MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 241 OCTUBRE DEL AÑO 2018 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com

Zoom In, Zoom Out

Por: Julián H. Ramírez Urrea. Médico internista, Hospital Universitario San Vicente Fundación. Jefe del Departamento de Medicina Interna, Universidad de Antioquia.
elpulso@sanvicentefundacion.com

C omo a todos en la vida, hay algunas situaciones que nos ofuscan e impacientan. Especialmente, cuando conducimos un vehículo en alguna de las ciudades latinoamericanas: los trancones, algunos conductores imprudentes, el calor y la sensación de urgencia que nos embarga en los momentos en que el tráfico no parece moverse.

Hace varios años, recuerdo que un automóvil se parqueó en mitad de calle, obstaculizando una vía principal, en la que el flujo vehicular parecía infinito. Tuve el impulso de “pegarme” del pito y empecé a tener pensamientos negativos sobre “semejante conductor que había parado así”. Sin embargo, tomé aire profundamente y me dediqué a observar y a tratar de comprender lo que estaba ocurriendo. Así, surgió el ejercicio que quiero proponer, similar a una de las funciones de las cámaras fotográficas (que se han visto reemplazadas por los teléfonos inteligentes): hacer zoom-in y zoom-out.

La comprensión de los sucesos de la vida, bien podría basarse en dos movimientos: el acercamiento (observar el detalle específico de lo que está ocurriendo) y el alejamiento (mirar el contexto en el que ocurre la situación).

Así, cuando estaba en ese terrible trancón y el vehículo de adelante seguía estacionado, hice “zoom-in”: observé, luego de unos segundos, que bajaba un anciano muy debilitado del vehículo. Otro de los ocupantes del vehículo, quizá mucho más viejo que él, intentaba ayudarle. Pero luego, practiqué “zoom-out”: empecé a pensar en el contexto; en qué estaría pensando el anciano que estaba tratando de bajar y qué sentiría cuando los conductores de los vehículos que estaban detrás de mí, comenzaran a tocar el claxon, sin ver ellos mismos lo que estaba pasando. También, hacía parte del contexto el tratar de entender por qué las personas de los vehículos pitaban, y es que, seguramente, no estaban siendo testigos de lo que yo: de un hombre que luchaba, casi inútilmente, por moverse, por seguir estando vivo, por descender de ese vehículo.

El éxito en la ejecución del ejercicio se basa en observar pacientemente la situación, sin juzgar. Hemos de buscar, primero comprender y ese, es uno de los pasos más importantes para alcanzar la paz, según San Francisco de Asís. Ahí, radica un gran poder espiritual para el ser humano.

El ejercicio contemplativo que he mencionado, ayuda también a valorar los momentos que vivimos. También a veces, nos quedamos en la situación particular que nos ocurre, sin darnos cuenta que está asociada a un contexto vital mucho más amplio y duradero. Algunos instantes de la vida, son pequeños momentos que componen el gran cuadro vital de nuestra existencia.

El poder de la espiritualidad, radica en otorgarnos la habilidad de estar pasando siempre, del acerca miento de nuestra observación a una mirada panorámica para ver el contexto que nos rodea. Al fin y al cabo, somos una minúscula parte del Universo y quizá, por eso, con humildad hemos de buscar que cada vez nuestra lente de la realidad, tenga mayor poder de aumento, sin perder una bella panorámica de nuestra vida.


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