, que trabaja en asocio con Pharmacielo, una empresa canadiense que se radicó en Rionegro, Antioquia, y compró 3,37 hectáreas para cultivar marihuana en Corinto. Ambas tienen en este momento licencias para operar.
La canadiense convertida en empresa colombiana a través de Pharmacielo Colombia, completó su primera siembra el 31 de diciembre pasado y por esta época debe estar ya cosechando cannabis para procesarlo y convertirlo en ungüentos y aceites medicinales.
La compañía reconoció el papel significativo que la ubicación ideal de Colombia tendrá en la construcción de un negocio sostenible en la industria del cannabis medicinal, y junto a sus directores y ejecutivos, ha construido un llamativo plan de negocios enfocado en suministrar sus productos al mercado internacional.
“Agradecemos al gobierno por reconocer a PharmaCielo y nuestra capacidad de plantar inmediatamente una gran y exclusiva variedad de cepas colombianas de cannabis históricamente importantes al país, las cuales han sido utilizadas durante décadas y en algunos casos siglos por las comunidades indígenas en Colombia con propósitos de bienestar y espirituales”, dijo Federico Cock-Correa, CEO y director de esa empresa.
Además de las plantaciones en Cauca, esa empresa tiene el Centro de Genética y Propagación en Rionegro, de 27,7 hectáreas, más 12.1 hectáreas de invernaderos al aire libre dedicados al cultivo. Es decir, esta empresa es de las que le apunta al paquete completo: investigación, cultivo, producción, comercialización y exportación del cannabis medicinal.
“Vemos que los principales protagonistas del mercado cannábico están interesados en desarrollar alianzas estratégicas con PharmaCielo para tener acceso a extractos de aceite de cannabis medicinal y productos relacionados de calidad premium en altos volúmenes”, añadió en un comunicado Patricio Stocker, presidente y CEO de PharmaCielo Ltd. “Este es un momento muy emocionante para la compañía, y proyectamos incrementar nuestros cultivos y cuota mientras crecemos nuestra producción con vista a la demanda global”.
Cuando el Gobierno Nacional comenzó a hablar de la reglamentación para que Colombia empezara a producir marihuana medicinal, el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, señaló que sería interesante que desde una empresa pública pudiera incursionarse en un negocio que mueve en el mundo más de 70.000 millones de dólares.
“Tenemos que ser líderes en un producto que ha sido característico de Suramérica, no podemos quedarnos comprándole marihuana medicinal a Alemania o Estados Unidos”, afirmó en junio pasado cuando confirmó el interés de la Administración departamental de conformar una empresa con la Facultad de Química Farmacéutica de la Universidad de Antioquia y el Consejo Superior.
“Estamos muy próximos a solicitar la creación de la empresa (…) Hace 100 años la Fábrica de Licores se creó como un monopolio que de alguna forma era un producto prohibido, como el alcohol, pero eso ayudó a que tuviéramos buenos recursos”, aseguró Pérez.
Hoy Jorge Herrera es el encargado de que ese sueño madure y se convierta en la primera empresa pública de cannabis medicinal del país. El socio estratégico por parte de la Gobernación es el Instituto de Desarrollo de Antioquia (IDEA) y si bien la empresa ya existe formalmente están en la gestión de las licencias.
Obviamente este país está atravesado por una historia de producción y tráfico de drogas, que le ha hecho mucho daño, pero también ha sido, como dijo Luis Pérez, reconocido internacionalmente por la buena calidad de las plantas de marihuana, en ello interviene la posición geográfica estratégica, con 12 horas de luz solar al día durante todo el año, lo que permite un mayor crecimiento de la planta, sumado a los bajos costos de producción. Mientras producir un gramo de cannabidiol cuesta 3 dólares en Canadá y 1,75 dólares en el estado de Colorado (EE. UU.), en Colombia apenas llega a los 35 centavos de dólar.
De acuerdo con datos de los centros de investigación Arcview Market Research y BDS Analytics, el mercado legal de cannabis generó 9.200 millones de dólares en Estados Unidos en 2017, de los cuales el gobierno estadounidense recibió 1.400 millones de dólares por impuestos. Si se compara con Colombia, sería algo así como la mitad de los recursos derivados de la industria petrolera. Cifras nada despreciables para cualquier país. Por si fuera poco, se estima que hay más de 100.000 personas trabajando en las 9.397 empresas que tienen licencia en Estados Unidos.
Herrera explicó que lo que se busca es un modelo diferente al que ha tenido el país en todos estos años, no se trata de marihuana para uso recreativo sino como insumo para la industria farmacéutica. Termina siendo una relación de gana – gana para todos, ya que los precios del mercado de cannabis medicinal están muy por encima del de la marihuana en el mercado ilegal. Lo que sería un atractivo adicional.
Una de las primeras decisiones del presidente de la República, Iván Duque, fue acabar con la dosis mínima de droga, lo que ha sido interpretado como una medida conservadora frente a la del Gobierno de Juan Manuel Santos que pensaba en una política antidrogas diferente, y que se arriesgó a crear una nueva industria como la del cannabis medicinal en el país.
Sin embargo, Herrera está seguro de que nada tiene que ver esta política con este sector farmacéutico. “No creo que el presidente Iván Duque vaya a tener ningún problema con esta industria, al contrario, ese mensaje de innovación que ha mostrado está absolutamente evidenciado aquí”.
Por eso, el director de la Planta de Cannabis de la Universidad de Antioquia explicó que este es un negocio que exige las mejores prácticas de mantenimiento de la semilla, del cultivo y del procesamiento de los medicamentos, en los que se manejan trazabilidades e inventarios que harían prácticamente imposible que alguna parte de esta industria se vaya al mercado ilegal. “Esto es medicina, todo lo contrario a la drogadicción que es lo que busca acabar el presidente”.
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