MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 46   JULIO DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

Organización Mundial de la Salud

“Los médicos deben
aprender economía de la salud”
Olga Lucia Muños López Periodista, Medellín

La economía quizá no tiene lugar en cirugía, en consultas médicas o en el laboratorio, pero eso no es lo que importa. En cada uno de estos escenarios, los recursos están siendo usados y un proceso de producción está en marcha, supuestamente en beneficio del consumidor, y del uso de recursos límite para producir bienes y servicios para intermediarios o consumidores finales, es de lo que trata primariamente la economía. Cómo esos recursos son producidos, cómo esos recursos son combinados, quién escoge que producir con ellos, quién los pagará y todo lo que eso cuesta, crea el escenario en el cual opera el médico".
Esta afirmación hace parte del trabajo de Philip Musgrove, de la Organización Mundial de la Salud, presentado el 20 de febrero de 2001, bajo el título "¿Qué es lo mínimo que debe saber un médico sobre economía de la salud?", y en el cual sostiene que para la sociedad como en todo, un mejor sistema de salud funcionando, es claramente el más grande potencial ganado de un entendimiento más completo entre dos profesiones como la economía y la medicina, que parecería ilógica en un principio.
Cuando un médico está practicando medicina, señala el experto, lo que desea hacer es concentrarse en el paciente, mostrar todo su conocimiento médico para velar por la salud de su paciente, lo que ciertamente es lo más importante al momento del diagnóstico o del tratamiento, y los médicos han estado tratando pacientes, bien o mal, por siglos, sin preocuparse de los intereses económicos. Sin embargo, advierte, casi todo lo que pasa previo al encuentro entre el médico y el paciente es relevante para el economista, aún si el segundo se mantiene fuera de la práctica médica misma. Entonces, lo que el médico debería saber de economía de la salud, sería lo concerniente a esos pasos previos, incluyendo muchos de los factores que traen al paciente a su atención.
Reconoce Musgrove que existirían al menos tres razones por las cuales un médico podría decidir no acoger esta recomendación: Una sería el hecho de que la economía de la salud es una disciplina relativamente nueva: un primer artículo sobre el tema fue publicado apenas en 1963, sobre los factores y variables que distinguían al sector salud de otros sectores, particularmente en relación a su financiación; a partir de allí se abrió todo el campo de la investigación en riesgos e información que caracterizan la economía de la salud y que cada vez toma más importancia. Téngase en cuenta además, que la primera revista de economía de la salud, dedicada por completo al tema, empezó a publicarse apenas en 1982.
La segunda razón por la que un médico decidiría no aprender algo de economía de la salud, sería la errónea suposición de que la economía es nada mas que contabilidad, cuando las cuentas deben ser llevadas en la práctica médica como en otras profesiones y muchas de las economías dependen, de hecho, de cuentas apropiadas, agrega Musgrove. No en balde, la creación de las cuentas nacionales de ingreso y producto, que empezaron hace más de medio siglo, son las precursoras de los esfuerzos de hoy para crear las cuentas de la salud nacional, para mostrar en donde son gastados los fondos de la salud.
Y la tercera oposición que podrían presentar los médicos al aprendizaje de economía de la salud, sería la actitud de que "la salud no es un negocio" o no debería ser uno, ya que muchos doctores encontrarían difícil de aceptar que el cuidado de la salud es financiado, producido y entregado en una constelación de mercados o "negocios" intrínsecamente opuestos a la salud humana. Esta discusión se apoya en la demanda de que el cuidado de la salud es un derecho o necesidad básica y por tanto es demasiado importante para ser dejada a los mercados. Pero, argumenta Musgrove, la comida es una necesidad mucho más básica que el cuidado de la salud y es producida y entregada en los mercados, sin que haya nada malo en eso; la pregunta, señala, sería si esos mercados trabajan en formas deseables socialmente o si conducen a situaciones en que algunas personas no pueden permitirse requerir el cuidado, o hay tipos de cuidado equivocados, o los costos son demasiado altos o algo mas va mal, porque la economía es en gran parte la ciencia de cómo operan los mercados y en los cuales fallar puede ser cuestión de vida o muerte, concluye el experto.
Los médicos entonces, necesitarían tener unos conocimientos mínimos sobre el tema: diferenciar el concepto de lo "social" en términos económicos, reconocer adecuadas o inconvenientes políticas macroeconómicas, advertir los peligros del populismo inflacionario y establecer porqué el manejo de macroeconomías pobres es inadecuado para la salud del país (particularmente para la salud de la gente pobre), y entender como funcionan los mercados "sin ser llevado por los misterios de los mercados". Aquí debe analizarse el hecho de que los médicos son reacios a aprender de economía por la relación cercana del tema con las ideologías, pero, indica Musgrove, el pensamiento económico también incluye una larga y profunda tradición de pensamientos acerca de problemas y principios éticos o perspectivas políticas, y el médico debe estar atento a cuestionar esos principios y perspectivas a la luz de la economía, para ver que tan bien se soportan, porque el pensamiento económico puede ayudar a identificar contradicciones u opiniones pobremente formuladas.
Musgrove explica que lo más importante para un médico, es aprender a entender como piensan los economistas, particularmente cómo y por qué piensan en los mercados, en los recursos, costos, efectos (no monetarios), beneficios (usualmente monetizados), análisis de efectividad de costos, utilidad de costos o análisis del beneficio de los costos, evaluaciones, estimaciones, incentivos, regulaciones, manejo de la información, principalmente.
La ganancia de que un profesional médico decida aceptar la necesidad de entender algo de economía de la salud, un nuevo vocabulario, otros puntos de vista y posiblemente a renunciar a algunas ideas o modificarlas, sería en primer término el facilitar la relación con los economistas, más aún cuando no puede evitar que las decisiones sobre el cuidado de la salud dependen cada vez mas de consideraciones económicas; también, asegurar que decisiones sobre las cuales habían tenido el control históricamente, le sean respetadas, y que un mejor entendimiento entre profesionales médicos y economistas mejore en realidad la eficiencia del cuidado de la salud y quizás incluso su equidad; otros logros serían que el médico mejore su preparación para aceptar e influenciar procesos de reforma en salud y que disfrute del placer puramente científico e intelectual de explorar el conocimiento de otra profesión, aunque ello implique algo de frustración por las dificultades de poner en práctica ideas nuevas y hasta roces con algunos colegas, como parte necesaria del aprendizaje. Esas ideas nuevas podrían ser las bases para imperativos políticos diferentes y oportunidades de reforma, concluyó Musgrove.

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